Obrazy na stronie
PDF
ePub

Mientras ignoto, impune el parricida
Quizá insultaba su sepulcro regio:
Mas de sufrir los Dioses se cansaron
A la maldad sacrilega; y abriendo
Los diques á su enojo, en su venganza
La inocencia y el crímen confundieron.
Un solo dia respiró la patria,

Y la dulce esperanza me dió aliento,
Cuando vencido el sanguinario monstruo,
Libertador y rey te aclamó el pueblo;
Por en medio de ruinas y sepulcros
Él mismo me condujo al sacro templo,
Y por la paz de Tebas y su gloria
Convertí en nupcial pompa el triste duelo.
¡ Mas cuán breve pasó nuestra ventura,
Cuán breve, caro Edipo !.... Como un sueño
al despertar despavoridos,

Voló; y

En

Se mostró mas cruel el hado adverso.
¿Lo recuerdas, Edipo? El mismo dia
que vimos nacer un hijo tierno,
Y con llanto de amor le bendijimos
Como prenda de union y de consuelo;
El mismo dia en que la triste patria
El logro celebró de sus deseos,
Viendo afianzada su futura suerte;
En ese dia, de fatal agüero,
Parece que los Dioses contemplaron
Con enojo y horror nuestro contento.
Aun sonaban los cánticos de albricias

En las sagradas bóvedas del templo,
Y el pueblo enternecido encomendaba
El niño augusto á la piedad del cielo,
Cuando con ronco estruendo retemblaron
De la tierra los íntimos cimientos,
Y el rayo vengador del sumo Jove
Confundió sobre el ara el sacro fuego.
¡Cuántos males de entonces, cuántos males
Sobre nosotros, míseros, cayeron!
Y aun hoy mismo ¿quién sabe si mayores....?

EDIPO.

No, Yocasta: los Númenes supremos
Castigan y se vengan, mas no engañan;
No son hombres, Yocasta!.... Hoy ofrecieron
Poner término y fin á nuestros males;
Hoy término tendrán.

YOCASTA.

Quiéralo el cielo!

EDIPO.

Pero no entre el temor y la esperanza
Tan preciosos instantes malogremos,
En vez de apresurar el feliz plazo
Con fe sincera y religioso ruego;
Antes bien, á la voz de su monarca,
A la tumba de Layo acuda el pueblo,
Y con fúnebre pompa y sacrificios
Sus indignados Manes aplaquemos.

FIN DEL ACTO PRIMERO.

ACTO SEGUNDO.

ESCENA I.

EDIPO, HYPARCO, PUEBLO, CORO.

(Saldrá gran número de Tebanos, dirigiéndose al Panteon de los reyes, con pebeteros humeando, vasos sepulcrales, ramos de cipres, etc. Entre tanto, al son de una música grave y patética, cantará el coro los siguientes versos; é inmediatamente despues se presentará en la escena EDIPO, acompañado de HYPARCO, y cesará el canto.)

[blocks in formation]

¡Qué tristeza tan plácida y suave
Hoy por primera vez disfruta el alma,
Tras la afanosa lucha y agonía

Que mi sensible pecho atormentaba!...
¿Oyes, Hyparco amigo?.... Esos acentos

IV.

13*

Que hasta los mismos cielos se levantan,
Y llevando las súplicas del hombre,
El rigor de los Númenes aplacan;
El inmenso concurso de cien pueblos
Sumisos precediendo á su monarca,
Y en la mansion entrando de la muerte
Con temor santo y religiosa planta;
El confuso murmullo, los sollozos,
El llanto de ternura y de esperanza,
La vista de los males que se alejan,
Paz y consuelo en mi interior derraman..
¡Bendita tu bondad, bendita sea,
Supremo Dios del mundo! Y si te agradan
Los votos de los míseros mortales,
Que ansiosos cercan las divinas aras;
Si el llanto de millares de inocentes
Un crímen solo á redimir alcanza,
Y la sangre de un pueblo desdichado
Consiguió ya borrar la enorme mancha;
Dígnate apresurar, Dios de clemencia,
El término feliz de tantas plagas,
Y los ecos de muerte trocaremos
En cánticos de gloria y de alabanza!-
Seguid, hijos, seguid: con vuestras voces
Procurad aplacar la Sombra airada
Del mejor de los reyes, entre tanto
Que yo penetro en la tremenda estancia:
Al pie de su sepulcro, entre las tumbas
Do mil héroes y príncipes descansan,

Tal vez de la verdad la voz severa

Llegará á los oidos de un monarca;
Que al pisar los umbrales de la muerte,
El poder tiembla y la lisonja calla.

(Mientras EDIPO haya estado diciendo los anteriores versos, los Tebanos habrán salido sucesivamente del Panteon, donde habrán dejado las ofrendas, y se hallarán

buidos en grupos por

ya distri

la escena. En cuanto

se va EDIPO, vuelve á empezar la misma música, que acompañó antes el canto.)

ESCENA II.

HYPARCO, PUEBLO, CORO.

CORO.

Aplaca, rey augusto,

Aplaca ya tus Manes;

Y escucha de tus hijos

Las tristes voces y sentidos ayes!

(Cada una de las cuatro estrofas siguientes deberá can

tarse á una voz sola.)

ESTROFA I.

Al pie de tu sepulcro

Te imploran como á padre,

Con llanto de sus ojos

Borrando los regueros de tu sangre.

« PoprzedniaDalej »