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INSTRUCCION Y CAUTELAS

QUE HA MENESTER TRAER SIEMPRE DELANTE DE SÍ EL QUE QUISIERE SER VERDADERO RELIGIOSO

Y LLEGAR EN BREVE À MUCHA PERFECCION

POR EL BEATO PADRE SAN JUAN DE LA CRUZ.

Si algun religioso quisiere llegar en breve al santo. recogimiento, silencio espiritual, desnudez y pobreza de espíritu, donde se goza el pacífico refrigerio de espíritu y se alcanza unidad con Dios, y librarse de todos los impedimentos de toda criatura, y defenderse de todas las astucias y falacias del demonio, y librarse de sí mismo, tiene necesidad al pié de la letra de ejercitarse en los ejercicios siguientes:

Con ordinario cuidado, y sin otro trabajo ni otra manera de ejercicio, no faltando de suyo á lo que le obliga su estado, irá á gran perfeccion á mucha priesa ganando todas las virtudes por punto y llegando á la santa paz. Todos los daños que el alma puede recibir nacen de las tres cosas dichas, que son tres enemigos, mundo, demonio y carne. Escondiéndose de estos, ni hay mas guerra. El mundo es menos dificultoso, el demonio mas obscuro de entender; pero la carne es mas tenaz que todas, y que á la postre se acaba de vencer, junto con el hombre viejo. Pero si no se vencen todos, nunca se acaba de vencer el uno; que á la medida que á uno vencieres, los irás venciendo á todos en cierta ma

nera.

Para librarte perfectamente del daño que te puede hacer el mundo has de tener tres cautelas.

Primera cautela.

La primera cautela contra el mundo es, que acerca de todas las personas tengas igualdad de amor, igualdad de olvido, ahora sean deudos, ahora no; quitando el corazon de estos tanto como desotros, y aun en alguna manera mas, por el temor que la carne y sangre no se avive á causa del amor natural que entre los deudos siempre vive, el cual conviene mortificar para la perfeccion espiritual; y tenlos como por extraños, y de esta manera cumples mejor con la obligacion que les tienes; porque, no faltando tu corazon á Dios por ellos, mejor cumples con ellos que poniendo la aficion que debes á Dios en ellos. No ames mas á una persona que á otra, porque errarás; que aquel es digno de mas amor que Dios ama mas, y no sabes tú á cuál ama Dios mas; pero, como los procures olvidar á todos igualmente, segun te conviene para el santo recogimiento, te libras del yerro de mas y menos en ellos; no pienses nada de ellos, no trates nada de ellos, ni bienes ni males, y huye de ellos cuanto buenamente pudieres; y si esto no guar

das como aquí va, no sabrás ser religioso ni podrás llegar al santo recogimiento ni librarte de las imperfecciones; porque si en esto te quieres dar alguna licencia, en uno ó en otro te engaña el demonio, ó tú á tí mismo con algun color de bien ó de mal; y en esto hay seguridad, porque no te podrás librar de las imperfecciones y daños que saca el alma acerca de la gente, sino de esta

manera,

Segunda cautela.

La segunda cautela contra el mundo es de los bienes temporales, en lo cual es menester, para librarse de veras de los daños de este género y templar la demasía del apetito, aborrecer toda manera de poseer; y ningun cuidado le dejes tener acerca de esto, no de comida, no de bebida, no de vestido, ni de otra cosa criada, ni del dia de mañana, empleando ese cuidado en otras cosas mas altas, que es el reino de Dios, que es el no faltar á Dios; que lo demás, como su Majestad dice en el Evangelio, ello se añadirá, pues no ha de olvidarse de tí, el que tiene cuidado de las bestias; y en esto adquirirás silencio y paz sensitiva en el sentido.

Tercera cautela.

La tercera cautela es muy necesaria para que te sepas guardar en el convento de todo daño acerca de los religiosos, la cual por no la tener muchos, no solamente perdieron la paz y bien de su alma, pero vinieron y vienen ordinariamente á dar en grandes males y pecados. Y es, que te guardes con toda guarda de poner el pensamiento, y menos la palabra, en lo que pasa en la comunidad, que sea ó haya sido, ni de algun religioso en particular; no de su condicion, no de su trato, no de sus cosas, aunque mas graves sean, ni con color de celo ni de remedio, sino á quien conviene de derecho decirlo á su tiempo; y jamás te escandalices ó maravilles de cosas que veas ni entiendas, procurando tú guardar tu alma en olvido de todo aquello; porque si quieres mirar en algo, aunque vivas entre ángeles, te parecerán muchas cosas no bien, por no entender tú la sustancia de ellas. Y para esto toma ejemplo de la mujer de Lot, que porque se alteró en la perdicion de los sodomitas «volviendo la cabeza», la castigó Dios « volviéndola en estatua de sal»; para que entiendas que, aunque vivas entre demonios, quiere Dios que de tal manera vivas entre ellos, que no vuelvas la cabeza del pensamiento á

visible, á quien sirves en él; y será tu obediencia vana, ó tanto mas infructuosa, cuanto mas tú por la adversa condicion del prelado te agravas, ó por la buena condicion te alegras. Porque, dígote que mirar en estos modos á grande multitud de religiosos tiene arruinados en la perfeccion, y sus obediencias son de muy poco valor delante los ojos de Dios, por haberlos puesto ellos en estas cosas acerca de la obediencia. Y si esto no haces con fuerza, de manera que vengas á que no se te dé mas que sea prelado mas uno que otro, por lo que á tu particular sentimiento toca, en ninguna manera podrás ser espiritual ni guardar bien tus votos.

sus cosas, sino que las dejes totalmente, procurando tú traer para tí tu alma entera en Dios, sin que un pensamiento de eso ó de esotro te lo estorbe; y para eso ten por averiguado que en los conventos nunca ha de faltar algo que tropezar, pues nunca faltan demonios que procuren derribar los santos, y Dios lo permite para ejercitallos y proballos; y si tú de la manera que está dicho no te guardas, no sabrás ser religioso aunque mas hagas, ni llegar á la santa desnudez y recogimiento, ni librarte de los daños; porque de otra manera, aunque mas buen fin y celo lleves, en uno ó en otro te cogerá el demonio, y harto cogido estás cuando ya das lugar á distraer el alma en algo de ello. Y acuérdate de lo que dice el apóstol Santiago: «Si alguno piensa que es religioso no refrenando su lengua, la religion de este vana es.» Lo cual se entiende no menos de la lengua interior que de la exterior.

DE OTRAS TRES CAUTELAS QUE SON NECESARIAS PARA LIBRARSE DEL DEMONIO EN LA RELIGION.

Para librarte del demonio en la religion, otras tres cautelas has menester, sin las cuales no te podrás librar de sus astucias. Y primero te quiero dar un aviso general, que no se te ha de olvidar, y es, que á los que van camino de perfeccion, ordinario estilo es engañarlos so especie de bien, y no los tienta so especie de mal; porque sabe que el mal conocido apenas lo tomarán; y así, siempre te has de recelar de lo que parece bueno, y mayormente cuando no interviene obediencia. La sanidad de esto es el consejo de quien le debes tomar. Por tanto, sea esta la primera cautela.

Primera cautela.

Jamás te muevas á cosa, por buena que parezca y llena de caridad, ahora para tí, ahora para cualquier otro de dentro ó fuera de casa, sin órden de obediencia, fuera de lo que de órden estás obligado; y aquí ganas mérito y seguridad y te excusas de propiedad, y huyes el daño y daños que no sabes y te pedirá Dios á su tiempo; y si esto no guardas con cuidado en lo poco y en lo mucho, aunque mas te parezca que aciertas, no podrás dejar de ser engañado del demonio en poco ó en mucho; aunque no sea mas que no regirte en todo por obediencia ya yerras palpablemente, pues Dios mas quiere obediencia que sacrificio, y las acciones del religioso no son suyas, sino de la obediencia, y si las sacare de ella se las pedirán como perdidas.

Segunda cautela.

La segunda cautela es necesaria en gran manera, porque el demonio mete mucho aquí la mano, y con ella será grande la ganancia y aprovechamiento, y sin ella muy grande la pérdida y el daño.

Jamás mires al prelado con menos ojos que á Dios, sea el que fuere, pues le tiene en su lugar. Y así, con grande vigilancia vela en que no mires su condicion ni en su modo ni en su traza, ni otras maneras suyas; porque te harás tanto daño, que vendrás á trocar la obediencia de divina en humana, ó te moviendo por los modos que ves visibles en el prelado, y no por Dios in

Tercera cautela.

La tercera cautela derecha contra el demonio es que de corazon procures siempre humillarte en el pensamiento, en la palabra y en la obra, holgándote mas de los otros que de tí mísmo, y queriendo que los antepongan á tí en todas las cosas, haciéndolo tú como pudieres, y con verdadero corazon. Y de esta manera vencerás en el bien el mal, y echarás léjos el demonio, y traerás alegría de corazon; y esto procura de ejercitar mas en los que menos te caen en gracia. Y sábete que si así no lo ejercitas no llegas á la verdadera caridad ni aprovecharás en ella. Y seas siempre mas amigo de ser enseñado de todos que querer enseñar al menor de todos.

DE OTRAS TRES CAUTELAS PARA VENCER Á SÍ MISMO
Y Á LA SAGACIDAD DE SU SENSUALIDAD.
Primera cautela.

La primera cautela. Para librarte de todas las turbaciones é imperfecciones que se te pueden ofrecer acerca de las condiciones y trato de los religiosos, y sacar provecho de todo acaecimiento, conviene que entiendas que no has venido al convento sino para que todos te labren y ejerciten, y que todos son oficiales que están en el convento para eso, como á la verdad sí lo son, y que unos te han de labrar de palabra y otros de obra, otros de pensamientos contra tí, y que en todo esto tú has de estar sujeto, como la imágen al que la labra y al que la pinta y al que la dora; y si esto no guardas, ni te sabrás haber bien con los religiosos en el convento, ni alcanzarás la santa paz, ni te librarás de muchos males.

Segunda cautela.

Jamás dejes de hacer las obras por el sinsabor que en ellas hallares, si conviene que se hagan, ni las hagas por el sabor que te dieren, si no conviene tanto como las desabridas; porque sin esto es imposible que ganes constancia y que venzas tu flaqueza.

Tercera cautela.

La tercera cautela que has de advertir es, que nunca en los ejercicios espirituales pongas los ojos en lo sabroso de ellos para asirte á él, sino en lo desabrido y trabajoso de ellos para abrazarlo; porque de otra manera ni perderás amor propio ni ganarás amor de Dios.

FIN DE LAS CAUTELAS.

AVISOS Y SENTENCIAS ESPIRITUALES,

POR EL BEATO PADRE SAN JUAN DE LA CRUZ.

PROLOGO.

¡Oh Dios mio, dulzura y alegria de mi corazon! mirad cómo mi alma pretende por vuestro amor ocuparse en estas máximas de amor y de luz. Porque, aunque tengo palabras, virtud no ni obras, que son las que os agradan mas que los términos y la noticia de ellos; sin embargo, puede ser, Señor, que los demás, movidos por este medio á servir y amaros, sacarán frutos donde yo hago mas faltas; y tendré algun consuelo de que pueda ser causa ú ocasion que halleis en los otros lo que en mí no hay. Amas tú, oh Señor mio, la discrecion, amas la luz, amas el amor sobre todas las demás operaciones del ánima; y así, estas sentencias y máximas darán discrecion al caminante, le alumbrarán en su camino y le proveerán de motivos de amor para su viaje. Apártese pues de aquí la retórica del mundo, quédense léjos las parlerías y elocuencia seca de la humana sabiduría, flaca y engañosa, que nunca habeis aprobado; hablemos palabras al corazon, bañadas en dulzor y amor, de que tú bien gustas. En esto, Dios mio, tomaréis sin duda gusto, y puede ser que por este medio quiteis los obstáculos y las piedras del tropiezo de muchas almas que caen por ignorancia y que por falta de luz se apartan de la senda verdadera, aunque creen andar por ella; y de seguir en todo las pisadas de tu dulcísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y hacerse semejante á él en vida, condicion y virtudes, segun la regla de la desnudez y pobreza de espíritu. Mas vos, oh Padre de misericordia, concédenos esta gracia; porque sin vos no haremos nada, Señor.

§. I.

1. El aprovechar no se halla sino imitando á Cristo, que es el camino, la verdad y la vida, y la puerta por donde ha de entrar el que quisiere salvarse. De donde todo espíritu que quiere ir por dulzuras y facilidad, y huye de imitar á Cristo, yo no lo tendria por bueno.

2. El primer cuidado que se halle en tí, procura sea una ansia ardiente y afecto de imitar á Cristo en todas tus obras, estudiando de haberte en cada una de ellas con el mismo modo que el Señor se hubiera.

3. Cualquier gusto que se te ofreciere á los sentidos, como no sea puramente para honra y gloria de Dios, renúncialo y quédate vacío de él por amor de Jesu

cristo, el cual en esta vida no tuvo otro gusto, ni lo quiso, que hacer la voluntad de su Padre; lo cual llamaba él su comida y manjar.

4. Nunca tomes por ejemplar al hombre en lo que hubieres de hacer, por santo que sea; porque te pondrá el demonio delante sus imperfecciones; sino imita á Jesucristo, que es sumamente perfecto y sumamente santo, y nunca errarás.

5. En el interior y exterior siempre vivas crucificado con Cristo, y alcanzarás paz y satisfaccion del alma, y por la paciencia llegarás á poseerla.

6. Bástete Cristo crucificado, sin otras cosas; con él padece y descansa; sin él ni descanses ni penes; procurando estudiar en quitar de tí todas las propiedades é inclinaciones, y deshacerte á tí mismo.

7. El que hace algun caso de sí, ni se niega ni sigue á Cristo.

8. Ama sobre todo bien los trabajos, y no juzgues hacer algo en padecerlos por dar gusto á aquel Señor que no dudó morir por tí.

9. Si quieres llegar á poseer á Cristo, jamás le busques sin la cruz.

10. El que no busca la cruz de Cristo, no busca la gloria de Cristo.

11. Desea hacerte algo semejante en el padecer á este gran Dios nuestro, humillado y crucificado, pues que esta vida, si no es para imitarle, no es buena.

12. ¿Qué sabe el que por Cristo no sabe padecer? Cuando se trata de trabajos, cuanto mayores y mas graves son, tanto mejor es la suerte del que los padece.

13. Desear entrar en las riquezas y regalos de Dios es de todos; mas desear entrar en los trabajos y dolores por el Hijo de Dios es de pocos.

14. Es conocido muy poco Jesucristo de los que se tienen por sus amigos, pues los vemos andar buscando en él sus consolaciones, y no sus amarguras.

§. II.

15. Porque las virtudes teologales tienen por oficio apartar al alma de todo lo que es menos de Dios, lo tienen consiguientemente de juntarla con Dios.

16. Sin caminar de veras por el ejercicio de estas tres virtudes, es imposible llegar á la perfeccion de amor con Dios.

17. El camino de la fe es el sano y seguro, y por

este han de caminar las almas para ir adelante en la virtud, cerrando los ojos á todo lo que es del sentido é inteligencia clara y particular.

18. Cuando las inspiraciones son de Dios, siempre van reguladas por motivos de la ley de Dios y de la fe, por cuya perfeccion ha de ir el alma siempre allegándose mas á Dios.

19. El alma que camina arrimada á las luces y verdades de la fe va segura de errar; porque de ordinario nunca yerra sino por sus apetitos ó gustos, discursos ó inteligencias propias; en las cuales de ordinario excede ó falta, y de ahí se inclina á lo que no conviene.

20. Con la fe camina el alma muy amparada contra el demonio, que es el mas fuerte y astuto enemigo; que por eso san Pedro no halló otro mayor amparo contra el demonio cuando dijo: Resistidles fuertes en la fe.

21. Para que el alma vaya á Dios y se una con él, antes ha de ir no comprehendiendo que comprehendiendo, en olvido total de criaturas; porque se ha de trocar lo commutable y comprehensible de ellas por lo incommutable é incomprehensible, que es Dios.

22. La luz que aprovecha en lo exterior para no caer, és al revés en las cosas de Dios; de manera que es mejor no ver, y tiene el alma mas seguridad.

23. Siendo cierto que en esta vida mas conocemos á Dios por lo que no es que por lo que es, de necesidad para caminar á él ha de ir negando el alma hasta lo último que pueda negar de sus aprehensiones, así naturales como sobrenaturales.

24. Todas las aprehensiones y noticias de cosas sobrenaturales no pueden ayudar al amor de Dios tanto, cuanto el menor acto de fe viva y esperanza que se hace en desnudez de todo eso.

25. Como en la generacion natural no se puede introducir una forma sin que primero se expela del sugeto la forma contraria, que es impedimento á la otra; así, en tanto que el alma se sujeta al espíritu sensible y animal, no puede entrar en ella el espíritu puro espiritual.

26. No te hagas presente á las criaturas si quieres guardar el rostro de Dios claro y sencillo en tu alma; mas vacia y enajena tu espíritu de ellas, y andarás en divinas luces, porque Dios no es semejante á ellas.

27. El mayor recogimiento que puede tener el alma es la fe, en la cual le alumbra el Espíritu Santo; porque, cuanto mas pura y esmerada está el alma en perfeccion de viva fe, mas tiene de caridad infusa de Dios y mas participa de luces y dones sobrenaturales.

28. Una de las grandezas y mercedes que en esta vida hace Dios á un alma, aunque no de asiento, sino por via de paso, es darle claramente á entender y sentir tan altamente de Dios, que entiende claro que no se puede entender ni sentir del todo.

29. El alma que estriba en algun saber suyo, gustar ó sentir, siendo todo esto muy poco y disímil de lo que es Dios, para ir por este camino fácilmente yerra ó se detiene, por no se quedar bien ciega en fe, que es su verdadera guia.

30. Cosa es digna de espanto lo que pasa en nuestros tiempos, que cualquier alma de por ahí, con cuatro maravedises de consideracion, si sienten algunas hablas en algun recogimiento, luego lo bautizan todo por de Dios y suponen que es así, diciendo: Díjome Dios, respondióme Dios; y no es así, sino que ellas mismas se lo dicen y ellas mismas se lo responden, con la gana que tienen de ello.

31. El que en este tiempo quisiera preguntar á Dios y tener alguna vision ó revelacion, parece que haria agravio á Dios no poniendo totalmente los ojos en Cristo; porque le podia Dios responder diciendo: Este es mi Hijo muy amado, en quien yo me complací; oid á él, sin buscar nuevas maneras de enseñanzas; porque en él lo he dicho y revelado todo cuanto se puede desear y pedir, dándole por vuestro hermano, maestro, compañero, precio y premio.

32. En todo nos habemos de guiar por la doctrina de Cristo y de su Iglesia, y por esa via remediar nuestras ignorancias y flaquezas espirituales; que para todo hallarémos por este camino abundante medicina; y lo que de él se apartare, no solo es curiosidad, sino mucho atrevimiento.

33. No se ha de creer cosa por via sobrenatural, sino solo lo que dijere con la enseñanza de Cristo y sus ministros.

34. El alma que pretende revelaciones peca venialmente por lo menos, y quien lo manda y consiente, tambien, aunque mas fines buenos tenga; porque no hay necesidad en nada de eso, habiendo razon natural y ley evangélica por donde regirse en todas las cosas,

35. El alma que apetece revelaciones de Dios va disminuyendo la perfeccion de regirse por la fe, y abre la puerta al demonio para que la engañe en otras semejantes, que él sabe bien disfrazar para que parezcan las buenas.

36. La sabiduría de los santos es saber enderezar la voluntad con fortaleza á Dios, obrando con perfeccion su ley y sus santos consejos.

§. III.

37. Quien mueve y vence á Dios es la esperanza porfiada; y así, para conseguir la union de amor le conviene al alma caminar con la esperanza solo de Dios, y sin ella no alcanzará nada.

38. La esperanza viva en Dios da al alma tal animosidad y levantamiento á las cosas de la vida eterna, que en comparacion de lo que allí se espera, todo lo del mundo le parece (como es la verdad) seco, lacio y muerto y de ningun valor.

39. Con la esperanza se desnuda y despoja el alma de todas las vestiduras y trajes del mundo; no poniendo su corazon en nada ni esperando en nada de lo que hay ó ha de haber en él; viviendo solamente vestida de esperanza de vida eterna.

40. Con la esperanza viva de Dios tiene el alma tan levantado su corazon del mundo, y tan libre de sug

esechanzas, que, no solo no le puede tocar y asir, pero ni alcanzarle de vista.

41. En las tribulaciones acude luego á Dios confiadamente, y serás esforzado, alumbrado y enseñado. 42. Mas indecencia é impureza lleva el alma para ir á Dios, si lleva en sí el menor apetito de cosa del mundo, que si fuese cargada de todas las feas y molestas tentaciones y tinieblas que se pueden decir, con tal que su voluntad racional no las quiera admitir; antes el tal entonces puede confiadamente llegar á Dios, por hacer la voluntad de su majestad, que dice: Venid á mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os recrearé.

43. Trae íntimo deseo de que su Majestad te dé todo lo que sabe que te falta para su honra y gloria.

44. Trae ordinaria confianza en Dios, estimando en tíy en los hermanos lo que Dios mas estima, que son los bienes espirituales.

45. Cuanto Dios mas quiere dar, tanto mas hace desear, hasta dejarnos vacíos para llenarnos de bienes. 46. Tanto se agrada Dios de la esperanza con que el alma siempre le está mirando sin poner en otra cosa los ojos, que es verdad decir que tanto alcanza cuanto espera.

47. En los gozos y gustos acude luego á Dios con temor y verdad, y no serás engañado ni envuelto en vanidad.

48. No te goces en las prosperidades temporales, pues no sabes de cierto que te aseguren la vida eterna.

49. Aunque todas las cosas sucedan al hombre prósperamente, y como dicen, á pedir de boca, antes se debe recelar que gozarse; pues en aquello crece la ocasion de olvidar á Dios y peligro de ofenderle.

50. No quieras desvanecerte con alegría vana, pues sabes cuántos y cuán grandes pecados has cometido, ignorando si á Dios eres grato; mas siempre teme y espera en él.

51. ¿Cómo te atreves á holgarte tan sin temor, pues has de parecer delante de Dios á dar cuenta de la menor palabra y pensamiento?

52. Mira que son muchos los llamados y pocos los escogidos; y que si tú de tí no tienes cuidado, mas cierta es tu perdicion que tu remedio; mayormente siendo la senda que guia á la vida eterna tan estrecha.

53. Pues que en la hora de la muerte te ha de pesar de no haber empleado este tiempo en servicio de Dios, ¿por qué no le ordenas y empleas aliora, como lo querrias haber hecho cuando te estés muriendo?

§. IV.

54. La fortaleza del alma consiste en sus potencias, pasiones y apetitos; las cuales, si la voluntad endereza en Dios, y las desvia de todo lo que no es Dios, entonces guarda el alma su fortaleza para Dios, y ama á Dios de toda su fortaleza, como el mismo Señor manda.

55. La caridad es á manera de una excelente toga colorada, que, no solo da gracia, hermosura y vigor á lo blanco de la fe y verde de la esperanza, sino á todas

las virtudes; porque sin caridad ninguna virtud es graciosa delante de Dios.

56. El valor del amor no consiste en que el hombre sienta grandes cosas, mas en una desnudez y paciencia en todos los trabajos por su Amado, Dios.

57. Mayor estimacion tiene Dios del menor grado de pureza en tu conciencia que de otra cualquier obra grande con que le puedas servir.

58. Buscar á Dios en sí es carecer de toda consolacion por Dios; inclinarse á escoger todo lo mas desabrido, ahora de Dios, ahora del mundo, esto es amor de Dios.

59. No pienses que el agradar á Dios está tanto en obrar mucho como el obrarlo con buena voluntad, sin propiedad y respectos.

60. En esto se conoce el que de veras ama á Dios, si no se contenta con alguna cosa menos que Dios.

61. El cabello que se peina á menudo estará muy esclarecido y no tendrá dificultad de peinarse cuantas veces se quisiere; así el alma que á menudo examina sus pensamientos, palabras y obras, obrando por el amor de Dios todas las cosas.

62. El cabello se ha de comenzar á peinar desde lo alto de la cabeza si queremos que esté esclarecido; y todas nuestras obras se han de comenzar de lo mas alto del amor de Dios si queremos que sean puras y claras.

63. Refrenar la lengua y pensamiento, y traer de ordinario el afecto en Dios, presto calienta el espíritu divinamente.

64. Siempre procura agradar á Dios, pídele se haga en tí su voluntad; ámale mucho, que se lo debes.

65. Toda la bondad que tenemos es prestada, y Dios la tiene propia; obra Dios, y su obra es Dios.

66. Mas se granjea en los bienes de Dios en una hora que en los nuestros toda la vida.

67. Siempre el Señor descubrió los tesoros de su sabiduría y espíritu á los mortales; mas ahora, que la malicia va descubriendo mas su cara, mucho los descubre.

68. Mas hace Dios en cierta manera en purificar á un alma de las contrariedades de los apetitos, que en criarla de nada; porque esta no resiste á su Majestad, y el apetito de criaturas sí.

69. Lo que pretende Dios es hacernos dioses por participacion, siéndolo él por naturaleza; como el fuego convierte todas las cosas en fuego.

70. A la tarde de esta vida te examinarán en el amor; aprende á amar como Dios quiere ser amado, y deja tu condicion.

71. El alma, que quiere á Dios todo, húsele de en- . tregar toda.

72. Los nuevos é imperfectos amadores son como el vino nuevo, que fácilmente se malean hasta que cuezan las heces de las imperfecciones y se acaben los hervores y gustos gruesos del sentido.

73. Las pasiones tanto reinan en el alma y la combaten, cuanto la voluntad está menos fuerte en Dios y

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