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ca de santo Domingo de Valencia, donde está tambien la del señor Lanuza.

Con la misma duda y objeto escribió al arzobispo de Valencia don Fr. Isidoro Aliaga, en cuya respuesta, que se guarda original allí mismo (de donde es la adjunta copia), verás quan de otro modo pensaba este metropolitano, consultando con el decoro de la dignidad episcopal, sin faltar á la humildad de su primera profesion (a). Disputas loables, nacidas de un mismo espíritu; pero que no pudiéron fixar la costumbre que deseaba el nuncio de su santidad; antes bien quedáron los obispos regulares en la libertad que disfrutan hoy dia, de conservar el hábito de su órden, ó de vestir el episcopal del mismo color. Otros preciosos MSS. del mismo señor Lanuza se conservan en el mismo convento, y algunos de ellos originales de su mano, los quales fuera bueno que se publicasen para utilidad comun y honor de aquella casa.

De la villa de Onteniente he recibido la adjunta copia de una patena que vi en su iglesia parroquial. El dibuxo no es fino; pero es exâcto, y sacado del natural. Aunque la inscripcion da pacem, Domine, in die

(a) Se hallarán estas dos cartas en el apénd. n. XII.

bus nostris, tomada de la oracion Libera &c., que dice el sacerdote después del Pater noster, denota que pudo haber servido esta patena para el sacrificio del altar; sus relieves lo desmienten, que son muchos y á propósito para no soltar sin gran dificultad las partículas que se introduxesen en los recalados. Por lo mismo tampoco inclino á que fuese de las patenas ministeriales con que se daba la comunion al pueblo, sino acaso de las destinadas para dar la paz, como se acostumbró en tiempos posteriores. De todos modos se cree haber sido compañera de un cáliz que se guardaba en la misma iglesia, el qual deshiciéron incautamente para renovar otros vasos sagrados. Sin duda era alhaja antigua muy estimable, segun la descripcion que me hizo de él mi amigo el presbítero don Joseph Ramon García, beneficiado de dicha iglesia. He visto en mi convento de Valencia un cáliz con inscripciones de esta especie, que dicen: tu es Deus meus, qui facis mirabilia:= ad firmandum cor sincerum, sola fides sufficit: y los caractéres son semejantes á los de esta patena, muy parecidos á los que se usáron en el epitafio del obispo de Valencia don Jasperto de Botonac, que murió á fines del siglo XIII,

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y á las mayúsculas que nos dan por mues tra de este tiempo nuestras paleografias. No sé si esto bastará para conceder tanta antigüedad á estas dos alhajas.

Consérvase tambien en el archivo de aquella iglesia un libro de canto, que contiene las pasiones, lamentaciones y la angélica, impreso en Zaragoza por Jorge Coci año 1510: item, varias cartas del beato Juan de Ribera, tocantes al régimen de la parroquia, entre las quales hay algunas que aumentarian dignamente la coleccion, que se desea de cartas y papeles inéditos de este grande arzobispo.

Otras noticias esperaba y mucho mas importantes sobre una antiquísima campana, que dicen se conservó hasta la mitad del siglo xvi, en el real convento del Puig, de la órden de la Merced, cercano á Valencia. Pero me avisan que no hay que saber en la materia mas que lo que dixo el padre fr. Francisco Martinez, en la historia que publicó el año 1760 sobre el hallazgo de la imágen de María santísima del Puig. En resolucion, la imágen se dice encontrada en el Puig el año 1237 dentro de una campana, en la qual se leia esta inscripcion con caractéres góticos: sancta Maria, ora

pro nobis. Imago tua sit nobis tutrix, quæ fuit ab angelis in lapide sepulchri tui dedolata, et ab eis asportata ac apostolorum adventu decorata. Servi tui te colimus. Abige fulgura, tonitrua, sonitu campana: quam fecimus ara sexcentesima sexagesima. Sea qual fuere la época de la invencion de las campanas, discurre tú (1) si es poca gloria el haber poseido una construida en la era 660, año de Christo 622, y de tal magnitud como es esta, porque ocultando baxo de sí á la imágen que tiene cinco palmos de alta, y tres y medio de espesor, debia ser la campana de siete palmos de elevacion poco mas ó menos, que es la que con razon le da el citado historiador. Cosa por cierto maravillosa, que apenas inventadas las campanas, hubiese ya arte para hacerlas de tal tamaño, y (2) en un pais tan distante de su cuna.

Poca instruccion debian de tener en estas materias los que gobernaban aquel pueblo é iglesia por los años 1550, en que se asegura, que rompiéndose la campana, lejos de conservarla en tal estado, la fundiéron para hacer otras pequeñas. A buen seguro, que conservado este precioso monumento de nuestra iglesia, no le quedara arbitrio á don Nicolas Antonio para dudar, como duda, en

su biblioteca antigua (lib. VIII. c. 2. n. 19) de semejante inscripcion, fundado en el silencio de los escritores coetáneos al hecho, y aun de los siguientes hasta el padre Francisco Boil, que en su cámara angélica impresa en 1631, citó el primero de todos el testimonio de un Martin Ximenez, presbítero de Daroca, que estuvo presente al hallazgo de la imágen, y leyó la inscripcion,

y

la copió en el tratado que compuso sobre la recuperacion de España. Efectivamente, por extraño que parezca el silencio de Beuter, Miedes, Escolano y otros en este punto, lo es mucho mas el que guardó el padre fr. Felipe Guimeran en el capítulo XVI de su historia de la órden de la Merced, impresa en Valencia en 1591; mayormente, que siendo como era comendador del monasterio de Puig, pudo y debió tener noticia de la obra MS. de Ximenez, á lo menos de la inscripcion, de que se trata, y publicarla en su libro. Parecia tambien regular que entre las preces que compuso el beato Juan de Ribera, quando en el año 1588 fue traida esta imágen en rogativa á Valencia, se inxiriese y adoptase esta inscripcion tan autorizada. Mas ni esto hallo en dicha historia, ni tampoco la especie de ha

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