Escritores del siglo XVI ...

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M. Rivadeneyra, 1886

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Strona 177 - A las aves ligeras, leones, ciervos, gamos saltadores. montes, valles, riberas, aguas, aires, ardores, y miedos de las noches veladores. Por las amenas liras y cantos de Sirenas os conjuro que cesen vuestras iras, y no toquéis al muro, porque la Esposa duerma más seguro.
Strona 180 - Entrádose ha la Esposa en el ameno huerto deseado, ya su sabor reposa, el cuello reclinado sobre los dulces brazos del Amado.
Strona 261 - Sé que no puede ser cosa tan bella, Y que cielos y tierra beben de ella, Aunque es de noche.
Strona 194 - Pues ya si en el ejido de hoy más no fuere vista ni hallada, diréis que me he perdido, que, andando enamorada, me hice perdidiza y fui ganada.
Strona 395 - Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero'. Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor
Strona 261 - Que sólo de pensar que está olvidado de su bella pastora, con gran pena se deja maltratar en tierra ajena, el pecho del amor muy lastimado. Y dice el pastorcico: ¡Ay, desdichado de aquel que de mi amor ha hecho ausencia, y no quiere gozar la mi presencia, y el pecho por su amor muy lastimado!
Strona 142 - Descubre tu presencia, y máteme tu vista y hermosura; mira que la dolencia de amor que no se cura sino con la presencia y la figura.
Strona 99 - En una noche oscura, con ansias en amores inflamada, ¡oh dichosa ventura!, salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada: a escuras y segura, por la secreta escala disfrazada, ¡oh dichosa ventura...
Strona 165 - Mi Amado, las montañas, los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos. La noche sosegada en par de los levantes de la aurora, la música callada, la soledad sonora, la cena, que recrea y enamora.
Strona xxv - ¡oh dichosa ventura!, a escuras y en celada, estando ya mi casa sosegada; en la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía.

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