especialidad de sus Conferencias sobre la razon católica y la razon filosófica. No solo los filósofos, sino aun los herejes mismos de Alemania y de Inglaterra, no pudiendo negar ya la apostolicidad de los dogmas católicos, han venido á decir que aun los antiguos cristianos, sin excluir los apóstoles, eran papistas; que no comprendieron bien el cristianismo, y que sola la razon moderna, protestante ó filosófica, ha sabido leer el Evangelio; y ellos tambien se atrincheran en las objeciones filosóficas. En Bélgica especialmente, la herejía no explota en la actualidad mas mina que esta contra el catolicismo. Allí se han recopilado las objeciones filosóficas contra la Eucaristía en tratados de poca extension, impresos en libros pequeños, que se esparcen por centenares de millares en los países católicos. Algunos buenos católicos han remitido en el año último estos tratados al R. P. Ventura, suplicándole que conteste á ellos. El lo ha hecho de la manera mas victoriosa, siguiendo siempre à Sto. Tomás, en su primera conferencia sobre la Eucaristía. En ella se encuentran refutadas las objeciones contra la posibilidad de la transustanciacion, contra la multiplicacion del cuerpo del Señor, etc., en siete objeciones. Este trabajo no ha sido hecho, que nosotros sepamos, en estos últimos tiempos, de una manera tan completa y tan victoriosa. Las conferencias de este volúmen prueban evidentemente la necesidad y el hecho de una religion única, revelada por el mismo Dios al padre del género humano, ý conservada en el mundo siempre la misma, á pesar de las pasiones y los extravíos de los pueblos paganos, los sofismas de los filósofos y los artificios de la herejía. Segun el autor, el catolicismo es la religion única verdadera, porque es el cristianismo tal como Dios lo reveló al principio del mundo en el estado de profecía, y que la tradicion esparció y estableció en el mundo, y tal como el mismo Jesucristo lo reveló en el estado de complemento y de perfeccion. Segun el autor, el catolicismo es la religion única, la religion universal que Dios ha dado á la humanidad; que la humanidad ha conservado, al menos en cuanto á sus puntos fundamentales, mas o menos alterados por la falsa filosofía y por las pasiones, y que la Iglesia católica enseña en toda su pureza y en toda su integridad; es decir, excluyendo los errores del paganismo y las mutilaciones de la herejía. De aquí se deduce que el catolicismo, abrazando toda la universalidad de tiempos, de lugares y de naciones, es la única religion universal, y por lo mismo la única verdadera; en otros términos, que solo el catolicismo es católico. La imposibilidad de que la razon humana haya podido inventar los dogmas de la confesion, de la Eucaristía y de la eternidad de las penas, está tambien demostrada en este tercer volúmen. Para convencerse de ello basta leer la primera conferencia sobre la confesion y el primer apéndice, donde el sábio teólogo demuestra que los sacramentos, el agua bendita, etc., son unos ritos tan antiguos como el mundo y tan universales como la humanidad. Se ha dicho que la Iglesia católica habia tomado del paganismo sus dogmas y sus ritos. El autor refuta esta calumnia, y la convierte en argumento victorioso en favor de la tradicion y de la revelacion primitiva de toda la religion cristiana. Entre los sacramentos, hay algunos que han sido combatidos especialmente por la herejía y por la incredulidad; y estos son la confesion y la Eucaristía. El sábio apologista los ha vengado, no solo probando que son instituciones divinas, sino demostrando tambien que son instituciones esencialmente humanas, en el sentido de que corresponden, y corresponden solas, á las necesidades íntimas de la humanidad. Las páginas menos curiosas y menos interesantes no son aquellas en que el autor prueba, por el raciocinio y la experiencia, que al dejar de creer en la Eucaristía se cae in evitablemente en el paganismo, y que el hombre se halla colocado entre el catolicismo y la idolatría. El triunfo del catolicismo con respecto á estos dos sacramentos, que comprenden toda la religion práctica, incluye implícitamente el triunfo de toda la doctrina católica; porque si estos sacramentos son divinos, los otros lo son tambien. La Iglesia no se ha engañado jamás; ella nada ha inventado, y todas las objeciones actuales caen por tierra. Bajo estos diferentes puntos de vista, el volúmen que publicamos está lleno de actualidad. Los que precedieron á este han sido, en cuanto á la forma, objeto de cierta crítica, acerca de la cual debemos decir una palabra. Se han notado en ellos ciertos neologismos y ciertos italianismos; pero ¿no es honorifico para el ilustre autor que en una obra tan grave no se haya encontrado que reprocharle mas que ciertos defectos de forma? ¿Quién es, de entre sus censores, el que podria lisonjearse de escribir una lengua extranjera con tanta pureza como el R. P. VENTURA escribe la nuestra? Por otra parte, esos italianismos son el sello del autor, y forman en parte la originalidad de su obra. Finalmente, cuando para expresar mejor su pensamiento cree él que debe hacer uso de una palabra que no se encuentra en el Diccionario de la Academia, tiene buen cuidado de ponerla en letra cursiva, expresando en una nota el sentimiento de que esta palabra falte en nuestro idioma; y de este sentimiento no es posible dejar de participar con él. Añadamos á esto que los hombres mas competentes han encontrado en las Conferencias páginas admirables, aun con relacion á la forma. El conde de Montalembert ha dicho, refiriéndose al pasaje donde el autor habla de Dios: «Yo no he leido ni oido nada mas bello ni mas elocuente en nuestra lengua. » El mismo elogio ha sido hecho del trozo sobre la Armonía de los seres en la creacion, y del comentario de a estas sublimes palabras: Ego sum qui sum. La Revista contemporánea, que ha reproducido este último pasaje completo, declara que la lengua francesa pocas veces ha parecido. tan rica de precision y de claridad como en este trozo, que ha sido llamado admirable y digno de Bossuet. Finalmente, algunos de nuestros mas distinguidos obispos y de nuestros mejores escritores no temen decir que seria muy de desear que todos nuestros autores escribiesen el francés como lo hace este ilustre extranjero. En su conjunto, el estilo de las Conferencias se distingue por la pureza, la exactitud y el vigor de la expresion, unidos á la elevacion y á la nobleza de la doctrina. El que lee al R. P. VENTURA se siente arrebatado y subyugado por la fuerza de su raciocinio, firme, tranquilo é irresistible; por ese robusto pensamiento, que va siempre, sin doblegarse ni tropezar, derribando todos los obstáculos, allanando todas las dificultades y estableciendo su imperio sobre sus adversarios abatidos sin esperanza de volver á levantarse. Pero dejando aparte toda discusion, ; no debemos estar reconocidos á un extranjero á quien su país considera con justo título como una de las mas elevadas inteligencias, por haber escrito en francés obras importantes, por haberlas dejado á la Francia como un recuerdo de sù permanencia entre nosotros y como un testimonio de reconocimiento por la hospitalidad que ha recibido? Censurarle por imperfecciones que se perdonan fácilmente aun á los mismos escritores indígenas seria, á nuestro parecer, tan poco conveniente como poco leal y poco francés. |