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de quinientos ducados anuales, más de cuatro veces de lo que necesitaba Guzmán para vivir como un duque. Eran

concedemos que damos e otorgamos todo nuestro poder cumplido tan bastante como de derecho se rrequiere y es necesario al illustre señor Don Grabiel de Cordoua y a Juan de Contreras estantes en la ciudad de Salamanca y a Juan Axenjo harriero del camino de Salamanca y a qualquier dellos in solidum y la persona qualquier dellos lo instituyere especialmente para que por nos y en nuestro nombre puedan parezer e parezcan ante el muy ilustre S. Mastrescuela de las escuelas de la dicha Unibersidad de Salamanca y ante otros qualesquier juezes y responder a la demanda que nos tiene puesta los herederos del licenciado Aguilera difunto pidiéndonos çient ducados que diçen aber dado el dicho licenciado Aguilera de alimentos a mi el dicho Don Luis de Gongora en la dicha Unibersidad y sobre lo demás que en la dicha demanda se contuviere a la cual dicha demanda en nuestro nombre pueda negar y la jurar y poner por rreconbençion a los dichos herederos dos mil ducados e mas que entraron en poder del dicho licenciado Aguilera para los alimentos de mi el dicho Don Luis de lo qual no a dado quenta la qual quenta les pueden pedir y cobrar el alcanze que les hiçiere y assi mismo responder a otras qualesquier demandas que nos son e fueren puestas por qualesquier personas negando e conociendo y presentar qualesquier testigos y escrituras tachar y contradeçir las que de contrario se presentaren e hazer en nuestra anyma qualesquier juramentos y los deferir en las otras partes... e oyr qualesquier sentencia o sentencias interlocutorias 0 difinitibas y las en nuestro fabor consentir y dellas pedir execucion y de las en contrario apelar... fecha e otorgada esta carta en la dicha Cibdad de Cordoba siete dias del mes de Março año de mill e quinientos e ochenta y dos años e firmaronlo de sus nombres los señores otorgantes que yo el escribano doy fee que conozco en este registro, siendo testigos el señor Don Francisco de Gongora Raçionero de la Santa Iglesia de Cordoba e Juan Daça e Pedro de Anguiano escrivanos vecinos de Cordoua.-Don Luis de Gongora-El Licenciado don Francisco de Argote.-Miguel Jheronimo escribano público." Regis. 24, fol. 334 a 336 v. Citado y extractado en una pequeña parte por R. Marín, Pedro Espinosa, pág. 163, y por Ramírez de Arellano, Catálogo..., pág. 221.

Según los estatutos de la Universidad, "el Bachiller no podra esperar mas de ocho meses por el salario y si lo hiciere lo perdera". Este poder para responder a la demanda es de 7 de marzo de 1582; aunque la demanda de los herederos del Licenciado Aguilera hubiere sido puesta en enero, resulta que Góngora debió estar en Salamanca y en casa de Aguilera por lo menos en el mes de mayo de 1581 y, por tanto, si la ley se cumplía, que debió matricularse también el año de 1580 a 81. Yo no encontré su nombre; pero no puedo responder de que no se halle.

demasiados ducados para que un joven de quince a diez y nueve años estudiase Cánones en aquel avispero de gente maleante. No hemos encontrado este pleito, por más que diligentemente lo buscamos en el Archivo de la Universidad de Salamanca, y nos quedamos sin saber quién tenía razón o a quién se la dió el maestrescuela. Con el pleito perdemos también la ocasión de enterarnos de muchas cosas que los testigos y la parte acusadora dirían, por las cuales se descubriría quizá, en qué se gastaban tantos ducados. ¿Pero en qué había de gastarlos un joven?

No es preciso presentar aquí al lector una serie de testimonios históricos y literarios para convencerle de que en el siglo xvi, antes y después, el juego ha sido una pasión del pueblo español y suponemos que de todos los pueblos, ni sabemos por palabras de documentos notariales que don. Luis jugase todos o parte de los 2.000 y pico ducados, en Salamanca; pero es indudable que, como muchos de sus contemporáneos, jugaba y parece natural que comenzase a jugar en la vida libre y regalada de Salamanca. Llenaría muchas páginas si recogiera todas las alusiones que en las poesías de don Luis hay, relativas al juego. Algunas hacen especial mención de lances sucedidos en él. Recuérdese aquel romance (1596) A don Pedro de Venegas, a cuia casa ina a jugar algunos días.

Temo tanto los serenos,
serenísimo compadre
que a mis picados desseos
les doi la casa por cárcel.

Escapé de las quemadas
con un romadizo grave...

anotado por Chacón (en el manuscrito de las poesías de don Luis por él recopiladas) con estas palabras: "Las Quemadas es un cortijo de don Luis de Godoy a dos leguas de Cordoua, donde auian ido a jugar algunas veces." Y aquella décima "A Marcos de Torres, que tenía un lavadero de lana donde solía ir a jugar" (1). En Madrid, trasladado ya don Luis a la corte, era su casa, cuando los amigos tenían con qué, casa de

(1) Ed. Foulché-Delbosc, tomo I, págs. 190 y 295.

conversación. En carta escrita a su amigo don Francisco del. Corral, en 22 de octubre de 1619, habla don Luis de que en su casa se reúnen los caballeros que preparan el recibimiento del Rey a su vuelta de Portugal. "Todo se registra en mi casa, que han hecho locutorio estos señores; porque la necesidad no la deja ser garito; porque todo el mundo es Córdoba, no hay un cuarto en el más grande (1)". No siempre eran tiempos nublados; porque algo muy semejante a un garito sería la casa de don Luis en Madrid, en 1621, cuando escribió aquel soneto cuyo título reza: "Tardándose el Conde de Villaflor en volver a don Luis unos dineros que le había prestado en el juego." La indiscreta solicitud de Chacón puso esta nota: "Faltó el Conde de casa de don Luis algunos días i fuése en casa del Marqués de Cherela, donde también se jugaba; i aunque solía hacer esto algunas veces, quiso don Luis, por burlarse de él, atribuir ésta a su empréstito (2)."

Parece que el fuerte de don Luis era el Juego del hombre, aunque no dejaría de ser muy perito en quinolas, trocadas, prima, etc., etc. Decía a su amigo don Francisco de Corral en otra carta (4 de junio de 1619), quejándose de la tacañería de su administrador: "Válgome de nuestro San Pablo si angustiantur vasa carnis, dilatentur spatia charitatis; digo esto para que me tenga V. M. por más teólogo que jugador de hombre, aunque después que su magestad nos dexó, el ocio come y se deja rascar a ratos, que sería morir otra cosa (3)." Sospechaba, sin duda con algún fundamento, el administrador apoderado de don Luis, algo de estas filtraciones del juego; pero don Luis jura y perjura que no malgastaba en él la pensión de sus alimentos (4).

Cuando los alcaldes Vaca y Madera encarcelaron a Ra

(1) Vid. Apéndices. Cartas inéditas.

(2) Ed. Foulché-Delbosc, tomo II, pág. 351.

(3) Vid. Apéndices. Cartas inéditas.

(4) "... atento a que io estoi sin una blanca el día de oi, i debo muchos maravedis, no por el S. Sacramento, jugados ni mal expendidos..." (Carta de Góngora al licenciado Heredia de 4 de enero de 1622.) Ed. Foulché-Delbosc, tomo III, pág. 207.

mírez del Prado escribió don Luis dos sonetos. En uno de ellos, en metáfora del juego de la primera, describe don Luis los sucesos de su vida...:

Sentéme a las riberas de un bufete
a jugar con el tiempo a la primera (1).

Si todavía quedase al lector alguna duda de que la pasión del juego dominó a Góngora, Quevedo, en unas composiciones cruelmente satíricas que escribió contra el poeta cordobés, y que ahora por vez primera se publican, bien claramente lo proclama:

Tantos años y tantos todo el día
menos hombre, más Dios, Góngora hermano,
no Altar, Garito sí, poco cristiano,
mucho tahur, no clérigo, sí harpía,
alzar no a Dios; estraña clerecía,
missal apenas, naipe cotidiano,
sacar lengua y varato viejo y vano
son sus misas, no templo y sacristía.

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(1) Ed. Foulché-Delbosc, tomo III, pág. 12. Lope escribió también un romance titulado El juego del hombre, en que con metáforas y suertes de este juego se pintan escenas bíblicas.

(2) Vid. Apéndice III. Las poesías que comprende este Apéndice están copiadas de un manuscrito de la Biblioteca Menéndez y Pelayo, que tiene esta

El hunior satírico, siempre incontinente, de Quevedo ha dibujado la caricatura; pero tiene un fondo de verdad indudable. Este vicio contribuyó sin duda a trastornar la hacienda de Góngora y murió pobre quien poseía considerables rentas. Los ahogos y la penuria en que pasó sus últimos años, tan poco fecundos para el arte; el desamparo en que le dejó su familia, la acritud de muchas de sus sátiras, su melancolía y la desoladora tristeza de su testamento, se incubaron tal vez en esta desmedida afición a los naipes... Difícil era sustraerse al ambiente. Amigos suyos y poetas, eran Rufo y Ulloa, víctimas los dos del azar de las cartas (1). Se jugaba en todas partes; tanto como en cualquier sitio en Córdoba, y en casa de don Diego de Argote, tío de don Luis, perdía Juan Rufo muy buenos ducados (2).

Si la mayor parte de los ducados que enviaban tío y padre a Salamanca suponemos que los malgastó don Luis en el aprendizaje de tan funesto entretenimiento, no sería extraño que algunos consumiera otra pasión, que con el juego suele repartirse el tiempo de los estudiantes y el dinero de los padres. Si no han de escamotearse en esta biografía los amores y amoríos de don Luis - y no hay para qué, parece que deben tratarse en esta época de su vida. Pellicer se muestra sumamente reservado en esta cuestión si algo sabía, o poco diligente si lo ignoraba todo. "Los (versos) que escri

portada: "Fragmentos | No impresos hasta oy. | De D. Francisco De Quevedo Villegas. Cauallero en el | Orden de Santiago y Señor de la Torre de Juan Abad. Recogidos | Por un aficionado | Para los discretos. | Es de la Librería | Del Dr. D. Ambrosio de la Cuesta y Saavedra |."-Ocupan estas poesías que se copian en el Apéndice los folios (de la numeración reciente) 166-182 r., ambos inclusive.

(1) Las Apotegmas de Rufo están llenas de lances del juego. En cuanto a Ulloa, así se desprende del precioso manuscrito que se guarda en la Biblioteca Menéndez y Pelayo, en el cual artificiosamente y con nombres supuestos escribe el poeta una autobiografía y explica además, y esto es de suma importancia, la ocasión y motivo de muchos de sus versos. Este manuscrito lo imprime ahora la Sociedad de Bibliófilos Españoles. Sabido es que a Ulloa dedicó Góngora un soneto: Generoso esplendor, sino luciente.

(2) Vid. Ramírez de Arellano: Juan Rufo..., pág. 140.

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