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lee en la Marca Hisp. (col. 343), en el cual se hallaron los obispos de Arles, Aix, Embrun, Viena, Bourges, Auch y Bourdeaux, y en que añaden que el mismo Felix subscribió á la condenacion de su error. Otra condenacion se supone hecha en el mismo año 791 en un concilio de Frioul, congregado por S. Paulino, obispo de Aquileya. Felix debió reincidir en su error, puesto que en el año siguiente fue citado á la presencia de Carlo Magno y al concilio de Ratisbona, donde fue condenada de nuevo por el mismo su doctrina; y llevado desde alli á Roma la abjuró otra vez delante del papa, con lo cual se le permitió volver al gobierno de la iglesia de Urgel. Mas ó sea que él recayó, ó como yo creo que Elipando, que llevaba mal estas condenaciones parciales, escribió á Carlo Magno para que esto se tratase en un concilio pleno, lo cierto es que en el año 794, estando aquel rey en Francfort, congregó alli un concilio de 300 obispos, que establecieron varios cánones, en el 1.° de los cuales fue condenada la heregia de los nuestros. Algo hay que decir sobre aquel congreso, que en el canon 2.° condenó tambien el dogma católico de la ado

racion de las imágenes, por no haber sabido leer ó entender el canon del concilio Niceno. Mas esto ni es de este lugar, ni quita que fuese bien condenado el error de los adoptivos.

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Y no solo los concilios, sino muchos sabios extrangeros escribieron contra nuestro obispo Felix entre los cuales se distinguió Alcuino, al cual el nuestro respondió con acrimonia y con muestras de ánimo poco dispuesto á ceder en su empresa. A pesar de todo dicen que de nuevo se retractó en un concilio de Aquisgran del año 797, y que recayendo otra vez, hubo necesidad de juntar un nuevo concilio en esta iglesia de Urgel en 799, al cual asistieron los obispos Laidrado de Lyon, y Nefridio de, Narbona, y el abad Benedicto, con otros obispos y abades de la Gocia. Esto dice la Marca Hisp. (co?. 268 345), y pretende probar la existencia de este concilio por dos razones: 1.* porque segun los cánones africanos el error debia condenarse donde habia nacido: 2. porque Felix en la fórmula de confesion que hizo despues, dice que segun lo que le habia prometido en Urgel el obispo Laidrado, vino libremente á la presen

cia del rey, y fue alli oido sin que se le hiciese molestia ni vejacion alguna. De donde infiere aquel escritor que en 799 estuvo en Urgel el obispo de Lyon Laidrado, lo cual no podja ser sino con ocasion del concilio. Dejando en su probabilidad. la primera de estas dos razones, la segunda hace poca fuerza; porque como luego verás el Laidrado que en ese tiempo se hallaba en Urgel, era obispo de esta iglesia, y no de la de Lyon. Asi que yo dudo mucho de la verdad del concilio tenido aqui, y mas en ese año, en que todos los historiadores convienen que fue por última vez condenado en el concilio Romano, y depuesto enteramente de su silla en una solemne asamblea que se tuvo en Aquisgran, y desterrado á Lyon. No sé si pudieron caber todas estas cosas en solo el año 799

Como quiera que sucediesen, Felix acabó sus dias en el destierro, privado enteramente de su silla. Algunos escritores dicen que murió en el año 800, otros en el de 804 y otros en el de 818. Tambien varían sobre la ortodoxia final de este obis-. po. El primero en acriminarle fue Agobardo, obispo de Lyon, el cual al prin

cipio de un opúsculo que escribió contra los errores de Felix, afirma que halló entre sus papeles una nota ó esquela en que renovó su opinion ya condenada; de donde concluye que murió en el error. Mas en cosa tan grave era necesario que aquel escritor probase que dicha cédula era posterior á su deposicion y retractacion. Asi es que no haciéndolo, á pesar de su dicho, la mayor parte se inclinan á creer que murió en la verdadera fe de la iglesia católica. En la coleccion del cardenal Aguirre haHarás la confesion de su fe, que es una epístola dirigida á varios clérigos de Urgel, exhortándoles á la verdadera fe de Jesucristo, y detestacion del error que abrazaron con él. Dentro de poco verás otras pruebas de la existencia de esos mismos clérigos, y de las penitencias que en razon de eso se les impusieron. Esta profesion de fe la escribió desde su destierro, cuando enteramente depuesto de su silla no tenia ya esperanza de volver á ella con el engaño de una confesion fingida. Y asi es de creer que la hiciese con sinceridad, y que en ella perseverase. Otra prueba de su final conversion debe ser el caracter de Felix, á quien todos, incluso Alcuino que

fue su antagonista, y el obispo Agobardo que tanto se ensangrentó contra él despues de muerto, todos, digo, suponen ser hombre de muy santa vida, y de un celo esmerado por la pureza de la fe, cuyo ardor y no otra cosa le hiciese caer en el error. Asi todos celebran lo que trabajó en defender la religion cristiana contra los mahometanos, particularmente Alcuino, el cual en su carta XV hace mencion de una

disputa de Felix contra un sarraceno, la cual dice que no habia podido ver, y que segun le habian informado se hallaria en poder de Laidrado, obispo de Lyon.

Esto es lo que por ahora he recogido del famoso obispo Felix, á quien de una parte la iglesia de Urgel ha contado por uno de sus siete obispos santos, y el escritor del catálogo de Gerri en el siglo XII redondamente llama santo, y á quien. junto con Elipando escusan Francisco Suarez, Gabriel Vazquez in comment. theolog. y Nieremberg en su carta á D. Lorenzo Ramirez de Prado (inter opera Luitprandi, pag. 518) y á quien de otra censuran con mayor ó menor acrimonia Alcuino, Agobardo, Jonas y otros escritores franceses de aquel tiempo, á los cuales se

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