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PARRAFO IV.

377. Aora: este Gog y Magóg del Apocalipsis, es acaso el mismo misterio de que habla difusamente Ezequiél en sus dos capítulos xxxviii y xxxix? Los intérpretes es ciertísimo que así lo suponen; mas tambien es ciertísimo, que no solo no prueban, pero ni aun siquiera dan muestras de hallar en esto alguna dificultad. No obstante, la diferencia y distancia entre uno y otro misterio es tan visible, que basta una simple leccion de ambos lugares para conocerla al punto sin poder dudar. Primeramente. Los tiempos de uno y otro misterio son evidentemente diversísimos. El misterio de Ezequiel por confesion de todos, y por confesion necesaria, debe suceder mucho antes de la venida del Señor y aun antes del Anticristo, segun otras varias Escrituras, que quedan ya observadas especialmente en el fenómeno viii, art. viii. A lo menos es ciertísimo por confesion de todos, que despues de destruida la muchedumbre de Gog, de que habla Ezequiél; despues de sepultada en el valle de la muchedumbre de Gog... ácia el Oriente de la mar*, debe quedar un tiempo grande é indeterminado, pues los Judios ya restablecidos en tierra de sus padres, contra quienes ha de ir esta gran muchedumbre, recojerán los despojos de estos enemigos: las armas, el escudo, y las lanzas, el arco, y las saetas, y los báculos de las manos, y las picas: y los quemarán con fuego siete años. Y no llevarán leña de los campos, ni la cortarán de los bosques: porque quemarán las armas al fuego, &c. Mas en el misterio y testo de S. Juan se ve otra idea infinitamente diversa: ya porque este misterio solo puede verificarse mil años (ó sean mil siglos) despues

* In valle multitudinis Gog... ad Orientem maris.-Ezech. xxxix, 15, 11.

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↑ Arma, clypeum, et hastas, arcum, et sagittas, et baculos manuum, et contos: et succendent ea igni septem annis. Et non portabunt ligna de regionibus, neque succident de saltibus: quoniam arma succendent igni, &c. Ezech. xxxix, 9, et 10.

de la venida del Señor en gloria y magestad, despues de la muerte de la bestia, prision del diablo, &c.; ya porque luego, al punto, sin mediar otra cosa alguna, pone la resurreccion y juicio universal (y esplica ambas cosas con estas palabras): Dios hizo descender fuego del cielo, y los tragó... Y vi un grande trono blanco *.

378. Lo segundo: el profeta Ezequiél habla solamente de Gog, y con Gog, no con Magóg: antes á este último lo supone quieto é inmovil en su país. Así, dice de Magóg (y es la única vez que lo nombra cuando á Gog lo nombra once veces): enviaré fuego sobre Magóg, y sobre aquellos que moran en las islas sin recelo: y sabrán que yo soy el Señor †. Mas S. Juan en su último misterio nombra á los dos, á Gog y á Magóg: (esto es) las gentes, que están en los cuatro ángulos de la tierra: las cuales gentes (esto es): Gog y Magóg cercarán los reales de los santos, y la ciudad amada. Y Dios hizo descender fuego del cielo, y los tragó, &c. §

379. Lo tercero el misterio de Ezequiél es evidentemente el mismo que anunciaron otros Profetas, como lo dice el mismo Profeta espresamente en palabra del Señor, hablando con Gog, por estas palabras: Esto dice el Señor su Dios: Tú pues eres aquel de quien hablé en los dias antiguos, por mano de mis siervos los Profetas de Israél, que profetizáron en los dias de aquellos tiempos, que te traeria sobre ellos. Y acaecerá en aquel dia, en el dia de la venida de Gog sobre la tierra de Israel, dice el Señór Dios, subirá mi indignacion en mi furor. Y en mi

* Et descendit ignis à Deo de cœlo, et devoravit eos... Et vidi thronum magnum candidum. - Apoc. xx, 9, et 11.

+ Et immittam ignem in Magog, et in his qui habitant in insulis confidenter: et scient, quia ego Dominus.- Ezeq. xxxix, 6.

(Id est) gentes, quæ sunt super quatuor angulos terræ. · Apoc. xx, 7.

§ (Id est) Gog et Magog... circuïerunt castra sanctorum, et civitatem dilectam. Et descendit ignis à Deo de cœlo, et devoravit eos, &c.-Apoc. xx, 7, 8, et 9.

celo, en el fuego de mi ira he hablado. Porque en aquel dia habrá una grande conmocion sobre la tierra de Israél*... Estos Profetas de Dios anteriores á Ezequiél, que hablaron de este mismo misterio de que él habla, son estos el primero David en varios salmos: Joel çap. iii: Abacúc cap. iii: Zacarías cap. xiv: Miquéas cap. vii, &c. (véase lo que sobre esto queda observado en el fenómeno viii, art. viii). A todos estos lugares alude ciertísimamente S. Juan; mas no en el cap. xx sino en el cap. xii, 15 y 16, en donde nos representa esta muchedumbre bajo la metáfora admirable y propísima de un rio de agua que sale de la boca del dragon contra la muger que ha huido al desierto la serpiente lanzó de su boca en pos de la muger, agua como un rio, con el fin de que fuese arrebatada de la corriente. Mas la tierra ayudó á la muger: y abrió la tierra su boca, y sorbió el rio, que habia lanzado el dragon de su boca t. Todo lo cual se lee en Ezequiél sin metáfora alguna por estas palabras: Y sucederá en aquel dia: daré á Gog un lugar famoso para sepulcro en Israél: el valle de los que van ácia el Oriente de la mar, que hará pasmar a los que pasen: y encerrarán allí a Gog, y toda su muchedumbre, y sera llamado el valle de la muchedumbre de Gog, &c. ‡

* Hæc dicit Dominus Deus: Tu ergo ille es, de quo locutus sum in diebus antiquis, in manu servorum meorum prophetarum Israël, qui prophetaverunt in diebus illorum temporum, ut adducerem te super eos. Et erit in die illa, in die adventûs Gog super terram Israël, ait Dominus Deus, ascendet indignatio mea in furore meo. Et in zelo meo, in igne iræ meæ locutus sum. Quia in die illa erit commotio magna super terram Israeæl.- Ezech. xxxviii, 17, 18, et 19.

Et misit serpens ex ore suo post mulierem aquam tamquam flumen, ut eam faceret trahi à flumine. Et adjuvit terra mulierem : et aperuit terra os suum, et absorbuit flumen, quod misit draco de Apoc. xii, 15, et 16.

ore suo.

Et erit in die illa: dabo Gog locum nominatum sepulchrum in Israël vallem viatorum ad Orientem maris, quæ obstupescere faciet prætereuntes: et sepelient ibi Gog, et omnem multitudinem ejus, et vocabitnr vallis multitudinis Gog.- Ezech. xxxix, 11.

TOMO III.

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380. En suma, no perdámos tiempo: lease toda esta profecía de Ezequiel, contenida en los cap. xxxviii y xxxix: leanse para mayor claridad los dos capítulos antecedentes,

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los nueve siguientes; y esto solo basta para conocer al punto que todo habla visiblemente de la conversion, restitucion, asuncion y plenitud de las reliquias preciosas de Jacob, á la cual se opondrá con todas sus fuerzas la muchedumbre de Gog. Mas destruida esta: comidas sus carnes de las aves y fieras, que serán convidadas á esta gran cena: y sepultados sus huesos en el valle de la multitud de Gog, se ven en todo el testo continuado de este Profeta otros sucesos grandes, nuevos y estraordinarios, que piden tiempo, y tiempos grandísimos para que puedan verificarse: mejor dirémos, desde entónces debe comenzar otra época, y otro siglo infinitamente diverso de todo lo pasado. No sucede así en este testo continuado de S. Juan; ya porque habla solamente del fin de esta misma época, ya porque entre el fin de ella y la resurreccion y juicio universal nada se ve intermedio: Dios hizo descender fuego del cielo, y los tragó. Y el diablo, que los engañaba, fué metido en el estanque de fuego, y de azufre: en donde tambien la bestia, y el falso profeta serán atormentados dia y noche en los siglos de los siglos. Y vi un grande trono blanco, &c.

381. Por este último testo que acabamos de copiar (que es el único de todas las Escrituras canónicas que habla clara y espresamente del fin de todos los vivientes viadores, y de la resurreccion de todos y juicio universal), se ha sospechado prudentemente, que este fuego último, que caerá y consumirá todas aquellas gentes atrevidas, las cuales subirán sobre la anchura de la tierra, y cercarán los reales de los santos, y la ciudad amada: que este fuego, digo, será universal en todo nuestro orbe, y que consumirá en él á todos sus vivientes, desde el hombre hasta la bestia, y desde los reptiles hasta los peces del mar*. Yo tambien * Ab homine usque ad pecus, et à reptilibus usque ad pisces maris. Vide Gen. vii, 27.

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lo he pensado así algunas veces; mas siempre con miedo ó sospecha de la idea contraria, pues esta noticia ó circunstancia particular no la hallo tan clara en el testo sagrado, que me obligue á pasar los límites de una mera sospecha. No es tan cierto (vuelvo á decir) como se piensa comunmente, que este fuego de que habla S. Juan, haya de consumir á todos los vivientes de nuestro globo, pues el testo habla solamente de aquellos furiosos que congregados y animados por el dragon, cercarán los reales de los santos, y la ciudad amada: (y sobre ellos) Dios hizo descender fuego del cielo, y los tragó. Mucho menos puede ser universal á todo nuestro globo, y consumir á todos sus vivientes aquel fuego de que se habla S. Pedro*, que parece el mismo fuego de que se habla en el salmo xvii y xcvi, pues consta espresamente del mismo testo de este Apostol, que despues de este fuego se debe seguir otra nueva tierra y nuevo cielo, en los que mora la justicia†: y esto, segun sus promesas: las cuales promesas de Dios leídas en el cap. lxv de Isaías, ver. 17 (pues no se hallan en otra parte) suponen y aun afirman clarísimamente otra idea diametralmente opuesta: suponen, digo, y aun afirman clarísimamente, que en la nueva tierra y nuevo cielo habrá generacion y corrupcion: habrá vidas largas y cortas: habrá justicia casi universal, y no faltarán pecados, &c. Habrá, &c. Vease lo que sobre esto queda observado en el cap. iv y v, de esta tercera parte á donde me remito.

382. Pues, ¿como se acabará este mundo y todos sus vivientes? ¿No es cierto y de fe que todo se ha de acabar alguna vez? No es cierto y de fe que alguna vez ha de i cesar toda generacion y corrupcion? Sí, amigo, todo esto es ciertísimo y de fe divina, y yo lo creo y confieso religiosamente con todos los fieles Cristianos; mas el modo v circunstancias particulares con que todo esto debe suceder yo lo ignoro absolutamente, porque no lo hallo claro en las

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