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Congregacion de los Monges representaron al Concilio, qué siempre habian sido exentos de la jurisdiccion de otros Obispos, y solamente sujetos al Primado de Cartago. El Concilia aprobó la tal exencion, no solamente para el susodicho Monasterio, sino tambien para todos los Monasterios del África: Erunt igitur omnia omnino Monasteria, sicut semper fuerunt, à conditione Clericorum modis omnibus libera, sibi tantum, et Deo placentia (a). Son muy notables aquellas palabras sicut semper fuerunt, por las cuales sabemos, que esta tal exencion tenia mas antiguo orígen, y era contemporánea á la fundacion de los Monasterios. Ni solamente los de los hombres, sino tambien los Monasterios de las mugeres gozaban este privilegio. El mismo San Bonifacio, Primado de Cartago, escribe: Dilectissimis... filiabus meis universis Dei ancillis, y dice: Insinuo semper servorum Dei, vel ancillarum Monasteria liberum habere arbitrium à conditione omnium Clericorum, quorum priscorum Patrum sequentes ritum (véase tambien aquí lo antiguo de la exencion) etiam vestrum Monasterium hoc habere, et in vobis manere usque in ævum statuimus. Unde per hanc vos auctoritatem duximus commonendas, ut licentiam habeatis unde volueritis spiritualem cibum sumere, liberam in omnibus facultatem habentes &c. (b) Trátase aquí de exencion en las mismas cosas espirituales, y que mas inmediatamente pertenecen al oficio del Pastor ordinario, como es el spiritualem cibum sumere. En el Concilio Cartaginense citado arriba, se leyó un Decreto del Concilio de Arlés, celebrado hácia el año 455, en el cual, hablándose del célebre Monasterio de Lerins, fué establecido, que Monasterii omnis laica multitudo ad curam Abbatis pertineat, neque ex ea sibi Episcopus quidquam vindicet, aut aliquem ex illa Clericum, nisi Abbate petente, ordinare præsumat... Laica vero omnis Monasterii congregatio ad solam, ac liberam Abbatis proprii, quam sibi ipsa elegerit, ordinationem, dispositionemque pertineat (a). Estos pocos ejemplos bastan

(a) Apud Labb. tom. IV. col. 1649.
(b) Labb. tom. IV. col. 1647.
(a) Labb. tom. IV. col. 1024.

para nuestro asunto: quien quisiere ver mas registre los Concilios celebrados en los siguientes siglos, principalmente en África, y en las Galias, y las Cartas de San Gregorio el Magno. CAPITULO VI.

Unidad del Obispado.

.68. Es muy célebre el dicho de San Cipriano, que el Obispado es uno solo, del cual cada Obispo posee in solidum su parte. No siendo el Obispado otra cosa que la potestad de gobernar la Iglesia, y siendo la Iglesia una sola, Credo UNAM Ecclesiam, se sigue necesariamente que tambien debe ser uno solo el Obispado: de otra suerte no seria una la Iglesia, como lo es, aun por la unidad de gobierno. Es preciso ver ahora en qué consiste, y cómo se forma y se conserva esta unidad del Obispado. En lo cual no debemos seguir otras guias sino el hilo de la tradicion que ha llegado hasta nosotros por el canal de los Santos Padres, quienes habiéndola recibido de sus antecesores, hallaremos, subiendo al orígen, que la aprendieron de la boca misma de nuestro divino Redentor.

69. La unidad de la Iglesia relativamente á su gobierno, y por consiguiente la unidad del Obispado, se forma sobre el modelo y á imitacion de la unidad de Dios en tres Divinas Personas. Así como en Dios subsiste la unidad de la naturaleza juntamente con la pluralidad de las Personas, así el Sacerdocio es uno solo, dice el Papa San Simaco, bien que sean muchos los Obispos: Ad Trinitatis instar, cujus una est, atque individua potestas, unum est per diversos Antistites Sacerdotium (a). Cuasi tres siglos antes de San Simaco dijo lo mismo San Cipriano. Para explicar aquel Episcopatum unum Episcoporum multorum concordi numerositate diffusum (b),

lo que él llama Episcopatus unus, cujus à singulis in solidum pars tenetur (c), recurre al Misterio de la Santísima Trinidad: Dicit Dominus: Ego, et Pater unum suimus. Et iterum de

(a) Epist. I. ap. Labb. tom. IV. col. 1291.

(b) Epist. LII. ad Autonian. (c) De unit. Eccles.

Patre, et Filio, et Spiritu Sancto soriptum est: Et hi tres unum sunt (a). Y en otra parte, insistiendo sobre la unidad de la Iglesia contra Novaciano, que habia levantado cátedra contra el legítimo Pontífice San Cornelio, dice: Et idcircò Dominus insinuans nobis unitatem de divina auctoritate venientem ponit, et dicit: Ego, et Pater unum sumus. Ad quam unitatem redigens Ecclesiam suam denuò dicit: Et erit unus grex, et unus Pastor (b). Frecuentemente se encuentra en los Escritores Eclesiásticos desde los primeros siglos de la Iglesia la comparacion de la unidad de Dios en la Trinidad de las Personas para indicar y explicar la unidad de la Iglesia y del Obispado. Se ha visto en lo antecedente (num. 16) la protesta pública hecha á vista de la Iglesia por los Confesores adherentes al cisma de Novaciano en el acto que. volvian á la comunion y obediencia del Papa San Cornelio: Non ignoramus unum Deum esse, et unum Christum esse Dominum, quem confessi sumus, unum Spiritum Sanctum, unum Episcopum in catholica Ecclesia esse debere (c).

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70. Nuestros Padres aprendieron estas idéas de la boca de Jesucristo. En el capítulo XVII del Evangelio de San Juan está registrada aquella admirable Oracion en que nuestro Salvador pide á su Padre por la unidad de la Iglesia y de todos sus discípulos: Non pro eis autem rogo tantum; sed et pro eis, qui credituri sunt per verbum eorum in me, ut omnes unum sint, sicut tu Pater in me, et ego in te, ut et ipsi in nobis unum sint (v. 20., 21)... ut sint unum sicut et nos unum sumus (v. 22). Esta unidad de esencia en el Padre y en el Hijo es pues el modelo de la unidad que debe formarse y conservarse entre los seguidores de Jesucristo. Veamos ahora la razon por la cual el Hijo tiene una misma esencia con el Padre. Omnia, quæ dedisti mihi abs te sunt (v. 7):... et mea omnia tua sunt, et tua mea sunt (v. 10). Todas las verdades que Jesucristo ha enseñado á sus discípulos, toda la potestad que les ha conferido, y la mision que les ha dado, todo lo recibió él mismo

(a) Ibidem. (b) Epist. LXXVI. ad Magnum. (c) Epist. Cornelii PP. ad Cyprianum inter Cyprianic. XLVI.

del Padre: Omnia, quæ dediști mihi abs te sunt, quia verba, quæ dedisti mihi, dedi eis. (v. 7,8).... Ego dedi eis sermonem tuum (v. 14. )... Sicut tu me misisti in mundum, et ego misi eos in mundum (v. 18)... Et ego claritatem quam dedisti mihi, dedi eis, ut sint unum sicut et nos unum súmus (v. 22.). Aquí se vé muy claramente que la unidad entre los seguidores de Jesucristo debe formarse por razon de aquella única fuente, que es el origen de todo, y de la cual todo procede. El divino Hijo es una cosa misma en la esencia con el Padre, porque todo lo ha recibido del Padre: Mea omnia tua sunt, quæ dedisti mihi abs te sunt. El recibió del Padre la plenitud de la potestad, y la comunicó á sus Apóstoles: Claritatem, quam dedisti mihi, dedi eis..... Data est mihi omnis potestas in Cœlo, et in terra. Euntes ergo docete omnes gentes baptizantes eos &c. (Matth. xxvii. 18 y sig,). El recibió del Padre la mi-ion para la salud del mundo, y esta mision dió á sus Apóstoles: Sicut tu me misisti in mundum, et ego misi eos in mundum... Sicut misit me Pater, et ego mitto vos (Joann. xx, 21.). Así como el Padre está en el Hijo, y el Hijo en el Padre por unidad de esencia, en modo semejante los seguidores del Redentor formarán entre sí la unidad de espíritu, de comunion y de gobierno para formar un solo cuerpo con Jesucristo : Ut om nes unum sint, sicut tu Pater in me, et ego in te, ut et ipsi in nobis unum sint.

71. Esta admirable oracion que penetrà el corazon de todo Cristiano de un sagrado respeto, y de una dulce ternura, nos dá una verdadera, clara y precisa idéa de la unidad de la Iglesia relativamente á todo, y señaladamente respecto á la potestad de su gobierno. La mision y la potestad para instruir y bautizar los pueblos, para apacentarlos con la palabra divina y con la administracion de los Sacramentos, para desatarlos y ligarlos, para gobernarlos en todo lo que pertenece a la salud eterna: en una palabra, el Chispado debe descender de un orígen, de una única fuente, de la cual como de un solo punto partan tedas las líneas que van á espar cirse por toda da circunfarer cia de la Iglesia dispersa, por to da la redondez del mundo. Quitad esta unidad de orígen: no

se podrá mantener la unidad del Obispado: Ad Trinitatis instar,....Sicut Pater, et Filius, et Spiritus Sanctus

unum sunt.

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72. Esta grande é importantísima verdad (se dirá quizás ) ninguno la niega. Todos sabemos y todos confesamos, que nuestro Redentor Jesucristo es el orígen y único manantial de toda mision y de toda potestad en la Iglesia. Pero esto, respondo, no basta. La Iglesia de Jesucristo tiene por su carácter esencial no solamente la unidad, sino tambien la visibilidad: un carácter no se puede separar del otro. Jesucristo es la Cabeza esencial de la Iglesia; mas despues de su subida al Cielo, él es una Cabeza invisible que gobierna su cuerpo con los secretos influjos de su espíritu Para la visibilidad de su Iglesia es necesario un ministerio visible de hombres que la gobiernen visiblemente en su nombre, y con la potestad recibida del mismo, como él la recibió de su Padre. Este ministerio y esta potestad la comunicó él á los Apóstoles, y para comenzar desde luego á formar entre los mismos Apostoles y entre todos sus Discípulos la unidad que queria ad Trinitatis instar, eligió y estableció entre los Apóstoles una Cabeza en la persona de San Pedro, á quien dió la plenitud y soberanía del Obispado sobre todos los demas, para que representase visiblemente entre nosotros su Persona, é hiciese sus veces en el gobierno visible de su Iglesia, y despues de él sus sucesores hasta la consumacion de los siglos. Es un punto muy reconocido y altamente predicado por toda la tradicion, que el Primado de San Pedro y de sus sucesores fué instituido por Jesucristo para la unidad de la Iglesia (sup. núm. 16 ); y que esta unidad debe siempre acompañarse con la visibilidad es cosa tan cierta, que hasta un Protestante lo confiesa, y tambien lo prueba expresamente, como tendré ocasion de hacerlo ver en otro lugar (infr. núm. 209). Por ahora fijémonos únicamente en la citada Oracion de Jesucristo. La unidad que entre los Discípulos de Jesucristo se ha de formar, ha de ser visi. ble y bien conocida de todo el mundo, para que el mundo suba al orígen, y entienda, que la mision y potestad que les dió Jesucristo, procede del Padre : Ut omnes unum sint, sicut

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