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Trita subest tunica, vel si toga dissidet impar,

Rides. Quid? mea cum pugnat sententia secum;

Quod petiit, spernit, repetit quod nuper omisit,
Estuat, et vitæ disconvenit ordine toto,
Diruit, ædificat, mutat quadrata rotundis,

Insanire putas solemnia me, neque rides,
Nec medici credis, nec curatoris egere

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A prætore dati; rerum tutela mearum
Cum sis, et pravè sectum stomacheris ob unguem
De te pendentis, te respicientis amici.

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Ad summam, sapiens uno minor est Jove, dives, Liber, honoratus, pulcher, rex denique regum, Præcipuè sanus, nisi cum pituita molesta est..

NOTAS.

Meditando sobre las epistolas de Horacio, no se puede menos de reconocer que estas pertenecen á la misma categoría que sus sátiras. La denominacion genérica de sermones ó discursos, que se dió á unas y á otras, la analogía de los objetos que tratan, y la afinidad del lenguaje que emplean, persuadén que los dos libros de las epístolas no son mas que continuacion de los dos de las sátiras, reunidos con los cuales forman la coleccion de las obras morales de nuestro poeta. Sin duda en las

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Y si del mal sumido en el abismo,
Nunca de acuerdo estoy conmigo mismo,
Si lo que anhelé ayer hoy escarnezco
Si lo que antes odiaba ahora apetezco,
Si me inflaman pasiones,

E inconsecuente en gustos y aficiones,
En hundir y alzar casas me divierto,

Y cuadrados en círculos convierto,

No ries ya, porque comun locura

Esta se te figura,

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Y crees que por mas que asi me agito,
Médico ó curador no necesito;

Y esto, no obstante que mi apoyo eres,
Y que sufrir no quieres

Que ni aun falta levísima se vea

En el que como yo tu amigo sea.

En resumen, á Jove solamente

El sábio es inferior; honrado, hermoso
Rico, noble, valiente

Es y rey de los reyes poderoso,

Y aun en salud á todos atras deja,

"Si no es que una fluxion tal vez le aqueja.

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epistolas se sostiene mas que en las sátiras la gravedad del género didáctico, y se nota tambien mas correccion y elegancia; pero esta diferencia no cambia la naturaleza de la composicion, ni hace mas que dar á todas las de una y otra especie, cierta variedad, que frecuentemente aparece aun en las composiciones de una especie misma. ¿Qué hay de comun en efecto entre la escena ridícula de Persio y de Rupilio en la audiencia del pretor Bruto, y las sábias y preciosas lecciones del virtuoso Ofelo? ¿ Qué entre las magníficas reflexiones dirigidas á probar el error de los que oreian iguales todos los pecados, y las TOMO IV.

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recetas de Cacio para hacer salsas delicadas? Y si sin salir de las sátiras se hallan argumentos tan distintos, ¿cómo se podria estrañar la misma diferencia entre los de una sátira y una epistola? Laharpe, despues de citar versos en que cierto gran poeta francés hacia un elogio pomposo de la filosofía dulcísima de nuestro autor, añade: « Este es el mejor resumen de las sátiras y de las epístolas de Horacio, pues se pueden juntar estas dos clases de obras, que tienen bajo muchos aspectos el mismo carácter... La conclusion es la misma; á saber, que el autor es el mas amable de todos los poetas moralistas, y por consiguiente el mas útil; porque sus preceptos, cuya verdad está al alcance de todos, y cuya aplicacion es de cada instante, encerrados en versos llenos de precision y de facilidad, acostumbran á cada cual á hacer en órden á sí, igual trabajo que el poeta hizo en órden á sí mismo, y se dirigen, no á que el hombre corra tras una perfeccion de que rara vez es capaz, sino á enseñarle à ser siempre mejor para sí y para los otros. >>

Se ha pretendido que el carácter esencial de la epístola era el de ser dirigida á algun individuo; pero al hablar asi, no se ha reflexionado que dos de las sátiras de Horacio fueron dirigidas á Mecenas, asi como antes lo fueron á varios personages algunas de Lucilio, y despues algunas de Persio. Las elegias, los epígramas, las églogas, las odas, ¿no han sido tambien escritas en mil ocasiones con direccion determinada á estos ó aquellos individuos? ¿Cómo se pensaria pues que esta circunstancia, comun á tantas clases de composiciones, formase el distintivo peculiar de la epístola? No es esto decir que, hablando en general, no haya diferencia entre la composicion que se llama epistola, y la que se llama sátirá; lo que quiero persuadir es que no la hay entre las sátiras y las epístolas de Horacio, ó que á lo menos, no la hay tan esencial, que deban hacer dos especies ó categorías separadas asi, todo lo que dije hablando de las sátiras, es aplicable á las epistolas. Entre estas, como entre aquellas, las hay ligeras y profundas, festivas y sérias, elegantes y desaliñadas; bien que unas y otras aparezcan

marcadas con el sello del talento, y muchas ó casi todas contengan documentos utilísimos, fruto del estudio constante de la filosofía, del de los hábitos del mundo y del de las inclinaciones humanas.

En esta primera epístola campean y se distinguen sobremanera los conocimientos debidos á este estudio. En ella el poeta, ya viejo y cansado de las gloriosas y útiles tareas en que habia invertido lo mejor de su vida, manifiesta á su amigo y protector la intencion que tiene de no ocuparse mas en cosas livianas ó fútiles, y de entregarse todo entero al estudio de la sabiduría. La delicadeza y la fuerza con que desenvuelve esta intencion, la amenidad con que moraliza, la lógica con que arguye, el órden con que enlaza, la habilidad con que contrapone; todo descubre la mano del poeta consumado, del filósofo hábil, del hombre amable y social, y en fin del cortesano diestro, que alaba sin bajeza, enseña sin orgullo, reconviene sin grosería, y corrige al mismo tiempo que halaga y que deleita.

V. 1. Primâ dicte mihi... Es dificil determinar en qué sentido dirigió Horacio á Mecenas estas palabras. Cuando el poeta fué presentado por primera vez al magnate, ya corrian por Roma con mucha aceptacion varias de sus composiciones, de donde resulta que la frase dicte mihi primâ Camená, no seria exacta, si significase que fueron dirigidos al ilustre descendiente de reyes, los primeros versos del no menos ilustre hijo del liberto. Quizá lo que el poeta quiso decir fué, que habiendo encabezado la coleccion de sus obras líricas con una oda á su protector, pensaba cerrar con esta epístola, dirigida al mismo, la coleccion de sus obras morales. Si alguno tachase de aventurada esta interpretacion, yo responderia que ella tiene á lo menos la ventaja de quitar á la idea la falsedad que el tenor literal de la espresion envuelve.

V. 2. Donatum jam rude... Los gladiadores obtenian licencia para retirarse de su ejercicio, cuando habian servido tres años, ó cuando antes de cumplirlos, sorprendian ó agradaban al público por algun esfuerzo estraordinario de valor ó de agilidad. Por testimonio de

que habia cumplido bien, se daba al gladiador que se retiraba, un florete de madera, que se llamaba rudis.

V. 3. Antiquo me includere ludo... Se llamaba ludus la escuela de los gladiadores, y aun el circo en que com batian. Horacio, que era ya viejo cuando escribió esta epístola, parece alegar la escepcion de la edad, para que no se le inste á entrar de nuevo en una profesion en que ya fué jubilado por sus buenos servicios. Débese notar que los gladiadores jubilados solian contratarse para algunas solemnidades estraordinarias, y entonces tenian que continuar sirviendo, hasta que volvian á obtener la licencia del pueblo para retirarse.

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V. 4. Vejanius armis... La celebridad que habia adquirido Veyanio en su profesion de gladiador, hacia que el pueblo se interesase muchas veces en que saliera al circo, aun despues de estar jubilado; y esto le obligó á retirarse al campo, colgando antes sus armas en un templo de Hércules, que por haber esterminado monstruos, y hecho prodigios de valor, fué mirado como el primero de los dioses protectores de los ejercicios gimnásticos, y honrado en esta cualidad en los templos y oratorios vecinos á los anfiteatros.

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V. 6. Extrema toties exoret arená... He dicho antes que cuando un gladiador jubilado volvia al ejercicio, necesitaba nuevo permiso para separarse de él; y ahora añadiré, que para obtenerle se colocaba el solicitante á la estremidad del circo, cerca del podio, que era el asiento preeminente, y desde allí pedia la gracia de su retiro. . V. 7. Est mihi purgatam... Algunos filósofos de la antigüedad hablaron de esta voz interior, que no es otra cosa que la de la razon, que sabe sofocar el grito de las pasiones. Por lo demas, auris purgata significa por metáfora un ánimo dispuesto á seguir los buenos consejos. Personare aurem equivale á sonare per aurem. ^

V. 8. Salve senescentem equum... Son las palabras que resuenau en la auris purgata, y equivalen ȧ: «desengancha con el tiempo el caballo que va haciéndose viejo. Si fogoso un dia adquirió gloria y reputacion, es menester que no la pierda, por querer hacerle trabajar cuando

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