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patria; que en este naufragio en que han perecido todas sus grandezas, honra, fidelidad, valor, artes, literatura, y, con muy raras escepciones, aristocracia, ejército, magistratura, escuelas, colegios y Universidades, solo se haya salvado lo que fue siempre fuerte baluarte inespugnable é indestructible de las verdaderas y mas sólidas glorias de España: el Episcopado. ¿Cuál es el secreto de este prodigio? ¿Cuáles los medios poderosos para obtener tan señalados triunfos? Los dos únicos que pueden regenerar nuestra patria y regenerar al mundo: virtud y ciencia.

Felicitacion de la Asociacion de Católicos al Episcopado español.

La Junta Superior de la Asociacion de Católicos en España ha acordado en junta del dia de ayer dirigir una respetuosa felicitacion á los esclarecidos Prelados españoles que han concurrido al Concilio del Vaticano, por la piedad y dignidad ejemplares, por el santo celo, por la unanimidad é integridad de las creencias católicas en que tanto se han distinguido, siendo verdaderos intérpretes del catolicismo español, de las tradiciones gloriosas de la escuela española, y de sus deseos por que se definiera la infalibilidad, que ha sido siempre en España doctrina corriente en sus escuelas, y creencia unánime en el pueblo.

Por estos hechos, que son conocidos de todos y han. sido justamente apreciados por los varones mas insignes de España y del estranjero, la Junta Superior, considerándose en esta parte eco fiel de los católicos españoles, rinde hoy al Episcopado español el testimonio de su admiracion y el homenage de su gratitud.

A V. E., como el Prelado de mayor edad y anti

güedad de los que han concurrido al Concilio, nos dirigimos humildemente, suplicándole se digne participar esta felicitacion y homenage á los demas Prelados españoles, como y cuando sca de su agrado.

Dios, etc. Madrid 1.o de agosto de 1870.-Emmo. señor Cardenal Arzobispo de Sevilla.-Besan humildemente la sagrada púrpura de V. Emma.-El marques de Mirabel, vicepresidente primero.-Leon Carbonero y Sol, vicepresidente segundo.-Vicente de la Fuente.-Ramon Vinader. -Juan Tro y Ortolano.-Antonio Lizarraga.

El Obispo de Cuenca en el Concilio del Vaticano.

I.

Desde muy al principio llegaron hasta nosotros noticias en estremo satisfactorias sobre los importantísimos trabajos de nuestro dignísimo Prelado en el Concilio ecuménico. Sin embargo, por razones que á nadie se ocultan, callamos, y seguíamos en nuestro silencio, cuando con indescriptible júbilo leimos el siguiente párrafo de una carta de Roma, que publica en su núm. 58 la interesante y acreditada Revista de Madrid Altar y Trono:

<Hoy es objeto, dice, de las conversaciones y de alabanzas el Sr. Obispo de Cuenca, por el discurso que ha pronunciado en la Congregacion de hoy sábado (1); discurso que dicen ha sido uno de los mas notables de cuantos hasta ahora se han pronunciado, que ha complacido á todos los Padres, y por el cual muchos Prelados de

(1) El brillantísimo discurso de que habla el comunicante, fue pronunciado por S. E. I. en la Congregacion del dia 1.° del mes de julio de 1870.

diferentes naciones le han felicitado; hasta he oido decir que el Padre Santo ha llamado al Prelado.>

Hasta aquí el párrafo de la carta de Roma que publica la Revista Altar y Trono. Ahora diremos de nuestra cuenta (y perdónenos S. E. I., á quien de seguro mortificamos y desagradamos) que, en efecto, nuestro dignísimo Sr. Obispo habló en la Congregacion del dia 1. del corriente mes; que habló por espacio de hora y media, de concepto y sin notas, cautivando desde luego la atencion de sus oyentes, é interesando tanto á todos los que le escuchaban, que ni uno solo de los Prelados abandonó la Sala conciliar durante su elocuentísimo discurso. Terminado este, y al bajar de la tribuna, hubo momentos de indecible entusiasmo, recibiendo S. E. I. repetidos plácemes y enhorabuenas de todos los Padres; ósculos y abrazos de muchos, y regalos muy significativos de Obispos de distintas naciones, entre los que debemos mencionar á los Obispos americanos. <Ha agotado la materia, decian unos: «Ha hecho trizas el galicanismo, repetian otros : « Magnífica oracion! ¡Resúmen inmejorable, sublime, » esclamaban muchos: <<<Héroe del Concilio, » le llamaban algunos; y el escelentísimo é Illmo. Sr. Obispo de Cuenca fue objeto en Roma de todas las conversaciones y de las alabanzas de todos. Que estas eran justas y muy merecidas, lo prueba el hecho de haber renunciado la palabra mas de sesenta Padres al siguiente dia de oir su notabilísimo dis curso. ¡Gran triunfo, que mereció tambien los plácemes de Su Santidad! El mismo Pio IX envió á nuestro Excmo. Prelado su apostólica bendicion, la enhorabuena y las gracias por la brillantísima defensa que en su discurso hiciera de la infalibilidad pontificia. Tampoco dejaron de felicitar á S. E. los Emmos. Sres. Cardena

les; y muchas personas distinguidas, y entre ellas algun jefe del ejército pontificio, le han visitado, sín mas objeto que el de ofrecerse á sus órdenes, felicitarle y conocerle. Omitimos otros detalles por no mortificar tanto á nuestro dignísimo Prelado, sin cuyo consentimiento publicamos estas líneas. Sabemos que lo reprobará; pero su triunfo era ya del dominio público cuando nosotros nos hemos ocupado de él, repitiendo lo que por otros se ha dicho. Ademas, debemos honrarle, pues haciéndolo nos honramos. Por otrosí, su triunfo y su gloria nos pertenecen: somos hijos suyos, y, siéndolo, nuestros son sus glorias y sus triunfos. ¿Quién sino los hijos heredan los trofeos y la honra de las luchas victoriosas de sus padres? ¡Bastante hemos callado! Nada, absolutamente nada habíamos querido decir sobre las importantísimas comisiones que ha desempeñado y sigue desempeñando en Roma S. E. I. Nada sobre su notable y muy celebrado discurso De Parvo Catechismo. Nada sobre las respetuosas consideraciones con que es tratado en la Ciudad Eterna; pero hoy, cuando las públicas alabanzas de los estraños llegan hasta nosotros, callar no es posible; no debemos, no podemos guardar silencio. No creemos justo privar al virtuoso clero y piadosos fieles diocesanos de la satisfaccion y gozo que esperimentarán indudablemente al leer estas mal escritas líneas. Perdónenos S. E. I., y reciba con su natural benevoloncia nuestra sincera y respetuosísima felicitacion. Su triunfo es superior á nuestro elogio. Su mérito escede nuestras alabanzas. Con razon podemos, por lo mismo, acomodarle aquellas palabras del sagrado testo: Major est sapientia et opera tua, quam rumor quem audivi. (III Reg., x, vers. 7.)

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II.

De dia en dia son mas gratas, y nos entusiasman mas y mas las noticias que desde Roma se trasmiten á diferentes puntos de España, y de fuera de España, respecto al triunfo de nuestro Excmo. é Illmo. Prelado. Nos hacemos eco de ellas, porque, si honran mucho á S. E. I., honran sobremanera tambien al sabio Episcopado español, y á la religiosísima ciudad y diócesis de Cuenca. Vamos, por lo mismo, á continuar la tarea que con mucho gusto comenzamos en el número anterior. Ante todo pedimos perdon nuevamente á S. E. I., cuya humildad de nuevo mortificamos.

Visitando nuestro dignísimo Sr. Obispo á S. Emma.el Cardenal Penitenciario, este le abrazó, y elogiándole estraordinariamente, le dijo «que no habia podido asistir á la Congregacion del Concilio el dia que habló S. E. L; pero que el mismo Santo Padre le habia dicho tantas cosas de él y de su magnífico discurso...» ¿No es esto, preguntamos nosotros, para bendecir á Dios? ¿No es...? Pero sigamos.

Convidado S. E. I. á comer con el Emmo. Sr. Cardenal Cullen, de Dublin, concurrieron ademas todos los Obispos de Irlanda, varios norte-americanos, un Obispo francés, y algun otro Prelado. Concluida la comida, que se verificó en el colegio Irlandés, hubo brindis, com era regular. Levantose para hablar nuestro Excmo. Prelado, y antes de hacerlo hubo ya generales aplausos. Es que iban á oir de nuevo al héroe del Concilio. Brindó S. E. I., y luego leyó un himno latino que habia compuesto el dia antes. Tanto agradó y de tal manera entusiasmó á los concurrentes, que, despues de interrum

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