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servicios que han hecho a la Iglesia y al mundo; y nos remiten á las siete tubas ó trompetas del capítulo viii y ix.

172. Mas si por asegurarnos de la verdad, vamos á leer estos lugares á que nos remiten: si teniendo presentes todos estos sucesos ya pasados, los confrontámos con el testo de la profecía, y con todo su contesto, nos hallámos en la triste necesidad de confesar ingenuamente, que la profecía no ha tenido hasta aora su cumplimiento; pues aquellos sucesos que se le han querido acomodar por los mayores ingenios, son manifiestamente fuera del caso: son ajenos y distintísimos del testo y contesto de la profecía: ha sido necesario para acomodarse, no solamente el artificio y el ingenio, sino mucho mas la fuerza y la violencia declarada: y aun queda todavia manifiesta la improporcion y la insuficiència, pues han quedado fuera, se han olvidado y pasado por alto muchas circunstancias esenciales ó gravísimas, que no se dejaron acomodar. Esto se ve con los ojos, me parece, en los doctores mas respetables por otra parte, por su elocuencia y erudicion; especialmente lo podeis observar en aquellos que han esplicado el Apocalipsis con mayor difusion, como son Luis de Alcazar, Tirino, Alápide, Arduino, Calmet; tambien (si esto me es permitido) el sapientísimo Monseñor Bosuet, de cuyo sistema hablarémos adelante.

173. Es, pues, amigo mio, no solamente probable, sino visible y casi evidente, que el Apocalipsis de S. Juan, sin hablar por aora de los tres primeros capítulos, es una profecía admirable, enderezada toda inmediatamente á la venida ó á la revelacion de Jesucristo. Las palabras mismas con que empieza esta profecía despues de la salutacion á las Iglesias, hacen una prueba bien sensible de esta verdad : He aquí (dice S. Juan) que viene con las nubes, y le verá

todo ojo, y los que le traspasaron. Y se herirán los

pechos al verle todos los linages de la tierra*.

Ecce venit cum nubibus, et videbit eum omnis oculus, et qui eum pupugerunt. Et plangent se super eum omnes tribus terræ.-Apoc.i, 7.

174. Dicho todo esto como de paso, y no fuera de propósito, pues nos ha de servir no pocas veces en adelante, volvámos al Anticristo. Como esta profecía del Apocalipsis, segun acabamos de decir, tiene por objeto primario y principal la revelacion de Jesucristo, ó su venida en gloria y magestad, se recojen en ella, se unen, se esplican, y se aclaran con admirable sabiduría, todas cuantas cosas hay en las Escrituras pertenecientes á esta revelacion ó á esta venida del Señor. No es menester grande ingenio, ni mucho estudio, para advertir en el Apocalipsis aquellas frecuentísimas y vivísimas alusiones á toda la Escritura. Se ven alusiones clarísimas á los libros de Moisés, especialmente al Exodo: al libro de Josué, al de los Jueces, á los Salmos, á los Profetas, y entre ellos con singularidad y con mas frecuencia á los cuatro Profetas mayores, Isaías, Jeremías, Ezequiél, y Daniel; tomando de ellos no solamente los misterios, sino las espresiones, y muchas veces las palabras mismas, como observarémos en adelante.

175. Pues como la tribulacion del Anticristo por confesion de todos debe ser uno de los sucesos principalísimos, ó el principal de todos, que ha de preceder inmediatamente á la venida ó revelacion de Jesucristo, es consiguiente que en esta admirable profecía se recojan todas las noticias del Anticristo, que se hallan como esparcidas en toda la Escritura divina : y en efecto así es. Aquí se recojen todas, y todas se unen como en un punto de vista: aquí se ordenan, se esplican, y se aclaran con otras mas individuales, que no se hallan en otra parte. Siendo esto así, como lo irémos viendo, y como ninguno se atreve formalmente á negarlo, aunque tiren algunos á prescindir de ello, busquemos ya al Anticristo en esta última profecía.

176. Casi todos los intérpretes del Apocalipsis convienen entre sí, como en una verdad general, que la bestia terrible de siete cabezas y diez cuernos, de que tanto se habla en esta profecía, cuya descripcion en toda forma se lee en el capítulo xiii, y cuyo fin en el xix, es el Anticristo mismo, de quien hemos oido que vendrá. Pues esta bestia, y

todas las cosas particulares que se dicen de ella, ¿como se podrán acomodar, como se podrán concebir, si se habla de una persona individual y singular? Consultad sobre esto los doctores mas sabios é ingeniosos que han esplicado el Apocalipsis. En ellos mismos hallareis la prueba mas convincente de la imposibilidad de esta acomodacion; pues no obstante su ingenio y sabiduría, que nadie les disputa, vereis claramente la dificultad y embarazo con que proceden, y la gran confusion y oscuridad en que nos dejan. La sola descripcion de la bestia, anque no se considerase otra cosa, parece inacomodable á una persona singular: repárese.

APOCALIPSIS, CAPITULO XIII.

Y ví salir de la mar una bestia, qua tenia siete cabezas, y diez cuernos, y sobre sus cuernos diez coronas, y sobre sus cabezas nombres de blasfemia. Y la bestia que ví, era semejante á un leopardo, y sus pies como pies de oso, y su boca como boca de leon. Y le dió el dragon su poder, y grande fuerza. Y ví una de sus cabezas como herida de muerte: y fué curada su herida mortal. Y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia. Y adoraron al dragon, que dió poder á la bestia, diciendo: ¿Quién hay semejante á la bestia? ¿Y quién podrá lidiar con ella? Y le fué dada boca con que hablaba altanerías y blasfemias: y le fué dado poder de hacer aquello cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre, y su tabernáculo, y á los que moran en el cielo. Y le fué dado que hiciese guerra á los Santos, y que los venciese. Y le fué dado poder sobre toda tribu, y pueblo, y lengua, y nacion: Y le adoraron todos los moradores de la tierra: aquellos cuyos nombres no están escritos en el Libro de la vida del Cordero, que fué muerto desde el principio del mundo. Si alguno tiene oreja, oiga*.

* Et vidi de mari bestiam ascendentem, habentem capita septem, et cornua decem, et super cornua ejus decem diademata, et super ca. TOMO I.

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ESPLICACION DE ESTE MISTERIO, SUPUESTO QUE EL ANTICRISTO SEA UNA PERSONA SINGULAR.

PARRAFO VI.

177. La esplicacion de este gran misterio, que se halla comunmente en los espositores, y eu algunos teólogos insignes, parece sin duda otro misterio mayor ó mas impenetrable: para mí á lo menos lo es tanto, que ya he perdido la esperanza de entenderla. Dicen primeramente y en general, que la bestia de que aquí se habla, no es otra cosa que el Anticristo, cuyo reinado y principales operaciones se nos anuncian por esta metáfora terrible. Mas como este Anticristo debe ser en su sistema una persona individuo y singular, les es necesario acomodar á esta persona siete cabezas, y esplicar lo que esto significa: es necesario acomodarle al mismo tiempo diez cuernos, todos coronados: y es necesario acomodarle otras particularidades que se leen en el testo sagrado. Yo solo busco por ahora la esplicacion de solas tres, sin cuya inteligencia todas las demas me parecen inaccesibles. Primera, las siete cabezas de la bestia. Segunda, sus diez cuernos. Tercera, la cabeza herida de muerte*, y su milagrosa curacion.

pita ejus nomina blasphemiæ. Et bestia quam vidi, similis erat pardo, et pedes ejus sicut pedes ursi, et os ejus sicut os leonis. Et dedit illi draco virtutem suam, et potestatem magnam. Et vidi unum de capitibus suis quasi occisum in mortem : et plaga mortia ejus curata est. Et admirata est universa terra post bestiam. Et adoraverunt draconem, qui dedit potestatem bestiæ : et adoraverunt bestiam, dicentes : Quis similis bestiæ: et quis poterit pugnare cum ea? Et datum est ei os loquens magna, et blasphemias : et data est ei potestas facere menses quadraginta duos. Et aperuit os suum in blasphemias ad Deum, blasphemare nomen ejus, et tabernaeulum ejus, et eos qui in cœlo habitant. Et est datum illi bellum facere cum Sanctis, et vincere eos. Et data est illi potestas in omnem tribum, et populum, et linguam, et gentem: Et adoraverunt eam omnes qui inhabitant terram : quorum non sunt scripta nomina in Libro vitæ Agni, qui occisus est ab origine mundi. Si quis habet aurem, audiat. —Apoc. xiii, ab 1 usque ad 9.

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178. Cuanto á lo primero, nos aseguran que la bestia en general es el Anticristo; mas como este Anticristo ha de ser un monarca universal de toda la tierra: como para llegar á esta grandeza ha de hacer guerra formal á todos los reyes, que en aquel tiempo, dicen, serán solos diez en todo el orbe como de estos diez ha de matar tres, y los otros siete los ha de sujetar á su dominacion: por eso estos siete reyes, súbditos ya del Anticristo y sujetos á su imperio, se representan en la bestia como cabezas suyas: tenia (so dice en el Apocalipsis) siete cabezas.

179. Aora, estos tres reyes muertos por el Anticristo, y estos siete vencidos y sujetos á su dominacion, debe de ser una noticia indubitable, y constar espresamente de la Revelacion, pues sobre ella se funda la esplicacion de las siete cabezas de la bestia. No obstante, si leemos el lugar único de la Escritura, á donde nos remiten, nos quedámos con disgusto y desconsuelo de no hallar en él tal noticia, ó de no hallarla como la esplicacion la habia menester: una circunstancia que es la única que podia servirle, esa es puntualmente la que falta en el testo. Esplícome. Hallámos en el capítulo vii de Daniel una bestia terrible con diez cuernos, los cuales figuran otros tantos reyes, como allí mismo se dice: hallámos que entre estos diez cuernos, sale otro pequeño al principio; mas, que con el tiempo crece y se hace mayor que todos; hallámos, que á la presencia de este último cuerno ya crecido y robusto, caen y son arrancados tres de los diez: lo cual, como se esplica allí mismo, quiere decir, que este cuerno ó esta potencia humillará tres reyes*, y humillar no es lo mismo que matar: buscamos despues de esto lo que debe suceder con los otros siete reyes que quedan, y no hallámos que se hable de ellos ni una sola palabra. Como, pues, se asegura sobre este solo fundamento, y se asegura con tanta formalidad, que el Anticristo matará tres reyes, y sujetará á su dominacion los otros siete? El testo solo dice, que este último cuerno

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