DISCURSO PRELIMINAR. Muchos uchos han comparado la Traduccion con el Comercio; pero acaso se rán pocos los que hayan penetrado toda la propiedad y exâctitud que esta comparacion encierra. Yo he considerado que así como el Comercio mas útil y estimable es el que introduce en el Estado los géneros simples y de pri mera necesidad, así tambien la Tra duccion mas provechosa y loable es aquélla que enriquece nuestro idioma con los buenos libros elementales de las Artes y Ciencias. En la Poesía está generalmente reputado por tal el del Arte Poética de Horacio: y aunque este insigne Filósofo y Poeta le escribió, nó como un resúmen completo de reglas coordinadas, sinó como una mera Epístola instructiva dirigida al Cónsul Lucio Pison y á sus dos Hijos, ha sido y será siempre un tratado de los mas (1) Lib. VIII. cap. III. de las Instituciones Oratorias. Maestros que con algunos rasgos de pluma dibuxan una bien proporcionada figura, la qual, aunque delineada sólo en los principales contornos, sirve despues de admirable dechado para que otros lleguen á pintar una figura prolixamente concluida." 2. Las excelencias del Arte Poética de Horacio se hallan reconocidas y elogiadas por Literatos de distintos siglos y naciónes, á excepcion de Julio César Escaligero, que, llamándola Arte enseñada sin arte criticó muchos lugares de ella, acaso por que la Poética que él había compuesto le parecía superior á todas, cegándole el amor propio y la envidia. La importancia de la Version de aquella Epístola en idioma y verso Castellano me incitó á emprender esta taréa; aunque debiera haberme disuadido del intento la suma dificultad de penetrar bien el sentido del original, y de expresar la fuerza de él con versos inteligibles, algo cor rectos, y ligados á la dura lei del consonante. Pudiera tambien haberme retrahido de mi propósito la considera-. cion de que ya tenemos en nuestra lengua algunas Traducciones de esta obra hechas en verso; siendo las principales y mas conocidas las que en distintos tiempos escribieron el Licenciado Vicente Espinel, y el Jesuita Catalan Joseph Morell. Pero el atento exâmen de ambas me confirmó aun mas en la idéa de que necesitábamos todavía conocer mejor á Horacio. 3. Ni el deseo de censurar por capricho á estos dos Autores, ni el de ensalzar mi Version son los que me mueven á criticar aquí, aunque nó mui individualmente, los palpables defectos en que ambos incurrieron; sinó el anhelo de que, desengañado el Público literario de la imperfeccion de aquellas Traducciones, conozca no ha sido |