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esta imágen ó este lugar, evidentemente compuesto por nosotros mismos (y que hemos pedido prestado á las mejores fiestas, músicas y alegrias públicas, que hemos visto y oido en nuestra tierra, y tal vez al capítulo iv del Apocalipsis); es acaso y será eternamente algun lugar determinado del cielo fisico y real? Esto es, ó Cristófilo, lo que os vuelvo á negar.

409. Y para haceros tocar con las manos vuestra insigne equivocacion, permitidme que os haga sobre el punto particular que aora tratámos, una sola pregunta, esperando de vuestra bondad una respuesta categórica.

410. Es preciso, decís, admitir algun lugar determinado, fisico y real, donde se manifieste á los bienaventurados, así aora como despues de la resurreccion universal la gloria de Dios y Dios mismo, y donde estos lo vean y gocen eternamente.

411. Bien en esta suposicion, yo os pido aora que me señaleis con el índice ó con ambas manos, ó con ojos y manos, este lugar determinado del cielo, donde está ó debe estár este paraiso felicísimo por toda la eternidad. A esta simple pregunta, como todavia no comprendeis bien mis intenciones secretas, me respondeis al punto, simple y sincéramente (levantando los ojos y las manos ácia lo mas alto del cielo) que está en vuestro zenit y en todas sus cercanías. Habiendo oido y entendido bien vuestra respuesta, doy luego sin poder contenerme, una gran voz que se oye por toda la tierra, hasta los términos de la redondez de la tierra*, pidiendo á todos sus habitadores creyentes de toda tribu, y lengua, y pueblo, y nacion †, que respondan á mi pregunta: y veo y oigo, con grande admiracion, que todos sin faltar uno solo, me responden lo mismo que vos. Todos y cada uno levantando los ojos y las manos ácia lo mas alto del cielo, me señalan el mismo

lugar fisico y real.

Mas yo reparo, y es bien fácil de re

Usque ad terminos orbis terrarum.-Ps. lxxi, 8.

↑ Ex omni tribu, et lingua, et populo, et nacione.-Apoc. v, 9.

parar, que este lugar fisico y real, que todos me señalan, aunque parece uno mismo respectivamente, mas en realidad, cada pueblo, tribu, lengua, y aun cada individuo, me señala un lugar absolutamente diverso de todos los otros. ¿ No me entendeis?

412. Empecémos por vos mismo. Vos me señalais vuestro zenit ó el punto perpendicular de vuestra cabeza; no podeis señalar otro, pues todos los demas puntos de todo el orbe universo al rededor, os parecen inferiores á vuestro zenit, y por eso agenos y poco dignos de vuestra atencion y consideracion. Solo el punto perpendicular á vuestra cabeza y todas sus cercanias es el lugar del cielo, que os contenta y satisface plenamente.

413. Aora bien: para que nos entendámos mejor y ahorrémos muchas palabras y disputas inútiles, yo os convido, amigo carísimo, á un paseo que voy á hacer, y que quisiera hacerlo en vuestra compañia: paseo facil, brevísimo y nada molesto. Os parecerá al principio muy dilatado, y no obstante lo hemos de hacer en pocos minutos. Venid conmigo, Cristófilo, sin miedo ni recelo. Vamos á divertirnos por este mundo, dando una vuelta entera á todo nuestro orbe terráqueo. No hay que temer enemigos, ni tempestades, ni peligros, ni incomodidades, por mar ni por tierra. Este viage lo hemos de hacer sin movernos corporalmente del lugar en que estámos. Nos basta nuestra sola imaginacion regulada por la recta razon, segun ciencia. Para esto pongámos los ojos y considerémos con alguna atencion la figura que nos sale al encuentro en la foja. siguiente. Si esta es inútil para vos mismo, puede ser bien necesaria ó á lo menos conducente para otras personas de otra clase pues á todos somos deudores.

414. En medio de esta figura veis nuestro orbe terraqueo ABCD. En el punto A en que nos hallámos, me habeis mostrado ya y me mostrais confiadamente el lugar determinado, fisico y real, donde se debe mostrar á los santos por toda la eternidad la gloria de Dios y Dios mismo: esto es, el punto A superior á todas las estrellas,

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y perpendicular al lugar en que nos hallámos, ¿no es así? Pasemos aora del punto A al punto B. Habiendo llegado á este punto, os hago aquí la pregunta, y os veo levantar las manos y los ojos ácia otro zenit, mostrándome el lugar determinado de que hablámos: esto es, el punto altísimo B 90 grados distante del punto A. Sin hacer aquí reflexion alguna ni detenernos, pasémos adelante, y caminémos otros 90 grados hasta llegar al punto C. Llegados á este punto os vuelvo á preguntar lo mismo que en los antecedentes, y me respondeis lo mismo, mostrándome por lugar determinado de la gloria vuestro zenit actual: este es, el altísimo punto C.

415. Mas advertid, amigo, que el punto en que nos hallámos es diametralmente opuesto al punto A de donde partimos tres minutos ha.

416. En el primer minuto me mostrasteis con ojos y manos el punto A: en el segundo el punto B: en el tercero el punto C antipoda del punto A. Si caminamos otro minuto mas, me mostraréis el punto D antípoda del punto B por donde hemos pasado. No lo veis con vuestros ojos. Podeis dejar de comprenderlo?

417. Síguese de aquí evidentemente, que el lugar determinado de que hablámos, debe estár al mismo tiempo en los cuatro puntos cardinales A B C D: por consiguiente en todos los innumerables puntos intermedios, pues no hay mas razon para uno que para otro y si esto es así, deberá reducirse vuestro lugar determinado á toda la convexidad inmensa, ó á todà la superficie esterna de un cielo sólido, que abraza dentro de su concavidad todo el universo. Luego no hay tal lugar determinado, luego todo es una pura imaginacion, ó composicion de lugar, &c.

PARRAFO V.

418. Despues de todo esto que acabámos de considerar, veo, mi Cristófilo, que todavia no quedais satisfecho. Os hace todavia gran fuerza un testo del Apostol, y dos ó tres de los Profetas, los cuales decís (no se sabe con qué

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