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bre: quisiera que no lo fuese. ¿Quién estableció ese uso? ¿ Fue Dios ó el diablo? No hay apariencia de que fuese Dios, pues que al contrario nos encomienda una exacta sobriedad en todo. Fue pues, el demonio el que, para empeñar á los hombres en continuos escesos, les sugirió este medio tan propio á mantenerlos. Es un uso?; pero ¡cuántas personas moderadas se dispensan de él, entre tanto que siguiéndolo, habeis feriado tan mal, que acaso habeis arruinado vuestra familia! Ved aquì, pues, todas vuestras escusas refutadas: ved que todo os condena, y que nada os justifica, ¿qué conclusion debeis sacar de ello?

Conclusion. El entrar seriamente en vosotros mismos, como os lo advierte Dios por su profeta Joel: expergiscimini, ebrii, & flete, ululate omnes, qui bibitis vinum in dulcedine ; quoniam periit ab ore vestro (1): Despertad, borrachos, llorad y clamad, vosotros que poneis vuestra felicidad en beber vino: porque os será quitado de la boca. Despertad á la vista de los males que produce la borrachera. Despertad á los clamores de una pobre muger, á quien acaso maltratais despues de haber comido su hacienda: expergiscimini. Despertad á los lloros y á los gritos de esos pobres hijos, que reducis á la mendi

cidad. ¡Ay! ¿ Habeis de ser mas brutos que las bestias? Estas proveen á las necesidades de sus hijuelos; pero vosotros, bárbaros, los abandonais: expergiscimini, & flete; llorar vuestros desórdenes pasados, en vez de contarlos con alegria y con ostentacion. Ululate: clamad al cielo, y pedid á Dios la gracia de salir de esa estraña modorra, en que os tiene sepultados el esceso del vino, quoniam periit vinum ab ore vestro. ¿Qué habeis perdido? ¿Qué habeis hecho? ¿Qué habeis prometido? ¿Qué habeis merecido? Haced estas cuatro reflexiones, y rogad á Dios que se digne daros fuerzas para convertiros.

¿Qué habeis perdido? Vuestra salud, vuestra honra, vuestra hacienda, y vuestra reputacion: os habeis hecho hombres de ninguna consideracion, la fábula, y el oprobio de vuestos vecinos, que ya no os miran sino con horror, y menosprecio. ¿Qué habeis perdido? Vuestra alma, esa alma rescatada con la sangre de Jesucristo, y por cuya salvacion dijo: sitio, tengo sed. ¿Y qué habeis hecho de lla? Una alma carnal, una alma cubierta de pecados, é inca paz de hacer ningun bien..

Ululate: ¿Qué habeis hecho, en vuestra embriaguez? Acaso no lo sabeis: habeis revelado secretos, que se debian tener ocultos, habeis cometido torpezas que os deshonraron, habeis jurado y blasfemado, habeis injuriado á unos, y maltratado á otros.

¿Qué habeis prometido? ¿Cuántas veces en esas

desgracias que os habeis atraido, en esas peligrosas enfermedades, en que temiais morir, habeis tomado la resolucion de pasar una vida mas arreglada? ¿Pero en qué terminaron esos bellos proyectos? Si Dios os volviese la hacienda que habeis disipado, ¿hariais mejor uso de ella?

En fin, ¿qué habeis merecido? El infierno: habeis merecido estar á la mesa de los demonios, y ser el alimento del fuego eterno. ¿No es, pues, ya tiempo de convertiros? expergiscimini. Dad gracias á la misericordia divina de haberos conservado hasta ahora: aprovechaos del poco tiempo que os resta para alcanzar por medio de una verdadera penitencia el perdon de vuestros pecados. Esto os deseo, &c.

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EL Hijo de Dios nos da en el Evangelio de este

dia un consejo importante. Como habia enseñado á sus discípulos, que el camino que conduce al cielo es estrecho, y que no se puede entrar en el sin hacerse violencia (1); y por otra parte, temiendo que algunos falsos doctores no viniesen á destruir su doctrina, les advierte, que se guarden de los falsos profe

(1) Matth. 7, v. 14.

tas, que engañan á los pueblos con apariencias de piedad y que interiormente son lobos rapaces. Tales eran los mas de los escribas y fariseos y tales son aun hoy dia, segun san Juan Crisóstomo (1), los hereges y los falsos doctores, que corrompen la pureza del evangelio, sea por una severidad descompasada, que arroja las almas á la desesperacion, sea por una relajacion criminal, que lisonjea los vicios y las pasiones de los hombres y les representa el cielo como una cosa que se puede adquirir sin trabajo.

Mas porque no es fácil conocer estos falsos profetas, ¿qué hace Jesucristo, para que no seamos engañados? Nos da una señal para distinguirlos. Los conocereis, dice, no por sus palabras, sino por sus obras: à fructibus eorum cognoscetis eos. Juzgad de ellos como de los árboles : la bondad de un árbol se conoce, no por las hojas y las flores sino por los frutos: un buen árbol no puede producir malos frutos, y uno malo no puede producirlos buenos. Lo mismo sucede á los verdaderos y falsos doctores: si es un doctor fiel y un hombre virtuoso, predicará la sana doctrina y dará buenos frutos, pero si es un seductor y un hipócrita, el desarreglo de su entendimiento y de su corazon se manifestará bien presto en sus ac

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