Ni en voz humilde ni altiva Asi su lengua desata:
El hilo de nuestras vidas En mano está de las Parcas: Ellas le rompen y tuercen, Que fuerza de amor no basta. Si hubiera querido el cielo, Que para mas mal me guarda, Puerta han dado mis empresas A mas de un morir de fama. Mas de una vez el Maestre Midió conmigo su lanza: Mas de un golpe de los suyos Guarda por blason mi adarga. En la traicion de Muley Y en la libertad de Zaida Si no derramé la vida, Fue culpa de mi desgracia, Aunque fue (si bien se mide) Cosa por razon guiada,
Que no es justo pueda el hierro, Lo que no puede la rabia. Ví triunfar á mi enemigo
De quien me venció sin armas, Yo el cuello puesto en cadena, Él su frente coronada.
Ví adornados sus trofeos De mil laureles y palmas, Y el ave de Ticio fiera 31 Cebarse de mis entrañas. Entonces, entonces, muerte, A buena sazon llegáras:
Tuviera el sepulcro el cuerpo Do tuvo su cielo el alma. Muriera donde á lo menos Supiera el mundo la causa, Donde mis placeres, donde Murieron mis esperanzas.
Aquel valeroso moro, Rayo de la quinta esfera, Aquel nuevo Apolo en paces, Y nuevo Marte en la guerra; Aquel que dejó memoria De mil hazañas diversas, Antes de apuntarle el bozo Por punta de lanza hechas; Aquel que es tal en el mundo Por su esfuerzo y por su fuerza, Que sus mesmos enemigos Le bendicen y le tiemblan; Aquel por quien á la fama Le importa que se prevenga Para contar sus bazañas De mas alas y mas lenguas; Zulema al fin, el valiente Hijo del fuerte Zulema, Que dejó en la gran Toledo Fama y memoria perpetua; No armado, sino galan, Aunque armado mas lo era, Fue á ver en Avila un dia Las fiestas como de fiesta.
En viéndole, la gran plaza
Toda se alegra y se altera, Que en ver en fiestas al moro Les parece cosa nueva. En los andamios reales Los adalifes le ruegan
Que se asiente, aunque se temen Que a todos los escurezca. Bendiciéndole mil veces
Su venida y su presencia,
Le dan las damas asiento
Dentro en sus entrañas mesmas.
Pero al fin Zulema en medio
De los alcaides se sienta,
Que lo fueron por entonces De la mayor fortaleza.
Cuando mas breve que el viento, Y mas veloz que cometa Del celebrado Jarama
Un toro en la plaza sueltan, De aspecto bravo y feroz, Vista enojosa y soberbia, Ancha nariz, corto cuello, Cuerno ofensivo y piel negra. Desocúpale la plaza
Toda la mas gente de ella: Solo algunos de á caballo, Aunque le temen, le esperan. Piensan hacer suerte en él, Mas fuéles la suya adversa, Pues siempre que el toro enviste Los maltrata y atropella.
No osan mirar á las damas De pura vergüenza de ellas, Aunque ellas tienen los ojos En otra fiera mas fiera. A Zulema miran todas, Y una disfrazada entre ellas, Que hace á todas la ventaja Que el sol claro á las estrellas, Le hizo señas con el alma, De quien son los ojos lengua, Que esquite aquellos azares Con alguna suerte buena. La bendice el moro, suya
Pues gusta de que se ofrezca Algo que á la bella mora De sus deseos dé muestra. Salta del andamio luego, Mas no salta, sino vuela; Que Amor le prestó sus alas Como es suya aquesta empresa. Cuando vé que á un hombre el toro Con pies y manos le huella. Y siendo sujeto al hombre Agora al hombre sujeta. A pie se parte á librarle, Y aunque todos le vocean, No lo deja, porque sabe Que está su victoria cierta. Llega al toro cara á cara, Y con la indomable diestra Esgrime el agudo alfange Haciéndole mil ofensas.
Retírase el toro atras,
Líbrase el que estaba en tierra, Grita el pueblo, brama el toro, Vuelve á aguardarle Zulema. Otra vez vuelve á embestille, Y mejor que la primera Le acierta y riega la plaza Con la sangre de sus venas. Brama, bufa, escarba, huele, Anda al rededor, patea, Vuelve á mirar quien le ofende, Y de temelle da muestra. Tercera vez le acomete, Echando por boca y lengua Blanca y colorada espuma De corage y sangre hecha. Pero ya cansado el moro De verle durar, le acierta Un golpe por do á la muerte Le abrió una anchurosa puerta. Levanta la voz el vulgo,
Cae el toro muerto en tierra, Envídianle los mas fuertes, Bendícenle las mas bellas. Con abrazos le reciben Los Azarques y Vanegas, Las damas le envian el alma
A darle la enhorabuena. La fama toca su trompa, Y rompiendo el aire vuela, Apolo toma la pluma,
Yo acabo, y su gloria empieza.
« PoprzedniaDalej » |