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sacándole del abismo en que el pecado le habia precipitado: glorificabo nomen tuum in æternum, quia misericordia tua magna est super me, & eruisti· animam meam ex inferno inferiori (1). Estos eran los sentimientos del rey penitente, y tales deben tambien ser los nuestros.

. Conclusion. Acabemos y recojamos en pocas palabras el fruto que se debe sacar de este discurso. Vosotros habeis oido cuán grande es la misericordia de Dios con los pecadores; no desconfieis jamás de ella, y por estragada que haya sido vuestra vida, no desespereis de vuestra salvacion; pues la bondad de Dios escede infinitamente á toda la malicia de los hombres. Pero no abuseis tampoco de ella; porque el profeta nos advierte, que la misericordia de Dios es para los que le temen y no para los que le menosprecian: misericordia autem domini ab æterno & usque in æternum super timentes eum (2). Ella os espera á penitencia; no canseis su paciencia : OS convida y os llama; rendios á sus solicitaciones: os recibe y os perdona; sedle fieles. Justos, esperad en la misericordia de Dios; pero perseverad, á fin de que corone en vosotros sus dones, recompensando vuestros méritos: misericordia domini ab æterno &c:

(1) Psalm. 85, vv. 12, 13.

pecadores, esperad tambien en la misericordia de Dios; pero haced penitencia. Hacer penitencia sin esperar es el patrimonio y la pena de los demonios: esperar sin hacer penitencia, es la presuncion de los libertinos; mas hacer penitencia, y esperar es el consuelo de los pecadores verdaderamente convertidos, quienes despues de haberse aprovechado de la misericordia de Dios en esta vida, la alabarán y la bendecicán eternamente en la otra esto es lo que deseo, &c.

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ESTA

Præceptor, per totam noctem laborantes nihil cepimus: in verbo autem tuo laxabo rete.

Maestro, nosotros hemos trabajado toda la noche y nada hemos cogido no obstante, yo echaré la red sobre vuestra palabra. En S. Lucas, c. 5, v. 5.

STA es la respuesta que da san pedro en el evangelio de este dia á nuestro Señor Jesucristo, quien le habia mandado entrar con su barca mas adentro y echar sus redes para pescar. Maestro, le dice, toda la noche hemos trabajado mis compañeros y yo, sin

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poder coger nada; no obstante, ya que vos lo ordenais, voy a echar las redes, y habiéndolas echado cogieron una multitud tan grande de peces, que las redes se rompian. Entonces Pedro se echó á los pies de Jesus, diciéndole: Señor, apartaos de mi, porque soy un pecador. Sus compañeros no quedaron menos espantados que él de una pesca tan milagrosa y habiendo conducido las barcas á la orilla, lo dejaron todo por seguir á Jesucristo.

Esta noche, en que los apóstoles trabajaron con todas sus fuerzas, sin coger pesca alguna que los consolase de su trabajo, puede mirarse como una imágen de la conducta de las personas del siglo, que únicamente ocupadas en las cosas del mundo, olvidan el negocio de su salvacion. Pasan su vida en una noche espantosa, durante la cual se empeñan en una infinidad de proyectos inútiles, que todos se terminan en la muerte, y entonces reconocen, aunque muy tarde, que nada adelantaron: per totam noctem laborantes nihil cepimus. En efecto, ¿qué es este mundo por donde andan con tanta precipitacion y cuyos bienes buscan con tanto ardor? Es una tempestad continua, en donde no hay sino agitacion y turbacion; en donde ninguna cosa es capaz de contentar; en donde las riquezas son pesadas, los placeres incómodos, los honores y los cargos inquietudes y sentimientos; en una palabra, en donde todo es vanidad y afliccion de espiritu, como hablaba el

Sabio. No es trabajar en vano el descuidar de su ' salvacion y atormentarse tanto por cosas de tan corta duracion y tan poco capaces de satisfacernos?

No obstante, este es un ardor que se ha hecho el error mas comun de nuestros dias. Solo se piensa en la tierra y no en el cielo. Los negocios temporales son las ocupaciones mas serias de la vida del hombre, y el de la salvacion no parece sino un pasatiempo indigno de que se piense en él. Es uno activo y vigilante para todo lo demás, y solo para las necesidades del alma es ocioso é inaplicado. ¡Oh Dios! que noche tan estraña! Si nosotros nos hemos conducido de esta suerte, bien podemos decir como san Pedro: præceptor, per totam noctem laborantes, nihil cepimus. ¡Ah! Señor nosotros hemos trabajado mucho y no hemos adelantado nada. Ya es tiempo de obedeceros, de echar las redes y de trabajar con mas cuidado en nuestra salvacion. Entremos en tan buenos sentimientos, y veamos: primero, como se debe mirar el negocio de la salvacion : segundo, cómo se debe trabajar en él.

PUNTO PRIMERO.

Nuestro Señor Jesucristo, entrando un dia en Betania, lugar distante una legua de Jerusalén, una muger de distincion llamada Marta, le recibió en su

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