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235. Mr. de Chetardie, citado por Calmet, sacó con el mismo artificio á Juliano apóstata, y no fuera muy dificil sacar otras cien cosas, haciendo otras combinaciones, las que serian al fin tan fuera de propósito, y tan inútiles como las que hemos apuntado.

236. Convienen, no obstante, los doctores, y lo confiesa el mismo Calmet, aunque interesado por Diocleciano, que la solucion del enigma se debe buscar en letras numerales griegas, pues en ellas y no en las latinas se escribió el Apocalipsis. Aora bien: la solucion del enigma se ha buscado en las letras numerales griegas, casi desde los principios del segundo siglo de la Iglesia; pues S. Ireneo, que escribió ácia el año 70 de este siglo, trae algunas combinaciones que se habian hecho antes de él, y despues acá el empeño no ha cesado, ni se han omitido las diligencias. ¿Y qué se ha conseguido con ellas? Lo que únicamente se ha conseguido es, que nos hallamos con muchos nombres, que segun diversos autores, ha de tener el Anticristo. ¿ Cual de ellos es el verdadero? No se sabe. ¿Y se sabe á lo menos si entre todos ellos estará el verdadero? Tampoco se sabe, y aunque se hagan otras muchas mas combinaciones, siempre quedarémos en la misma perplegidad. ¿Como, pues, podrémos conocer por su nombre, ó caracter, ó distintivo á esta bestia ó este Anticristo?

237. Yo saco de aquí una consecuencia que me parece buena y naturalísima, á lo menos en línea de sospecha vehemente, es á saber: que mientras se buscare (ó sea en le

tras griegas ó latinas) el nombre ó distintivo de una persona individuo y singular, parece muy probable, que el enigma se quede eternamente sin solucion. El testo sagrado habla del nombre, ó caracter, ó distintivo de una bestia metáforica de siete cabezas y diez cuernos: conque si dicha bestia no significa una persona singular, como parece algo mas que probable, todas las operaciones que se hicieren sobre este principio, irán ciertamente desviadas, ni podrán jamás tocar el fin que se proponen. Así lo ha mostrado hasta aora la esperiencia. Despues de grandes diligencias, y por grandes ingenios, nos hallamos todavia como en el principio': y confiesan los doctores juiciosos, que todo cuanto se ha discurrido, y trabajado hasta aora sobre el asunto, ha sido, cuando menos, un trabajo perdido: estudio á la verdad vano, cifras insignificantes.

238. No quedándonos, pues, esperanza alguna racional de entender el enigma en la idea ordinaria de una persona singular, parece ya conveniente y aun necesario mudar de rumbo, trabajar, digo, sobre otra idea ó principio diverso, y ver si por aquí se puede avanzar algo que nos contente, y nos pueda traer alguna utilidad. Esto es lo que aora vamos á tentar, deseando á lo menos abrir camino para que otros trabajen, y hagan nuevos descubrimientos en un asunto que ciertamente no es de mera curiosidad, sino de sumo interés. No hay duda que la inteligencia la ha de dar Dios; mas sería una verdadera temeridad esperar que Dios diese la inteligencia á quien no trabaja, á quien no hace lo que está de su parte, á quien apenas sabe que hay en la Escritura tal enigma, &c.

239. Mudada, pues, por un momento la idea del Anticristo de una persona singular á un cuerpo moral, para proceder con algun órden y claridad en el estudio del enigma, me preparo con una diligencia prévia, ó con un discurso propio, ó con un discurso general. Pienso primeramente en profunda meditacion, cual puede ser el carácter mas propio, ó el distintivo mas preciso de un cuerpo moral anticristiano, compuesto de muchos individuos. Si hallo este

carácter ó distintivo, el mas propio, aunque sea solo probablemente, paso á la segunda diligencia no menos necesaria: esto es, á comparar lo que he hallado con el testo mismo y con todo su contesto, y tambien para asegurarme mas con otras ideas y noticias que he hallado en otras partes de la santa Escritura. Si despues de este exámen atento y prolijo, hallo dicho carácter ó distintivo perfectamente conforme á la idea que me da el testo con todo su contesto, y á la idea que me da en otras partes la divina Escritura; no por eso debo quedar plenamente satisfecho, ni mucho menos cantar la victoria: pues me queda que practicar la última diligencia, sin la cual nada puede concluirse. Me queda, digo, que examinar si dicho carácter ó distintivo, que he hallado en mi meditacion, y que despucs he hallado tambien conforme al testo, y á toda la Escritura corresponde del mismo modo al número 666, ó á las letras numerales griegas que componen este número. Si á todo esto lo hallo perfectamente conforme: si todo camina naturalmente sin artificio, sin violencia, sin dificultad, sin embarazo alguno, me parece que en este caso podré concluir, con toda aquella seguridad que cabe en el asunto, que esta es la verdadera solucion del enigma: y cualquier hombre sensato deberá recibir, y contentarse con esta solucion, mientras no se le presente otra, que atendidas todas las circunstancias pareciere mejor.

240. Supuesto este discurso general, que por su misma simplicidad parece justisimo, procedamos ya á nuestra operacion. Yo discurro así. En la idea de un cuerpo moral anticristiano, compuesto de muchísimos individuos, se concibe al punto, ni puede dejar de concebirse, que ese cuerpo para que lo sea, debe estar animado todo de algun espíritu. Sin esto será imposible que subsista, así como sucede en un cuerpo fisico. ¿Como podra subsistir una república, ni como podrá llamarse con propiedad cuerpo moral, si las personas que la componen no están unidas entre sí, y animadas todas de un mismo espíritu general, v. g. de libertad, y de independencia? Pues este espíritu

general, ó este principio de vida, que une, anima y conserva un cuerpo moral, cualquiera que sea, es lo que llamamos con toda verdad y propiedad, el caracter, ó el distintivo propio de este mismo cuerpo; no considerado solamente como cuerpo moral, sino como tal cuerpo moral, particular y determinado.

241. Aora pues, ¿qué otro espíritu puede unir y animar un cuerpo moral Anticristiano, como tal, sino aquel mismo que apuntamos en el párrafo iv, con su propia definicion, esto es, el espíritu que divide á Jesus? En toda la divina Escritura no hallamos del Anticristo otra palabra mas espresa que esta, y todo cuanto hallamos en ella corresponde y se conforma perfectamente á esta difinicion. La misma palabra Anticristo ó contra-Cristo esto suena, y no suena otra cosa sino solo esto. De aquí se sigue manifiestamente, que el caracter ó distintivo propio de este cuerpo moral en cuanto es contra-Cristo, dəbe ser del todo conforme á la palabra Anticristo, y al espíritu que lo debe animar en cuanto tal. Mas claro: el caracter y distintivo propio de este cuerpo moral, no puede ser otro que el mismo espíritu que lo anima; no puede ser otro que dividir á Jesus activa y pasivamente: no puede ser otro, que el odio formal á Jesus: el oponerse á Jesus: perseguir á Jesus: procurar destruirlo, ó desterrarlo del mundo, borrando del todo su nombre y su memoria. Esta parece clarísimo, ni hay para que detenernos en ello.

242. Lo que falta solamente es, que este caracter ó distintivo propio de la bestia que ya se ha conocido, se halle tambien en el número 666 del mismo modo que se escribe en griego, esto es, que las letras griegas que componen dicho número, den al mísmo tiempo este mismo caracter, ó distintivo espreso y claro. Si esto sucediese, ¿no pareceria alguna operacion geométrica, ó alguna especie de demostracion? No fundaria á lo menos un grado de probabilidad, ó de certeza moral, cuanta pueda caber en el asunto? Vedlo pues aquí. Entre las varias combinaciones que se han hecho de las letras griegas que forman el nú

mero 666, se halla una que es la de Primacio, de la cual se ha hecho tan poco caso, como de las otras, sin duda porque en la idea ordinaria del Anticristo no se ha hallado en que hacerla servir. Esta combinacion da puntualmente la palabra griega ARNOUME, Ó ARNOUMA, que corresponde á la palabra Latina ABRENUNTIO, y á la Española RENIEGO. 243. Hallada esta palabra, comparémosla luego con el testo de la profecía, y con todo su contesto, para ver si corresponde á todo con propiedad. Primeramente, dice S. Juan, que en los tiempos de la bestia ó del Anticristo serán obligados los hombres, so pena de no poder comprar ni vender, á traer en la mano ó en la frente el caracter de la bestia misma, ó su nombre, ó el número de su nombre. Sobre lo cual, parae vitar desdel uego todo equívoce, de bemos notar ante todas cosas, y tener muy presente una que parece clara é innegable. Es á saber: que todas estas espresiones de que usa S. Juan, esto es, el caracter de la bestia, frente, manos, &c., son puramente metafóricas, asi como lo es la bestia misma, sus cabezas, y sus cuernos. Ni parece creible, ni aun sufrible lo que piensan muchos autores, y ponderan con gran formalidad: esto es, que en aquellos tiempos por órden del Anticristo, ó de su profeta, deberán los hombres sufrir en la frente, ó en las manos la impresion de un hierro ardiendo: ó como piensan otros mas benignos, la impresion de un sello, bañado en alguna tinta estable y permanente, en el cual sello estará gravado, segun unos, un dragon; segun otros, una bestia con siete cabezas y diez cuernos; y segun otros, la imájen ó el nombre del monarca. Otros piensan con igual fundamento, que todos los hombres en todo el mundo serán obligados á llevar públicamente en la frente, ó en la mano, alguna medalla con la imájen, ó con las armas del Anticristo, como por mostrar que son sus fieles adoradores, &c.

244. Mas todos estos modos de pensar, que son los únicos que vulgarmente hallamos, parecen muy agenos, y muy distantes del sentido propio y literal, que puede admitir una pura metáfora, en la cual siempre se habla por

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