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LA DOMINICA UNDECIMA.

Chel 59 & Frostin 1985. 6

of DESPUES 3idgela

ཕྱི་སྐོར་སྙན་ཆ

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RARAS veces, hermanos mios, se hallan personas

á quienes se pueda aplicar en un sentido moral lo que dice hoy dia la Iglesia de el mudo, á quien Jesucristo curó: loquebatur recte. El mundo está lleno de gente que habla mal, y se hallan muy pocos que hablen como deben. Si alguno no comete faltas hablando, es, dice Santiago, un hombre perfecto: Si quis in verbo non offendit, hic perfectus est vir (1).

(1) Jacob. 3, V. 2.

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Después que el demonio ha entrado en la lengua de los hombres, no se puede decir cuántos males ha producido: un fuego no enciende tanta leña, un maestro no forma tantos discípulos, una serpiente no derrama tanto veneno an viento no excita tan horribles tempestades como desórdenes causa la len. gua del hombre cuando sirve á los intentos de este espíritu maligno. Ya nos hace mudos por un injurioso silencio, que nos hace callar injustamente la verdad; ya nos pone en la boca palabras envenenadas, que inspiran el pecado, y que encienden, como habla este mismo apóstol, todo el circulo, y toda la carrera de nuestra vida desde el nacimiento hasta la muerte: et inflammat rotam nativitatis nostræ.

Este mal es grande; pero lo peor es que es naturalmente incurable, y que los hombres que por si mismos son tan criminales en sus palabras, no pue den por sí mismos santificarse por un buen uso de ellas. Un caballo no puede domarse á sí mismo, toca á una naturaleza superior al animal domarlo: la lengua, aun mas indócil, no puede ser detenida por ningun esfuerzo humano; no pertenece sino a Dios contenerla y desatarla. Por eso se presenta hoy un' mudo á Jesucristo, á fin de que le imponga las manos, y le dé la facilidad de hablar bien. El Señor lo hizo, hermanos mios, y este milagro nos enseña á recurrir á él, á fin de que nos desate la lengua por su sabiduría, y que esta palabra encarnada santifique

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las nuestras. ¡Oh, qué dichosos seriamos, cristianos, si nos dispusiéramos á obtener esta gracia! Mas ay! acostumbrados á hablar mal, no hacemos escrúpulo de este defecto, y ni siquiera pensamos en corregirlo. La marmuracion se ha hecho hoy dia tan comun en el mundo, que cualquiera se perdona fácilmente á sí mismo una falta, en que ve que tantos otros caen, Mi designio, pues, es combatir este vicio en todas estas diferentes circunstancias. Explicaré primero lo d que es la murmuracion, cómo se cae en ella, y cuán criminal es. Seguudo, propondré despues algunos consejos para detener su curso.

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PUNTO PRIMERO.

El vicio que emprendemos combatir se llama en la teologia detraccion, y consiste en decir mal del prójimo con intencion de infamarlo: est alienæ fumæ verba denigratio, dice santo Tomás (1). Si lo que se dice del prójimo es falso, se llama calumuia, y si es verdadero se llama murmuracion: no obstante, esta palabra murmuracion se toma comunmente por toda suerte de detracciones; y nosotros hablaremos de ella segun esta significacion comun. Asi en este.

(1). 2, 2, g. 73.

sentido un murmurador es una persona que se complace en marchitar la reputacion del prójimo con palabras que le desacreditan, y ved aqui el retrato que de él hace el rey profeta. Son personas, dice, que tienen el corazon corrompido, y el entendimiento dañado por sus malos pensamientos, su curiosidad inquieta, y las malignas pesquisas que hacen de la vida de sus hermanos: corrupti sunt, & abominabiles facti sunt in studiis suis (1). Su garganta es como un sepulcro abierto, de donde no salen sino pa. labras envenenadas; y la murmuracion es una hiel de que quieren con impaciencia descargarse: sepulchrum patens est guttur eorum, lingüis suis dolosé agebant. No es esto todo: sus detracciones tienen pies y manos, y formau como un cuerpo monstruo~ so de pecado: van de casa en casa, y de puerta en puerta, buscando ocasion de desacreditar, y de infamar á sus vecinos: veloces pedes eorum ad efundendum sanguinem (2). Afilaron sus lenguas como una espada para herir al incente, y sus manos están armadas de flechas. No siendo detenidos, ni por el amor de la union y de la paz, ni por el temor de ofender á Dios, tienden su arco armado de flechas teñidas en hiel, y disparan á favor de las tinieblas so

(1)
Psalm. 13, V. 1.

bre los que tienen el corazon recto. Exacuerunt ut gladium linguas suas, intenderut arcum rem amaram, ut sagittent in occultis immaculatum (1). Ved aqui lo que es la murmuracion, y el retrato que la Escritura hace de un hombre sujeto á este vicio.

Se cae en él de muchas maneras, dice el Angel de las escuelas (2). Primero, cuando se imputa al pró jimo un mal que no ha hecho. Un hombre te desagrada; inventas contra el cosas en que nunca pensó: eres un tramposo, y cometes la mas fea calumnia: sedens adversus fratrem tuum loquebaris, & lingua tua conncina bat dolos (3). Segundo, se murmura cuando se aumenta el mal que ha hecho el prójimo. Tu hermano ha caido en una falta; es cierto; pero tú en vez de minorarla, la abultas, la haces ver otra luz, quieres que lo que no es sino una paja parezca una biga; en una palabra, de lo que es una mosca haces un elefante: esto se llama murmurar por exageracion. Tercero, se murmura cuando se descubre un pecado que estaba oculto. Con el pretesto de confianza vas á decir á un amigo, que tu vecino y que tu vecina cayeron en tal falta: este amigo lo dice á otro, de suerte que por tu imprudencia lo que

eu

(1) Psalm. 63, v. 4.

(2) Loco citato.

(3) Psalm. 49, vv. 19, et. 20.

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