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ron à aquel L' Blanc y Mahu- expresada en las monedas an

del; y para apoyo de su intento propone dos razones. La primera es que las referidas monedas tienen repetido el busto del Rey por ambos lados, lo que dice no se usó hasta despues de S. Hermenegildo. La segunda es que los bustos de las monedas estan de frente y no de perfil, lo que tampoco se usó en su opinion hasta despues de los principios del reynado de Leovigildo. Nuestra medalla demuestra la ineficacia de es tas dos razones, porque en ellas se ve el busto de Agila por los dos lados, en el uno de perfil, y en el otro de frente infiriéndose de aquí que en tiempo de este Rey no faltaba à los Godos aquella perfeccion del arte.

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Entre las medallas godas que se han publicado hasta ahora se reputa por la primera, en que se lee nombre de Ciudad, la de Leovigildo estampada en la pag. 175. de la coleccion de Florez, que dice Toleto Rex. Pero esta pierde la prerogativa de primera en vista de que la nuestra tiene el nombre de Dertosa tan legible, que no dexa duda de ser esta Ciudad

teriores à Leovigildo, y la primera en esta expresion mientras no se descubra otra mas antigua.

La D letra inicial del nombre de la Ciudad se equi voca algo con la P, y acaso vino de aquí que algunos escribiesen Pertosa, como dixe en el principio del tomo presente; mas no se ha de dudar que los Godos figuraban de aquel modo la D, como se puede ver en algunas de sus medallas publicadas por Florez.

Conviene esta medalla de Agila con otras posteriores en manifestar que los Godos usaban algunas veces de puntos en lugar de las letras; porque esta pone tres por la T de la palabra Iustus.

Ignorándose el motivo de expresarse en las monedas el nombre de la Ciudad, no podemos asegurar por qué la de Tortosa eternizó la memoria de Agila en las que consagró à su nombre. Lo cierto es que este Príncipe afligido con sucesos adversos en la Bética desde el principio de su reynado, fué aclamado justo en Tortosa, elogiándole los vecinos con la prerogativa mas` pro

T

propia de los que gobiernan como deben.

En la pág. 210 de su coleccion publicó el M. Florez otra medalla de Tortosa dedicada al religioso Príncipe Recaredo con el busto del Rey en ambos lados, grabando en el uno estas letras, RECCAREDVS REX, y en el otro DERTOSA IV. A Sábese, pues, que Tor

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tosa compitió con otras Ciu dades en el honor de juntar su nombre con el de este

Príncipe, que por su gran piedad y religion fué tan amado de los pueblos de su Reyno, que todos à porfia pro-. curaron testificar su amor y gratitud, dexando à los venideros innumerables memorias de su querido Monarca.

CAPITULO VIII.

Origen y antigüedad de la Religion è Iglesia Christiana en Tortosa. Su primer Obispo San Rufo.

EN

N todo el discurso de la España Sagrada se ha procurado no perder ocasion de comprobar ò ilustrar la gloria de nuestro Reyno en haberle elegido el cielo por uno de los primeros en recibir la doctrina del Santo Evangelio, teniéndole Dios muy presente en su Providencia, sin embargo de ser lo último de los términos de la tierra. De la venida y predicacion del Apóstol Santiago trató largamente el M. Florez asegurándola en su tomo III. con todo género de argumentos de la emulación y arrogancia de algunos pocos

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y modernos críticos, que se atreviéron à ponerla en duda. Yo escribi del mismo asunto en el tom. XXX. y habiendo tenido nuevamente noticia del testimonio antiquísimo de Didimo Alexandrino, maestro del glorioso Doctor San Gerónimo, lo publiqué en el tom. XXXIII. como una prueba irrefragable de que en la distribucion que hicieron los Apóstoles para sembrar el grano del santo Evangelio, y cumplir el precepto de Jesuchristo, quando teniéndolos presentes les dixo: Eritis mibi testes usque ad extremum terræ, le tocó à SantiaD

go

go como terreno propio la España, donde se detuvo algun tiempo en cumplimiento de su destino. En el citado tom. III. se probó tambien con los mas sólidos fundamentos la célebre tradicion autorizada desde el primer siglo de la Iglesia, que enseña que el Apóstol San Pablo puso en execucion el viage à España, que tenia meditado quando escribió su epístola a los Romanos, como él mismo testifica en el cap. 15. v. 24. repitiéndolo en el mismo cap. v. 28. manifestando de este modo la fineza y vehemencia de su amor à los Españoles.

.

Entre las Provincias de España puede gloriarse con cierta especialidad de haber sido distinguida en esta gloriosa y sobresaliente prerogativa la de Tarragona, en la que han quedado mas vestigios de la predicacion de los dos expresados Apóstoles en ella. De estos monumentos se ha hablado en varios lugares de esta obra, y ellos son tan eficaces, que los críticos mas severos deben confesar que no carecen de firmeza, en vista de que no se fundan en cronicones fingi

dos, como han presumido algunos extrangeros por la ignorancia de nuestra historia, sino en tradiciones constantes de algunas Iglesias de España. Entre estas la que mas ha conservado la memoria de la predicacion de San Pablo es la de Tortosa, cuya tradicion_inmemorial es que el Santo Apostol predicó en esta Ciudad, y dexó en ella por su Obispo à San Rufo, discípulo suyo y compañero en su viage desde Roma à España. De esta tradicion hablaré ahora, y aunque quisiera tener documen tos mas auténticos de su verdad, procuraré esforzarla quanto pueda, y mostrar que no tiene contra si fundamento tan urgente que nos obligue à negarla nuestro asenso.

El glorioso Doctor San: Gerónimo, que siguiendo à otros Padres de los primeros siglos de la Iglesia creyó firmemente que San Pablo puso en execucion su intento de venir à España à anunciaren ella el Santo Evangelio, escribió sobre el cap. 2. de Isaías, que el Santo Apóstol vino embarcado à estas Provincias traido sin duda por los Romanos, à quienes ofre

ció visitar luego que empren- tre los quales tengo por el mas sólido la multitud de Christianos que en las primeras persecuciones de la Iglesia padecieron en las principales Ciudades de estos paises, como particularmente escribe Prudencio de la ilus tre Ciudad de Zaragoza. Ade mas de este monumento ge neral que se tiene por efecto de la predicacion de los Santos Apóstoles Pablo y Santia go, es digno de la mayor estimacion el vestigio que ha quedado en Tortosa de la ve nida del primero, el qual supuesta la verdad autorizada por una gran copia de Padres griegos y latinos, debe ser adoptado por no tener la mas leve nota de supuesto. Consiste el referido ves tigio en la tradicion de la Iglesia de Tortosa, que ha celebrado desde siglos muy remotos la fiesta de S. Rufo, como de su primer Obispo colocado en su Sede, cuya fundacion se debe al Apostol San Pablo, maestro del expresado Santo.

diese su viage à España, para que ellos le conduxesen desde Roma à estas Provincias. Cum in Hispaniam proficisci cœpero, spero, quod præteriens videbo vos, & à vobis deducar illuc. De este texto se colige, que siendo la Ciudad de Tarragona el puerto mas célebre de la costa oriental, y el mas freqüentado de los Romanos que venian desde Italia, es lo mas verisimil que el Apostol desembarcó en la expresada Ciudad. Se ha creido que uno de los monumentos que en esta Capital quedaron de la presencia del Apostol en ella, es la predicacion de S. Pablo Narbonense, de quien se dice haber pasado desde aquí à Francia. Pero ya se advirtió en el tom. XXV. que la antigüedad de la Religion Christiana en la Provincia Tarraconense no se fundaba en esta especie, que los mas doctos y críticos de Francia niegan, no queriendo reconocer à San Pablo de Narbona por discípulo del Apostol, y sosteniendo que no es anterior al siglo III. Mas fundados son otros monumentos mencionados en el lugar citado, en

Muy desconocidas tenia las cosas de esta Iglesia el crítico y erudito Tilemont, quando en la nota 32. pág. 470. de su tom. I. de las meD 2

mo

morias de su Hist. Eclesiást. en que habla de Simon Cyreneo y de sus hijos, escribió de este modo: por lo que toca à San Rufo Obispo de Tortosa en Cataluña.... creerémos lo que los Españoles dicen quando nos hayan dado mejores pruebas que las que se fundan en su falso L. Dextro y todos sus comentadores. La misma ignorancia se nota en Juan Bautista Soller en sus notas al Martirologio de Usuardo, sobre el dia 21 de Noviembre, en que hablando de San Rufo solo dice en lo respectivo à España lo siguiente: Quid pseudochronica Hispanica fabulentur, vide apud Tillemontium tomo I. pag. 447. Ea omnia studiose olim annotaverat Rosweydus, si vixisset, egregie confutaturus, ut plures alias eorum imposturas retexerat. Es cierto que el Cronicon de Dextro hace memoria de San Rufo en el año de 100 y 112; pero los Escritores de España no se han fundado precisamente en la autoridad de este fingidò Autor; pues aun los que le admiten como legítimo, refieren otros testimonios en favor de la predicacion de

San Pablo en España, y del pontificado de San Rufo en Tortosa. Los mas críticos y sabios que conocieron bien la falsedad y nueva invencion de la dicha obra, atribuida à un Escritor tan grave y antiguo como Dextro, se han esmerado en la refutacion de todas las noticias fabulosas que se hallan en el Cronicon referido. Mas aunque leyeron en esta obra la eleccion que San Pablo hizo de San Rufo para Obispo de Tortosa, no han impugnado esta memoria por no ser de las inventadas por el Autor del falso Dextro; antes bien la han dexado en el grado de verdad que tuvo antes de publicarse aquella pieza infame. Así Don Nicolas Antonio en el lib. 3. de su Censura cap. 10. afirma que la Iglesia de Tortosa tiene tradicion que San Pablo les dexó allí por primer Obispo à San Rufo, y citando los AA. que hacen memoria de ella, que son Beuter, Vaseo, Morales, Marieta, Padilla, y Domenec, no se mete en impugnarla, y solo desecha otras noticias del Cronicon de Dextro, y de las adiciones al mismo, y de Máximo, como

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