Luego para el rescate La misma Citerea Previene muchos dones, Y da grandes riquezas. Pero cuando lo libre, Tenga por cosa cierta, Que amor tarde se arranca Si á ser esclavo empieza.
Si eres hombre que vales, Cuantas la selva verde Contiene breves hojas, Á contar doctamente; Ó cuantas, sin errarte, Arenas el mar tiene, A tí solo encomiendo, Que mis amores cuentes. Y cuanto á lo primero, De Atenas cuenta veinte, A quien añade quince Por número siguiente. Luego los de Corinto, Caterva nada esteril, Que es Corinto en Acaya De asaz bellas mugeres. Los de Lesbos tras estos Con los Jonios refiere, Y los de Caria y Rodas, Que son mas de cien veintes. Pues di tantò has amado?¡Oh! si advertirmie quieres,
Aun no cuento los Siros, Ni los de Egipto alegres; Ni menos los de Candia, Cuya viciosa gente Está debajo el yugo Del Amor que enloquece. ¿Pero qué? no es posible, Sin cansarte, que acierte A nombrar los de Cádiz, Que yace en el poniente, Ó los de Bactria y India Tierra en aromas fertil; Todos, todos calores, Que mis pechos encienden.
Agora que suave Nace la primavera
¿No ves como las Gracias De rosas mil se llenan?
¿No ves como las ondas Del ancho mar quïetas, Aflojan los furores, Y amigas se serenan? ¿No ves como ya nada El ánade, y empieza La grulla á visitarnos, Y el sol á barrer nieblas? Los trabajos del hombre Ya lucen y ya medran, La vega pare gramas, La oliva flores echa;
Las cepas se coronan
De pámpanos que engendran, Y de bullentes hojas
Los campos y alamedas.
Amor entre las rosas, No recelando el pico, De una que allí volaba Abeja, salió herido; Y luego dando al viento Mil dolorosos gritos, En busca de su madre Se fué cual torbellino, Hallóla, y en su gremio Arrojado, esto dijo: Madre, yo vengo muerto, Sin duda, madre, espiro, Que de una sierpecilla Con alas vengo herido, A quien todos abeja Llaman, y es basilisco. Pero Venus entonces Le respondió á su niño: Si un animal tan corto Da dolor tan prolijo, Los que tú cada dia Penetras con tus tiros, ¿Cuanto mas dolorosos Que tú estarán, Cupido?
ROMANCE.
A mejorar la vendimia
Salieron Filis la bella, Y Amor y Baco, deidades Uno en uvas, y otro en flechas. Las Gracias tres desceñidas Van con las Ninfas compuestas, Y entre las aras del gusto La lascivia y la belleza. ¡Ay Dios, cuan dulce camina Entre la pompa soberbia La tigre! Mal haya, Celio, ¡ Quien mas paráre en la aldea! Toma el sombrero de rua, Dame la parda montera, Que Amor, con ser cortesano, Ya canta toscas endechas. ¡Ay, si me permite el cielo Llegar á donde me veas, Con cuanto gusto al trabajo Daré, muchacha, mis fuerzas! Por tres labradores diestros, El alma se fia en ellas, Trabajaré sin cansarme, Como yo presente os tenga. ¡O cuantas cepas viudas Serán por mis manos hechas, Cuando caigan sus racimos Desde el cuchillo á la cesta! Usar acciones villanas,
No lo tendré por afrenta, Que el sol las usó en Anfriso, Entre las vacas y ovejas. ¡Qué poco le aprovecharon Sus astutas diligencias, Ni el dulce son de su lira, Ni el oro de sus madejas! Contra la pasion del alma Nada valieron sus yerbas, Que al arte de medicina Venció de Amor la saeta. Del gran mayoral Admeto Trató las anchas dehesas, Llevando el zurron al lado Con la lira y la merienda. Tejiendo mimbres estaba Mientras las vacas le dejan, Y de la leche exprimida Natas cuaja y queso encella. ¡O cuantas veces la hermana Le vió, bañada en vergüenza, Con el becerro en los brazos. Subir las ásperas cuestas! ¡Y cuantas veces los toros, Cuando él cantaba en las peñas, Interrumpieron sus voces Con bramidos de fiereza! Y ni por eso olvidaba La dulce imagen de aquella Que por ser laurel sin alma, Le dió la suya á sus huellas, Desmayado en su memoria,
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