Obrazy na stronie
PDF
ePub
[blocks in formation]

Sin esto, porque creo,
(Como me mira atenta)
Que pues que no me habla
No debe de ser ella.
Pintóla Francelise:

De las paredes cuelga
De mi cabaña pobre:
¡Mas que mayor riqueza!
Si alguna vez acaso
Levanto el rostro á verla,
Las lágrimas la miran,
Porque los ojos ciegan.
Mas no podrá quejarse
De que otra cosa vean,
Aunque mirase flores,
Sin parecerme feas.
Tan triste vida paso,
Que todo me atormenta:
La muerte porque huye,
La vida porque espera.
Cuando barqueros miro,
Cuyas esposas muertas,
Que tanto amaron vivas,

[ocr errors]

Olvidan y se alegran,
Huyo de hablar con ellos,
Por no pensar que puedan
Hacer en mí los tiempos
A su memoria ofensa.
Porque, si alguna cosa
Aun suya, me consuela,
Ya pienso que la agravio,
Y dejo de tenerla.

Asi lloraba Fabio

Del mar en las riberas
La vida de Amarilis,

La muerte de su ausencia;
Cuando atajaron juntas
Con desmayada fuerza
El corazon las ansias,
Las lágrimas la lengua.
Amor que le escuchaba,
Dijo La edad es esta
De Píramo y Leandro,
De Porcia, Julia y

:

Fedra:

Que no son de estos siglos
Amores tan de veras,
Que ni el morir los cura,
Ni el tiempo los remedia.

[ocr errors]

SONETO S.

I.

Ardese Troya, y sube el humo escuro Al enemigo cielo, y entretanto

Alegre Juno mira el fuego y llanto; ¡Venganza de muger, castigo duro!

El vulgo, aun en los templos, mal seguro, Huye cubierto de amarillo espanto: Corre cuajada sangre el turbio Janto Y viene á tierra el levantado muro. Crece el incendio propio al fuego extraño, Las empinadas máquinas cayendo, De que se ven, rüinas y pedazos:

Y la dura ocasion de tanto daño,... Mientras vencido Páris muere ardiendo, Del griego vencedor duerme en los brazos.

[merged small][ocr errors]

Tened piedad de mí que muero ausente, Hermosas ninfas de este blando rio;

Que bien os lo merece el llanto mio

Con

que suelo aumentar vuestra corriente. Saca la coronada y blanca frente, Tormes famoso, á ver mi desvarío; Así jamas te mengüe el seco estío, Y esta montaña tú cristal aumente. ¿Mas que importa que el llanto me recibas, Si no vas a morir al Tajo, donde

Mis penas pueda ver la causa dellas?
Tus ninfas en tus ondas fugitivas,
Y tu cabeza coronada esconde;
Que basta que me escuchen las estrellas.

III.

Judit.

1

Cuelga sangriento de la cama al suelo
El hombro diestro del feroz tirano,
Que, opuesto al muro de Betulia, en vano
Despidió contra sí rayos al cielo.
Revuelto con el ansia el rojo velo
Del pabellon á la siniestra mano,
Descubre el espectáculo inhumano
Del tronco horrible convertido en hielo.
Vertido Baco el fuerte arnes afea,
Los vasos y la mesa derribada,
Duermen las guardas que tan mal emplea;
Y sobre la muralla coronada

Del pueblo de Israel, la casta Hebrea
Con la cabeza resplandece armada.

IV.

Con nuevos lazos como el mismo Apolo Hallé en cabello á mi Lucinda un dia, Tan hermosa que al cielo parecia En la risa del alba abriendo el polo. Vino un aire sutil y desatólo Con blando golpe por la frente mia,

Y dije á Amor, ¿que para qué tenia
Mil cuerdas juntas para un arco solo?
Pero él responde: fugitivo mio,
Que burlaste mis lazos, hoy aguardo
De nuevo echar prision á tu albedrio.
Yo triste, que por ella muero y ardo,

La red quise romper: ¡ que

desvarío!

Pues mas me enredo cuanto mas me guardo.

A la pérdida del rey don Sebastian. ¡O nunca fueras, África desierta, En medio de los trópicos fundada, Ni por el fértil Nilo coronada Te viera el alba cuando el sol despierta!

¡Nunca tu arena inculta descubierta Se viera de cristiana planta honrada, Ni abriera en tí la portuguesa espada A tantos males tan sangrienta puerta! Perdióse en tí de la mayor nobleza De Lusitania una florida parte, Perdióse su corona y su riqueza:

Pues tú, que no mirabas su estandarte, Sobre él los pies, levantas la cabeza Ceñida en torno del laurel de Marte.

V I.

Cuando pensé que mi tormento esquivo Hiciera fin, comienza mi tormento,

« PoprzedniaDalej »