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las debilidades del amor, no es ennoblecer la afeminacion , y hacerla compañera del heroismo? ¿Què hombre sèrio se avergonzarà de los extremos amorosos que vè en un Tito, y en el buen Padre Eneas? ¿O què militar tendrà rubor de suspirar al lado de su Dama, juntamente con los Aquiles, con los Cesares, y con los Alexandros? Mas todo esto, se podrà replicar, se representa en el teatro como una debilidad. Te lo concedo (dice Bosuet); pero se representa como una debilidad graciosa, como una debilidad noble, como una debilidad de los beroes, y de las beroinas; en una palabra, como una debilidad tan artificiosamente mudada en virtud, que atrabe la admiracion y los aplausos de todos los circunstantes. (a)

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-Con que si el teatro no sirve á la instruccion pública, serà preciso cerrarle. No por cierto es necesario algun alivio à la fragil naturaleza humana por medio de un honesto recreo; bastaria hacer deleitable el teatro sin riesgo de la virtud; con lo qual ya que no fuese instructivo, pudiera llamarse util à la sociedad civil. El mismo entretenimiento, siempre que baya acompañado de la bonestidad (en sentir de Zanoti) es un bien.... y por consiguiente todo aquello que procura al animo un licito recreo, debe contarse por esto solo entre las cosas utiles, y que aprovechan generalmente à los bombres; pues divirtiendoles de los negocios mas graves, y entreteniendoles por algun tiempo en un ocio

(a) Lugar citado numero 4.

ocio dulce y suave, los hace despues más prontos y dili gentes para las fatigas, y para el exercicio de mayores vir tudes. (a)

Este es el unico bien que puede prétenderse prudentemente del teatro, el qual bastaria para darle lugar entre dos establecimientos públicos utiles à lá sociedad, todas las veces que esta no sacase mayor daño de aquel ve meno, que por lo comun va cubierto bajo el titulo de alivio necesario y de honesto pasatiempo. !

Creo firmemente que la intencion mas sana que se conoce en el teatro, es la de aquellos que lo frequentan con solo el fin de pasatiempo ò de alivio de los negocios y fatigas públicas o privadas. Hablando el Ab. Betineli del teatro Francès dice: las tragedias Francesas parecen destinadas tan solo à ocupar dulcemente aquél corto numero de personas que se hallan oprimidas del fastidio de una ociosidad absoluta. Examinando la materia en Paris, cada uno reconoce, que esta precision lleva al teatro los concurrentes, donde no buscan mas que un entretenimiento. (b) Quisiera şaber si estàn destinadas à otro fin las tragedias, las COmedias, y las Operas Italianas y si en Italia y en los demàs Reynos es conducido al teatro el auditorio porotro fin mas honesto, que el de un entretenimiento. Por esta regla deberia conceptuarse mas conforme y más util al deseado finaquel teatro, que fuese mas oportuno para produ

(a) Lugar citado pag. 26.

(b) Lugar citado.

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ducir este entretenimiento à las respectivas naciones sin corromper las costumbres. Por la misma regla, y no por la Poetica de Aristoteles, se debia medir el merito de los teatros, y en verdad que no le estaria del todo mal al teatro Español..

Pero baste de estilo devoto y apostolico, y de mezclar el zelo por la defensa del teatro Español con el de la religion y de la virtud cristiana, inflamandome sin medida. (a) Mas si hubiere alguno à quien este zelo le pareciese impropio al asunto de la propuesta apología, le suplico reflexione lo que à este proposito tengo respondido al Ab. Betineli; esto es, que los sugetos à quienes anima un zelo verdadero por la religion deberian insertar, aùn en los libros de literatura, unas maximas sòlidas opuestas à las emponzoñadas que esparcen en sus libros más fuera de sazon, no pocos de los escritores modernos que logran aplauso. Fuera de que no puede ser importuno el manifestar: la injusticia de muchos censores del teatro Español, quienes al paso que declaman: contra nuestros poetas transgresores de las reglas Aristotelicas, se muestran indulgentes con los que quebrantan las leyes humanas y divinas, y faltan al primero y principal precepto» del teatro, que debe ser consagrado à la. virtud y à la ho nestidad..

(a) Betin. cart. cit.

CON

TE

CONCLUSION.

Emo haberme extendido demasiado en la apologia del teatro Español, y que de esto tomarà ocasion el Ab. Betineli para repetir sus graciosas chanzas sobre el titulo de Ensayo puesto en la frente de mi obra. ¿Pero qué podia yo hacer? ¿Habia de disimular tantas preocupaciones vulgares contra el merito de nuestros poetas, y abandonar su defensa por ponerme en salvo de semejantes criticas? Bien sabia el Sr. Ab., que quando comencè la apologia de la literatura Española, muy ageno del menor artificio, protestè dar un Ensayo reducido à pocos puntos, sobre los quales habia descubierto algunas preocupaciones suyas, y de otros Italianos modernos : pero el diligente examen hecho de sus obras, de la historia literaria de Italia, de la escrita por Quadrio, y por otros autores me abrieron un campo tan dilatado en que manifestar mi justo zelo en defensa del honor de la patria, que por mas que haya excedido los limites que me prefixè al principio, con todo no he pasado de los de un Ensayo. El hecho es que Betineli y sus sequaces son tan forasteros en la historia literaria de España, que lo poco que he escrito, les parece una historia completa, y harto exagerada.

Pero habiendome propuesto combatir las preocupacio→ nes contra el merito literario de España, me ha parecido precisa mayor detencion en aquellos puntos, en que tropiezan mas las opiniones mal fundadas de los extran

geros; y siendo el teatro Español uno de los objetos que mas generalmente combaten toda clase de personas, he creido debido hacer una apología mas extensa y completa. En ella pueden echar de ver los extrangeros quàn mal fundadas son sus opiniones perjudiciales en orden à nuestro teatro, que ellos tienen por un conjunto informe de mil extravagancias; y que si bien entre muchos millares de obras teatrales Españolas se encuentran algunas llenas de defectos clásicos, hay sin embargo infinitas que abundan de perfecciones originales, dignas de competir con las mejores de otras naciones. Tampoco disculparàn à los forasteros que han asentado que los Españoles no han conocido la tragedia, siendo asi que ni los Italianos la conocieron antes que ellos; y quando los Franceses y las demàs naciones corrian tras los espectaculos mas ridiculos, los Españoles à porfia con los Italianos imi→ taban los Sofocles, y los Euripides.

En suma; menos disculpa hallaràn para el Ab. Quadrio y Betineli que deciden con mucha satisfaccion, que los Españoles no han conocido la verdadera comedia, sin haberse tomado el trabajo de examinar los innumerables libros de comedias Españolas que han enriquecido los tea tros extrangeros, y sin comparar los exagerados defectos con las excelencias que se callan de muchas comedias bien arregladas. Los criticos imparciales no pos drán menos de confesar, que los defectos que se suponén caracteristicos del teatro Español, los mas han sido Tom. VI.

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