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Vuestra augusta diadema asegurada...

BOABDIL.

¡ Ah! no lo está, mientras me cerque uno De esa progenie infiel; tú con las armas Abatirla sabrás, no conocerla:

Los padres han dejado vinculada
Su aversion á mi trono, á mi persona;
Sus pérfidas esposas, halagadas
Con la esperanza de vengarse un dia,
A odiarme enseñan en la misma infancia
A sus aleves hijos, y en su pecho
Con rencorosa hiel los amamantan.
Lejos, lejos de mí: lejos desfoguen
En vanas quejas su impotente rabia;
Y no imprudente viboreznos crie
Que despues envenenen mis entrañas.
ALÍ.

Meditadlo, señor: el tiempo mismo
Los irá uniendo al trono y á la patria;
La voz de la razon, el ver perdidas
De vengarse las vanas esperanzas,
La muerte ó proscripcion de los caudillos,
El riesgo mismo en que se ve Granada
Con el asedio del feroz cristiano,

Borrará al cabo aun la memoria

De la civil discordia...

amarga

BOABDIL.

El nombre solo

De la traidora tribu, sus desgracias,

Con la misma presencia de sus hijos
A los ojos del pueblo retratadas,
Bastaran á encenderla. Pues triunfamos,
No nos pierda una necia confianza;
Ni una falsa piedad hoy nos seduzca,
Que llanto y sangre costará mañana.
Ya está resuelto.

ALÍ.

Meditadlo un dia;

Dejad que el pueblo vuestro triunfo aplauda Sin nuevos males....

BOABDIL.

De raiz los curo,

Si arranco de raiz la infame planta;

Y hoy que he triunfado y premio á los leales, Lloren los sediciosos mi venganza.

ALÍ.

Señor...

BOABDIL.

Sígueme, Alí; y á un tiempo mismo

Mi bondad y rigor sepa Granada.

FIN DEL ACTO PRIMERO.

ACTO SEGUNDO.

ESCENA I.

MORAYMA, FATIMA.

MORAYMA.

Déjame por piedad...

FÁTIMA.

¿Dónde, Morayma,

Dónde llevais los vacilantes pasos?
Un momento tened: ¿no lo merecen

Mi amistad, mi cariño, tantos años
De llorar como propios vuestros males ?...
¡Ay! hubo un tiempo en que el menor cuidado
Comun era á las dos; ya no soy digna

Ni aun del triste placer de consolaros.

MORAYMA.

¡Ay, tierna amiga!...

FÁTIMA.

Respirad siquiera;

Partid vuestros tormentos y quebrantos,

Y asi se aliviarán.

MORAYMA.

Tú no eres madre!

FÁTIMA.

¡Qué turbacion! ¡Oh Dios! Al punto huyamos
De esta estancia fatal... Ved que cercadas
De espías y asesinos, vuestro llanto,
Vuestro dolor acechan; y aun ya vuelve,
Ya quizá vuestra voz oye el tirano...

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¿Y asi olvidando
Vuestro valor antiguo, la constancia
Que no abatieron infortunios tantos,
Ni amenazas, ni insultos, ni peligros,
Ni el ver á un tierno padre destronado,
Y á un esposo morir entre verdugos...

MORAYMA.

¡Ay! me quedaba un hijo '...

Amenaza su vida?

FÁTIMA.

MORAYMA.

¿Y qué, el tirano

Hoy para siempre

Arrancarle pretende de mis brazos...
¡Para siempre!... No, bárbaro; primero
Nos verás espirar.

FÁTIMA.

Quizá infundados

Vuestros temores son; una apariencia,
Una pérfida voz, un rumor vago,
El mismo amor de madre os alucina...

MORAYMA.

No, Fátima : yo propia, yo he escuchado
El decreto cruel... Turbada, inquieta,
Acosada de míseros presagios,

De Boabdil me aparté, mas que su ira
Su pérfida clemencia recelando,
Cuando á las mismas puertas del alcázar
El bárbaro decreto promulgaron.
Yo, Fátima, le oí; yo con asombro
Noté cesar el popular aplauso,

Y escuché entre el silencio pavoroso
Las voces que mi pecho traspasaron...
El inhumano rey en su venganza
Ni aun perdona los restos desgraciados
De la tribu infeliz; los tiernos hijos
Hoy del materno seno arrebatados...

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