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nia muy maravillado por verle un | respondió: Así como el hierro está hombre tan pobre y súcio con la en las manos del herrero sujeto tierra de los edificios, crecido el á todo lo que quiere hacer de él; cabello y barba, y que vivia en un así yo, Padre, me sujeto á todo lo oficio tan vil y despreciado. Fi- que me mandares. Pues quiero, dinalmente un dia no se pudo conte- jo él, que estés à la puerta del moner sin que le llamase aparte, y le nasterio, y te derribes á los piés de preguntase quién era. El Santo res- todos cuantos entran y salen, y les pondió que era uno de los pobres digas que rueguen à Dios por tí, de la ciudad, y que pasaba su vida porque eres gran pecador. Él obeen aquel trabajo por no tener deció muy bien á esto, y despues con qué sustentarse. Al Conde no de haber estado siete años en este le quietó esta respuesta, queriéndo- ejercicio, y alcanzado por este melo así Dios para honrar á su sier-dio una grande humildad, quiso el vo, descubriendo su humildad; y abad recibirle en el monasterio en así le volvió á preguntar una y muchas veces quién era con tan grande instancia, que le constriñó á descubrírselo y así le dijo que con dos condiciones se lo descubriria; la una, que mientras viviese no habia de descubrir nada de todo lo que le dijese; la otra, que no le habia de preguntar su nombre. Concedióselo, y él le descubrió como era obispo, y que por huir la honra y estimacion habia venido huido.

compañía de los otros, y ordenarle, como merecedor de esta honra; mas echando muchos rogadores, y entre ellos al mismo san Juan Clímaco, acabó con el superior que le dejase en el mismo lugar y ejercicio que hasta entonces habia tenido, hasta que acabase su carrera, como significando ó conjeturando que ya el dia de su fin se llegaba; y así fue, porque diez dias despues de esto Nuestro Señor le llevó para sí, y siete dias despues Cuenta san Juan Climaco, c. 4, llevó consigo al portero del mismo de un hombre principal de Alejan- monasterio, á quien habia prometidría, que vino á ser recibido en un do en su vida que, si despues de su monasterio, al cual el abad, como muerte tenia alguna cabida con le pareciese por su aspecto y otras Dios, le negociaria que fuese su señales hombre áspero, altivo é compañero muy presto, y así fue. hinchado con la vanidad del siglo, Y dice mas el mismo Santo, que quiso llevarle por el seguro camino cuando estaba vivo, y se ejercitade la humildad, y así le dijo: Si ba en aquel ejercicio de humildad, verdaderamente has determinado le preguntó en qué se ocupaba ó de tomar sobre tí el yugo de Cris- pensaba en aquel tiempo, y responto, haste de dejar ejercitar con dió que su ejercicio era tenerse los trabajos de la obediencia. Él por indigno de la conversacion del

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PARTE II.

monasterio, y de la compañía y vista de los Padres, y de levantar los ojos para mirarlos.

mucha alegría, y diciéndole el compañero que por qué no andaba y dejaba aquel muchacho, respondió: ¿por qué habemos de privar á este niño de este contento y alegría que se le ha ofrecido? y así se estuvo parado para que el muchacho se hartase de mirarlo, y de reir y burlar de él, recibiendo él mayor contento con este desprecio, que los del mundo reciben con las honras y estima.

Cuéntase en la vida de los Padres, 2 part., $ 80, que contaba el abad Juan que un filósofo tuvo un discípuloque cometió una culpa, y díjole: no te perdonaré, si no sufres las injurias de otros por tres años. Hízolo así, y vino por el perdon, y volvióle á decir el filósofo no te perdono, si no das premios otros tres años porque te in- De nuestro Padre san Francisco jurien. Hízolo así, y entonces le de Borja se cuenta en su vida, perdonó, y le dijo: ya podrás ir à lib. 4, c. 5, que yendo una vez de Atenas á aprender la sabiduría; camino con el P. Bustamante, que con lo cual fué à Atenas, y un fi- era su compañero, llegaron á una lósofo injuriaba á los que entraban posada donde no hubo para dorá oirle de nuevo, por ver si tenian mir sino un aposentillo estrecho paciencia, y como le hiciese una con sendos jergones de paja: acosinjuria, y él se riese, díjole: ¿Có-táronse los Padres, y el P. Bustamo te ries, injuriándote yo? Respon- mante por su vejez y ser fatigado dió: Tres años dí dones porque me de asma no hizo en toda la noche injuriasen, y ahora hallando quien sino toser y escupir, y pensando me injurie de balde, ¿no quieres que que escupia hacia la pared, acertó me ria? Entonces dijo el filósofo : acaso á escupir en el Padre san Entra, que tú eres bueno para la Francisco, y muchas veces en el sabiduría. De lo cual concluia el rostro. El santo Padre no habló abad Juan que la paciencia era la palabra, ni se mudó ni desvió por puerta de la sabiduría. ello. Á la mañana, cuando el Padre El P. Mafeo, en la vida que Bustamante vió de dia lo que habia escribe de nuestro bienaventurado hecho de noche, quedó en gran Padre san Ignacio, lib. 3, c. 5, cuen- manera corrido y confuso, y el ta que yendo una vez nuestro san- Padre san Francisco no menos aleto Padre en peregrinacion de Ve- gre y contento; y para consolarle, necia á Padua con el P. Diego le decia: No tenga pena de esto, PaLainez con unos vestidos muy vie-dre, que yo le certifico que no hajos y remendados, viéndolos un bia en el aposento lugar mas digno

pastorcillo, se llegó cerca de ellos, de ser escupido que yo.

y comenzó á reir y burlar de ellos. Se paró nuestro santo Padre con

CAPÍTULO XXV.

cion y tantos medios para alcanzar la virtud; al fin es escuela de perfeccion. Pero nosotros tenemos

Del ejercicio de humildad que tene- en esto particular obligacion; por

mos en la Religion.

que fuera de los medios comunes nos ha dado otros muy particulaEl bienaventurado san Basilio (1), res, y especialmente para alcanzar prefiriendo y anteponiendo la vi- la virtud de la humildad, y esto de da monástica à la solitaria, una regla y constitucion. De manera de las razones que de esto da es, que si guardamos bien nuestras reporque la vida solitaria, fuera de glas serémos muy humildes, porser peligrosa, no es tan suficiente que en ellas tenemos muy bastante para alcanzar las virtudes necesa- ejercicio para ello. Tal es el que rias como la monástica, por ca- nos pide aquella regla (1) y consrecer del uso y ejercicio de ellas. titucion que tenemos tan principal Porque ¿cómo se ejercitará en la é importante en la Compañía, que humildad el que no tiene alguno á nos manda que tengamos toda · quien humillarse? ¿Y cómo se ejer- nuestra conciencia descubierta al citará en la caridad y misericor- superior, dándole cuenta de todas dia quien no tiene trato ni co- nuestras tentaciones, pasiones y municacion con otro? ¿Y cómo se malas inclinaciones, y de todos podrá ejercitar en la paciencia el nuestros defectos y miserias; y aunque no tiene quien le resista á lo que es verdad que esto se ordena que quiere? Pero el religioso que por otros fines, como dirémos en vive en comunidad tiene gran co-su propio lugar, pero no hay duda modidad para alcanzar todas las sino que es grande ejercicio de virtudes necesarias, por la ocasion humildad. Tal es tambien el que grande que tiene de ejercitarse en nos pide aquella regla (2), que ditodas ellas. En la humildad, por-ce: «Para mas aprovecharse en esque tiene á quien se humillar y su- píritu, y especialmente para majetar. En la caridad, porque tiene con quien la ejercitar. En la paciencia, porque à quien trata con tantos nunca le faltan ocasiones para esto. Y así podíamos ir discurriendo por las demás virtudes. Mucho debemos al Señor los religiosos por la merced tan grande que nos ha hecho en traernos á la Religion, donde hay tanta disposi(1) Basil. in reg. fusius disp. 9.

yor bajeza y humildad propia, deben todos contentarse que todos los errores y faltas, y cualesquier cosas que se notaren y supieren suyas, sean manifestadas á sus mayores por cualquier persona que fuera de confesion las supiere.»>< Nótese aquella razon que da para

(1) Part.3 Const. c. 1, § 12, et reg. 40 et 41. (2) Part. 3, tract. 7, regul. 9 summarii, cap. 4 exam. § 8.

mayor bajeza y humildad propia, | de mucho provecho para alcanzar porque eso es lo que vamos dicien- | la verdadera humildad y para condo. Si deseais alcanzar la verdade- servarla. Cuando os sentais à cora humildad, vos os holgaréis de mer en el suelo, lo habeis de hacer que todas vuestras faltas sean ma- con un conocimiento interior de nifiestas à vuestros mayores. Y así vos mismo, que no mereceis sentael buen religioso y humilde, él ros á la mesa con vuestros hermamismo va á decir sus faltas al supe- nos; y cuando les besais los piés, rior, y á pedir penitencia de ellas, que no mereceis aun besar la tiery procura que el primero de quien ra que ellos pisan; y cuando os posel superior sepa sus faltas sea de trais, que mereceis que todos os piél mismo. Y no solo esto, sino sen la boca. Y habeis de querer y mucho mayor ejercicio de humil- desear que todos lo sientan así. Y dad tenemos en la Compañía; por-seria muy bueno que cuando uno que públicamente decís vuestras hace estas mortificaciones se acculpas delante de todos para que tuase interiormente en estas consios desprecien y os tengan en poco, deraciones, como lo hacia aquel que ese es el fin de ese ejercicio santo monje que estuvo siete años de humildad, y no para que os á la puerta del monasterio, de quien tengan por humilde y mortifica- dijimos en el capítulo pasado, pordo, porque eso no seria acto ni que de esa manera serán ellas de ejercicio de humildad, sino de so- mucho provecho, y engendrarán berbia. Con este mismo espíritu ha- humildad allá dentro en el corazon; beis de tomar y desear las repren- pero si vos haceis esas cosas sin essiones, no solo en particular y en píritu, y solamente exteriormente, secreto, sino en público delante serán de poco provecho. Porque, de todos; y cuanto es de vuestra como dijo san Pablo: Corporalis parte os habeis de holgar que se exercitatio ad modicum utilis est. haga aquello muy de veras, y que I ad Tim. XLVIII. Eso es hacer las lo sientan todos así, y os tengan cosas por cumplimiento y costumpor tal. Y generalmente el uso y bre, cuando se hace solamente lo ejercicio de todas las penitencias exterior, sin espíritu y sin procuy mortificaciones exteriores que rar conseguir el fin que se pretende se usan en la Compañía ayuda con ello. Si vos acabais de besar mucho para alcanzar y conservar los piés à vuestros hermanos, y de la verdadera humildad; el besar postraros para que todos os pisen, los piés y comer debajo de la me- y despues les hablais palabras ássa, ó hincado de rodillas, el pos- peras y desabridas, no viene bien trarse á la puerta del refectorio, etc. lo uno con lo otro eso es señal Si estas cosas se hacen con el es- que aquello fue cumplimiento. ó píritu que se han de hacer, serán hipocresía.

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especificar cada religioso en las cosas espirituales de su Religion, y cada uno en las particulares que pide su estado y oficio.

CAPÍTULO XXVI.

Que nos habemos de guardar de hablar palabras que puedan redundar en nuestro loor.

Estos y otros muchos ejercicios | la humildad y la mortificacion? Si de humildad tenemos en la Compa- aun no podeis sufrir que otro avise ñía de regla y constitucion: los de vuestra parte al superior para he querido traer aquí á la memo- que os corrija, ¿dónde está vuestra ria, aunque los apuntamos arriba, humildad? Si no la teneis para recitrat. 1, c. 7, á otro propósito, pa- bir las reprensiones y la penitencia, ra que pongamos los ojos en ellos, y para hacer el oficio bajo y humily eso sea en lo que principalmente de, y para ser incorporado en el graejercitemos la humildad; porque do que os quisiere poner la Compa、 en lo que el religioso ha de ejer-ñía, ¿de qué sirve la humildad y la citar y mostrar principalmente la indiferencia, y para qué la quieren virtud y mortificacion ha de ser los superiores? Á este modo puede en aquello que es menester para guardar muy bien las reglas y constituciones de su Religion; porque eso es en lo que consiste nuestro aprovechamiento y perfeccion. Y si no teneis virtud para poner por obra las cosas de humildad y mortificacion á que os obliga vuestra regla é instituto, no hagais caso de cuanto teneis. Como podemos decir tambien de cualquier cristiano, que lo principal para que Los santos y maestros de la vitiene necesidad de humildad y de da espiritual, Basilio (1), Gregomortificacion es para guardar la rio, Bernardo, y otros nos avisan ley de Dios; y si para eso no la que nos guardemos con mucho cuitiene, poco ó nada le aprovechará. dado de hablar palabras que pueSi no tiene humildad y mortifica- dan redundar en nuestra alabancion para confesar una cosa ver- za y estima, conforme à aquello gonzosa, sino que de vergüenza, ó que el santo Tobías, rv, v. 14, por mejor decir, de soberbia la de-aconseja á su hijo: Superbiam nunja, y quebranta un mandamiento quam in tuo sensu, aut in tuo verbo tan principal, ¿qué le aprovechará donari permittas: Nunca permitas cuanto tuviere é hiciere? Pues por que la soberbia se enseñoree en tu solo eso se condenará. Así pode- corazon nien tus palabras. Pondera mos decir en su modo del religio- muy bien san Bernardo, epist. 87, so. Si vos no teneis humildad para á este propósito, aquello de san Padescubrir al superior vuestra con- blo: Parco autem, ne quis me exisciencia, y cumplir una regla tan (1) Basil. serm. de exercitatione moprincipal como esa, ¿de qué sirve nastica.

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