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ello

los cuales era Arnaldo de Mari, que despues fué Obispo de esta iglesia. De esta resistencia da razon otra bula de Martino del dia 1.° de noviembre del mismo año, en que con todo el rigor de las censuras eclesiásticas manda cesar en su pretension al intruso Galceran Albert, y dar la posesion al legítimo Obispo Gil Muñoz. Este mandato Apostólico no fué cumplido hasta que el Rey tomó en ello la mano, y á 4 de abril del año siguiente 1431, en carta que escribió á su Gobernador en esta isla, sin mentar nada de lo pasado, mandó que se diese posesion á Gil Muñoz, indicando solo en general que habia para alguna resistencia. Entonces el Gobernador, á instancia de los procuradores de este Obispo, que eran Antonio Castell, Pedro Gual, Pedro Bordet y Gerardo de Randen, mandó hacer un pregon público á 21 del mismo mes para que todos reconociesen en lo espiritual y temporal á dicho Obispo. El Capítulo le dió inmediatamente posesion de todo lo que estaba en su mano; mas Fr. Galceran se encastilló en su palacio con alguna gente armada de su faccion, del cual no salió, hasta que el dia 24 se lo intimó el Gobernador so graves penas. Con lo cual se tomó posesion de dicha casa, á nombre de Gil, el dia si

TOMO XXII.

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guiente 25, separándose todos los muebles que eran propios de Galceran (Reg. de cartas reales de ese año).

Así se sosegó esta borrasca, en la cual es fácil de entender cuán perturbados andarian los ánimos de los habitadores de esta isla, pendientes únicamente de la voluntad del Monarca. Con lo cual no es extraño que en los meses siguientes hubiese todavia algun atraso en pagar á este Obispo los frutos que le correspondian; de lo cual quedan algunos documentos en el mismo libro.

Aunque no debemos contar á Galceran en el catálogo de estos Obispos, quiero sin embargo referir una de las disposiciones que tomó en los pocos meses que gobernó como tal, que fué instar al Rey para que retirase las cartas que fácilmente concedia á religiosos y clérigos, dándole los honores y gajes de sus domésticos y familiares; de las cuales hay muchas en los sobredichos registros. Y con ello sucedia que los agraciados no querian sujetarse á la correccion de sus Prelados respectivos, y vivian impunes en su vida relajada. El Rey, pues, anuló todas estas gracias con su carta de 12 de setiembre de 1430, conservando solamente el honor de sus familiares, pero revocando la pretendida exencion.

Viniendo ahora á hablar de nuestro Gil Muñoz, cónstanos que estuvo ausente hasta el año 1433, en cuyo tiempo gobernaba como su Vicario general Bernardo Jornet. De su ve nida acá solo he hallado una nota en la Consueta de esta iglesia, manuscrita á principios del siglo XVI, que dice así: «Est notandum » quod anno MCCCCXXXIII aplicuit Maioric. >>Rever. in Xpo. Pater et D. Egidius, Epi>>scopus quondam Maioricensis, qui impulsu »et motu devotionis Virginis Mariæ, et Incar>>>nationis Divini Verbi festum Expectationis >>Beatissimæ Virginis Mariæ instituit in dicta >>>Sede cantari. Quod officium ordinavit S. Il>> defonsus, Archiepiscopus Toletanus.» Aunque no quiera esto decir que esta fuese la primera de las operaciones del Prelado, bástanos, tener esta noticia para muestra de su piedad.

Otras nos quedan de su cuidado pastoral en ese mismo año, en que fijó la tasa que el Obispo, prelados, canónigos y demas del clero debian pagar para la fábrica en el ingreso de sus respectivos beneficios. Tambien confirmó desde luego los estatutos que sus antecesores tenian publicados sobre la entrada de los hombres en los conventos de monjas, estrechando algo mas el nuestro la edad hasta la de doce años.

Escasas son las memorias que nos quedan de los años siguientes, reducidas únicamente á varios privilegios que obtuvo del Rey Alfonso V á favor de su catedral y clero. Cosas particulares, cuya noticia solo ha de servir para recomendar el celo del Obispo.

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Del año 1437 hallo que cedió á beneficio de la fábrica los derechos que le correspondian por el trabajo de tomar las cuentas anuales al encargado de sus gastos; y que á su imitacion hicieron lo mismo seis de los canónigos presentes en el Capítulo, cediéndolos unos para siempre, otros por diez años, otros por cinco. En el año siguiente ofreció pagar la dote de una monja en el convento de Santa Margarita de esta ciudad, señalándole doce dineros cada dia por espacio de seis años.

De su muerte, y de algunas circunstancias de su vida, da razon el magnifico sepulcro que tiene en medio de la antigua aula capitular, que halló este Prelado recien construida, Ꭹ ahora solo sirve de tránsito para la que se edificó últimamente. En medio, pues, de dicha pieza, sobre una losa que cubre su cuerpo, y se eleva medio palmo del pavimento, hay en los ángulos cuatro leones, sobre los cuales, á poco mas de tres palmos del piso, descansa una piedra magníficamente trabaja

da en su plano, dividida en dos cuarteles. En el mas alto está de relieve el busto del Obispo hasta el pecho, y en el inferior el escudo de sus armas, que son una cruz en dos cuarteles, y los otros dos en blanco. En el recalado que divide los dos cuarteles se halla el letrero siguiente: Hic fuit Clemens Papa VIII., qui in sua obedientia stetit annis VI. mensibus VI. En el contorno de toda la piedra, en el recalado que deja el bocel, se lee este elogio: Postquam e vita migravit Egidius flevit amare clerus, doluerunt cives, luxerunt pauperes, virgines omnes, atque matronas fertur lacrimas continere non posse. Qui obiit V. kal. januarias M.CCCC.XXXXVII. Al pie de la losa, en el mismo casco del bocelito, se halla de letra muy pequeña la noticia de quien costeó esta piedra, en estas palabras: Nicolaus Munionis, canonicus suo domino reverendissimo fecit. Debia ser su pariente y familiar.

No fué solo este el que dejó á la posteridad memoria de este Prelado. Otro canónigo de esta iglesia compuso el siguiente epitafio en hexámetros, los cuales estan escritos en una piedra colocada en lo alto de la pared, frente de dicho sepulcro:

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