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ACTO QUINTO.

:

(Es de noche el teatro representa el famoso patio de los leones, con la fuente de este nombre en medio varias calles de agrupadas columnas forman el contorno, que se pierde á larga distancia ; óyese de cuando en cuando el sordo ruido del viento, y se divisa en el suelo una compuerta de hierro, que denota cerrar la entrada de un camino subterráneo.)

ESCENA I.

MORAYMA, FATIMA.

MORAYMA.

(Acercándose lentamente.)

¿ Tiemblas, querida amiga?... ¡Ay! tú no eres
Infeliz, cual Morayma... Este silencio,
La soledad, la noche, el triste sitio,
El eco sordo del lejano viento,

Con magestad terrible lisonjean

Mi profundo dolor... y apenas huello
Estas sangrientas losas, me parece
Que á mi querido Albinhamad me acerco.
Allí, Fátima, allí...

(Dirígese á la fuente, hinca una rodilla en tierra, y queda abandonada á su melancolía.)

FÁTIMA.

¿Y asi vos misma

Quereis acrecentar vuestros tormentos,
En vez de consolaros?... Hoy que sufre
Tan grave angustia vuestro tierno pecho,
Venis incauta á este lugar aciago
A renovar tan míseros recuerdos?...
No, triste amiga, no : quizá fingido
Fue el misterioso aviso, y Alí mesmo
Lo ignorará tal vez... Pero si intenta,
A favor de la noche y del secreto,
Hablaros y salvar á vuestro hijo,

Cual anunció el esclavo, ¿ no hay mas medio
Que venir á esta estancia pavorosa,
Que en su furor maldijo el mismo cielo?...
¡Ay, tierna amiga! huyamos de este sitio,
Fatal á la inocencia... yo os lo ruego

Por mi ley, por mi amor...

MORAYMA.

Sí, caro esposo,

Ya oigo tu triste voz!... y si conservo
Mi amarga vida por salvar á un hijo,
Tu imágen, tus delicias... ¡Con qué extremos
De amor y de ternura le abrazabas

En la noche fatal !... Aun te estoy viendo,
Al recibir el pérfido mandato,

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No poder apartarle de tu seno,
Dejarle entre mis brazos, y mil veces
Por la postrera vez volver á verlo...
¡Ay, triste esposo, quién, quién me dijera
Que era la última vez!... Quizá tu pecho
Lo presagió leal; mas no quisiste
Partirme el corazon... Yo te ví lento
Seguir á tu verdugo, y con los ojos
Despedirte de mí... ¡ Con qué tormentos
En el trance fatal te-acordarias

De tu infeliz Morayma!...

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Alí será; no temas : los perversos

No osarán profanar con su presencia
Esta mansion de muerte... Ven; lleguemos.

ESCENA II.

MORAYMA, FATIMA, ALI.

ALÍ.

Morayma...

MORAYMA.

Él es... ¿Adónde está mi hijo?

ALÍ.

En este mismo instante vais á verlo.

MORAYMA.

¡A mi hijo!... No asi, no asi te burles
De esta mísera madre... ten al menos
Piedad de su dolor!... Díme si vive,
Si está afligido, si me busca inquieto...

ALÍ.

Vos misma lo vereis.

MORAYMA.

¿Será posible?...

ALÍ.

Sí, desgraciada madre : al fin el cielo
Os mira con piedad; y cuando en vano
Redoblé mis inútiles esfuerzos;
Cuando apenas hallé quien no temblase
Al contemplar mi arrojo; y de ira ciego,
A perecer impávido corria

O á sublevar al inconstante pueblo,
Un esclavo leal me dió el aviso

Del último infortunio... y al momento
Temblé

por vos, por vuestro tierno hijo...

MORAYMA.

¡Ay! yo tambien temblé; yo ví su riesgo, Al recobrar la vida; y que yo propia, Yo traspasaba su inocente pecho.

ALÍ.

Ese mismo temor, vuestro peligro,
Vuestro expreso mandato suspendieron
Mi inútil frenesí; dudé indeciso,
Vacilé largo espacio... Mas el celo
Del fiel Mahomad me socorrió piadoso,
Me salvó de mí mismo: no era tiempo
De elegir, de dudar; mi propio amparo,
Hasta mi triunfo os era mas funesto
Que el odio de Boabdil; y ya veian
Mis tristes ojos su puñal sangriento...
En tanta angustia, en tan cruel conflicto,
El ciclo mismo nos inspira el medio
De salvar á esa víctima inocente...

MORAYMA.

¿No me engañas, Alí?... ¿ Volveré á verlo, A abrazarle otra vez?

ALÍ.

El oro pudo

Lo que en vano esperé de mi ardimiento :
Con dádivas, con ruegos, con promesas
A Aliatar sedujimos; y el deseo

De gozar en su patria sus tesoros
Su pecho nos rindió.

MORAYMA.

Dios justo y bueno,

Esta afligida madre te bendice

Per tu inmensa merced! Vuelve á mi seno,

Vuélveme, o Dios, á mi adorado hijo,

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