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tubre, inmediato al de santa Ursula, de quien se cree fue compañera, y una de las once mil que, como dicen, la siguiéron en el martirio.

Tambien se venera el cuerpo de s. Jorge Mártir en una arca, que por su escultura é inscripcion parece del siglo xv. Baronio en las notas al martirologio habla de muchas reliquias de este santo: y por otra parte son tantas las que hay suyas en solo este reyno, sin que conste que se hayan sacado de dicha arca, que yo mas bien creo ser este pequeño cuerpo formado de huesos de varios santos; y quando sea de s. Jorge, sin escrúpulo se puede afirmar que no es del célebre mártir nicomediense, de cuyo cuerpo depositado en la Palestina, aun en el siglo xi, son muy contadas las reliquias que se esparciéron por el occidente (a). Hablo conjeturando, porque no fue posible abrir el arca.

Prolixamente exâminé todas las preciosidades de este relicario por si la casuali dad me presentaba entre las reliquias del ilustre hijo de esta casa s. Vicente Ferrer algun trozo de sus manuscritos. Mas feliz

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ha sido en esta parte el colegio de Corpus Christi, fundado por el beato Juan de Ribera, donde se guarda un volúmen de sermones latinos escrito de mano de dicho santo; los quales se publicáron en la edicion que se hizo en esta ciudad el año 1692 en cinco tomos en 4° Oxalá tomaran para sí este exemplo otros cuerpos, que gloriándose justamente de poseer monumentos preciosos de la literatura eclesiástica, esterilizan esta gloria por no hacer comun el tesoro de donde procede. Llega á tal punto la equivocacion en esta materia, que hay cuerpo que abiertamente pospone el interes propio, y la utilidad pública y el crédito que resultaria á los autores de ciertas obras inéditas, á la honrilla mal entendida de ser él solo su poseedor. Sera menos apreciable si se publica, y perderá la casa esta gloria.... Dixéronse estas palabras á un sugeto, que tratando de publicar un libro, deseaba verificar una cita de cierto códice que nadie disfrutaba, ni aun el que lo poseia: en esto no podemos negar que han sido mas francos y liberales que nosotros los extrangeros por cuya causa, siendo tal vez nosotros mas ricos, no es extraño que la avaricia y mezquindad li

teraria nos haya hecho parecer pobres. Tornando pues á mi canto llano, digo, que el códice de este colegio contiene los sermones que el santo escribió de su mano, predicados por los años 1410 hasta el 1414, en que le dexó en Morella, villa de este reyno, en casa de un tal Gavaldà, cuyos descendientes le regaláron al beato patriarca Ribera. De él se infiere lo primero, que san Vicente Ferrer escribió gran parte de sus sermones en la lengua latina, aunque los predicase en lemosin: lo segundo, que su estilo es muy semejante, y aun el mismo que el de los sermones que se suponen copiados y traducidos al latin por sus discípulos. En aquel tiempo era casi general la corrupcion de la lengua latina, tolerábase el uso de los barbarismos, latinizando cada qual á su arbitrio muchas voces y frases de su propia lengua. Esto hizo s., Vicente en la suya, escribiendo por exemplo: sicut bladum exit per saccum foradatum subtus; y aun inxiriendo palabras lemosinas puras: v. gr. varons, bona gent, truchimant, exarop, y otras tales que se copiáron de este códice, y se hallan en la citada edicion con la interpretacion latina al canto: lo tercero, que por esta razon y por la uniformi

dad de este MS. con los demas sermones latinos impresos con el nombre de dicho santo, se puede juzgar que son suyos todos ellos, porque aunque no los escribiera todos de su mano, y predicara de repente muchos de ellos, pudiéron muy bien los oyentes con la facilidad de escribir, ó apuntando despues las ordituras, conservar gran parte de sus sermones.

Indagando yo alguna vez por que causa suelen tenerse por apócrifos estos sermones latinos de s. Vicente, hallo que no se alega otra sino la barbarie y poca cultura del lenguage latino. Esto les hace dudar de su autenticidad; y aun sé de alguno que con un cierto ayre de burla, solia recitar largos trozos de ellos, escogiendo los menos limados. Nace esto de no conocer los vicios literarios de los tiempos y de los paises, los quales, no oponiéndose á la santidad, son compatibles con el zelo de los varones apostólicos, que tienen necesidad de hacerse en cierto modo pequeños con los pequeños, y llanos y fáciles con los rudos para salvar los fines de su mision. San Vicente, obligado á predicar á la gente de su siglo ignorantísima y generalmente bárbara, echó mano de símiles llanos y sencillos, y á veces

de expresiones vulgares quando no hallaba otras inteligibles á los mas rudos, las quales parecen baxas á los literatos que aho ra las leen, y entonces por salir de un pecho abrasado en zelo, contribuyeron maravillosamente á la conversion de los pobrecitos que las oian. Negar por esto solo que sean obra de s. Vicente estos sermones, téngolo por tan desacertado como negar que sean de los malos oradores que conocemos las oraciones churriguerescas que andan impresas en su nombre. No pongo los de s. Vicente en esta clase; antes los juzgo diametralmente opuestos, pues en ellos solo respira la sencillez y libertad y voz del tronido apostólico, mientras en estotros no se ve sino hinchazon y violencia contínua de las palabras de la Escritura, y caramillos de un ingenio vano, que se predica á sí mismo con daño tambien de las almas, y ruina del arte y de la lengua española.

á

Sin embargo, ingenuamente confieso que me suenan mejor esos sermones en la lengua lemosina en que el santo los predicó, la qual se hablaba entonces correctamente, y me parecen conservar mas la uncion de aquel espíritu. Cinco volúmenes de ellos

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