Sin esto, porque creo, De las paredes cuelga Olvidan y se alegran, Asi lloraba Fabio Del mar en las riberas La muerte de su ausencia; : Fedra: Que no son de estos siglos SONETO S. I. Ardese Troya, y sube el humo escuro Al enemigo cielo, y entretanto Alegre Juno mira el fuego y llanto; ¡Venganza de muger, castigo duro! El vulgo, aun en los templos, mal seguro, Huye cubierto de amarillo espanto: Corre cuajada sangre el turbio Janto Y viene á tierra el levantado muro. Crece el incendio propio al fuego extraño, Las empinadas máquinas cayendo, De que se ven, rüinas y pedazos: Y la dura ocasion de tanto daño,... Mientras vencido Páris muere ardiendo, Del griego vencedor duerme en los brazos. Tened piedad de mí que muero ausente, Hermosas ninfas de este blando rio; Que bien os lo merece el llanto mio Con que suelo aumentar vuestra corriente. Saca la coronada y blanca frente, Tormes famoso, á ver mi desvarío; Así jamas te mengüe el seco estío, Y esta montaña tú cristal aumente. ¿Mas que importa que el llanto me recibas, Si no vas a morir al Tajo, donde Mis penas pueda ver la causa dellas? III. Judit. 1 Cuelga sangriento de la cama al suelo Del pueblo de Israel, la casta Hebrea IV. Con nuevos lazos como el mismo Apolo Hallé en cabello á mi Lucinda un dia, Tan hermosa que al cielo parecia En la risa del alba abriendo el polo. Vino un aire sutil y desatólo Con blando golpe por la frente mia, Y dije á Amor, ¿que para qué tenia La red quise romper: ¡ que desvarío! Pues mas me enredo cuanto mas me guardo. A la pérdida del rey don Sebastian. ¡O nunca fueras, África desierta, En medio de los trópicos fundada, Ni por el fértil Nilo coronada Te viera el alba cuando el sol despierta! ¡Nunca tu arena inculta descubierta Se viera de cristiana planta honrada, Ni abriera en tí la portuguesa espada A tantos males tan sangrienta puerta! Perdióse en tí de la mayor nobleza De Lusitania una florida parte, Perdióse su corona y su riqueza: Pues tú, que no mirabas su estandarte, Sobre él los pies, levantas la cabeza Ceñida en torno del laurel de Marte. V I. Cuando pensé que mi tormento esquivo Hiciera fin, comienza mi tormento, |