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LIBRO II.

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el Cid.

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Invasion de los árabes. Retirada de Teodomiro. — Rendicion de Orihuela.= Walies de Valencia. Rebelion del wazir de Murviedro. Fuga del wali de Valencia. Noticia de sus sucesores. Rodrigo Diaz de Vivar. - Batalla de Morella. Sitio de Valencia Rendicion de Valencia. El obispo D. Gepor rónimo. Batalla de Cuarte. Muerte del Cid. Pérdida de Valencia. Nuevas murallas. Espedicion de los reyes de Aragon. Muerte de Armengol, conde de Urgel. Ultimo emir de Valencia. — D. Jaime I. Proposiciones del emir de Valencia. D. Pedro Ahones. Su muerte.-Conquista de las Islas Baleares.= Cruzada contra Valencia. Sitio de Burriana.=Espedicion al Júcar del rey D. Jaime. Destruccion del castillo del Puig, Batalla del Puig. Proposiciones de Abu-Zeyan. Almugabares. Conquista de Valencia. Rebelion de Alazarch. Espulsion de los moros. Rebelion de los moros de Montesa.

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Constanza. =

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me.= Su muerte.

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IENTRAS la monarquía goda, enervada por los vicios que son inherentes á largos tiempos de paz, se derrumbaba entre las manos de los opulentos magnates, que á porfía se disputaban el supremo poder, haciendo deslizar entre la multitud los desórdenes que preparaban la ruina de todos; mientras la raza indígena de los iberos habituada hacia largo tiempo al yugo de señores estraños y casi reducida á un número insignificante, no tomaba parte directa en la defensa de un pais, de que se hallaba desposeida, y dejaba disputar la posesion de esta comarca que sucesivamente habia pasado de los cartagineses á los romanos, y de estos á los godos; los antiguos árabes, llamados Escenitas por los griegos, á causa de sus costumbres nómadas, se preparaban desde los campos del Yemen y de las colinas del Hedjaz, á arrebatar á los godos la desgraciada España; «superior á la Siria por la belle<<za del cielo y de la tierra; al Yemen por la benignidad del cli<«<ma; á las Indias por sus flores y sus perfumes; al Egipto por sus <«<frutos, y á la China por sus preciosos metales."

La primera invasion de los árabes, provocada por el conde D. Julian ó D. Illan, si es cierto el resentimiento que produjo la

venganza espantosa del que fue padre de la hermosa Cava; se verificó en Tarifa, á las órdenes de Tharyf-ben-Malek, uno de los mas valientes oficiales del egército de Muza, general de Walid, califa de Damasco (1).

Animado Muza por el éxito favorable de esta espedicion, resolvió definitivamente llevar á cabo la alta empresa que habia meditado, y á la primavera siguiente, otro gefe, llamado Thariq ben Zyad, atravesó de nuevo el estrecho al frente de un cuerpo considerable de tropas, y desembarcó al pie del monte Calpe, á quien dió el nombre de Alghezyrah Alhadra, nombre serva aun Algeciras. Desde allí fue á acampar en la cumbre de Gibraltar (monte de Thariq).

que con

Victoriosos los árabes en un encuentro con el conde Teodomiro que gobernaba aquella provincia, se derramaron con su acostumbrada rapidez por toda la costa, apoderándose de algunas plazas, hasta llegar á las orillas del Guadiana. Mas dispuesto al festin que á la pelea, segun la espresion de Quintana, el rey D. Rodrigo saliendo del voluptuoso letargo en que yacia, trató de oponerse á esta invasion, y á la cabeza de treinta mil combatientes fue al encuentro de los árabes. Los dos egércitos se avistaron en las riberas del Guadalete: la batalla duró tres dias; pero triunfantes en fin los guerreros del Oriente, pasaron á cuchillo á los godos pereciendo el mismo rey D. Rodrigo (2).

Thariq dividió, despues de esta victoria decisiva, el egército en tres cuerpos, y simultáneamente se apoderó de Málaga, Ecija, Córdoba y Toledo, capital de la monarquía goda.

Deseoso Muza de ceñir los laureles que Thariq le habia arrebatado, y ansiando continuar en persona la importante conquista que se ofrecia á su genio belicoso, desembarcó en la costa de Andalucía á la cabeza de diez y ocho mil caballos, y siguiendo nuevo camino, se apoderó de Sevilla y de Carmona, pasó el Guadiana, sometió toda la Lusitania meridional; y últimamente, revolviendo sobre Estremadura, se apoderó de Mérida, á pesar de su obstinada y gloriosa resistencia, ausiliado por los refuerzos de su hijo Abdelaziz recien venido de Africa.

Antes de volver Muza á Toledo, Abdelaziz se separó de su padre para ir á ocupar la Andalucia oriental, y avanzó hasta la

(1) Años de J. C. 711. (2) Años de J. C. 711 6 712.

provincia de Murcia, donde se habia refugiado el conde Teodomiro al frente de una division aguerrida y valiente. Segun Viardot y Conde, Abdelaziz encontró al gefe godo fortificado en Lorca, y segun Masdeu en Orcillis, ú Orihuela, en cuyas llanuras combatieron uno y otro egército. Pero derrotado Teodomiro, se encerró en la plaza con los restos de sus tropas, resuelto á defenderse á todo trance. Para ofrecer mas fuerza á los enemigos, dicen que mandó á las mugeres cubrir la muralla, esparcida la cabellera, segun costumbre de los antiguos guerreros. En esta disposicion salió Teodomiro solo de la plaza, para presentarse en la tienda de Abdelaziz á fuer de embajador. El árabe concluyó en seguida un convenio, y encantado de la noble confianza, del valor y la grandeza de alma del conde godo, no solo le concedió las capitulaciones que pedia, sino que le dejó además el mando de las provincias de Valencia y Murcia, que , que los árabes llamaron despues Tierra de Tadmir, bajo la única condicion de un tributo anual en dineros y mercaderías.

Muza hizo de allí á poco otra espedicion (1), y entonces fue cuando ó muerto Teodomiro, ó faltando el árabe al convenio celebrado por su hijo, penetró de paso para Cataluña, en la provincia de Valencia, hasta llegar á Catarroja, donde segun Almela, canónigo de Murcia, trataron los godos de la capital de oponer alguna resistencia. Pero arrollados por aquellos guerreros victoriosos y valientes además, se refugiaron en Valencia, donde los árabes entraron sobre la marcha, y destruyeron completamente las memorias que los godos dejáran acaso en nuestra bella capital.

Los historiadores valencianos se lamentan de la falta de noticias pertenecientes al gobierno de los walies ó gobernadores de esta provincia, y todos convienen en que su historia es la mas oscura de cuantas han reseñado los hechos de estos nuevos dominadores. Nosotros, pues, que encontramos las mismas dificultades, pesar de haber recorrido las memorias de Casiri, de Conde y las historias que últimamente han publicado Mr. Viardot y Guayancos, nos contentaremos con ofrecer á nuestros lectores las noticias que hemos hallado esparcidas en estas diferentes obras, sin separarnos de la relacion general de los principales caudillos árabes que gobernaron de cerca esta provincia.

á

(1) Años de J. C. 714.

TOM. I.

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