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pre fecundo, de donde correrá en el curso de los siglos el rio de las generaciones hasta que esté completo el li naje humano.

La familia no es solo la sociedad mas antigua, sino tambien la mas importante, á lo menos en un sentido. En primer lugar es el fundamento de todas las demas, el fundamento del estado y de la iglesia. En efecto ¿qué es el estado si no la réunion de cierto número de familias bajo la autoridad de un jefe comun para la conservacion y el incremento de su existencia y bienestar? La iglesia misma ¿qué otra cosa es si no la reunion de todas las familias cristianas bajo la autoridad de un padre comun para la conservacion é incremento de su vida espiritual? Asi la familia es al estado y á la iglesia lo que la raiz al arbol, la fuente al rio y el cimiento al edificio: de las manos de la familia recibe el primero sus ciudadanos y la segunda sus hijos.

En un sentido todavia mas íntimo y por una razon mas profunda debe de ser llamada la familia la sociedad mas importante. Hacer al hombre lo que es y lo que ha de ser no es preparar indefectiblemente la gloria ó la ignominia, la dicha ó la desdicha del mundo? Tal es el tremendo encargo de la familia. ¿No ejerce ella una accion exclusiva y diaria en los primeros años de la niñez? Y la niñez ¿no es una cera blanda en la que pueden imprimirse todas las formas? Y estas formas, buenas ó malas, recibidas en la infancia con tanta facilidad, no son (salvo algunas raras excepciones) las únicas impresiones que no se borran jamas? Tanto que el hombre asombrado se encuentra al declinar su edad y al borde mismo del sepulcro tal como se conoció en la primavera de su vida. Este hecho era ya proverbial mas de tres mil años hace (1)..

Pues la familia es la basa del estado y de la iglesia, su, fin último debe ser el mismo que el de estas dos sociedades. Ahora bien si al que estableció los estados y

(1) Proverbium est: Adolescens juxta viam suam, etiam cùm senuerit, non reccdet ab eå (Prov. IV).

fundó la iglesia, le preguntamos cuál es el fin de los unos y de la otra, su infalible oráculo nos da esta respuesta luminosa: La voluntad de Dios es la santificacion del hombre (1); fin sublime si le hubo jamas. Ahí estan comprendidos á un tiempo la dicha y los medios de alcanzarla: en este mundo la vida física, la vida intelectual y la vida moral; en el otro la exencion de toda especie de mal, el completo incremento de todas las facultades del hombre, la satisfaccion de todos sus deseos legítimos y su eterno descanso en Dios.

So pena de incurrir en los errores mas peligrosos la filosofía humana se ve obligada despues de tanto andar á tientas á recibir como máxima esta conclusion final de la fé. Sí, la santificacion del hombre (y no lo lleve á mal el materialismo ciego de nuestro siglo) es el fin de todas las cosas, la razon por la cual hay sociedades, reinos y una iglesia, reyes y papas. Mas los reyes y los papas, los estados y la iglesia concurren cada uno á su modo á la santificacion del género humano. El estado depositario de la fuerza y de la espada protege la vida corporal y el bienestar material del hombre. Como obispo exterior asegura el orden y la tranquilidad por fuera, para que pasemos una vida tranquila en toda piedad y castidad, como dice el A postol (2). Esta vida del tiempo nos ha sido dada para trabajar en nuestra salvacion, y Dios no quiere que ninguna potestad humana venga á turbarla injustamente ó á arrebatarnosla antes del término fijado por él mismo. El encargo del estado es guardarla y protegerla. De ahí viene esta definicion eminentemente filosófica de la potestad temporal: ministro de Dios para bien del hombre (3). Y ¿cuál es el bien del hombre,

(1) Hæc est enim voluntas Dei, sanctificatio vestra (I ad thess. IV, 3).

(2) Ut tranquillam vitam agamus in omni pietate et castitate (I ad Tim. IV, 2).

(3) Dei enim minister est tibi in bonum (Ad rom. XIII, 4).

preguntamos nosotros, si no su fin? ¿Y cuál es su fin si no la salvacion en el sentido que hemos explicado mas arriba?

Mas noble es la mision de la iglesia, sociedad espiritual, cuya tarea consiste en trabajar directamente en la conservacion y aumento de la vida de nuestra alma en sus relaciones con Dios. Estudiese en efecto su accion sobre el hombre desde la cuna hasta el sepulcro y mas allá, y vease si todos los medios de que dispone segun la edad y las necesidades de sus hijos, sus lecciones, sacramentos, preceptos, fiestas y expiaciones no tienden á dar al hombre la vida religiosa, aumentarla, devolversela cuando la ha perdido, de modo que le conduce al término final de la santificacion y de la felicidad.

Sentado esto no puede menos de sacarse esta conclusion que hace resplandecer tanto la dignidad é importancia de la sociedad doméstica; á saber, que siendo la familia el fundamento del estado y de la iglesia debe de tener el fin del uno y el fin de la otra.

Primeramente la familia como el estado guarda y defiende la vida corporal del hombre. ¿No encuentra este en el seno de ella el alimento que le sustenta, la cuna donde duerme, los pañales que le cubren, el techo que le abriga, la tierna solicitud que vela por sus necesidades, el brazo que sostiene sus pasos vacilantes, la palabra que prepara su inteligencia infantil para comprender la verdad y su voluntad para la práctica de todas las virtudes sociales? No se reduce á eso el encargo de la familia: asociada á la paternidad misma del Criador ha recibido la potestad de engendrar seres á su semejanza, seres capaces de participar un dia de la naturaleza divina (1). O familia, sociedad misteriosa y sagrada, ¡cuán grande eres á los ojos de la razon! ¡ cuán respetable á los ojos de la fé! Comprende la sublimidad de tu glorioso destino: ¡qué santidad debe

(1) Divinæ consortes naturæ (II Petr. I, 4).

dirigir tus palabras y acciones! ¡Con qué religioso esmero debes de velar por ese ser que te es deudor de la existencia, y á quien Dios llama hijo y los ángeles hermanos!

Asi pues el primer objeto de la familia, su primer titulo de gloria es conservar como el estado la vida corporal del hombre, abrirle una carrera util proporcionandole los medios de seguirla, y demas que el estado, dar la vida al hombre. Pero todavia tiene otro título mas noble de gloria. La familia está instituida como la iglesia para velar por la vida espiritual del recien nacido. En el hogar doméstico, sobre las rodillas de la madre y en los brazos del padre debe el hijo de la eternidad recibir las primeras nociones de su noble origen, de sus grandes deberes y de su destino sublime. Allí debe aprender el tierno candidato del cielo que para ser del número de los escogidos ha de vivir únicamente para su Dios y sus hermanos: allí en fin debe de hacer el glorioso aprendizaje de las virtudes cristianas, único camino de la eternidad bienaventurada. Está pues bien comprendido el religioso encargo de la familia en aquella expresion de los santos padres que llaman á la sociedad doméstica una iglesia particular, en la que los padres son los sacerdotes y los hijos los fieles (1).

En el plan primitivo y antes que el pecado hubiese turbado el orden del Criador, la familia estaba en perfecta correspondencia con su augusto destino. La unidad, la indisolubilidad y la santidad eran sus caracteres, es decir, sus leyes y sus medios.

La unidad. La creacion de la mujer sacada de la propia sustancia del hombre expresaba con energía esta primera condicion de la sociedad doméstica. De ahí debian nacer entre los esposos unas relaciones tan suaves como inviolables, cuya observancia era la prenda segura de la dicha y duracion de la familia. Así se explica el gozo que sintió el padre del género humano

(1) V. Aug. t. IV, 1445 C, edit. Paris. altera.

cuando al salir de su misterioso sueño contempló á la que acababa de darle Dios por compañera. De ahí tambien las palabras alborozadas con que saludó la inefable unidad que debia de reinar entre el hombre y la mujer: Este es el hueso de mis huesos y la carne de mi carne..... Por lo cual dejará el hombre á su padre y á su madre y se unirá íntimamente á su mujer y serán dos en una carne (1). Para fundar esta unidad en basas inalterables y mostrar que tales eran su deseo y objeto el Criador no dió al primer hombre mas que una sola mujer. Entre los parentescos humanos, dice un doctor célebre, es el mas estrecho é inviolable el vínculo del matrimonio: por eso Dios hizo á Eva de una costilla de Adam para significar primeramente que el marido y la mujer no son dos, sino uno: en segundo lugar que son indivisibles é inseparables, porque asi como una misma carne no puede dividirse y subsistir una, asi no puede separarse un consorte del otro, porque son una misma carne: en tercer lugar que deben ser uno en amor y voluntad. Por lo cual dijo Pitágoras que en un buen matrimonio hay una sola alma en dos cuerpos (2). »

Es pues contrario á la institucion divina de la fa

(1) Dixitque Adam: Hoc enim os ex ossibus meis et caro de carne mea..... Quamobrem relinquet homo patrem suum et matrem et adhærebit uxori suæ; et erunt duo in carne una (Gen. II, 23, 24).

(2) Inter humanas necessitudines arctissimum et inviolabile est vinculum matrimonii: hinc ex Adami costa Deus fecit Evam, ut significaret primò quòd vir et uxor non tam duo quàm unus sint: secundò quòd sint indivisibiles et inseparabiles, sicut enim una caro non potest dividi et tamen una manere, sic non potest conjux à conjuge separari, eò quòd sit una caro cum conjuge: tertiò quòd debeant unum esse amore et voluntate. Unde Pythagoras dixit: In conjugio amico esse unam animam in duobus corporibus (Cornel. à Lap. Com. in Gen., t. 1, p. 8).

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