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Y por hablar tambien de las cosas de Disciplina; si un Obispo puede quitar en su Diócesi aquellas prácticas que pertenecen al culto público, y están autorizadas por el univer sal uso de muchos siglos; si puede dispensar en los votos solemnes, en los impedimentos del matrimonio, en la observancia de las fiestas, en la abstinencia y ayuno de la cuaresma en comun; si puede abrogarse la absolucion de los pecados reservados al Papa; tomarse la inmediata y general jurisdiccion sobre los Regulares: si, digo, un Obispo puede hacer todo esto, no obstante los solemnes Decretos, y las públicas prohibiciones tantas veces reiteradas por el Romano Pontífice Cabeza de la Iglesia: ¿ en dónde estará entonces la unidad de gobierno, que une todos los miembros para que formen un solo cuerpo con el vínculo de las mismas leyes? Y si al Principado secular está sujeto todo cuanto hay de externo en la Religion de Jesucristo, de modo que un Príncipe secular pueda hacer reglamentos, y dar leyes sobre los puntos de la Doctrina Cristiana, que se deben ó no enseñar en sus Estados; avocar á sus Tribunales, y juzgar en ellos las causas Eclesiásticas; disponer de los ritos y modo de ordenar la Liturgia, las oraciones y el sagrado culto público; dar curso, y celebrar los libros prohibidos por la autoridad Eclesiástica &c. : si, digo, puede un Príncipe secular por razon de su autoridad hacer todo esto: nosotros tendremos tantas Iglesias inconexas, é independientes, cuantos son en la Cristiandad. los Estados separados baxo distintos Soberanos. Pero supongamos que en todos los diversos Estados por voluntad de los Soberanos se enseñe la misma doctrina, se observen las mismas leyes, se practique la Disciplina misma, los ritos y modos mismos en el culto público: despues de todo jamás se tendrá la unidad de la Iglesia, no teniendo la unidad de una sola Cabeza soberana que arregle el todo, á quien todo se someta en última analisis, y de quien dependan y reciban la autoridad de mando todos los ministros y subalternos. Serán tantas las Iglesias inconexas entre sí, cuantos son los Estados independientes uno de otro, sin tener un centro visible comun en donde unirse á formar una sola Iglesia. Es pues evidente, que la unidad de la Iglesia universal pro

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fesada por todos los Cristianos en el Símbolo, como un artí culo principal de su fé, contiene en sí misma, é incluye necesariamente la unidad de la Cabeza soberana; á la cual está sometida, y de la cual desciende toda Potestad eclesiástica. La fé nos enseña que esta Cabeza soberana es el Obispo de Roma sucesor de San Pedro: luego todas aquellas doctrinas que hieren la soberana, plena y universal Potestad del Obispo de Roma sucesor de San Pedro en el gobierno de la Iglesia, hieren juntamente un artículo de fé expresamente profesado por todos en el Símbolo, hieren la palabra de Dios, hieren la enseñanza pública de la Santa Iglesia Católica, y por consiguiente son doctrinas extrañas, adúlteras, erróneas, heréticas,

149. SEGUNDA REFLEXION. Para dar esta decision (entendámonos bien no hablo de decision potestativa, que solo puede dar la Cabeza de la Iglesia, y el Cuerpo Episcopal unido con ella: hablo de la decision doctrinal que puede darse aun por los Teólogos privados). Para dar pues esta decision no es necesario esperar que intervenga la expresa y formal definicion de la Iglesia. Demasiadamente se han servido y sirven de este escudo los amantes de la novedad en materia de doctrina Cristiana; y se creen seguros con decir este ó aquel punto no ha sido expresamente definido por la Iglesia luego se puede enseñar y sostener sin tacha de error contrario al dogma, y sin pecado contra la fé. Pero quien piensa y habla así, se engaña groseramente con gran perjuicio de su propia alma y de las agenas. Sin la expresa definicion de la Iglesia, es verdad, que no se está en el foro externo sujeto á las penas establecidas contra los hereges: no se pueden romper con alguno los vínculos de la comunion: en una palabra, no puede ser tratado externamente como herege; pero se puede muy bien considerar como herege, y como piedra que en realidad no pertenece al místico edificio por mas que tenga la apariencia de pertenecerle: Etiam si lapis esse cernitur, tamen extra ædificium jacet (a). Cuando un artículo está incluso en otro definido, ó profesado expresamente

(a) S. Gregor. M. Lib. I. Epist. XXV. ad Joann. C. P. alocutio XXIV. indict. IX.

por la Iglesia universal, y se demuestra incluso con inferirlo, descubriéndolo con justo y bien formado raciocinio; entonces estamos obligados á creer tambien como revelado por Dios este artículo, por decirlo así, secundario; y se peca contra la fé contrastándolo, poniéndolo en duda, ó negándolo. La Santa Iglesia jamás hizo expresa definicion de un artículo, sino cuando se suscitaron Novadores á turbar la pacífica posesion de la enseñanza constante y pública de su doctrina. En tales circunstancias esta amorosa Madre, columna y cimiento de la verdad (a), ha mostrado á sus hijos con mas clara y precisa expresion lo que yá creían implícitamente, y equivalentemente profesaban; y los ha obligado á expresa fé, y profesion del artículo definido bajo pena de separarlos públicamente de su seno. En medio del Cristianismo se alza Arrio, y niega la consustancialidad del Hijo de Dios con el Padre. Su Obispo San Alejandro con el Concilio de Egipto lo trata de herege, y lo echa de la Iglesia aun antes que se junte el Concilio Niceno á definir el punto (b). En el Símbolo se

(a) I. ad Timoth. III, 15.

(b) Véanse las dos cartas del Santo Obispo en Labbé ( tom. II, col. 7 y sig. col. 143 y sig.) En la primera de ellas llama á Arrio y á sus secuaces: impugnadores de Cristo, defensores de las impias opiniones de los Gentiles y Judíos: peste de la Iglesia: hombres de pestilencial doctrina &c., y en fin los llama expresamente hereges, los excomulga y echa de la Iglesia: Sunt autem HÆRETICI anathemate damnati ex numero Presbyterorum Arius, ex Diaconorum autem Achillas, Euzojus &c. En toda la carta vá argumentando contra los Arrianos, y de los artículos públicamente creidos y profesados en la Iglesia deduce la Divinidad del Hijo de Dios; y así convence de heregía á los Arrianos.

No será fuera de propósito el detenernos aquí un poco á considerar las artes con que procuraban cubrir sus errores los Arrianos; los modos falaces con que se insinuaban en el espíritu de los simples para inficionarlos con su veneno; las calumnias con que desacreditaban á los defensores de la verdad, y los pretextos de paz, y de concordia que tenian siempre en la boca entre dulces palabras para acreditarse y dar curso á sus doctrinas. San Alejandro pinta todos estos artificios con un pincél maestro: es siempre muy ventajoso á la Religion, que se vea la perfecta semejanza que hay entre el proceder de los enemigos que tuvo la Iglesia en tiempos. antiguos y la conducta de los Novadores de nuestros dias. « Itaque hi circumcurrere hac illac, quo nobis obtrectent; deflectere ad

profesaba ya la unidad de la Esencia, y la Trinidad de las Personas en Dios, la unidad de la Esencia no puede estar en el Padre y en el Hijo, si el Hijo no es consustancial con el Padre y esta consustancialidad se ha creido siempre, y pro

"Collegas nobiscum in eadem fide consentientes, specie quidem "pacem, et concordiam simulatè petere; sed re vera moliri ut per "sermonis lenocinia nonnullos eorum in sui morbi contagionem per"trahant: litteras quoque ab illis blandiores petere, ut coram iis, "quos errore implicarint, eas legentes, suæ prolapsionis impœni"tentes reddant, atque ad impietatem assuefaciant, quasi Episco"pos suæ sententiæ, et opinioni consentientes haberent. Nam nec "illis confiteri volunt ea, quæ tam nefariè, impièque apud nos tum docuerunt, tum fecerunt, quorum gratia Ecclesia expulsi "sunt; sed vel silentio tegere; vel partim sermonibus commentitiis, "partim litteris veteratoriè scriptis obscurare nituntur, quo eos "dolo deludant. Quapropter coloquiis, tum probabilitate, tum fa"çetiis dicaçibus refertis, perniciosam suam doctrinam tanquam ve"lis obtendentes, hominem simplicem, et fraudi expositum in suum "errorem rapiunt, quin etiam ab obtrectando apud omnes nostræ "sanctæ, pièque religioni haudquaquam se abstinent. Unde fit, ut "nonnulli, qui eorum litteris suscribunt, in Ecclesiam eos reci"piant, quod factum, mea quidem sententia, maximam infamiæ "notam Collegis nostris, qui ausi sunt, inussit. "¿ Quién no dirá que este Santo Obispo al principio del siglo IV. describia los sucesos de nuestro siglo?

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Mas veamos manifestada en los Arianos la fuente de todas las heregías, esto es, la soberbia de estimarse á sí mismos, de tener bajísimo concepto de la doctrina de los otros, y de preferir los propios sentimientos á la enseñanza de los Padres, y á la tradicion conservada siempre en la Iglesia, y continuada con la viva voz y escritos de los Pastores. « Nam`qui aciem ad Divinitatem Filii Dei oppugnandam instruxerint, non mirum si nos contumeliosis maledictis lacerare non vereantur. Qui etiam neminem volunt ex an"tiquis Patribus sibi comparari; neque illis, quibus nos ab ineunte ætate usi sumus præceptoribus, se pares existimari sinunt: imo ne unum quidem Collegarum nostrorum satis doctum esse censent; sed sé solos sapientes, solos ad fastigium scientiæ pervenisse; solos dogmatum inventores, et sibi solis ea doctrinæ patefacta esse "mysteria, quæ in nullius unquam sub sole cogitationem, ac mentem venerint, arbitrantur. O impiam arrogantiam! O insaniam "immensam! O inanem gloriam cum furore conjunctam! O spiritus plane satánicos, qui eorum animis velut callum malitiæ obduxere! Non Deo gráta veterum scripturarum explanatio ullum ipsis incussit pudorem; non consentiens Collegarum, et pia de Christo doctrina eorum audaciam repressit." &c. Esta enfermedad

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fesado en Iglesia, creyendo y profesando la unidad de Dios, y la Trinidad de las Personas divinas. Así se mostró tambien la unidad de Persona en Jesucristo, Dios y hombre contra los Nestorianos: las dos naturalezas y voluntades contra los Eutiquianos y Monotelitas &c. Estos artículos estaban incluidos y comprendidos en la Encarnacion del Hijo de Dios, profesada expresamente en el Símbolo; y un fácil y metódico raciocinio bastaba á descubrirlos. Se verá en las Obras de los Padres, aun de aquellos que escribieron antes de las expresas definiciones de la Iglesia, que la doctrina Nestoriana, Eutiquiana, Monotelística &c. era de ellos considerada como una heregía, y aun formalmente llamada tal. Yo no cansaré aquí la paciencia de los Lectores acumulando autoridades de Padres y Concilios que prueben mi dicho: por poco versado que uno sea en la Historia de la Iglesia, en las Actas de los Concilios, y en las Obras de los Padres, tendrá prontamente á mano cuanto puede desear sobre este punto. No obstante, no quiero omitir una autoridad, que por sus circunstancias debe ser de grandísimo peso para nuestros adversarios. El Sr. D. Pe dro Tamburini en su Analisis del libro de las Prescripciones de Tertuliano §§. CXXIII y CXXIy habla así: reLas verda"des de la Fé están estrechamente unidas entre sí, tienen "varias relaciones, y son fecundísimas de otras verdades que en ellas se contienen, como los frutos de un árbol en su se

de soberbia y presuncion de estimarse á sí mismos superiores en erudicion, inteligencia y doctrina á todos sus adversarios comenzó con los primeros hereges, y de ellos cual contagio pasó á sus su◄ çesores hasta nuestros dias, San Ireneo nos hace ver absolutamente inficionados de este mal á los hereges del siglo I y II de la Iglesia. Tertuliano nos dice poco despues, que todos los Novadores « están llenos de soberbia, que todos ellos prometen cosas grandes en punto de ciencia, que hasta las mugeres llegan á ser doctoras, y pretenden dogmatizar y ser Maestras de los otros. Que en suma, quien "quisiere la ciencia á poco precio es necesario vaya á las tiendas de los Novadores: que basta hacerse de su partido, y pronta »mente se llega á ser hombres grandes y Teólogos de primera lí"nea." Omnes tument, omnes scientiam pollicentur. Ante sunt perfecți catechumeni, quam edocti. Ipsæ mulieres hæreticæ, quam procaces, quæ audeant docere, et contendere!... Nusquam facilius proficitur, quam in castris rebellium, ubi ipsum esse illic promereri est. (De præscript. cap. XLI ),

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