Obrazy na stronie
PDF
ePub

dos siglos antecedentes à la ruina de Sagunto, en cuyo tiempo se hizo cèlebre esta Ciudad por el comercio maritimo con los Griegos, fueron precisamente los siglos esclarecidos del Teatro Griego, elevado à lo sumo de la gloria por Sofocles y Euripides.

No podian ignorar esto los griegos establecidos en Sagunto, ni los que traficaban con esta Ciudad; ni dejarían de exaltar con los Españoles la gloria de sus tràgicos, y de persuadirles à tomar parte en tan noble entreteniiniento. Aqui se puede observar, que si los Españoles, segun supone un Italiano moderno, introduxeron el teatro Español en Italia aplaudiendo à su Lope de Vega, ¿por qué no podremos afirmar con igual fundamento,que los griegos, mas amantes por indole de precedencia que los Españoles, ensalzando à sus Sofocles y Euripides, introducirian en Sagunto el teatro griego? En efecto, vemos haber bas tado menor comunicacion de los Romanos con la Grecia para que tomasen de esta los Juegos teatrales...

No pretendo tengan estas reflexiones fuerza de demostracion, sino solamente hacer probable la opinion de haberse usado en España antes que en Roma las representaciones: Pues el primero que presentò à Roma fábulas teatrales fuè Livio Andronicó, natural de la grande Grecia, à principio del siglo 6. de Roma; esto es (como dice Aulo Gelio) pasados mas de 160. años de la muerte de Sofocles, y de Euripides. Mucho despues se conoció en aquella Capital Teatro fixo, y magnifico; porque el pri

[blocks in formation]

mero fuè obra del gran Pompeyo; es decir, pasados 150. años del sitio de Sagunto; por lo qual es harto verosimil que hubiera teatro permanente en España dos siglos antes que en Roma.

S. II.

LOS ESPAÑOLES ILUSTRARON EL ANTIGUO Teatro Romano ya con edificios magnificos, y ya con excelentes obras Dramaticas.

Os cultos y nobles habitadores de la Betica, que hasta

Lel y

el tiempo de Neron se nos pintan tan ignorantes

rusticos que no conocian los Juegos Teatrales, los vemos bajo el Imperio de Augusto elevar en Roma un teatro suntuoso, digno de aquel pueblo conquistador del Mundo. Cornelio Balbo, tan bienhechor de la República Romana, fuè el segundo que enobleciò las tablas latinas con teatro fixo, superior en magnificencia al primero fabricado por Gn. Pompeyo. El docto Autor de la historia critica de los teatros hace honrosa memoria de muchos ilustres Romanos, que adornaron su escena, y acrecentaron la hermosura de los teatros; pero nada dice del esplendor que debieron à C. Balbo no obstante que en el libro 36. de Plinio, donde hallò las noticias del teatro erigido por M. Scario, podia leer la suntuosidad del de Balbo. Con efecto, segun cuenta Plinio, admirò Roma como portento de magnificencia las quatro columnas de la piedra exquisita y preciosa llamada Onix, con la qual adornò Balbo

,

ՏԱ

1

su teatro, compitiendo este noble Español con los Pompeyos, y Augustos en derramar sus tesoros por hermosear con edificios inmortales la silla del Imperio del mundo en expresion de Ausonio.

Cuneata crevit hæc Theatri immanitas;

Pompejus banc, & Balbus, & Cæsar dedit
Octavianus concertantes sumptibus. (a) ¡

Fueron correspondientes á tan famoso Teatro los Espectaculos que diò Balbo à Roma en la primera abertura ò dedicacion de él. Augusto se dignó honrarlos con su presencia, queriendo manifestar con esta demostracion quan grato le era el generoso pecho de aquel ilustre Español; sin que bastase para privarle de esta gloria la grande inundacion del Tiber, que obligò à navegar en pequeños baxeles à los concurrentes, como refiere Dion. (b) Si los Españoles no hubieran hecho otra cosa que consumir sus caudales en las fábricas de los Teatros Romanos, hubieran manifestado solamente con esto aquella -generosidad en beneficio de los extrangeros, que estos deben confesar só pena de pasar por ingratos, ò desconocidos; pero no concederàn tan facilmente que las Tas blas Romanas debiesen no poco esplendor al sublime ingenio de los Españoles. Sin embargo vamos à la prueba.

De tantas Tragedias latinas como se mencionan en las obras de algunos escritores antiguos, solo nos han llegado

(a) In Lud. Scept. Sapient, prolog.

(b) Lib. 54)

do diez; de estas ocho, es decir las mejores, son obra de los dos insignes Españoles Marco y Lucio Seneca. La mayor parte de los criticos atribuyen à Seneca el Filosofo la Medea, el Hipolito, y las Troyanas: à Marco Seneca El Edipo, el Hercules furioso, el Agamenon y el Tieste; y no falta quien le atribuye tambien el Hercules Oeteo; de modo, que asi como el teatro còmico Romano debió las mejores obras que se conservan à un Africano: asi es igualmente deudōr à dos Españoles de las unicas tragedias que tenemos de aquel tiempo. ¿Pero son de tal clasé que puedan hacer honor al teatro Romano? Ya tenemos de nuevo en campaña al Ab. Tirab. contra el pobre Seneca.

- Hablarè con mas libertad (estas son sus palabras) por lo que toca al merito de las tragedias de Seneca; pues estoy persuadido serán de mi dictamen quantos se bayan exercitado en la diligente lectura de los tràgicos mas famosos. (a) Que el Señor Ab. hablára con libertad, lo creeràn desde luego quantos han admirado el modo con que se ha explicado del merito de las otras obras, y del caracter moral de L. A. Seneca. Pero que se conformen con su dictamen todos aquellos que se han exercitado en la diligente lectura de los tràgicos mas famosos ? nos permitirá el Sr. Ab. suspender él juicio à vista del que hace del merito de las tragedias de Seneca, que en la realidad es poco correspondiente al concepto y critica que forman los

mas

(a) Tom. 2. pag. 86,

mas sabios, sin excluir los que por otra parte no le son muy afectos. Oígamos el dictamen libre de Tirab. sobre el merito de dichas tragedias. Son prendas desconocidas à Seneca la naturalidad, la verisimilitud, la uniformidad de caracteres, la ternura de afectos, la lucha de las pasiones, y el enlace de los sucesos. En punto à las leyes, que por un consentimiento universal, fundado en la naturaleza misma de las cosas, se prescriben à semejantes composiciones, parece que apenas habian legado à su noticia. (a) ¿Y podrà persuadirse de tener por sequaces de esta su rigurosa critica à todos los lectores sabios y diligentes en los mejores Tràgicos? Si la dispo sicion poco favorable àcia aquel inmortal Filosofo le hubiera dado lugar de advertir las muchas perfecciones que se admiran en las expresadas Tragedias, sin disimular los defectos que tienen, serían ciertamente de su dictamen los mas sabios criticos; pero de la libertad con que habla, solo pueden ser sequaces aquellos que creen lograr el renombre de criticos de buen gusto con despreciar à Seneca sobre la fe de otro, ò por haber oído decir que Quintiliano habla de èl con poca estimacion. (*)

(a). Tom. 2. pag. 86.

Qual.

(*) Notese lo que escribe el critico Autor de la vida de Seneca, impresa en Paris en el año 1776. Si la fuerza de la verdad arranca à Quintiliano algunos elogios equivocos, su enemis-, tad le ha sugerido expresiones malignas con que herir la reputacion literaria de nuestro Filosofo. Un tropel de ignorantes Zoilos han servido de ecos de este Retorico, y han tenido el atrevimiento de acusar à Seneca de haber corrompido la eloquencia de su siglo &c. pag. 85. y 86.

« PoprzedniaDalej »