Obrazy na stronie
PDF
ePub

SONETOS BURLESCOS.

Chen de un monte á un valle entre pizarras
Guarnecidas de frágiles helechos

A su margen carambanos deshechos,
Que cercan olmos y silvestres parras.
Nadan en su cristal ninfas bizarras
Compitiendo con él cándidos pechos,
Dulces naves de amor , en más estrechos
Que las que salen de españolas barras.
Tiene este monte por vasallo á un prado,
Que para tantas flores le importuna
Sangre á las venas de su pecho helado.
Y en este monte y líquida laguna,
Para decir verdad como hombre honrado,
Jamas me sucedió cosa ninguna. ...`
90cm ooit en c

II.

Si entré, si ví, si hablé, señóra mia,
Ni tuve pensamiento de mudarme,
Máteme un-necio á puro visitarme,
Y escuche malos versos todo un dia:

Cuando de hacerlos tenga fantasía
Dispuesto el genio para no faltarme,
Cerca de donde suelo retirarme

Un ministril se enseñe á chirimía..

Cerquen los ojos que os están mirando Legiones de poéticos mochuelos,

De aquellos que mormuran imitando.
¡O si os mudasen de rigor los cielos!
Porque no puede ser, (ó fué burlando)
Que quien no tiene amor, pidiese celos.

III.

Como si fuera cándida escultura En lustroso marfil del Bonarrota A Paris pide Venus en pelota La debida manzana á su hermosura: En perspectiva Palas su figura i Muestra, por mas honesta, mas remota, Juno sus altos méritos acota

En parte de la selva mas oscura.

Pero el pastor á Venus la manzana De oro la rinde mas galan, que honesto, Aunque saliera su esperanza vana.

Pues cuarta diosa en el discorde puesto No solo á tí te diera, hermosa Juana, Una manzana, pero todo un cesto.

IV.

¿Que estrella saturnal, tirana hermosa, Se opuso en vez de Venus á la luna, Que me respondes grave é importuna Siendo con todos fácil y amorosa?. Cerrásteme la puerta rigurosa Donde me viste sin piedad alguna, Hasta que á Febo en su dorada cuna Llamó la aurora en la primera rosa.

¿Que fuerza imaginó tu desatino, Aunque fueras de vidrio de Venecia Tan facil, delicado y cristalino? Óme, tienes por loco, ó eres necia; Que ni soberbio soy para Tarquino, Ni tú romana para ser Lucrecia.

Como suele correr desnudo atleta
En la arena marcial al palio opuesto
Con la imaginacion tocando el puesto,
Tal sigue a Dafne el fúlgido planeta:
Quitósele al coturno la soleta,
Y viéndose alcanzar, turbó el incesto
Vuelto en laurel suhermoso cuerpo honesto,
Corona al capitan, premio al poeta.

Si corres como Dafne, y mis fortunas
Corren tambien á su esperanza vana
En seguirte anhelantes é importunas:
¿Cuando serás: laurel, dulce tirana?
Que no te quiero yo para aceitunas,
Sino para mi frente, hermosa Juana.

V I.

Juana, mi amor me tiene en tal estado, ⠀ Que no os puedo mirar cuando no os veo: Ni escribo, ni manduco, ni paseo Entre tanto que duermo sin cuidado.

Por no tener dineros no he comprado (¡O amor cruel!) ni manta, ni manteo:

Tan vivo me derrienga mi deseo
En la concha de Venus amarrado.

De Garcilaso es este verso, Juana, Todos burtan, paciencia, yo os le ofrezco: Mas volviendo á mi amor, dulce tirana, Tanto en morir y en esperar merezco, Que siento mas el verme sin sotana, Que cuanto fiero mal por vos padezco.

[ocr errors][merged small]

Lazos de plata y de esmeralda rizos
Con la yerba y el agua forma un charco
Haciéndole moldura y verde marco
Lirios morados, blancos y pajizos;
Donde tambien los ánades castizos
Pardos y azules con la pompa en arco,
Y palas de los pies parecen barco,
En una selva, habitacion de erizos.

Hace en el agua el zefiro inquïeto
Esponja de cristal la blanca espuma, Y
Como que está diciendo algun secreto;
En esta selva, en este charcó en suma...
Pero
por Dios que se acabó el soneto:
Perdona, Fabio, que probé la pluma.

[merged small][merged small][ocr errors]

Soberbias torres, altos edificios,
Que ya cubristes siete excelsos montes,
Y agora en descubiertos horizontes
Apenas de haber sido dais indicios:

Griegos Liceos, célebres hospicios De Plutarcos, Platones, Genofontes, Teatro que lidió rinocerontes, Olimpias, lustros, baños, sacrificios; ¿Que fuerzas deshicieron peregrinas La mayor pompa de la gloria humana, Imperios, triunfos, armas y doctrinas? ¡O gran consuelo á mi esperanza vana, Que el tiempo que os volvió breves rüinas, No es mucho que acabase mi sotana!

IX.

Egloga.

Al pie del jaspe de un feroz peñasco
Pelado por la fuerza del estío,

Dosel de un verde campo, tan sombrío
Que contra Febo le sirvió de casco:

Damon con su rabel, y al lado el frasco, Para cantar mejor en desafio,

Y Tirsi, claro honor de nuestro rio,
Con un violin de cedro de Damasco:
Jüez Eliso, que de un verde pobo,
A falta de laurel, premios tejia,
Zéfiro haciendo de los ecos robo;

Mas cuando Tirsi comenzar queria, Ladró Melampo, y dijo Antandro: ¡al lobo! Y el canto se quedó para otro dia.

X.

Aura suave y mansa que respiras En el clavel de Juana, y las lucientes

« PoprzedniaDalej »