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bien á entender san Pablo á los de Corinto, diciendo: Et ego, cum venissem ad vos, fratres, veni, non in sublimitate sermonis, aut sapientiae, anuntians vobis testimonium Christi... Et sermo meus, et praedicatio mea,non impersuasibilibus humanae sapientiae verbis, sed in ostentatione spiritus, et virtutis; Yo, hermanos, cuando vine á vosotros no vine predicando á Cristo con alteza de doctrina y sabiduría, y mis palabras y mi predicacion no era en retorica de humana sabiduría,

sino en manifestacion del espíritu y de la virtud. Que aun la intencion del Apóstol y la mia aquí, no es condenar el buen estilo y retórica y buen término, porque antes hace mucho al caso al predicador, como tambien á todos los negocios; pues el buen término y estilo, aun las cosas caidas y estragadas levanta y reedifica, así como el mal término suele estragar y echar á perderá las buenas.

FIN DE LA SUBIDA DEL MONTE CARMELO,

NOCHE ESCURA DEL ALMA,

Y DECLARACION DE LAS CANCIONES

QUE ENCIERRAN EL CAMINO DE LA PERFECTA UNION DE AMOR CON DIOS,
CUAL SE PUEDE EN ESTA VIDA, Y LAS PROPIEDADES ADMIRABLES DEL ALMA
QUE Á ELLA HA LLEGADO;

POR EL BEATO PADRE SAN JUANDE LA CRUZ.

ARGUMENTO.

En este libro se ponen primero todas las canciones que se han de declarar, y después se declara cada una de por sí, poniendo la cancion antes de la declaracion, y luego se va declarando de por sí cada verso, poniéndole tambien al principio. En las dos primeras canciones se declaran los efectos de las dos purgaciones espirituales de la parte sensitiva del hombre y de la espiritual. En las otras seis se declaran varios y admirables efectos de la iluminacion espiritual y union de amor con Dios.

1. En una noche escura,

Con ansias en amores inflamada,

¡Oh dichosa ventura!

Sali sin ser notada,

Estando ya mi casa sosegada.

2. A escuras y segura,

Por la secreta escala, disfrazada,

¡Oh dichosa ventura!

A escuras, en celada,
Estando ya mi casa sosegada.
3.. En la noche dichosa,
En secreto, que nadie me veia,
Ni yo miraba cosa,
Sin otra luz ni guia

Sino la que en el corazon ardia.
4. Aquesta me guiaba

Mas cierto que la luz de mediodía,
Adonde me esperaba

Quien yo bien me sabia,

En parte donde nadie parecia.

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DECLARACION DEL INTENTO DE LAS CANCIONES.

Antes que entremos en la declaracion de estas canciones, conviene saber aquí que el alma las dice estando ya en la perfeccion, que es la union de amor con Dios, habiendo ya pasado por los estrechos trabajos y aprietos mediante el ejercicio espiritual del camino estrecho de la vida eterna, que dice nuestro Salvador en el Evangelio; por el cual ordinariamente pasó el alma para llegar á esta alta y divina union con Dios: Quam angusta porta, et arcta via est, quae ducit ad vi tam : et pauci sunt, qui inveniunt eam! El cual, por ser tan estrecho, y ser tan pocos los que entran por él (como tambien dice el mismo Señor), tiene el alma por gran dicha y ventura haber pasado por él á la dicha perfeccion de amor, como ella lo canta en esta primera cancion, llamando noche escura con harta propiedad á este camino estrecho, como se declara adelante en los versos de la dicha cancion. Dice pues el alma, gozosa de haber pasado por este angosto camino, de donde tanto bien se le siguió, en esta manera.

NOCHE ESCURA DEL ALMA.

LIBRO PRIMERO.

EN QUE SE TRATA DE LA NOCHE DEL SENTIDO.

CANCION PRIMERA.

En una noche escura,

Con ansias en amores inflamada, ¡Oh dichosa ventura! Sali sin ser notada,

Estando ya mi casa sosegada.

DECLARACION.

CUENTA el alma en esta primera cancion el modo y manera que tuvo en salir, segun el afecto de sí y de todas las cosas, muriendo por verdadera mortificacion á todas ellas y á sí misma, para venir á vivir vida de amor dulce y sabrosa en Dios; y dice que este salir de sí y de todas las cosas fué « en una noche escura», que aquí entiende por la contemplacion purgativa, como después se dirá; la cual causa en el alma la negacion de sí misma y de todas la cosas; y esta salida, dice ella aquí que pudo hacer con la fuerza y calor que para ello le dió el amor de su esposo en la dicha contemplacion escura; en lo cual encarece la buena dicha que tuvo en caminar á Dios por esta noche con tan próspero suceso, que ninguno de los tres enemigos, que son mundo, demonio y carne (que son los que siempre estorban este camino), se lo pudiese impedir, por cuanto la dicha noche de contemplacion purificativa hizo adormecer y amortiguar en la casa de su sensualidad todas las pasiones y apetitos, segun sus movimientos contrarios.

CAPITULO PRIMERO.

Pone el primer verso, y comienza á tratar de las imperfecciones de los principiantes.

En una noche escura.

En esta noche escura comienzan á entrar las almas cuando Dios las va sacando del estado de principiantes, que es de los que meditan en el camino espiritual y las comienza á poner en el de los aprovechados, que es ya el de los contemplativos, para que, pasando por aquí, lleguen al estado de los perfectos, que es el de la divina union del alma con Dios; por tanto, para entender declarar y mejor qué noche sea esta por que el alma pasa,

y por qué causa la pone Dios en ella, primero convendrá tocar aquí algunas propiedades de los principiantes para que entiendan la flaqueza del estado que llevan, y se animen y deseen que les ponga Dios en esta noche donde se fortalece y confirma el alma en las virtudes, y para los inestimables deleites del amor de Dios. Y aunque nos detengamos en ello un poco, no será mas de lo que basta para tratar luego de esta noche escura. Es pues de saber que el alma, después que determinadamente se convierte á servir á Dios, ordinariamente la va Dios criando en espíritu y regalando, al modo que la amorosa madre hace al niño tierno, al cual calienta al calor de sus pechos, y con leche sabrosa y manjar blando y dulce le cria, y trae en sus brazos y regala; pero á la medida que va creciendo le ya la madre quitando el regalo y escondiendo el tierno pecho, poniendo en él amargo acíbar, y bajándole de los brazos, le hace andar por su pié, para que, perdiendo las propiedades de niño, se dé á cosas mas grandes y sustanciales. La amorosa madre de la gracia de Dios, luego que por nuevo calor y fervor de servir á Dios reengendra el alma, eso mismo hace con ella; porque la hace hallar dulce y sabrosa leche espiritual, sin algun trabajo suyo, en todas las cosas de Dios y en los ejercicios espirituales gran gusto, porque le da Dios aquí su pecho de amor tierno, bien así como á niño tierno. Por tanto, su deleite tiene en pasarse grandes ralos en oracion, y por ventura las noches enteras; sus gustos son las penitencias, sus contentos los ayunos, y sus consuelos usar de los sacramentos y comunicar en las cosas divinas; en las cuales cosas (aunque con gran eficacia y porfía, asisten y las usan y tratan con grande cuidado los espirituales), hablando espiritualmente, comunmente se han muy flaca y imperfectamente en ellas, porque, como son movidos á estas cosas y ejercicios espirituales por el consuelo y gusto que allí hallan, y como tambien ellos no están habilitados por ejercicio de fuerte lucha en las virtudes, acerca de estas sus obras espirituales tienen muchas faltas y imperfecciones; porque, en fin, cada uno obra conformne al hábito de perfeccion que tiene. Y como estos no han tenido lugar de adquirir los dichos hábitos fuertes, de

necesidad han de obrar, como niños, flacamente; lo cual para que mas claramente se vea, y cuán flacos van estos principiantes en las virtudes acerca de lo que con el dicho gusto con facilidad obran, irémoslo notando por los siete vicios capitales, diciendo algunas de las muchas imperfecciones que en cada uno de ellos tienen. En que se verá claro cuán de niños es el obrar que estos obran; y veráse tambien cuántos bienes trae consigo la noche escura, de que luego hemos de tratar, pues de todas estas imperfecciones limpia al alma y la purilica.

CAPITULO II.

De algunas imperfecciones espirituales que tienen los principiantes acerca de la soberbia.

Como estos principiantes se sienten tan fervorosos y diligentes en las cosas espirituales y ejercicios devotos, de esta prosperidad (aunque es verdad que las cosas santas de suyo humillan), por su imperfeccion les nace muchas veces cierto ramo de soberbia oculta, de donde vienen á tener alguna satisfacion de sus obras y de sí mismos; y de aquí tambien les nace cierta gana, harto vana, de hablar cosas espirituales delante de otros, y aun á veces de enseñarlas mas que de aprenderlas; y condenan en su corazon á otros cuando no los ven con la manera de devocion que ellos querrian, y aun á veces lo dicen de palabra, pareciéndose en eso al fariseo que se jactaba, alabando á Dios sobre las cosas que hacia y despreciando al publicano. A estos muchas veces les aumenta el demonio el fervor y gana de hacer estas y otras obras, porque les vaya creciendo la soberbia y presuncion ; porque sabe muy bien el demonio que todas estas obras y virtudes que obran, no solamente no les valen nada, mas antes se les vuelven en vicio; y á tanto suelen llegar algunos de estos, que no querrian que pareciese otro bueno sino ellos, y así con la obra y la palabra, cuando se ofrece, los condenan y detraen, mirando la motica en el ojo ajeno, y no considerando la viga que está en lo suyo; cuelan el mosquito ajeno y tráganse su camello: Quid autem vides festucam in oculo fratris tui, et trabem in oculo tuo non vides? A veces tambien, cuando sus maestros espirituales, como son confesores y prelados, no les aprueban su espíritu y modo de proceder (porque tienen gana que alaben y estimen sus cosas), juzgan que no les entienden el espíritu, y que ellos no son espirituales, pues que no aprueban aquello y condescienden con ello; y así, luego desean y procuran tratar con otro que cuadre con su gusto, porque ordinariamente desean tratar su espíritu con aquellos que entienden que han de alabar y estimar sus cosas. Huyen como de la muerte de los que las deshacen, para ponerlos en camino seguro, y aun á veces toman ojeriza con ellos; presumiendo mucho de sí mismos, suelen proponer mucho y hacer poco. Tienen alguna vez gana que los otros entiendan su espíritu y devocion, y para esto hacen muestras exteriores de movimientos, suspiros y otras ceremonias, y á veces suelen tener algunos arrobamientos en público mas que en se

creto, á los cuales ayuda el demonio, y tienen complacencia en que les entiendan aquello que ellos tanto codician. Muchos quieren privar con los confesores, y de aquí les nacen mil envidias y inquietudes. Tienen empacho de decir sus pecados desnudos, porque no los tengan los confesores en menos, y vanlos coloreando porque no parezcan tan malos; lo cual mas es irse á excusar que á acusar. A veces buscan otro confesor para decir lo malo, porque el otro no piense que tienen nada malo, sino bueno; y así, siempre gustan de decirle lo bueno, y ú veces por términos que parezca mas de lo que es, á lo menos con gana de que le parezca bueno; como quiera que fuera mas humildad, como luego dirémos, deshacerlo y tener gana de que ni él ni nadie lo tuviesen en algo.

Tambien algunos de estos tienen en poco sus faltas, y otras veces se entristecen demasiado de verse caer en ellas, pensando que ya habian de ser santos, y se enojan contra sí mismos con impaciencia; lo cual es otra gran imperfeccion; tienen muchas veces ausias con Dios porque les quite sus imperfecciones y faltas, mas por verse sin la molestia de ellas en paz que por Dios, no mirando que si se las quitase, por ventura se harian mas soberbios. Son enemigos de alabar á otros y amigos que los alaben, y á veces lo pretenden; en lo cual son semejantes á las vírgenes locas, que, teniendo sus lámparas muertas, buscan óleo por defuera: Date nobis de oleo vestro, quia lampades nostrae extinguuntur.

De estas imperfecciones algunos llegan á muchas muy intensamente y á mucho mal en ellas; pero algunos tienen menos y otros mas; y algunos solos los primeros movimientos, ó poco mas, y apenas hay algunos de estos principiautes que en tiempo de estos fervores no caigan en algo de esto. Pero los que en este tiempo van en perfeccion, muy de otra manera proceden, y con muy diferente temple de espíritu, porque se aprovechan y edifican mucho en la humildad, no solo teniendo sus propias obras en nada, mas con muy poca satisfaccion de sí; á todos los demás tienen por muy mejores y les suelen tener una santa envidia, con gana de servir á á Dios como ellos. Porque, cuanto mas fervor llevan, y cuantas mas obras hacen y gusto tienen en ellas, como van en humildad, tanto mas conocen lo mucho que Dios merece y lo poco que es todo cuanto hacen por él; y así, cuanto mas hacen, tanto menos se satisfacen; que tanto es lo que de caridad y amor querrian hacer por él, que todo lo que hacen no les parece nada; y tanto les solicita en breve y ocupa este cuidado de amor, que nunca advierten en si los demás hacen ó no hacen; y así, si advierten, todo es, como digo, creyendo que todos los demás son muy mejores que ellos. De donde, teniéndose en poco, tienen gana de que los demás tambien les tengan en poco y les deshagan y desestimen sus cosas; y tienen mas, que aunque se las quieran alabar y estimar, en ninguna manera lo pueden creer, y les parece cosa extraña decir de ellos aquellos bienes.

Estos con mucha tranquilidad y humildad tienen gran

deseo de que les enseñe cualquiera que les pueda aprovechar; harto contraria cosa de la que tienen los que hemos dicho arriba, que lo querrian ellos enseñar todo, yaun cuando parece les enseñan algo, ellos mismos toman la palabra de la boca como que ya se lo sabian. Pero estos están muy lejos de querer ser maestros de nadie; están muy prontos de caminar y echar por otro camino del que llevan si se lo mandaren, porque nunca piensan que aciertan en nada. De que alaben á los demás se gozan; solo tienen pena de que no sirven á Dios como ellos. No tienen gana de decir sus cosas, porque las tienen en tan poco, que aun á sus maestros espirituales tienen vergüenza de decirlas, pareciéndoles que no son cosas que merecen hacer lenguaje de ellas. Mas gana tienen de decir sus fallas y pecados, ó que estos entiendan no son virtudes; y así, se inclinan mas á tratar su alma con quien menos estime sus cosas y su espíritu; lo cual es propiedad de espíritu sencillo, puro y verdadero y muy agradable á Dios; porque, como mora en estas humildes almas el espíritu sabio de Dios, luego les mueve y inclina á guardar adentro sus tesoros en secreto, y echar fuera los males; porque da Dios á los humildes, junto con las demás vírtudes, esta gracia, así como á los soberbios la niega.

Darán estos la sangre de su corazon á quien sirve á Dios, y ayudarán cuanto es en sí á que le sirvan. En las imperfecciones en que se ven caer, con humildad se sufren, y con blandura de espíritu y temor amoroso de Dios y esperando en él. Pero almas que en el prin- | cipio caminan en esta manera de perfeccion, entiendo, como queda dicho, son las menos y muy pocas, que ya nos contentariamos que no cayesen en las cosas contrarias; que por eso, como después dirémos, pone Dios en la noche escura á los que quiere purificar de todas estas imperfecciones para llevarlas adelante.

CAPITULO III.

De las imperfecciones que suelen tener algunos principiantes acerca del segundo vicio capital, que es la avaricia, espiritualmente hablando

Tienen muchos de estos principiantes tambien á veces mucha avaricia espiritual; porque apenas los verán contentos con el espíritu que Dios les da, y muy desconsolados y quejosos porque no hallan el consuelo que querrian en las cosas espirituales. Muchos no se acaban de hartar de oir consejos y preceptos espirituales y tener y leer muchos libros que traten de esto, y váseles mas el tiempo en esto que no en obras, sin la mortificacion y perfeccion de la pobreza interior de espíritu que deben ; porque, demás de esto, se cargan de imágenes, rosarios y cruces muy curiosas y costosas, ahora dejan unas y toman otras, ahora truecan, abora destruecan; ya las quieren de esta manera, ya destotra; aficionándose mas á esta que á aquella por ser mas curiosa ó preciosa; ya veréis otros arreados de Agnus Dei y reliquias y nóminas, como los niños con dijes. En lo cual yo condeno la propiedad del corazon y el asimiento que tienen al modo, multitud y curiosidad de

estas cosas; por cuanto es muy contra la pobreza de espíritu, que solo mira en la sustancia de la devocion, aprovechándose solo de aquello que basta para ella, y cansándose de esotra multiplicidad y curiosidad; pues que la verdadera devocion ha de salir de corazon y mirar solo en la verdad y sustancia de lo que representan las cosas espirituales, y todo lo demás es asimiento y propiedad de imperfeccion, que para pasar al estado de perfeccion es necesario que se acabe el tal apetito. Yo conocí una persona que mas de diez años se aprovechó de una cruz hecha toscamente de un ramo bendito, clavada con un alfiler retorcido al derredor, Y nunca la habia dejado, trayéndola consigo hasta que yo se la tomé, y no era persona de poca razon y entendimiento; y vi otra que rezaba por cuentas que eran de esos huesos de las espinas del pescado; cuya devecion es cierto que no era por eso de menos quilates delante de Dios, pues se ve claro que estas cosas no la tenian en la hechura y valor. Los que van pues bien encaminados en estos principios no se asen de los instrumentos visibles ni se cargan de estos, ni se les da nada por saber mas de lo que conviene para obrar; porque solo ponen los ojos en ponerse bien con Dios y en agradarle, y en esto tienen su codicia; y así, con gran largueza dan todo cuanto tienen, y su gusto es saberse quedar sin ello por Dios y por la caridad del prójimo, regulándolo todo con las leyes de esta virtud; porque, como digo, solo ponen los ojos en las veras de la perfeccion, dar á Dios gusto, y no á sí mismos en nada. Pero de estas imperfecciones tampoco, como de las demás, se puede el alma purificar cumplidamente, hasta que Dios la ponga en la pasiva purgacion de aquella escura noche que luego dirémos. Mas conviene al alma, en cuanto pudiere, procurar de su parte hacer por purgarse y perficionarse porque merezca que Dios la ponga en aquella divina cura, donde sana el alma de todo lo que ella no alcanza á remediarse; porque, por mas que el alma se ayude, no puede ella por su industria activamente purificarse de manera que esté dispuesta en la menor parte para la divina union de perfeccion de amor con Dios; si él no toma la mano y la purga en aquel fuego escuro para ella, de la manera que habemos de decir.

CAPITULO IV.

De otras imperfecciones que suelen tener estos principiantes acerca del tercer vicio, que es la lujuria, espiritualmente entendida.

Otras imperfecciones mas de las que acerca de cada vicio voy diciendo, tienen muchos de estos principiantes, que por evitar prolijidad dejo, tocando algunas de las mas principales, que son como orígen y causa de las otras. Y acerca del vicio de la lujuria, dejado aparte lo que es caer en este pecado, pues mi intento es tratar de las imperfecciones que se han de purgar por la noche escura, tienen muchas imperfecciones que se podrian llamar lujuria espiritual, no porque así lo sea, sino porque se siente y experimenta á veces en la carne

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