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tendrá las manos llenas en la Compañía. Y aunque ha habido algunos que tentados de la vocacion han pretendido cubrir y paliar su tentacion con color de mas perfeccion, y de hacer mas penitencia en otra

diferente para el mas bajo, tan rigor contra sí, y deseare mortificontento con él como si le pusie-carse mucho, y hacer grande penisen en el mas alto, cosa es de mu-tencia (que es muy buen espíritu), cha perfeccion, y para la cual es menester mucha mortificacion. Habeis de estar siempre à punto, y muy dispuesto é indiferente para ir á cualquier parte del mundo á ejercitar estos ministerios, no solo á otro colegio, sino á otra provin-Religion, la verdad es, que no es cia, y otro reino extraño, y á las Indias orientales y occidentales, y á Roma y Alemania, á Inglaterra y å la Transilvania, á donde nunca jamás podais ver à vuestros parientes y amigos, y ellos pierdan la esperanza de veros.

Cuanto à la pobreza, profesa la Compañía tanta estrechura y rigor (1), que no puede uno recibir ni tener ningun regalo en su aposento, no solo de comer, pero ni un libro en que pueda hacer una raya, ni llevarlo consigo cuando se fuere á otro colegio, y habemos de estar tan desnudos y deshechos de todas las cosas que, como dirémos tratando de la pobreza, no podemos echar llave à una arca ni à un cajoncillo para tener guardada alguna cosa, sino que todo ha de estar patente, abierto y manifiesto, como quien dice: Tomadlo si quereis, que no es mio.

esta la causa ni el fin que les movia, sino el no poder llevar la mortificacion y perfeccion que se profesa en la Compañía; y de esto tenemos experiencia confesada por ellos mismos, y lo que mas es, declarada por la Sede apostólica. La Santidad de Pio V, que fue religioso de la sagrada Órden de santo Domingo, lo declara así expresamente en la bula que concedió á la Compañía contra los apóstatas que salen de ella, ó al mundo, ó á otra cualquiera Religion fuera de la Cartuja: donde despues de haber puesto la perfeccion, y la dificultad y trabajo grande que hay en el instituto de la Compañía, declara la raíz de la tentacion que algunos tienen de salir de ella, ó de pasar á otras Religiones, por estas palabras: Nihilominus nonnulli animi levitate, ut credebatur, ducti, ac quietem labori, cui proculdubio Religiosi SoEstas cosas y otras semejantes cietatis hujusmodi pro excolenda, que hay en la Compañía bien se ve et propaganda Christiana Religioque hacen ventaja, así en perfec-ne, continuo erant expositi, ac pricion, como en dificultad, á todas vatum commodum publicæ, tam diclas penitencias y asperezas exterio-ta Societatis, quam Christianæ Reires; y así el que tuviere espíritu de publicæ utilitati, indiscrete præfe(1) Part. 3, tract. 3, cap. 7. rentes, fucatisque coloribus asseren

tes, se id facere ob frugem melioris vitæ, aut strictioris observantiæ, ad

CAPÍTULO VIII.

alios etiam fratrum Mendicantium Que la mortificacion no es odio, sino

verdadero amor, no solo de nuestra ánima, sino tambien de nuestro mismo cuerpo.

ordines transire posse jactabant: Algunos, dice, con liviandad de ánimo, y por huir el trabajo, al cual están continuamente expues- Porque habemos dicho, y es doctos los religiosos de esta Compañía trina de los Santos, sacada del sapor la salvacion de las almas, pre- grado Evangelio, que nos habefiriendo indiscretamente sus como- mos de aborrecer á nosotros misdidades particulares al bien y uti-mos, y parece esa cosa muy dura lidad comun, así de la Compañía, y muy contraria á nuestra naturacomo de la república cristiana, leza, para que nadie se espante con colores aparentes y fingidos, oyendo decir esto, ni tome de ahí diciendo, que era por alcanzar mas ocasion para desmayar y dejarse de perfeccion, ó por hacer mas peni- mortificar; declaremos aquí como tencia, pretendian que se podian pasar á otra Religion, aun de los Mendicantes, etc. De manera que en realidad de verdad no es esto por deseo de mas perfeccion, ni por deseo de hacer mas penitencia, sino por huir el trabajo y la dificultad; porque no sienten en sí caudal ni virtud para tanta perfeccion y mortificacion, y para tanta indiferencia y resignacion como es menester en la Compañía. Pues por eso nuestro Padre insistió tanto en esta mortificacion, y quiere que nos ejercitemos y fundemos mucho en ella, y que este sea siempre el estudio de todos.

este no es odio ni aborrecimiento con que nos queramos mal, sino verdadero amor, no solo de nuestra ánima, sino tambien de nuestro mismo cuerpo: antes el no mortificarnos es verdadero odio y aborrecimiento, no solo del ánima, sino tambien del cuerpo. El glorioso Agustino (1) sobre aquellas palabras de san Pablo: Spiritus concupiscit adversus carnem, dice: Absit fratres mei, absit, ut spiritus concupiscendo contra carnem oderit carnem: No penseis, hermanos mios, que cuando el espíritu desea contra la carne, aborrece y tiene odio á la carne. Pues ¿qué es lo que allí aborrece? Vitia carnis odit, prudentiam carnis odit, contentionem mortis odit (2): Los vicios de la carne, sus astucias y malas inclinaciones, en

(1) August. lib. serm. de verbis Apost. serm. 6 ad Galat. v, 17.

(2) August. lib. de Morib. Eccles. c. 26; et lib. 14 de Trinit. cap. 14.

aquella ascension y contrariedad que los justos y buenos se aman

Vese esto claramente por ejemplo de dos enfermos, de los cuales el uno come y bebe todo lo que le

que la carne tiene contra la razon, mas á sí mismos, que los pecadores esto es lo que aborrece, que á la y malos, no solo cuanto al alma, carne antes la ama en mortificarla sino cuanto al cuerpo; porque le y contradecirla: .como el médico desean y procuran el verdadero no aborrece al enfermo, sino la en- bien, que es la bienaventuranza, fermedad, contra esa pelea, que de la cual ha de participar tambien al enfermo antes le ama: y prué- en su modo el cuerpo. Y añade balo muy bien; porque amar á uno, santo Tomás, art. 5, ad 2, por eses quererle y desearle bien: Ama- ta misma razon, que el justo ama re est belle bonum, dice el Filóso- á su cuerpo, no con cualquier fo (1), y aborrecerle es querer que amor, sino con amor de caridad, le venga algun mal. Pues el que que es el mas alto y aventajado trate de mortificar su cuerpo, é irle amor. á la mano en sus apetitos y deseos desordenados, quiere y procura por su cuerpo el mayor y sumo bien, que es el descanso y gloria da gusto, y no quiere recibir saneterna, y así ese es el que le ama verdaderamente; y el que no trata de mortificarle, sino que le deja seguir sus malas inclinaciones y apetitos, quiere y procura para su cuerpo el mayor mal que le puede querer y procurar, que es el infierno para siempre jamás; y así ese es el que verdaderamente aborrece su cuerpo. De la manera que dice el Profeta Qui diligit iniquitatem, odit animam suam. Psalm. x, v. 6. El que ama el pecado y la maldad, aborrece su ánima, porque con eso le procura y negocia el infierno para siempre; de esta manera y por la misma razon, dice san Agustin, podemos decir que aborrece tambien su cuerpo, pues le procura y negocia el mismo mal. Y así dicen los teólogos (2) por esta razon,

(1) Aristot. lib. 2 Rethor. cap. 4.
(2) S. Thom. 2, 2, q. 25, art. 5 et 7.

gría, ni tomar purga ni medicina alguna; y el otro se rige muy bien, y guarda la boca, aunque tiene mucha sed y hambre, toma la purga, aunque le amarga, y recibe la sangría, aunque le duele: claro está que ama mas su vida, y su cuerpo y salud este segundo, que por alcanzarla y conservarla quiere padecer un poco de trabajo en tener dieta, y en tomar las medicinas; y al otro antes le decimos que se degüella, por no querer sufrir un poco de sed y de trabajo. Pues de la misma manera es en nuestro propósito; y así lo dijo san Bernardo à unos seglares que se espantaban de sus monjes, por tratar tan mal sus cuerpos, diciendo que les tenian odio capital: á los cuales respondió el Santo, que ellos de verdad eran los que aborrecian sus cuerpos, pues por darles un poco de gusto

de deleites sensuales los obligaban, amando: Dichosos y bienaventuraá tormentos eternos; mas los mon-dos los que supieron guardar su ánijes de verdad los amaban, pues los ma para la vida eterna, aborrecienafligian un poco de tiempo para do aquí su carne, y no la perdieron merecerles descanso perdurable. amándola. Noli amare in hac vita, Esta verdad nos enseñó bien cla- ne perdas in æterna vita: Por tanto, ramente Cristo nuestro Redentor no la querais amar en esta vida, en el sagrado Evangelio. Porque di- porque no la perdais en la otra. ciendo: El que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame; da luego la razon dicha: Qui enim voluerit animam suam salvam facere, perdet eam: qui autem perdiderit animam suam propter me, inveniet eam. Matth. XVI, 0. 25. Porque quien amare desordenadamente su vida, la perderá; y quien la aborreciere por amor de mí, la hallará en la vida eterna. Dice san Agustin sobre estas palabras: Magna, et mira sententia, quemadmodum sit hominis in animam suam amor, ut pereat, odium ne pereat (1). Advertid y ponderad esta sentencia de Cristo tan alta y tan maravillosa, que el amar el hombre su vida y su carne, dice que es aborrecerla, y el aborrecerla, amarla. Si male amaveris, tunc odisti; si bene oderis, tunc amasti: Porque si la amais mal y desordenadamente, será aborrecerla, y si sabeis aborrecerla como se debe, será amarla; porque será guardarla para la vida eterna, como dice el mismo Señor: Qui odit animam suam in hoc mundo, in vitam æternam custodit eam. Joan. XII, v. 25. Concluye el Santo: Felices qui oderunt custodiendo, ne perdant to ni falta de amor, sino es amar (1) August. tract. 51 super Joannem. (1) August. lib. de Doct. christ. cap. 25.

Otra razon buena trae san Agustin (1) en confirmacion de esto: No solo deja, dice, de amar uno una cosa por amar otra mas que á ella. Y trae dos ejemplos que lo declaran. Claro está que no deja el enfermo de amar su pié, ó su brazo, por dejar que se le corten, cuando aquello es necesario para conservar la vida: harto amor les tiene él; pero mas amor tiene á su vida, y así deja perder lo menos, por no perder lo mas. Y cosa cierta es tambien, que el avariento tiene amor á su dinero, y desea mucho conservarle, pero con todo eso se deshace de él, y lo echa de casa para comprar pan y lo demás que es necesario para la vida; porque por mucho que ame el dinero, ama mas la vida, y así quiere perder lo que es menos, por conservar lo que es mas. Pues de la misma manera: no deja el hombre de amar su carne, por mortificarla; sino que ama mas su alma y la vida eterna: y porque para su alma, y para alcanzar la perfeccion y la vida eterna, es necesario mortificar y maltratar su carne, por eso la maltrata y mortifica: no es esto aborrecimien

mas á Dios, y amar mas su alma bre, que fue criado à imágen y

y la perfeccion.

CAPÍTULO IX.

Que el que no trata de mortificarse no solo no vive vida espiritual, pero ni racional.

semejanza de Dios, y para gozar de él para siempre, que venir á ser semejante á las bestias, haciéndose siervo y esclavo de una cosa tan bestial como la carne y sensualidad, sujetándose y rigiéndose por ella, y dejándose llevar del ímpetu furioso de su apetito bestial?

Dice san Bernardo, c. 3 Medit.: Dominam ancillari, et ancillam dominari, magna abusio est : Grande abuso y desórden es que la esclava sea la señora y la que mande, y que la que es la señora, y la que habia de mandar, quede hecha esclava, que es aquel desórden y desconcierto que dice Salomon que vió: Vidi servos in equis, et princi

El glorioso Agustino (1) dice: Una es la vida de las bestias, otra la de los Ángeles, y otra la de los hombres. La vida de las bestias toda se ocupa en las cosas de la tierra, y en el cumplimiento de sus apetitos; la de los Ángeles toda es tratar con Dios y de las cosas del cielo; la de los hombres es media entre estas dos vidas; porque el hombre participa de la una naturaleza y de la otra. Si vive segun el espíritu, hácese semejante á los Án-pes ambulantes super terram quasi geles, y compañero de ellos; si vive segun la carne, hácese semejante á las bestias, y compañero de ellas. Concuerda con esto lo que dice san Ambrosio Qui secundum corporis appetentiam vivit, caro est: qui secundum præcepta Dei, spiritusest(2). De manera que el que vive segun los apetitos de la carne, no solo no vive vida espiritual, pero ni aun vida racional de hombre, sino una vida animal de bestias. Esto solo nos habia de bastar para animarnos mucho á la mortificacion; porque ¿qué cosa hay mas indigna de la generosidad y nobleza del hom

(1) August. serm. 18 super Joann.

(2) Ambros. Psalm. CXVIII, octavar. 4, super illud: Adhæsit pavimento anima

mea.

servos. Eccles. x, v. 7. Ví á los siervos andar á caballo hechos señores y mandando, y á los príncipes y señores andar arrastrados por tierra, sirviendo como esclavos. El P. M. Ávila, cap. 11 Audi filia, dice: No os parece que seria cosa monstruosa, y de grande admiracion á los que la viesen, traer una bestia enfrenado á un hombre, llevándole donde ella quisiese, rigiendo ella á quien la habia de regir? Pues de estos hay tantos regidos por el freno de sus apetitos bestiales, bajos y altos, que por ser tantos, no echamos ya de ver en ello, ni nos espanta ya este mónstruo, ni nos causa admiracion, que es otra lástima mayor. De Diógenes se cuenta, que anda

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