Obrazy na stronie
PDF
ePub

batalla de Poitiers (1), donde murió el rey Alarico, eligieron los godos á Gesálico, hijo bastardo del último rey.

Gesálico perdió cuanto habian adquirido sus predecesores allende los Pirineos; y precisado á pasar á Africa quedó Theudis gobernador del reino. Vuelto Gesálico á España, se negó Theudis á poner en sus manos las riendas del gobierno, y esta defeccion ocasionó la ruina del rey; porque derrotado éste en un combate á que le provocó su gobernador, abandonó la península, refugiándose en el vecino reino de Francia.

Declarado Amalarico mayor de edad (2), tomó á su cargo el gobierno de los pueblos, celebró un tratado de paz con los reyes de Francia, y para asegurar mas su estabilidad casó con la princesa Clotilde. La diferencia de religion obligó á Clotilde á implorar la proteccion de sus hermanos, que resentidos del trato bárbaro que Amalarico, á fuer de arriano, daba á la desgraciada princesa, penetraron, á la cabeza de un egército respetable, en nuestra península, y llegaron hasta Barcelona, donde obtuvieron una notable victoria; pues murió Amalarico de un bote de lanza, dejando el reino en estraña confusion.

Los grandes eligieron entonces á Theudis, cuya capacidad se habia hecho célebre durante la menor edad de Amalarico; y su eleccion no pudo ser mas acertada. El nuevo monarca rechazó á los franceses, que durante las pasadas turbulencias se habian enseñoreado de Navarra y penetrado hasta los muros de Zaragoza; y acaso hubiera restablecido Theudis el órden, de que tanto necesitaba el pais, si el puñal de un asesino no hubiera cortado su vida en medio de las esperanzas que hacia muy fundadas su buena administracion.

Sucedióle en el reino Theudiselo; pero su carácter cruel, avaro y lujurioso, le atrajo muchos enemigos, que lograron satisfacer su venganza, haciéndole asesinar en un convite al año y medio de su reinado.

Agila, que le reemplazó, ciñó la corona cinco años, luchando con las calamidades que le circundaron en el poder. Córdoba le negó la obediencia; la puso sitio; y hubo de desistir de su empresa, despues de haber perdido un hijo. Atanagildo, traidor á su rey, ofreció al emperador Justiniano algunas provincias españolas, y

(1) Años de J. C. 506. (2) Años de J. C. 522.

admitida la oferta, á la que se siguieron importantes recursos, Atanagildo se declaró abiertamente contra Agila, derrotándole y matándole en un combate.

Elevado por este medio al trono de los godos Atanagildo no pudo cumplir la promesa otorgada al emperador Justiniano, y se vió en la necesidad de hacer salir por fuerza á los romanos ausiliares. Pero estos lograron destrozarle en varias ocasiones, y por último murió en Toledo, dejando dos hijas, que casaron con dos reyes de los francos.

Liuva, elegido para sucederle; y despues Leovigildo pudieron lanzar á los romanos de su territorio, y destruir completamente el reinado de los suevos, que se hallaba establecido en Galicia. Leovigildo nombró por compañeros á Hermenegildo y Recaredo, sus hijos, encargando al primero el gobierno de Sevilla, y al segundo el de la Celtiberia. Arriano, empero, Leovigildo y unido con Hermenegildo por los lazos de una misma creencia, persiguió cruelmente á Recaredo, á quien los valencianos ofrecieron toda su cooperacion para librarle de la persecucion de su padre.

Muerto Leovigildo, subió al trono Recaredo (1), primer monarca godo que abrazó públicamente el catolicismo; y su atencion se fijó en la suerte de muchos personages católicos desterrados por su padre. Devolvió á las iglesias los bienes de que habian sido despojadas, mandó celebrar algunos concilios para restablecer la disciplina, y procuró ahincadamente formar un centro de unidad, para dar consistencia á esta nacion dividida en tantos reinos diferentes en costumbres, lengua y usos, cuantos fueran los pueblos conquistadores que la habian subyugado. Dificil es en tiempos de desmoralizacion y desórden plantear un sistema de justicia y de estabilidad; y Recaredo, empeñado en consolidar un gobierno, se vió de continuo amagado por el puñal de los asesinos; pero vencedor dentro y fuera del pais, acabó sus dias tranquilamente despues de un reinado de diez y seis años (2).

Liuva II acabó de completar la obra que la mano de su padre habia ya casi perfeccionado; pero el ambicioso Viterico le asesinó vilmente para ceñir una corona, que no pudo sostener sobre su frente.

A Viterico sucedió Gundemaro, cuyo reinado fue de corta

(1) Años de J. C. 586. (2) Años de J. C. 601.

duracion. Sisebuto (1) que le siguió se mostró tan indiscretamente celoso por la religion, que su escesivo rigor le ocasionó algunos disturbios provocados provocados por los judíos. Su hijo Recaredo II solo reinó

tres meses.

Swintila mereció ser llamado el padre de los pobres; y su piedad, sus costumbres, y sus prendas militares y políticas, hicieron renacer los tiempos de Recaredo. Los valencianos le consagraron una medalla de oro, sin duda por el aprecio que el buen monarca habia inspirado á los pueblos. Pero desgraciadamente abandonó el gobierno en manos de su muger y de un hermano; dando lugar á que Sisenando aprovechase el desórden en que se hallaba el pais por la desidia de Swintila, para pronunciarse contra el rey; á quien sucedió en el trono, donde se aseguró por espacio de seis años. En el reinado de este monarca se celebró el cuarto concilio de Toledo; y á él mismo se atribuye la formacion del Fuero Juzgo ó coleccion de leyes godas, que será siempre el mas precioso monumento de la primera edad moderna (2).

Chintila, sucesor de Sisenando, es únicamente notable por haber congregado el concilio quinto de Toledo, al que asistió él mismo, donde se consignaron la potestad real y los derechos de los vasallos. Su hijo Tulga dió lugar con sus escesos á que los grandes le destronasen al año de su proclamacion, y en su lugar ciñó la corona Chindaswinto, que por fin debió renunciarla en favor de su hijo Receswinto (3). Pacífico este príncipe hizo celebrar algunos concilios, y dejó memorias honrosas de su gobierno en las sábias leyes que promulgó; siendo el único rey godo que merecia con justicia el renombre de Grande.

Muerto Receswinto sin sucesion, los magnates proclamaron á Wamba, cuya repugnancia al poder es tan célebre en nuestras historias. En medio de las continuas guerras que este príncipe hubo de sostener contra los turbulentos y algunos personages que se le rebelaron, atendió á las necesidades de la Iglesia como habian practicado sus antecesores. Segun la itacion atribuida al mismo rey, el obispado de Valencia se estendia entonces desde Silla, toda la costa del mar hasta Sagunto; por el Occidente hasta Alpuente; por Sagunto confinaba con Segorbe; por Alpuente con la Celtibe

(1) Años de J. C. 612. (2) Años de J. C. 655. (3) Años de J. C. 663. TOM. I. 10

ria y obispado de Valeria; ciudad situada en la cima del monte, á cuyas faldas se levanta hoy Valera de Arriba, á cinco leguas de Cuenca. Casi cien años antes de esta itacion, esto es, por los años quinientos cuarenta y seis; y en el reinado de Theudis se celebró en Valencia el segundo concilio cartaginense, al que concurrieron seis obispos y un representante de otro prelado ausente. Eran estos, segun la opinion de Escolano, el de Valencia, el de Bogarra, de Elche, de Denia, de Játiva, y últimamente el de Segorbe; siendo tal vez el ausente alguno de los que hoy pertenecen á las provincias limítrofes. En este concilio se establecieron seis cánones, que tratan de la misa, de los obispados vacantes, del entierro de los obispos y del castigo contra los clérigos vagamundos.

Declarado Wamba, despues de tantas victorias, incapaz de gobernar, subió al trono Ervigio, sobrino de Receswinto; y aunque no se hizo notable en su reinado, trasmitió en paz el gobierno á Egica, quien nombró por compañero á su hijo Witiza, que por fin quedó solo en el trono (1).

la

Al hacer mencion de este monarca, recordamos la triste pintura que hacen de su reinado y del de su sucesor la mayor parte de los historiadores; siendo el primero que nos ofreció el negro cuadro de aquellos tiempos el monge de Silos, cuatro siglos despues de la muerte del rey D. Rodrigo. Pero el continuador del Biclarense, Isidoro de Beja, el monge de Albelda y otros mas antiguos. no hacen mencion del que promovió tanto desórden en la monarquía goda; siendo notable que Isidoro de Beja, testigo ocular de gran catástrofe, sobre cuyas ruinas se alzó orgulloso el poder de los árabes, apenas se ocupa de las causas que precedieron á tanta calamidad. Si fuera de nuestra incumbencia y de nuestro propósito, añadiriamos algunas reflexiones á las de una carta, llena de profunda erudicion, de una lógica severa, y de razones oportunas y convincentes que dirigió un sábio religioso al erudito D. Gregorio Mayans y Siscar, apoyando la defensa que este estudioso literato hizo del reinado de Witiza, al analizar los cronicones de Wulsa, del continuador del de San Juan de Valclara y el de Isidoro Pacense. Como quiera que sea, Witiza creó muchos descontentos; y los actos de su gobierno provocaron el resentimiento

(6) Años de J. C. 702.

popular, hasta el punto de que los magnates y los obispos eligieran

en un concilio ó asamblea nacional á Roderico ó Rodrigo, cabeza de la coalicion victoriosa (1). Pero apenas hubo este príncipe escalado el trono cometió los mismos escesos, que prepararon la caida de su antecesor; y entonces fue cuando se verificó el espantoso sacudimiento, que destruyendo la monarquía goda, hizo sufrir á la España la pesada coyunda de los árabes sus conquistadores.

[merged small][graphic][ocr errors]
« PoprzedniaDalej »