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REFLEXIONES

SOBRE LA ÉGLOGA INTITULADA

BATILO,

COMPUESTA EN ALABANZA DE LA VIDA DEL CAMPO

POR

DON JUAN MELENDEZ VALDES, y premiada, en primer lugar, por la Real Academia Española, en Junta que el dia 18. de Marzo de 1780.

celebró

Antes de apuntar varios reparos que se ofrecen sobre la Égloga intitulada BATILO, convendrá exâminar el Plan, ó idea general de aquella obra, lo qual se facilitará con el Extracto siguiente, en que se descubre el artificio poético de ella, y la série de los pensamientos á que se reduce.

ARTICULO I.

Plan de la Égloga.

Pág. 1. 2. y 3. El Pastor Batilo empieza cantando al amanecer de un dia de Abril lo que le agrada la vida del Campo en aquel mes.

Vé asomar al Pastor Arcadio, que viene cantando tambien como él las delicias de la Primavera, y se promete que dirá acaso algo de la Querida del mismo Batilo, ó la Tonada que Tirsi canta á su Licori amada. Sin embargo de ser esta la primera esperanza ó curiosidad que Batilo manifiesta, ni se acuerda de preguntar después á Arcadio, ni Arcadio le dice cosa alguna acerca de semejante Querida; y no se comprehende por qué presume Batilo que Arcadio le ha de traher noticias de ella, quando por sí mismo y sin valerse de medianeros puede tenerlas origi nales, respecto de que no está ausente la tal Pastora, ántes bien parece que todos viven en aquella misma Comarca, y que él la vé con tanta freqüencia, que Melampo, el Mastin de su ganado, está acostumbrado á colear, y el mismo ganado á balar quando la

siente venir. (pág. 22.) Tampoco toman después en boca uno ni otro Pastor la Tonada que Tirsi canta á su Licori amada; y por consiguiente á nada contribuye anunciar desde el principio con estas dos especies sueltas dos cosas que no se han de verificar en el discurso de la Égloga, y que aun verificadas, no habían de tener conexion con lo demás, ni conducir á la alabanza de la vida del Campo, que es el asunto propuesto. Por otra parte se desearía saber qué razon tiene Batilo para suponer que Arcadio ha, de cantar una Tonada ajena y dedicada á una Pastora que no es de ninguno de los dos, quando al fin de la Égloga se vé que Arcadio sabe cantar Tonadas propias en que celebra á su Elisa, la qual le debe importar mas que la Licori amada del otro Pastor Tirsi.

es,

Pág. 4. y 5. Este Arcadio, pues, viene cantando lo mismo que cantaba Batilo, esto la amenidad del Campo en la Primavera. Dice que vé venir á Batilo, como Batilo dixo que le vió venir á él, con la diferencia de que el úno asoma por una loma, y el ótro viene por el prado; y pudiera ser algo mas nuevo, ó ingenioso este modo de disponer el

encuentro de los dos Pastores, para que tubiese ménos semejanza con aquel lugar comun repetido en muchas Comedias:

Mas allí viene Don Juan....
Pero allí viene Don Pedro....

Así en este lance como en ótros muchos de la Égloga gran parte de lo que habla Arcadio se puede poner en boca de Batilo, y vice versa: lo que rara vez sucedería si hubiese entre ambos Interlocutores aquel contraste y variedad de afectos y de ideas, que es el alma de todo lo dramático: contraste sin el qual ningun diálogo empeña, pues quando uno de los personages ha de decir casi lo mismo que el ótro, no hai mas insulso estilo que el del diálogo; ó por mejor decir, un diálogo sin contraposicion mas bien debe llamarse soliloquio, por que no tiene otra cosa de verdadero diálogo que el estar repartido el discurso entre dos sujetos. Y así, v. g. despues de haber dicho Batilo (pág. 2.) que es sabroso el rocío del alba al mustio prado, nada se adelanta con que añada Arcadio en la pág. 8. que el rocío del Cielo es grato al mus

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