Obrazy na stronie
PDF
ePub

ESCENA V.

ALI, MAHOMAD.

ALÍ.

Has sentido jamas, díme, has sentido Tan grata compasion?... Acostumbrado De la guerra al estrago y los horrores, Ni yo propio concibo el sobresalto Que mi pecho agitó. ¡Con qué ternura Expresaba la triste su cuidado! ¡Qué sensible, qué hermosa aparecia En su acerbo dolor!.. Su voz, su llanto, Su abatido ademan, su amor á un hijo Con su orgullosa condicion luchando, Su olvido de sí misma, su abandono... ¿No la has visto, Mahomad? ¿No has observado Mas prendas y atractivo en su amargura Que ostentó nunca en sus dichosos años?.. Habla, responde...

MAHOMAD.

Déjame que absorto

Te escuche y calle; deja que asombrado

Dude si eres Alí.

ALÍ.

Sí, soy el mismo

Que de Morayma al padre destronando, Vengué á un tiempo á su esposa, á mi familia, A la oprimida patria; quien osado

Supo abatir á la orgullosa tribu

Del fiero Abencerrage...

MAHOMAD.

Y cuando el hado

Te ofrece completar con su exterminio

'Tu triunfo...

ALÍ.

¿Debo acaso deshonrarlo

Persiguiendo á sus hijos inocentes?...
No, Mahomad, no; señálame contrarios
Dignos de mi valor, no tiernos niños
Que no tienen mas armas que su llanto.
¡ Infelices!

MAHOMAD.

Sus padres por vengarse

Su orfandad y peligros olvidaron;
¡Y tú olvidas tus riesgos, tus injurias,
La gloria de tu estirpe por salvarlos !..
¡Ay, caro Alí! recelo que en tu alma
No es la sola piedad la que ha labrado
Tan extraña mudanza... Mas advierto
En tu silencio y rostro demudado

Que algun secreto á mi amistad encubres;
Y debo por mi parte respetarlo.

ALÍ.

No, querido Mahomad, no hay en mi pecho
Secretos para tí: sincero y franco,
No sé disimular; mas deja al menos
Que confuso me sienta y sonrojado

Al mostrar á tu vista mi flaqueza...
¡Ay! yo esperé, zeloso y despechado,
Olvidar entre el bélico tumulto

El tierno amor de mis floridos años...
Luché gran tiempo, le juzgué extinguido,
Y mi triunfo canté. ¡ Mas qué engañado
Estaba, caro amigo! Cuando solo
Sentia del furor los arrebatos,
Del odio y la venganza, amor movia
Mi voluntad, mi corazon, mi brazo...
Amor vengaba su desaire injusto,
Del fiero Hazen el trono derribando;
Amor á hierro y fuego perseguia
A mi rival y su orgulloso bando...
¿Qué mas? Sin yo advertirlo, el amor era
Quien en odio implacable disfrazado,
Al causar de Morayma las desgracias,
Se complacia en su dolor amargo:
¡ Cuán á mi costa lo conozco ahora!
Apenas triunfo y mi venganza sacio,
Vuelvo en torno la vista, y ya no encuentro
Ni opresor ni rivales ni contrarios...
Solo á Morayma, mísera, agobiada
Al grave peso de infortunios tantos;
Quise gozarme en su afliccion; y entonces
Sentí con mengua mi funesto engaño.
¡Cuál mi sorpresa fue! Su dolor mismo,
Su constancia, su triste desamparo,
Mas bella la ofrecieron á mis ojos;

Y los afectos todos acallando,

Amor renace en mi agitado pecho,

Lo rinde, lo avasalla cual tirano.

Mas no es aquel amor, blando, apacible,
Que con inquieto afan hizo tan gratos
De mi dichosa juventud los dias;
No, amigo, no: violento, despechado,
Es furor, es delirio; busca solo
Obstáculos y riesgos; y no hallando
Con quien luchar y desfogar sus iras,
En mi venga los males que ha causado.
¡Qué horrible situacion! Me odio á mí mismo,
Compadezco á Morayma, la idolatro,
Maldigo mi victoria; y cuando siento
Traspasado mi pecho con su llanto,
Recuerdo que la infiel á un rival llora,
Su suerte envidio y en furor me abraso.
Hoy mismo... ¡qué rubor!.. al ver su pena,
Al compartir su angustia y su quebranto,
Alguna vez en su infelice hijo

Solo ví al hijo de un rival odiado...

Mas no importa, Mahomad; juré ampararle, Y en su favor haré mas que he jurado.

¿Y si Boabdil?...

MAHOMAD.

ALÍ.

No temas que me niegue

Tan liviana merced : debe á este brazo
El trono que hoy ocupa; me ha ofrecido

Mis servicios premiar con larga mano; Y no puede olvidarlo tan en breve:

No lo receles, no.

MAHOMAD.

Ya asegurado

Sobre el trono se ve; ya nada teme...

ALÍ.

Pero sabe que Alí no sufre ingratos.-
Y si él ciego se obstina en su venganza,
¿Debemos por ventura abandonarlo
A su propio furor?... No es de leales
Dejar perderse á un rey; es de malvados.
Hartas lágrimas cuesta y harta sangre
La discordia civil; ya que triunfamos,
No hagamos mas odioso nuestro triunfo
Y el trono á tanta costa levantado:
Quizá nosotros mismos, quizá un dia
Lloráramos ¡ ya tarde! haber soltado
La cadena al leon, y sin defensa
Vernos á sus furores entregados....
Mas no será: corramos presurosos
A aplacar á Boabdil; y cimentando
Su trono en la clemencia, juntamente
A la patria y al rey fieles seamos.

FIN DEL ACTO SEGUNDO.

« PoprzedniaDalej »