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de las gentes, despues de cumplido el tiempo de las naciones, cuando hayan ya entrado al redil de la Iglesia todas aquellas ovejas que el divino pastor tenia determinado de reducir en el consejo de sus decretos, despues de todo esto volvere*. Y quien es el que volvera? Aquel mismo que se fue á una region remota, para tomar el reino, y volver: el mismo Jesus que fue arrebatado al cielo, al que vereis bajar, como lo visteis subir. Y ¿a que vendrá? A reedificar el tabernáculo, el solio, el trono caido de David, y restablecido en su primer esplendor y grandeza, reinar en élt. Y ¿cuando volverá? Quien vuelve, se supone que ya antes ha estado. Cristo Jesus estuvo con nosotros en su primera venida; y entonces llamó primero á las gentes á su Iglesia. Despues de cumplido este misterio volverá otra vez á la tierra: y en su segunda venida reedificará el sólio arruinado de David que cayó: de manera, que no en la primera, sino en la segunda venida lo reedificará. Y para que no piense ni se le pase por la mente, que este reino será el espiritual de la Iglesia, note V. y note bien aquel decidit, que solo puede convenir al sólio y reino de David, que cayó con tan fuerte caída, que solo el brazo de Dios lo puede levantar; no al reino espiritual de la Iglesia que no ha caído ni caerá nunca; las puertas del infierno no prevalecerán contra ella‡. Lease la obra Part. ii, fenóm. ix, parr. ii, iii, y iv.

105. Llega V. finalmente al último testo del autor, y dice en el número ya citado: "Despues cita al mismo intento el otro lugar de Isaías: Envia, Señor, al Cordero, dominador de la tierras. Cordero del cual el profeta dice que preparará el solio en la misericordia, y se sentará sobre él||. Este divino Cordero es Jesus en su pri

*Post hæc revertar.

+ Post hæc revertar et reædificabo tabernaculum David, quod decidit... Dabit illi Dominus Deus sedem David, &c.

Et portæ inferi non prævalebunt adversus eam.

§ Emitte Agnum, Domine, dominatorem terræ.

|| Præparabitur in misericordia solium, et sedebit super illum.

mera venida sin género de duda, pues el Bautista mostrándolo con el dedo á las turbas, les dice: he aquí él Cordero de Dios; he aquí el que quita los pecados del mundo*. Este es de quien fue profetizado: como oveja será conducido á la muerte†, evidentemente en su primera venida. Este es á quien el discipulo amado tenia en mente cuando dijo: vi al Cordero como muertot. Aquí no puedo quejarme que no traiga V. las palabras del testo que hacen al caso del autor: las trae ; pero responde á ellas? ni una palabra; como si no las trajera. Insistiendo en su invento feliz de esplicar sin trabajo y espeditamente las Escrituras, halló en el testo de Isaías la palabra cordero: pues esto basta y no es menester mas para que conste, y se sepa evidentemeute y sin género de duda, que el Profeta habla de la primera venida del Señor. Así lo dicen los dos Juanes : El Bautista: He aquí el Cordero de Dios: el Evangelista : Vi al Cordero como muerto. Y si no bastan los dos, ya que la verdad está en boca de dos ó tres testigos, tambien lo dice Isaías como oveja á la muerte. Todo va bien, mi Señor, en cuanto á la palabra agnum; ¿y qué nos dice V. de las otras dominador de la tierra; se sentará en el solio, que ciertamente algo significan, y no las habrá puesto el Profeta sin su por qué? A estas debia V. responder, si queria responder al autor; pero contentarse con la palabra agnum para probar, que el testo de Isaías debe entenderse de la primera venida, esto verdaderamente es contentarse con muy poco. Cristo en ambas venidas ha querido llamarse Cordero. En la primera vino á ser sacrificado en la ara de la cruz, y á lavarnos con su sangre de las manchas del pecado; pero esto no quita que venga en la segunda como dominador de la tierra á cumplir otros grandes misterios. ¿Qué diria V. si yo con su misma manera de argumentar le dijera, que Cristo no habia de venir á juzgar y condenar, porque ya habia venido á salvar y perdonar?

* Ecce Agnus Dei; ecce qui tollit peccata mundi. cat Tanquam ovis ad occisionem ducetur.

Vidi agnum tanquam occisum.

Haciéndola V. de catequista, y enseñándome la doctrina Cristiana me diría: que estas dos cosas no se oponen en una misma persona, y que si Cristo en su primera venida vino como redentor á salvarnos, en la segunda vendrá como juez á pedirnos cuenta. Pues lo mismo le respondo yo á V. Uno mismo es el Cordero inmaculado; pero con diversos aspectos en sus dos venidas: en la primera vino á ser sacrificado y morir por los hombres: en la segunda vendrá á reinar sobre ellos. En la primera vino á servir, y no á ser servido*: en la segunda vendrá á ser servido, obedecido y adorado de todos+. Finalmente, en la primera vino á obedecer hasta la muerte, y muerte de cruz: en la segunda á mandar y dominar á toda la tierra; y para que acelere su venida pedia al Señor el profeta enviase cuanto antes ese Cordero dominador§: y en otra parte desfogaba sus ansias en este encendido suspiro: ¡ Ojalá rompieses los cielos y bajases, y los montes se derritiesen á tu aspecto||! Todo lo cual como no se puede acomodar sin violencia á la primera venida, así cuadra naturalísimamente á la segunda. Es tambien lo que á ejemplo de este gran Profeta, y enseñados de nuestro divino Maestro pedimos nosotros diariamente, cuando pedimos que nos venga su reino ¶. Léase la obra, part. ii, fenóm. iv, párr. vi.

106. Acaba V. este punto diciendo al autor, como si con lo que ha dicho y nosotros hemos examinado, lo hubiera concluido evidentemente y sin género de duda: "mas qué á pesar de todo esto nuestro Milenario ve con evidencia el famoso temporal reinado de Jesucristo, antes de acabarse el mundo. ¿ No se dice en el primer testo: se ha hecho * Filius Hominis non venit ministrari sed ministrare. - Mat. xx, 28.

Et omnes populi, tribus et linguæ ipsi servient. Dan.

vii, 14.

↑ Factus est obediens usque ad mortem, mortem autem crucis. § Emitte Agnum, Domine, dominatorem terræ.

|| Utinam disrumperes cœlos et descenderes; à facie tua montes diffluerent.

Adveniat regnum tuum.

un principado sobre sus hombros? ¿No se dice en el segundo: se preparará el solio en la misericordia, y sobre él se sentará†? pues para su intento tanto basta. ¿Se dice reinar, reino, ó cosa que lo parezca ? Pues todo anuncia su famoso reinado: quien lo lee pensará que no ha hecho sino tomar las concordancias, y buscar las palabras reino, principado, y otras análogas á estas, y con todos los testos donde tales voces se hallan, formar un gerundial centón de su imaginario reino, el cual en todo lo que ve se le representa, como á D. Quijote en todas las enáguas su famosa Dulcinea del Toboso." El símil para la materia que se trata no se puede negar que tiene del bajo, del indecente y poco limpio; no ostante por el chiste, le diría como amigo, menos burlas, y mas razones. Acuérdese del adajio español, que dice: quien tiene techo de vidrio, no tire piedras al vecino. No ve V. que pueden revolverle la pelota en el juego, y decirle quizá con mas razon, que para convertir los testos en propia sustancia le basta una sola palabra, y que hallando en ellos cordero, oveja, pastor, ú otra cosa que lo parezca, no necesita de mas para formar un centón gerundial de la primera venida del Señor? ¿No ve V. digo que si le revuelven así la pelota, puede ser que no salga mui ganancioso en su juicio? Pero dejándome de dar consejo á quien no lo ha menester, y de quien yo puedo recibirlo, despues de haber visto que las palabras del autor para su reino milenario no eran tan malas, como á V. le parecía, véamos aora si son mejores las de V. para mostrar con el reino espiritual de Jesucristo, verificadas las profecías en su primera venida.

107. La entrada á este punto, como acostumbra, capta con la gentileza, é impone cou el tono magistral. Así comienza V. en el núm. 56 de su impugnacion: No puedo dejar de maravillarme de la simpleza de nuestro Milenario y de sus maestros. (¡O!¡ esto es un poco demasiado! que V. trate de simple al autor, aunque no está mui bien, * Factus est principatus super humerum ejus.

+ Præparabitur in misericordia solium, el sedebit super illum.

no me maravillaría teniendo ya curtidos los oídos de oir contra él estas y otras mas finas finezas; pero que trate tambien de simples á sus maestros, á un S. Justino, á un S. Papías, á un S. Victorino, á un Tertuliano, Casiano y otros; esto, por no decir otra cosa, me parece un poco demasiado). "No puedo (decia V.) dejar de maravillarme del empeño que ponen en fundar un reino de mil años á Jesucristo á los fines del mundo, porque los proféticos anuncios de que Jesucristo debe reinar se cumplan; como si el divino Redentor no hubiera sido rei, y reinado en su primera venida." Mas digame V. de paso y si los proféticos anuncios no se cumplen con el rei y reinado espiritual de Jesucristo en su primera venida, ¿qué remedio? No hai otro, que ó borrar de los libros santos lós proféticos anuncios, ó esperar á que se cumplan en la segunda venida. Pero sin tropezar V. en nada de esto entra franco á su tema: y para probarnos que Cristo en su primera venida fué rei y reinó, en este numero y el 68 nos ensarta un rosario de tantos testos, comenzando con el de la encarnacion del Hijo divino: Y le dará el Señor el asiento de David su padre, y reínara*: (quien tan mal comienza ¿qué camino hará) Sigue con los de su nacimiento, vida, pasion, y muerte, que si yo los hubiera de rezar uno á uno todos, me cansaria yo, cansaria á todos, y no acabaría con esta mi larga carta. Para abreviarla, lo que pienso es dar unas doctrinas generales, que aplicadas sirvan para responder á todos Ꭹ á cada uno de los testos que V. cita.

108. Sea pues la primera, que cuando defendémos el reino de Cristo en su segunda venida, no nos oponémos, antes sí confesámos con todos los Cristianos el reino espiritual de la Iglesia en su primera venida: si bien entónces la palabra reino no se toma en sentido propio, sino acomodaticio: ó si es propio, lo es por traslacion, como cuando dijo S. Pablo, que reino la muerte desde Adan hasta Moisés y nosotros decimos que en una parte del mundo reina la idolatría, en otra el mahometismo, en otra la he

* Et dabit illi Dominus Deus sedem David patris ejus, et regnabit. ↑ Regnavit mors al Adam usque ad Moysem.

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