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bautizado por s. Babilas, el antioqueno, y que padeció en la persecucion de Decio. Los antiguos martirologios geronimianos, Floro, Usuardo y Adon, y otros del siglo Ix, ponen su fiesta á 25 de Julio en Lycia, otros en Sicilia, otros en Samon ó Amon, Salmon ó Samos, que Adon y Usuardo dicen pertenecer á Lycia, y Tillemont llama ciudad desconocida, y por ventura es el famoso pueblo de Grecia, junto á la Calabria ulterior, que ahora llaman Creepacuore, ó la isla de este nombre en él mar Egeo, vulgarmente llamada Samandrachi, ó tal vez la otra isla de Samos enfrente de Efeso, en el mar Icario ó de Nicaria, conocida con el título de Samos Junonia, por el culto que en ella se daba á Juno. Aun pone de peor condicion esta controversia la credulidad de nuestro Bivar, que engañado por el supuesto cronicon de Máxîmo, y dando por cierto que el Samos de s. Christóbal es lo mismo que Solima, dice, que del nombre de aquella ciudad se llamáron solimos sus moradores; cuyo sueño desvaneció Solerio con el testimonio de Homero y de Strabon (act. ss. 25 Jul. diss. præv. laud. §. VII. núm. 78. 79). Mombricio, Pedro de Natalibus, Surio, Vicelio esmuy discordes en los hechos de este santo mártir.

tan

Tillemont, por unas actas MSS., que dice haber leido de nuestro santo; juzga que hay en ellas mezcla de fábulas. Bolando fue del mismo parecer. Solerio lo demuestra por el cotejo de grandes contradicciones que halló en los varios códices de ellas que pudo haber á la mano (diss. laud. §. 10. 11), y Baronio añade que nada halló mejor sobre s. Christóbal que lo que se lee en el oficio mozárabe.

Pero esta corrupcion de las actas de s. Christóbal en nada perjudica á la verdad de su exîstencia. ¿Quantas falsedades se han mezclado en las vidas, no diré de san

Pantaleon, de s. Jorge, de santa Catarina, de santa Margarita, de santa Cristina y de otros santos de los primeros tiempos ; sino aun de s. Isidoro y de sus santos hermanos, y aun de s. Vicente Ferrer? Serario dexó sólidamente establecida esta verdad. Belarmino, tratando este punto (de ss. beatitudine lib. I. cap. 20.) contra los hereges, dice: sanctorum quorundam historias apocryphas quidem et incertas esse, non tamen propterea sanctos ipsos numquam fuisse.

La estatura gigantesca de s. Christóbal nada tiene de inverosímil, si damos por cosa sentada, como lo es, la exîstencia de los gigantes antiguos, y aun de personas de extremada altura entre gentes de estatura regular. La estatura agigantada de Og, rey de Basan, puede colegirse de su cama, que tenia nueve codos de largo, como está escrito en el Deuteronomio. Solus quippe Og rex Basan resisterat, de stirpe gigantum. Monstratur lectus ejus ferreus qui est in Rabbath filiorum Ammon, novem cubitos habens longitudinis, et quatuor latitudinis, ad mensuram cubiti virilis manus (Deuter. III. 11).

San Agustin (de civ. Dei lib. XV. cap, 9) dice: an tiquorum magnitudinis corporum, inventa plerumque osta, quoniam diuturna sunt, etiam muitò posterioribus sæculis produnt.

El mismo santo doctor (ib. cap. XXIII.) dice que en Roma poco antes de la invasion de los godos hubo una muger corpore quodam modo gigante..... ad quam visendam mirabiles fierent mortalium conventus.

Nicéforo (hist. eccl. lib. XXIV. cap. 37.) cuenta que en el imperio de Teodosio nació en la Siria un gigante que tenia de alto cinco codos y un palmo , y que se llamaba Antonio: y que en su tiempo vivió, y que tambien le vió, un hombre de semejante estatura. Y esto

sin retroceder á Herodoto (lib. I), que del cadáver de Orestes dice que tenia siete codos: ni á Plinio (hist. nat. lib. VII. cap. 16), que asegura que en Creta se halló otro cadáver de 46 codos; y que en el imperio de Claudio se traxo de Arabia otros de mas de quatro brazas ; ni á Julio Salino (polyhistor. c. V. et XIV), y Apolonio Tyaneo (ap. Philostrat. lib. V), que aseguran haberse hallado otros tales cadáveres en varios sepulcros.

Gerónimo Magio (diss. de gigantib.), dice: Melchior Guilandinus Borussus.... mihi narravit se, cùm anno à Christo nato 1559 in Africam captivus esset perductus, Julia Casarea calvariam gigantis mira magnitudinis vidisse, quam hispani duo identidem captivi, dum aratro terram prosciderent, exaràssent.... Hujus autem calvaria ambitum spithamarum fuisse undecim idem retulit, seque ab hispanis illis, cum mox diligentius de re percunctaretur, audivisse eodem loco, quo calvaria illa reperta esset, reliqua etiam cadaveris ossa mira, ut symmetria ratio exposcebat, magnitudinis superfuisse. Y poco despues.

Venetiis in cruciferorum ecclesiâ asservatur os femoris divi Christophori, licet parte ex alterâ comminutum, tante magnitudinis, ut eorum quæ de viri hujus proceritate legimus, fides, visu adstrui possit.

Y luego.

Nostra etiam ætate Paulum III pont. max. ossa quedam humana monstrosæ magnitudinis habuisse, non obscuræ fidei aulici mihi narrarunt.

Pero aun esta estatura de s. Christóbal y las demas circunstancias con que se le pinta, no habia inconveniente las tuviésemos por simbólicas, para denotar la aly fortaleza de espíritu con que este santo varon llevó á Christo en su cuerpo por entre las aguas de las

en que

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tribulaciones y calamidades presentes, como lo notó Vidas en su himno.

A Jesuchristo mismo es muy comun en el lenguage de los PP. y DD. llamarle gigante, tomando este nombre de la comparacion simbólica de David, exultavit ut gigas, para significar la fortaleza de su omnipotencia en la proteccion y salvacion de los suyos, en cuyo sentido le llama un himno antiguo sue gigas ecclesia (ap. Clyctoveum elucid. p. I. in hymn. Fit porta), ó para denotar la union de las dos naturalezas en la persona del Verbo. Así le llama s. Ambrosio gigantem.... biformis geminæque naturæ, cuya autoridad alega el sínodo de Francfort, recordando á los obispos de España un himno de la natividad del Señor, en que aquel padre vuelve, á llamar á Christo: gemine gigas substantiæ (V. Teophil. Rayn. de Christo lib. I. n. 13. seq.)

De esta especie de símbolos, respecto de los santos, quedan aun mayores vestigios en la antigüedad eclesiástica, no ya en los escritos, sino en estatuas y pinturas: tal es, por exemplo, la imágen del dragon hollado y alanceado, y arrojado al mar por Constantino y sus tropas, que dice haber visto por sus ojos Eusebio Cesariense (de vitâ Constant. lib. III. cap. 3). Símbolo del triunfo que con su conversion consiguió él de satanas llamado serpiente y basilisco y dragon en la divina Escritura.

Tal es el otro quadro dado por una persona desconocida á Senodo, subdiácono de la iglesia de Uzala, en que estaba pintado s. Estéban en ademan de llamar á la puerta de la ciudad con el ástil de la santa cruz, y de ar

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rojar de ella y de oprimir debaxo de sus pies un dragon de fuego, que el dia anterior se habia visto en el ayre (Evod. episc. Uzal. de miraculis s. Stephani 1. II. c.4).

Semejante á estas es la pintura de s. Jorge á caballo,

alanceando á un dragon, y librando de sus garras á una humilde doncella; símbolo, que no perjudicando en nada á la verdad de la existencia de este santo mártir, como dicen Serario (litan. lib. III. q. 20), y Teophilo Raynaudo (simbol. antonian. §. I.) contra Lutero, Melanton y otros hereges, denota su patrocinio respecto de alguna region que le implora, como juzga Baronio (martyr. 23 April.), ó la defensa que presta la Iglesia contra el dragon infernal, que es la opinion de Villavicencio (de ratione stud. theol. c. VII).

Otro tanto debe decirse de la pintura del arcángel san Miguel pisando un dragon con espada desenvaynada en la mano derecha, y un peso en la izquierda, cuyos símbolos, conformes á la verdad de la religion, explicó Teophilo Raynaudo (de Christo lib. V. sect. 4. c. 7. et symbol. anton. §. I. n.4.), desvaneciendo los rezelos de Molano (hist. imag. lib. III. c. 39), y la equivocacion con que nuestro Blas Viegas in Apocalyps. c. XII. comm. 1. sect. XVIII. n. 7.) colige de esta pintura que s. Miguel exerce el juicio particular.

Tal es la pintura de un leon en los quadros de san Gerónimo, bien sea para denotar su amor á la soledad, como juzgan Molano (de imagin. lib. III. cap. 42), y Petreyo (ad cronic. carthusiens. Dorlandi lib. III. §. 5), ó su generoso esfuerzo é intrepidez contra los luciferianos, pelagianos y otros hereges, como juzga Baronio (annal. ad an. 420).

de

Otro tanto puede decirse del fuego y del puerco que suelen añadirse en los quadros de s. Antonio abad, notando el puerco sus victorias contra el demonio, atestiguadas por s. Atanasio; y el fuego su fervor en la práctica de las virtudes, ó su experimentado patrocinio centra la enfermedad del fuego sacro, llamada despues vulgarmen

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