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albedrío, como se ve en un hombre ciéndoos, no alcanzaréis esa paz

tan necesaria para la oracion (1). «¿Quién mas te impide y enoja, dice aquel Santo, que la aficion de tu corazon no mortificada?» Esas pasiones, esos apetitos é inclinaciones malas que teneis, os desasosiegan, y no os dejan entrar en la oracion; eso es lo que os inquieta en ella, y lo que hace tanto ruido y estruen

airado, que la ira parece que le hace perder el juicio, y parece furioso y frenético. Si le preguntais cómo dijísteis ó hicísteis aquello, responde: no estaba en mí. Pero cuando las pasiones están mortificadas y sosegadas, el entendimiento queda claro para conocer lo bueno, y la voluntad libre para abrazarlo, y de esta manera viene el hombre á ha-do en vuestra ánima, que os dispiercerse sábio y virtuoso. Pues esta paz y quietud quiere tambien Dios nuestro Señor para reposar en el alma, é infundir en ella su sabiduría y dones divinos, y el medio para alcanzar esta paż es la mortificacion de del estómago, y aquellos vapores nuestras pasiones y apetitos desor-gruesos que se levantan, le inquiedenados, y así la llama Isaías fruto y efecto de la justicia: Et erit opus justitiæ pax. Isai. xxxII, v. 17.

Declara esto muy bien san Agustin, sobre aquello del Profeta, Psalmo LXXXIV, v. 11: Justitia, et par osculate sunt; dice: Fac justitiam, et habebis pacem, ut osculentur se justitia, et pax. Sinon amaveris justitiam, pacem non habebis, quia dua amicæ sunt justitia, et pax, ipsa se osculantur: si amicam justitiam non amaveris, non te amabit ipsa pax, nec veniet ad te: Tú quieres la paz, y no haces justicia: haz justicia, y hallarás la paz, porque están unidas y abrazadas entre sí estas dos cosas, que no sabe andar la una sin la otra: y así, si no amares la justicia, no te amará á tí la paz, ni vendrá á tí. Con la guerra se alcanza la paz, y si no quereis tener guerra con vos, mortificándoos, contradiciéndoos y ven

ta de ese dulce sueño, ó por mejor decir, no os deja entrar ni reposar en él. Cuando uno ha cenado demasiado no puede dormir ni sosegar de noche, porque aquellas crudezas

tan de tal manera, que le hacen estar toda la noche dando vuelcos de una parte á otra sin poder sosegar. Eso mismo acontece en la oracion, tenemos muy pesado y cargado el corazon; porque el amor propio desordenado, la aficion de cumplir nuestros apetitos, el deseo de ser tenidos y estimados, la gana grande que tenemos de que se cumpla nuestra voluntad, embarazan tanto el corazon, y levantan tantos vapores, y producen tantas y tales figuras y representaciones, que no nos dejan recoger ni tener el corazon fijo en Dios. De esta manera declaran aquello que dijo Cristo nuestro Redentor en el Evangelio: Attendite autem vobis, ne forte graventur corda vestra in crapula, et ebrietate, et curis hujus vitæ. Luc. xx1, v. 34. Que

(1) Thom. de Kemp. lib. 1 de contemptu mundi, cap. 3.

se entienda, no solamente de la em- en la oracion y ejercicios espirituabriaguez del vino, sino de las demás les como por fuerza, como los cacosas del mundo, conforme á aque-chorros que están atados á la estaca. llo del profeta Isaías, LI, v. 21: Au- | La causa de esto es la que vamos didi hoc paupercula, et ebria non à vi- ciendo. La oracion de suyo no es dino Oye, embriagada, y no de vi- ficultosa; pero eslo y mucho la morno. Del corazon inmortificado sale tificacion, que es la disposicion neuna niebla oscura, que impide y cesaria para ella : y porque no tenequita la presencia del Señor en nues-mos esta disposicion, por eso se nos tra alma; y eso es lo que dice el apóstol san Pablo: Animalis autem homo non percipit ea quæ sunt spiritus Dei. I ad Cor. 11, v. 14. El hombre animal no percibe ni entiende las cosas del espíritu de Dios; porque son muy delicadas, y él está muy material y muy grosero, y ha menester desbastarse y adelgazarse con la mortificacion.

hace tan pesada y dificultosa la oracion; como vemos acá en lo natural, que la dificultad no está en introducir la forma, sino en disponer el sujeto para ella. Sino, miradlo en un leño verde, la obra que pone el fuego para quitarle aquel verdor, la humareda que se levanta, qué de tiempo es menester para disponerle; pero dispuesto, en un instante se enDe aquí se entenderá la solucion tra el fuego como en su casa, sin de una duda principal: ¿qué es la ninguna dificultad. Así es en nuescausa, que siendo la oracion por tro propósito; la dificultad está en una parte tan suave y gustosa, por- quitar el verdor de nuestras pasioque orar es conversar y tratar con nes, en mortificar nuestros apetitos Dios, cuya conversacion y trato no desordenados, en desarraigarnos y trae consigo amargura ni enfado desaficionarnos de las cosas de la alguno, sino grande gozo y ale- tierra; que esto hecho, con grande gría: Non enim habet amaritudinem facilidad y ligereza se irá el ánimo conversatio illius, nec tædium con- á Dios, y gustará de tratar y convictus illius, sed lætitiam, et gau-versar con él. Cada uno gusta de dium, Sap. VIII, v. 16; y siéndonos conversar y tratar con sus semejanpor otra parte tan provechosa y ne- tes, y así el hombre mortificado, cesaria, con todo eso se nos hace tan como ya se ha espiritualizado y hedificultosa, y vamos con tanta pesa-cho semejante à Dios con la mortidumbre á ella, y hay tan pocos dados á la oracion? Dice san Buenaventura (1): Quasi ligati catuli ad stipitem, renitenti animo cogitur esse in divinis: Hay algunos que están

(1) Bonav. lib. 1 de profect. Religiosorum, cap. 16.

ficacion, gusta de conversar y tratar con Dios, y Dios tambien gusta de conversar y tratar con él: Deliciæ meæ esse cum filiis hominum. Prov. VIII, v.31. Pero cuando uno está lleno de pasiones y apetitos desordenados, y tira de él la honrilla,

mucha dificultad en tratar y conversar con Dios, porque le es muy desemejante en la condicion, y gusta de tratar con sus semejantes de cosas terrenas y bajas: Facti sunt abominabiles, sicut ea quæ dilexerunt. Osee, IX, v. 10.

la aficioncilla, el gusto, el entrete- siano (1), declaraba esto con una nimiento y el regalo, ese tal siente comparacion : decia, que era en esto nuestra ánima como una pluma muy liviana, la cual si no está mojada, ni pegada con otra cosa, sino pura y limpia de toda viscosidad, con cualquier aire, por pequeño que sea, luego se levanta de la tierra y sube á lo alto, y anda volanDecia uno de aquellos santos Pa-do y revoloteando por el aire; pedres: así como cuando está turbia ro si está mojada, ó tiene pegada el agua es imposible que uno vea alguna viscosidad, aquel peso no su rostro en ella ni otra cosa algu- la deja levantar ni subir á lo alto, na; así si no está el corazon purga- sino antes la tiene soterrada y hundo y purificado de las aficiones de dida en el cieno: así nuestra ánila tierra, que le turban é inquie-ma, si está pura y limpia, luego se tan, y sosegado de vanos é impertinentes cuidados, no podrá ver en la oracion el rostro de Dios, ni el Señor se le descubrirá: Beati mundo corde, quoniam ipsi Deum videbunt. Matth. v, v. 8. Bienaventurados los limpios de corazon, porque ellos verán á Dios. La oracion es una vista espiritual de los misterios y obras divinas; y así como para ver bien con los ojos del cuerpo es menester tenerlos limpios y claros, así para ver bien las obras de Dios con los ojos del alma es menester tener limpio el corazon. Dice san Agustin sobre estas palabras (1), Deum videre vis? Prius ergo cogita de corde mundando, et quidquid ibi vides, quod Deo displicet, tolle. Si quereis ver y contemplar á Dios, tratad primero de limpiar el corazon, y quitar del todo lo que le desagrada. El abad Isaac, como refiere Ca

(1) August. serm. 2 de Ascens. Domini, qui est 175 de tempore.

levanta y sube á Dios con la marea suave y ligera de la consideracion y meditacion; pero si está pegada y aficionada á las cosas de la tierra, y cargada con pasiones y apetitos desordenados, esos la agravan y tienen tan oprimida, que no la dejan levantar á las cosas del cielo, ni tener bien oracion. Decia el santo abad Nilo (2): si á Moisés se le prohibió llegar á la zarza hasta que se descalzase los zapatos, ¿cómo quereis vos llegar á ver á Dios, y á tratar y conversar con él, lleno de pasiones y aficiones de cosas muertas ?

En el cuarto libro de los Reyes tenemos un ejemplo, que declara bien esta paz y sosiego que habemos de tener de nuestros afectos y pasiones, para entrar en la oracion y tratar con Dios. Cuenta la sagra

(1) Cassian, collat. 9, cap. 4 Abb. Isaac. (2) Nilus Abb. et martyr. de orat. cap. 3 in Biblioth. sanct. Patr. tom. 3.

Dios, y recibir su respuesta; ¿qué será de la turbacion y desasosiego que no es santo ni bueno, sino imperfecto y malo?

da Escritura (1), que yendo el rey de Israel Joram, y Josafat rey de Juda, y el rey de Edom, á pelear contra el rey de Moab, caminando por el desierto les faltó el agua, Cuanto á lo segundo, que la y perecia de sed todo el ejército. oracion sea medio para alcanzar Fueron á consultar al profeta Eliseo, la mortificacion, dijímoslo largay dícele el rey de Israel, que era ma- mente tratando de la oracion (1), lo é idólatra: ¿Qué es esto? ¿Cómo y ese es el fruto que habemos de sanos ha juntado aquí Dios á tres re- car de ella; y la oracion que no tieyes para entregarnos á los moabi- ne por hermana y compañera á la tas? Respondió Eliseo: Quid mihi, mortificacion, la tienen los Santos et tibi est? Vade ad prophetas pa- por sospechosa: y con razon, portris tui et matris tuæ: vivit Domi- que así como para labrar el hierro nus exercituum, in cujus conspectu no basta ablandarle con el calor de sto, quod si non vultum Josaphat Re- la fragua, sino acudimos con el golgis Judæ erubescerem, non attendis- pe del martillo, para darle la figusem quidem te,nec respexissem; nunc ra que queremos; así no basta autem adducite mihi psaltem. Le re- ablandar nuestro corazon con el caprendió con un celo y coraje san- lor de la oracion y devocion, sino to, dándole en rostro con sus pe- acudimos con el martillo de la morcados é idolatrías; pero al fin, por tificacion, para labrar nuestra ánirespeto del rey Josafat, que era ma, y quitarle los siniestros que tiebueno y santo, quísoles declarar ne, y figurar en ella las virtudes las mercedes que el Señor les habia que ha menester; y para eso ha de de hacer en aquella jornada, dán- ser la dulzura de la oracion, y la doles luego abundancia de agua, y suavidad del amor de Dios, para despues victoria de sus enemigos. facilitar el trabajo y dificultad que Empero porque con aquel coraje y hay en la mortificacion, y animarcelo, aunque santo, se habia desaso-nos y esforzarnos con eso á negar segado y turbado algo, para quietarse y sosegarse, y así recibir la respuesta de Dios, manda que le traigan un músico, y venido, quieto y sosegado con la música, comienza a decir las maravillas que el Señor habia de obrar con ella. Pues si de una turbacion buena y santa fue menester que el que era santo se quietase y sosegase para tratar con (1) IV Reg. III, 13-15.

nuestra voluntad, y vencer nuestra mala condicion. Y no habemos de parar en la oracion hasta alcanzar con la gracia del Señor esta perfecta mortificacion de nuestras pasiones, de que tanta necesidad tenemos, y que los Santos y toda la Escritura divina tanto nos encomiendan.

San Agustin, c. 21, v. 8, sobre aquello del Génesis: Crevit igitur (1) Part.1, tract. 5.

puer, etablactatus est: fecitque Abra- | ciben en ella; sino cuando ven que ham grande convivium in die ablac-os vais destetando y dejando de ser tationis ejus: Creció el niño Isaac, y niño, y que ya no gustais de los mandestetáronle, é hizo Abrahan un jares y entretenimientos de los nigrande convite en el dia que le des- ños, sino que sabeis comer pan con tetaron; pregunta, ¿qué es la causa corteza, y os pueden tratar como que cuenta la sagrada Escritura, que á hombre espiritual y mortificado. nació el niño Isaac, aquel niño tan Fuera de esto tiene la oracion prometido y deseado, en el cual ha- otra trabazon y hermandad partibian de ser benditas todas las gen- cular con la mortificacion, que no tes, y no se hace fiesta en su naci- solamente es medio para alcanzarla, miento, y dice que le circuncidan sino ella misma en sí es grande moral octavo dia, que era como acá el tificacion de la carne. Así lo dice el dia del bautismo solemne, y tam- Espíritu Santo por el Sábio: Vigilia poco se hace fiesta, y despues honestatis tabefaciet carnes, Eccuando le destetan, cuando ponen cli. XXXI, v. 1; y en otra parte: Freacíbar á los pechos de la madre, y quens meditatio, carnis afflictio est, el niño llora porque le quitan la Eccli. XII, v. 12: Las vigilias y la freleche, entonces dice que hizo fiesta cuente meditacion y consideracion su padre y un banquete muy gran- maceran y amortiguan la carne. de? ¿Qué quiere decir esto? Dice el Y esto nos da tambien à entender la Santo, que es menester que lo re- Escritura divina (1) en aquella lufiramos á algun sentido espiritual, cha que tuvo el patriarca Jacob con para poder dar la solucion; y que el Ángel toda la noche, de la cual lo que nos quiere dar á entender en dice que quedó cojo. Y por expeesto el Espíritu Santo es, que en-riencia vemos que los que se dan tonces ha de ser la fiesta y regocijo mucho á estos ejercicios mentales espiritual, cuando uno va creciendo andan flacos, descoloridos y enfery haciéndose varon perfecto, y ya no mos; porque son una lima sorda es de aquellos que dice el Apóstol: que debilita y amortigua la carne, Tamquam parvulis in Christo lac y gasta las fuerzas y salud; y así vobis potum dedi, non escam. I ad por todas partes ayuda mucho la Cor. III, v. 1. Como á niños os he oracion para la mortificacion. dado leche, y no manjar sólido. Y aplicándolo mas á nosotros, lo que nos quiere decir es, que no es el gozo y regocijo de la Religion, ni de los superiores, que son nuestros padres espirituales, cuando naceis en la Religion entrando en ella, ni cuando al cabo del noviciado os re

CAPÍTULO II.

En qué consiste la mortificacion, y de la necesidad que de ella tenemos.

Para que llevemos esto de raíz, es menester presuponer lo primero, (1) Genes. XXXII, 16.

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