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DEL CRISTIANO

HÁCIA LA

POTESTAD PÚBLICA,

principios propios para dirigir á los hombres de
bien en su modo de pensar y en su conducta
en medio de las revoluciones que agitan
los imperios.

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JN 8169 1813

PRÓLOGO.

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§. I. Principios de que han de colegirse los deberes
del cristiano hacia la potestad civil.

§. II. Enumeracion de los principales deberes del
cristiano hacia la potestad civil.

§. III. Debe el cristiano cumplir los deberes de súb-
dito tambien con los soberanos que abusan de su
poder.

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§. IV. Debe el cristiano rogar por las potestades
públicas que tiene sobre si, aunque sean injustas
y crueles.

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§. V. ¿Deberá el cristiano tener por soberano suyo al
usurpador mientras que posee de hecho la so
berania del país?

§. VI. ¿Cómo han de conducirse los pueblos particu-
lares del país, que es teatro de la guerra, en
las ocasiones en que ninguna de las potestades
beligerantes está en posesion del dominio de ellos,
ó es incierto qual?

CONCLUSION.

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427401-013

En el discurso de la revolucion de Francia, que comenzó el año de 1789, al modo que se publicaban todos los dias papeles ó libros filosóficos, en que se trataba de los derechos del hombre en sociedad, de los vínculos que unen á los súbditos con los que mandan, y de las ventajas é inconvenientes de cada una de las varias formas de gobierno que han adoptado los pueblos: asímismo fueron muchísimos los cristianos sabios, que en varios escritos indagaban lo que nos enseña nuestra sagrada religion sobre aquellos particulares. Y aunque los mas de ellos no dexaban de recoger con cuidado quanto parecia lisongero, ó al gobierno democrático, ó al aristocrático, ó al monárquico, atendiendo cada autor al que juzgaba entonces mas conveniente; sin embargo los mas juiciosos de todos los partidos convenian en que Jesucristo no vino al mundo para alterar el gobierno civil de los pueblos: que los apóstoles nunca se metieron en exhortarlos á que prefiriesen el monárquico ó el republicano; y que la

religion cristiana siendo establecida por Dios para todos los pueblos del mundo, fácilmente se acomoda con todas las especies de gobierno que halla en las sociedades políticas en que se establece, ó que se introducen de nuevo en aquellas en que ya se hallaba establecida. Igualmente de todos los partidos se vieron salir escritos llenos de erudicion sagrada y eclesiástica, en que se sentaban con solidez los principios y máximas cristianas, que mejor pueden dirigir al hombre particular en la conducta que debe tener en medio de las convulsiones políticas.

Uno de los mas conocidos es el que se publicó con este título: Deberes del ·Cristiano hacia la potestad pública, ó prin cipios propios para dirigir á los hombres de bien en su modo de pensar y en su conducta en medio de las revoluciones que agitan los imperios. Este papel salió anónimo; mas en la edicion de París de 1796 se previene que es obra del autor de la sabia y juiciosa Apología de la Religion Cristiana y Católica contra las blasfemias y las calumnias de sus enemigos: la qual acaba de imprimirse bien traducida al español,

con otra intitulada los apologistas involuntarios, por el presbítero D. José de la Canal: quien reuniendo tan preciosas apo logías en un tomo en 8.°, ha dado á los españoles un eficaz antídoto contra los escri tos y conversaciones de gente sin religion.

Ni en las ediciones francesas que he visto, ni en la traduccion española de la Apología de la Religion cristiana, se expresa el nombre del autor; pero por los periódicos de aquel tiempo se sabe que fué el sabio religioso P. Mtro. Lambert, del Orden de Predicadores, muy conoci do en Francia por otras obras; en especial por unas famosísimas cartas sobre los puntos de jurisdiccion y otros eclesiásticos, que con tanto calor se disputaron en aquel imperio desde el año 1791, hasta el de 1801, en que se celebró el memorable Concordato del actual Emperador, entón ces primer Consul de la República, con el Romano Pontífice.

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Quando comenzaron á experimentar las provincias de España las espantosas calamidades de la guerra actual, que Dios sin duda dirige al bien de sus escogi dós, me ocurrió varias veces, que po

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