Obrazy na stronie
PDF
ePub

Donde una siesta, cuando mas enorme
El sol las dora, y ellas le platean,
Pude mirarme bien, porque su espejo
Del rostro que me hurtó sacó un reflejo.
Vime robusto en él, no femenino,
Y aunque robusto, por extremo hermoso,
Erguido como el álamo y el pino,

Y mas que el ciervo corredor brioso:
Pero del suelto que á mis manos vino,
Aunque ayer era céfiro ganchoso,
La de Zeusipo mal casada nueva
Gozó una espalda y la cabeza entera.
Vime este sol tambien, que es por Apolo
Igual al
que de luz nace en Oriente:
Solo le tengo porque aquel es solo,
Y esto conviene al cielo de mi frente:
No peino crin, no cejas alcoholo,
Pero de barba y crin hago un torrente
Que desgajado por espalda y pecho,
Con ser inmenso mar, les vengo estrecho.
El blanco diente que alimenta y cria
El elefante asiático y tardío,

Negro parece mas que noche umbría
Si llega á compararse con el mio:
Y porque de Kotitaris sábia

Una leccion que tengo á desvarío,
Al mirarme tan plácido y sereno,
Luego tres veces me escupí en el seno.

POETA.

Esto apenas cantó Dametas, cuando Dafne besó su faz, y él á su beso Respondió con abrazos, engendrando

Amor en ellos amoroso exceso:

Y cual su flauta cítara trocando,

Poco a poco se van del monte espeso,
Con su vacada el uno al fresco rio,
Y el otro á su redil con su cabrío.

ODAS.

I.

En alabanza de Garcilaso.

Si al apacible viento,

Eterno huesped de este prado umbrío, Regalado instrumento,

Dulce tal vez, y secretario mio,

Hemos cantado á solas

Tú dulces ojos, yo sangrientas golas;
Ea, de aquel famoso,

De aquel ilustre mayoral cantemos,
Que con pie generoso

Pisó del Tajo márgenes y extremos,
Hasta que la Garona

Le vió blandir las armas de Belona.

[ocr errors]

Cuan cubierto de acero

El aquitano conoció sus brios

En el asalto fiero,

Y desatando manantiales rios

De galicanas venas,

Murallas inundó, coloró almenas!

Mas luego que al soriego

Del trance duro retiraba el brazo,

Venus le ardia en fuego,

[ocr errors]

Dócil al yugo, facil al regazo,
Y el cantaba su espuma

Tomando ora la espada, ora la pluma.
Asi como solia

Al ampararse de su voz postrera
El cisne que á porfia

Aguas paró del Istro en la ribera,

Que fueron á sus males

Rocas de yelo, ó yelos de cristales.
Bien lo dirá la fuente,

Dígalo amor tambien, que amor lo sabe,
Si cuando en su corriente

Cantando á veces tierno, á veces grave,
Maldijo su fatiga,

Y el casto engaño de su dulce amiga.
Mas ¡ay! detente un poco,

Detente, lira, pues que aqui Salicio
Desalentado y loco,

Cuerdo en perder entonces el juicio,

Tambien paró su canto,

Colgó su lira y empezó su llanto.

II.

Al Cefiro.

Dulce vecino de la verde selva, Huesped eterno del Abril florido, Vital aliento de la madre Venus, Cefiro blando;

Si de mis ansias el amor supiste,

Tú, que las quejas de mi voz llevaste,

Oye, no temas, y

á mi ninfa díle,

Díle que muero.

Filis un tiempo mi dolor sabia,
Filis un tiempo mi dolor lloraba,
Quísome un tiempo; mas agora temo,
Temo sus iras.

A si los dioses con amor paterno,
Asi los cielos con amor benigno
Nieguen al tiempo, que feliz volares,
Nieve á la tierra.

Jamas el peso de la nube parda, Cuando amanece en la élevada cumbre, Toque tus hombros, ni su mal granizo Hiera tus alas.

CANTILENAS Y ANACREÓNTICAS.

I. .:

Como ro

rosa que nace

En el jardin cercado

No sujeta el arado

Ni al ganado que pace,
Cuyo primer aumento
El sol, el agua, el viento
Crece, cria y alhaga,
Con cuya vista paga
Del dueño amado el celo,
A quien promete el cielo
De piedad cada dia

Cristal que la rocia;

Que mientras no es tocada

Crece su lozanía

Y es de todos amada;
Mas si en agena mano
Pierde el lustre lozano,
Y á desdecir comienza
La nativa vergüenza,
Al paso que es amada
Viene á ser desdeñada;
Asi la virgen bella
En tanto que es doncella
Es de todos querida

218

Con el alma y la vida:
Mas cuando se ve falta

De dignidad tan alta,
Si busca quien la quiera,
Es mas aborrecida
Que ponzoñosa fiera.

II.

Amada Filomena,

Que entre aquestos laureles,
Con doliente armonía
Significas la pena,

Que los brazos crueles
Del infame Tereo
Obraron aquel dia:
Pues la terca porfia
Que aviva tu deseo
En cantar mil pesares
Por desiertos lugares,
Al son de la corriente,
Que despeña esta fuente,

« PoprzedniaDalej »