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AL LECTOR.

Aunque mi principal intento en esta obra fue servir á los religiosos; pero con todo eso va dispuesta de tal manera, que será de mucho provecho para todo género de gente que trata de virtud, como dijimos en la primera parte. Y especialmente esta segunda es muy acomodada para los seglares que desean de veras servir á Dios, porque, si bien se considera, los tales al principio como buenos labradores han de romper y arar la tierra de su corazon con la mortificacion de sus pasiones y apetitos desordenados, refrenando en particular la lengua y los demás sentidos, humillándose delante de Dios para conseguir el fruto deseado de la buena semilla que en ella se sembrare de buenas obras. Y así tratamos en los tres primeros tratados de la mortificacion, modestia, silencio y humildad, que son las virtudes en que mas se debe ejercitar un cristiano desde el principio de su conversion. Y porque en aplicándonos al servicio de Nuestro Señor, es consejo del Espíritu Santo que vivamos con temor y nos preparemos para resistir á las tentaciones, decimos en el cuarto tratado los bienes y provechos que de ellas se siguen, y damos medios para vencerlas; y en el quinto y sexto explicamos algunos impedimentos y estorbos que suelen recrecerse á los siervos de Dios; y declararémos de cuánta importancia sea el andar alentados, contentos y alegres en el camino de la virtud; efectos admirables que redundan en el alma del que conoce el tesoro y bienes grandes que tenemos en Cristo nuestro Redentor y en su sagrada pasion, de lo cual decimos en el séptimo tratado, donde se pone el modo que habemos de tener en la meditacion de estos soberanos misterios, y el fruto que habemos de sacar de ellos; y al fin, por remate de esta segunda parte, se enseña cómo nos debemos preparar para recibir el santísimo sacramento de la Comunion, y cómo nos habemos de aprovechar de ella. Todo lo cual se trata muy prácticamente, para que cada uno,

segun su estado, lo pueda mejor ejercitar y poner por obra, que es lo que principalmente pretendemos en este libro. Reciba, pues, el cristiano lector este pequeño trabajo, con el cual, y con un buen deseo favorecido de Dios, alcanzará victorias de sus pasiones, recato en sus palabras, modestia en sus acciones, consuelo y remedio en sus tentaciones, riqueza grande en Jesucristo, devocion en su recogimiento, y grande fruto en su alma.

ALONSO RODRIGUEZ.

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Que es menester juntar la mortifi¿Quién es esta que sube por el de

cacion con la oracion, y que estas dos cosas se han de ayudar la una á la otra.

sierto, como un pebete, compuesto de diversas especies aromáticas, de mirra é incienso, que va echando grande olor de sí? dice que estas Bona est oratio cum jejunio, dos cosas, la mirra y el incienso, por Tob. xii, v. 8: Bueno es juntar la las cuales son significadas la mororacion con el ayuno, dijo el án-tificacion y la oracion, nos han de gel Rafael à Tobías, cuando se le acompañar siempre, y nos han de descubrió. Por nombre de ayuno hacer subir á lo alto de la perfecentienden comunmente los Santos cion, y dar buen olor de nosotros á todo género de penitencias y mor- Dios, y que la una sin la otra potificacion de la carne. Estas dos co ó nada aprovecha; porque si cosas, mortificacion y oracion, son uno trata de mortificar la carne, y dos medios de los mas principales no trata de oracion, será soberbio, que tenemos para nuestro aprove- y á ese se le podrá muy bien decir chamiento, los cuales conviene que aquello del Profeta, Psalm. XLIX, anden juntos y acompañados el uno v. 13: Numquid manducabo carnes con el otro. El bienaventurado san taurorum, aut sanguinem hircorum Bernardo (1) sobre aquellas palabras potabo? No agradan á Dios esos sade los Cantares: Quæ est ista,quæ as- crificios de carne y sangre á solas. Y si uno se diere å la oracion, y se olvidare de la mortificacion, oirá lo

(1) Bernard. serm. 59 ex parvis; Cantic. III, 6.

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raido y quitada la carne, así si nuestra ánima no está desarraigada y apartada de las aficiones que nacen de la carne, no está dispuesta para que el Señor escriba é impri

que dice Jesucristo en el Evange-piritual lo enseñan, y dicen que lio: Quid autem vocatis me, Domi- así como en un pergamino no se ne, Domine, et non facitis quæ dico? puede escribir si no está muy bien Luc. vi, v. 46. Y aquello del Sábio: Qui declinat aures suas, ne audiat legem, oratio ejus erit execrabilis. Prov. XXVIII, v. 9. ¿Para qué me llamais con la oracion, Señor, Señor, y no haceis lo que os digo? No agrada-ma en ella su sabiduría y dones dirá á Dios vuestra oracion, si no po-vinos. Quem docebit scientiam? Et neis por obra su voluntad. San quem intelligere faciet auditum? Agustin (1) dice, que así como en Ablactatos à lacte, avulsos ab uberiel templo que edificó Salomon hizo bus: ¿A quién enseñará Dios su sados altares, uno allá fuera donde se biduría, dice el profeta Isaías, capímataban los animales que se habian tulo XXVIII, v. 9, y á quién dará oide sacrificar, otro dentro el Sancta dos y entendimiento para entender Sanctorum, donde se ofrecia incien- sus misterios? Á los destetados de la so, compuesto de diversas especies leche, y á los apartados de los pearomáticas; así tambien ha de ha-chos: quiere decir, á los que por su ber en nosotros dos altares, uno amor se apartaren y desterraren de allá dentro en el corazon, donde los regalos y placeres del mundo, y se ofrezca el incienso de la oracion, de los apetitos y deseos de la carne. conforme aquello de san Mateo : Tu Quiere Dios quietud y reposo para autem cum oraveris, intra in cubicu- entrar en nuestro corazon, y que lum tuum, et clauso ostio ora Pa-haya mucha paz y sosiego en nuestrem tuum in abscondito, Matth. vi, v. 6; otro acá fuera en el cuerpo, que ha de ser mortificacion: de manera que siempre han de andar juntas y hermanadas estas dos cosas, y la una ha de ayudar á la otra, por-quieta y sosegada, que es cuando que la mortificacion es disposicion las pasiones y apetitos sensuales esnecesaria para la oracion, y la oracion es medio para alcanzar la perfecta mortificacion.

Cuanto á lo primero, que la mortificacion sea disposicion y medio necesario para la oracion, todos los Santos y maestros de la vida es

(1) August. serm. 255 de temp.

tra alma: Et factus est in pace locus ejus. Psalm. LXXV, v. 3. Esto entendieron aun los filósofos gentiles;· porque todos confiesan que nuestra ánima se hace sábia cuando está

tán mortificados y quietos; porque en este tiempo no hay pasiones vehementes, que con sus desordenados movimientos perturben la paz del ánimo y cieguen los ojos de la razon, como lo hacen las pasiones cuando están alteradas, que eso es propio de la pasion, cegar la razon, y disminuir la libertad de nuestro

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