cumplirse los proféticos anuncios que hasta aora no se han cumplido, y solo se cumplirán cuando en su segunda venida venga á sentarse en el trono de David su padre, que tantas veces le está prometido. 111. Se quejaría V. con razon de mí, si habiendome contentado con una respuesta general al precedente argumento, no le diera una mui particular al nuevo Aquíles que V. saca, para acabar con el reino milenario de Cristo, como acabó el otro con el infeliz reino de Troya. Para no embotar con mis palabras los filos de tan buena arma, le pondré casi con las suyas: "como es imposible, dice V. que Dios mienta, así es imposible que no se cumplan las profecías del reino de Cristo: estas no se cumplirán en la segunda venida del Señor, porque entonces no vendrá á reinar, sino á juzgar, y condenados los malos al infierno, volverse con los santos al cielo: luego todas se cumplieron en la primera venida con el reino espiritual de la Iglesia. Para probar la menor trae V. largamente en el número 63 el capítulo xxiv de S. Mateo, en el cual se refiere, que habiendo los apóstoles preguntado al Redentor las señales de su venida y de la consumacion del siglo: ¿Cual será la señal de tu venida, y de la consumacion de los siglos*? para uno y otro como cosas tan unidas les dió las mismas señales. De las señales, unas eran remotas : la venida de los falsos profetas, guerras, pestilencias, carestias, terremotos: Porque conviene que todo esto suceda, mas aun no es el fin... Y todas estas cosas principios son de dolores+. Otras próximas: la predicacion del Evangelio por todo el mundo, la abominacion en el lugar santo, y una persecucion la mas horrible de cuantas ha habido y habrá. Otras últimas: el oscurecerse el sol y la luna, el caer las estrellas, el conmoverse los ejes del cielo. Y entónces: Y entonces parecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo y veran al Hijo del Hombre que vendrá en las nubes del ... ¿ Quod signum adventus tui et consummationis sæculi? + Oportet primum hæc fieri, sed nondum statim finis. Hæc omnia initia sunt dolorum. — Mat. xxiv, 6, 8. TOMO III. 2 H cielo con grande poder y magestad*. Ya está Cristo en la tierra ya los ángeles con trompeta, y grandes voces convocan á los escojidos: ya juntos todos los hombres separan á los buenos de los malos: y colocados aquellos á la diestra, estos á la siniestra, llama el juez á los buenos al cielo, y manda á los malos al infierno: Estos irán al suplicio eterno, los justos á la vida eterna. Este es todo el acto como nos lo describe S. Mateo. Aora ; donde está i aquel intermedio de mil años entre la venida del Señor y el juicio final, para que reine Cristo con sus santos en la tierra? Las señales que da Jesucristo de su venida y fin del mundo son las mismas ; ;y serían próximas y últimas para uno y otro, si despues de la venida del Señor hubieran de correr mil años de reinado para que llegase el fin del mundo? El mismo testo escluye toda demora é interválo : cuando venga se sentará. El Evangelio no admite un momento de tiempo entre uno y otro; y nuestro Milenario por su mero capricho pone un intervalo de mil años. Creo que no se quejará V. de que le haya quitado nada de toda la fuerza de su argumento, pues mas he querido pecar de largo, que dejar de ser fiel. 112. Pero si el argumento hace contra el autor, tambien hace contra V., y ambos tienen que responderlo. Oiga V. él testo que dice así: Y luego despues de la tribulacion de aquellos dias, se obscurecerá el sol, y la luna no dará su lumbre, y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes del cielo serán conmovidas, y entonces parecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo... y verán al Hijo del Hombre que vendrá en las nubes del cielo con grande poder y magestadt. La tribulacion dé que aquí se habla ya sabe V. Tunc parebit signum Filii Hominis in cœlo... Et videbunt Filium Hominis venientem in nubibus cœli cum virtute magna et majestate. Mat. xxiv, 30. ↑ İbunt hi in suplicium æternum: justi autem in vitam æternam - Id. xxv, 46. ↑ Statim autem post tribulationem dierum illorum, sol obscurabitur, et luna non dabit lumen suum, et stellæ cadent de cælo, et G que será la del Anticristo; y para que no lo dudémos, dice 113. Supuestas estas dos cosas como innegables, vea V. aora á su Aquíles si no revuelve las armas contra V. Ya le probé á V. en el número 80, que Jesucristo con su venida daria muerte al Anticristo; pero aun cuando me lo quiera negar á pesar de los testos clarísimos que allí le cito, á lo menos no me negará lo que aquí en términos espresos virtutes cœlorum commovebuntur: et tunc parebit signum Filii Hominis in cœlo... Et videbunt Filium Hominis venientem în nubibus coli. Mat. xxiv, 29, 30. * Tribulatio magna, qualis non fuit ab initio mundi usque modo neque fiet. — Id. ib. 21. + Et nisi breviati fuissent dies illi, non fieret salva omnis caro; sed propter electos breviabuntur dies illi. Id. ib. 22. ↑ Surgent enim pseudochristi, et pseudoprophetæ, et dabunt signa magna et prodigia, ita ut in errorem inducantur (si fieri posset) etiam electi. - Id. ib. 24. afirma S. Mateo: que luego inmediatamente de la tribulacion anticristiana de aquellos dias, precedido del estandarte de la Cruz bajará á la tierra del cielo en todo el tren de su magestad y grandeza: Y luego despues de la tribulacion de aquellos dias... entonces parecerá la señal del Hijo del Hombre... y verán al Hijo del Hombre que vendrá en las nubes del cielo con grande poder y ́magestad*. Ni me ponga V. como intermedios entre la tribulacion y la venida del Señor el oscurecerse los luminares y conmoverse los ejes del cielo: porque estas cosas creo yo sucederán ó mui poco antes, ó al mismo aparecer el Hijo de Dios en el cielo; como tambien se oscurecieron y tembló la tierra al desaparecer aquí de esta su vida mortal. A mas de que si el entónces vendrá, y se sentará escluye para V. toda demora é interválo de tiempo, mucho mas el luego despues de la tribulacion... entonces parecerá, y verán al Hijo del Hombre: pues si el tunc tunc, no admite momentos de dilacion, menos los admitirá el státim, significando en todo diccionario, mayor inmediacion un luego luego, que un entonces entonces. Luego el mismo tiempo que admite despues de la tribulacion, ó sea muerte del Anticristo, se debe tambien admitir despues de la venida del Señor, estando, como hemos visto, estas dos cosas próximamente unidas. Y como despues del Anticristo y antes del fin del mundo es preciso admitir un tiempo intermedio, y no corto; asi es preciso admitirlo despues de la venida de Cristo y antes del fin del mundo. Luego no inmediatamente, y sin un momento de demora, luego que baje Cristo á la tierra se sentará, juzgará y se volverá al cielo. Mientras V. da una respuesta á esta dificultad que le toca, oiga á el autor que á la suya le da no una sino tres respuestas. 114. Primera: en la part. i, cap. viii, le dice: que todo * Statim autem post tribulationem dierum illorum ... tunc parebit signum Filii Hominis in cœlo... Et videbunt Filium Hominis venientem in nubibus cœli cum virtute multa et majestate. — Id. ib. + Statim post tribulationem ... tunc parebit... et videbunt Filium Hominis. Mat. loco citato. este cap. xxv de S. Mateo es un tejido de parábolas, y no un vaticinio del juicio universal. Pone primero la de las vírgenes despues la de los talentos: y últimamente sin variar de estilo ni indicar la menor diferencia, pone esta del juicio y como es innegable que las otras dos son unas meras parábolas, así esta tercera, cuando no querámos hacer dar un salto al evangelista impropio de todo buen escritor, es preciso confesar, que tambien sea una mera parábola. Aora, en las parábolas ya sabe V. que no se atiende tanto al medio, cuanto al fin por que se traen. En esta de que hablámos, el medio que tomó el Señor fué el juicio; el fin á que miró fué a exortarnos á la práctica de las obras de misericordia con el prójimo. Y para persuadirnos á esto con mas viveza, nos pone á los ojos un cuadro del juicio universal, donde nos pinta como principales figuras el premio de los misericordiosos, y el castigo de los inhumanos. Para que resalte mas el objeto primario, y fijar mas la vista y atencion, pone algunos naturales contornos de su venida en gloria a la tierra, del trono de magestad en que se sentará, de todas las gentes que á su presencia se congrega. rán, &c. mas todos estos son, dirémoslo así, adornos de la semejanza para que nos haga mayor impresion el fin á que los dirije. A este blanco es al que principalmente debemos poner la mira, y no pararnos tanto en el entonces vendrá, y se sentará para sacar de él unas consecuencias que no corren. ¿Qué diría V. si imitando yo su manera de argumentar con la parábola de las vírgenes, en la que tambien habla de su venida, le quisiera probar, que habia de venir á juzgar á los vivos y no á los muertos: porque las vírgenes á quienes vino estaban vivas y no muertas? ¿Y si con la parábola de los talentos le dijera que al juicio no habian de preceder las horrendas señales que nos describe el Evangelio: porque cuando vino á pedir cuenta á los sier- . vos, ninguna de ellas se pone? Me diria V. y con razon, que si no sabia que eran parábolas: que el asunto no era describirnos el juicio con todas sus circunstancias, sino exortarnos á la vigilancia Cristiana, y á la diligencia |