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concluyese, pues solo comprehende los tres primeros salmos.

Llámase este convento de Corpus Christi: en el nicho principal del altar mayor se ve de escultura un clérigo en aptitud de mostrar al pueblo los Corporales con las formas consagradas teñidas en sangre. La ara está sobre el codol ó peñasco, baxo del qual se escondiéron los Corporales, quando con el rebato que diéron los moros, se interrumpió el sacrificio de la misa, en que debian comulgar los capitanes cristianos. Guárdanse allí varias reliquias preciosas; la casa ha florecido siempre en letras y virtud. Algunas tradiciones quedan, si merecen este nombre, de los favores con que se supone haber distinguido Dios aquel lugar y sus moradores, aunque en el dia no se cuentan ni oyen sin desprecio. Solo diré de las repetidas procesiones que se veian por los ayres, de las once mil Vírgenes; cosa que pudiéron tomar de lo que refiere Martene en su viage de 1718, quando mil y cien Vírgenes de las once mil que se cree estan depositadas en el monasterio de los Macabeos en Colonia, fuéron en procesion por los ayres á la abadía de los cistercienses. Altemberg: especies populares, desechadas

por aquel sabio monge que supo hermanar la piedad con la buena crítica (a).

Concluyo con una noticia importante, y de grande exemplo para los amantes de la literatura nacional. La casualidad me ha presentado un amigo, que lo es muy íntimo del actual prior de la iglesia colegiata de Besalú, D. Luis García Conde, nombrado para tesorero de la catedral de Tortosa. Con esta ocasion manifesté mis deseos de saber la antigüedad que tiene en aquella iglesia colegial la famosa reliquia de la vera cruz, que allí creen poseer, segun he oido, desde los tiempos de S. Dámaso en el siglo IV. Esta tentativa ha producido los mejores efectos. El señor Conde, noticioso de mi empresa, ha querido remitirme una docta disertacion que tenia trabajada acerca de esta reliquia, junto con algunas observaciones críticas sobre la serie cronológica de los condes de Besalú. Y aunque yo debo guardar para quando llegue á aquella iglesia el hacer uso de su trabajo, no puedo dexar de enviarte la copia de algunos documentos que me ha remitido tambien, sacada fielmente de los originales que existen en su

(a) Voyage litter. de la congr. de S. Maur. pag. deux religieux benedict. de 261. 262.

archivo, los quales, por no haber publicado Pedro de Marca en su Marca Hispanica, me parecen muy importantes para nuestra coleccion. Tú los verás, y darás conmigo las gracias á quien tanto se interesa en los progresos é ilustracion de nuestra historia.

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(1) Las discordias y guerras civiles, cuyo furor no perdona ni aún á los códices viejos encerrados en los archivos. Son innumerables los archivos y las bibliotecas que han perecido, ó han sufrido grandes extravíos y pérdidas por esta causa. Añádense las guerras con los extraños, las irrupciones de gentes bárbaras, los incendios, los robos de los literatos avaros, que han desflorado ó disminuido insensiblemente estos depósitos públicos de las buenas letras. Aunque no consta quien fue el autor de las bibliotecas y archivos (V. Reimman. Idea antiq. lit. Aegypciacae p. 96. 8. 44. et p. 176. seq.), por lo menos se sabe que los han tenido todas las naciones cultas, aun en la mas remota antigüedad. Dió orígen á estos establecimien tos la necesidad de guardar las actas é instrumentos públicos, así civiles como religiosos; la liberalidad de los príncipes y de otras personas públicas; el zelo de propagar las buenas letras (V. Gundling. Hist. lit. p. 522.). Del conjunto de documentos públicos y otros códices resultáron copiosas bibliotecas entre los hebreos, egipcios, griegos y babilonios: de aquí las de Jerusalen en tiempo de su obispo y mártir S. Alexandro: las profanas de Roma

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llamadas Ulpia y Palatina: la del presbítero Pánfilo en Cesarea de Palestina, que llegó á juntar hasta treinta mil códices, los mas de materias sagradas y eclesiásticas: por no hablar de la pontificia, conocida antiguamente con el nombre de archivo romano, de que hacen ya memoria San Gerónimo y S. Gregorio Papa, amplificada despues por Nicolao V, Sixto IV y otros sumos pontífices, cuyo orí gen y progresos describe exâctamente Angel Rocca (Comment. de biblioth. apost. vaticana.).

Todas estas bibliotecas y otras innumerables de varios pueblos de oriente y occidente, de que da noticia Struvio en su tratado de Bibliothecis deperditis (Introd. adhot. rei litter. p. 151. seq.) han perecido por la mayor parte, ó han quedado de ellas unas leves reliquias esparci das varios reynos, de suerte que de las mas de ellas apénas queda memoria.

por

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Igual suerte han tenido otras formadas posteriormente. Mabillon (Praef. musaei italic.) hace memoria de varias bibliotecas incendiadas. Lintrupio ( Reliq. incendit Bergens. Hafn. 1704.) y Edmundo Castello (Epist. dedic. Lexic. Heptagl.) lloran la quema de las suyas. En el incendio de Lóndrés del año 1666 pereció un sinnúmero de libros, cuyo valor llegó á regularse, como dice Struvio, en cincuenta mil libras esterlinas. La famosa biblioteca de Juan Hevelio, la de Antonio Codro, la de Hassensteinio, la de Stockflet de diez y ocho mil volumenes selectísimos tambien se quemáron, sobre cuya desgracia merecen leerse la vida de Hassensteinio por Struvio, la carta de Teustelio á Stockflet, y Kochio de biblioth. ordin. p. 26. Sin salir de España tenemos memoria muy triste del incendio del Escorial, en que pereciéron un gran número de códices árabes, y otros no menos estimables, y muchos libros, y la quema recentísima de la biblioteca TOMO IV.

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de MSS. del duque de Alba en la casa nueva junto al Prado. De las bibliotecas incendiadas dió un largo catálogo Schel hormio, (in Amoenit litter. t. VII. p. 75. seq.). De otras que han perecido ó se han extraviado por varios incidentes tratan Julio Pflugk (Epist. ad Seckendorffium de Biblioth. Budensi pag, mihi 318. seq. Collect. I. Schmidianae), y Bartolino (Diss. ad filios, sigill. p. 20.).

Entre estas causas de la pérdida de MSS. y. códices de ciertas comunidades, puede señalarse la facilidad de los prelados en deshacerse de ellos, vendiéndolos ó trocándolos por libros mas usuales, en lo qual, aunque al parecer sirvan á los domésticos, hacen un verdadero perjuicio á los extraños, ó mas bien á la causa comun de las letras, constando que estos códices solo sirven al público mientras se conservan en los archivos ó bibliotecas públiças. De esto se queja Martene en su segundo viage con motivo del extravío de algunos códices del célebre monasterio de Auchin (Aquicinctum) junto á Douay, y en otros lugares. De ahí nace la actual pobreza de algunas bibliotecas, que han sido riquísimas, como de la de Cluni lo dice Mabillon (Itiner. Burgundic.an. MDCLXXXII.op.posthum. t. 2. p. 22.) y Ruinart de la del monasterio de S. Faron junto á Metz, fundado en el siglo VII (Iter litterar. in Alsat. et Lotharing. int. op. posth. Mabillon t. III. p. 414.), y el mismo Martene de las de varios monasterios de Flandes y los Paises-Baxos (Second. voyag. liter. pag. 82. 106. 107.).

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