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de su Iglesia." Con este exordio se abre V. la puerta para entrar á deshacer las pruebas del autor, mostrándole que los testos que cita todos hablan de la primera, y no de la segunda venida del Señor. Me hago cargo que V. escribió esto despues de haber visto el compendio, y antes de leer la obra; aora que la ha leído, me persuado de su moderacion que no lo dirá tan francamente. Para echar una absoluta tan liberal, era menester que primero se respondiesen una á una todas las razones fortísimas sacadas del testo y contesto con que el autor prueba sus inteligencias: y razones tan bien fundadas no se botan á tierra con dos palabras echadas al aire. Una cosa es decir, y otra hacer: del dicho al hecho hai mucho trecho. Si no temiera salir de los límites de brevedad que me he propuesto, me esforzára á probarle debidamente, que los testos que el autor trae, en la parte porque los trae, no pueden hablar de la primera venida del Señor, por una razon cuanto breve y clara, tanto mas eficaz y concluyente: y es, que si hubieran hablado de la primera venida, ya estarían verificados; y mi empeño sería irle mostrando uno á uno que les falta mucho para su perfecto cumplimiento. Pero esto pediría una mas prolija discusion, y ya veo que sin quererlo voi siendo mas largo de lo que quisiera. ¿Qué medio, pues, para contestarle de algun modo á los reparos que V. hace, y no cansarlo y molestarlo con larguras? Yo no hallo otro, que apuntarle alguna cosa, y remitirme en lo demás al autor, en cuya obra hallará sobrada respuesta, por lo que á mí me falta y acabará de conocer, que nada ha dicho V. en su impugnacion, que si le toca en algo, no le haya respondido preventivamente á todo.

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97. "Es cosa (dice V. en el mismo número) verdaderamente curiosa: él alega para probar la venida del Señor á su pretendido reinado el cap. xxxi de Jeremías, donde puntualmente se anuncia la venida primera á tomar carne humana con estas notorias espresiones: Vuelvete, virgen de Israel, vuelvete á estas tus ciudades. ¿ Hasta cuando estarás desmadejada por las delicias, hija vagabunda? pues

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el Señor ha criado una cosa nueva sobre la tierra: una hembra rodeará al varon*. Este capítulo, Sr. impugnador, lo alega el autor, no para probar la venida del Señor á su reino, sino la vuelta de los Judios á la tierra de sus padres y para probar esto, no es menester salir de las mismas palabras que V. trae: Vuelvete, virgen de Israel, a estas tus ciudades. Vuelve, ó Israel, vuelve á estas ciudades. Estas ciudades propias de Israel, pueden ser otras que las que dió Dios á sus padres? Fuera de ellas, sabemos que este es un pueblo errante, sin ciudad, sin sacerdote, sin templo. Compadecido Dios finalmente de este hijo descarriado, le dice: vuelve á tus ciudades: ¿ hasta cuando has de vagar desterrado por el mundo? Pero si aun desea V. otras palabras mas claras del mismo capítulo, oiga las del versículo 8. He aqui que yo los traeré de tierra del Norte, y los recogeré de los estremos de la tierra: estarán entre ellos el ciego y el cojo, la preñada, y la parida juntamente: grande será la multitud de los que acá volveran. Con llanto vendran, mas con misericordia los volverét. Y para que nosotros las gentes no lo dudémos, vuelto el profeta á las gentes así les habla: Oid, naciones, la palabra del Señor... El que esparció á Israel lo congregará, y lo guardará como el pastor su ganado. Porque el Señor redimió á Jacob, y lo libró de la mano del mas poderoso, y vendrán, y darán alabanza en el monte de Sion .

Revertere, revertere, virgo Israel, ad civitates tuas istas. Usque quo deliciis dissolveris, filia vaga? quia creavit Dominus novum super terram. Femina circumdavit virum. — Jerem. xxxi, 21, 22.

+ Ecce ego adducam eos de terra Aquilonis, et congregabo eos ab extremis terræ: inter quos erunt cæcus et claudus, prægnans et pariens simul, cœtus magnus revertentium huc. In fletu venient, et in misericordia reducam eos. Jerem. xxxi, 8 y 9.

Audite gentes verbum Domini: qui dispersit Israel, congrega. bit eum, et custodiet eum sicut pastor gregem suum. Redemit enim Dominus Jacob, et liberabit eum, de manu potentioris et venient, et laudabunt eum in monte Sion. — Jerem. xxxi, 10, 11, y 12.

98. Para probar esto mismo, lo alega el compendio (número 10): si despues lo vuelve á traer en el número 36 para la venida del Señor, él, que lo alega, que dé tambien la razon. Pero me dirá V. que tambien toca á mí el darla, porque hablando el capítulo de la venida primera del Señor, no puede hablar del regreso de los Judios á su antigua pátria, que segun yo confieso será despues de la segunda venida. ¿ Y por qué no? ¿Qué dificultad encuentra V. en que en un mismo capítulo se hable de la primera venida, y de un suceso que sucederá despues de la segunda? Mas distancia hai entre la generacion eterna del Verbo, y su generacion temporal, que la que habrá entre una y otra venida del Señor, y S. Juan habla de ambas á dos cosas, y otras muchas mas, en solo el capítulo primero: ¿por qué Jeremías no podrá hablar tambien de ambas venidas en solo el capítulo xxxi? Y para que en efecto lo haga, no solo en el mismo capítulo, sino en el mismo versículo que V. cita, yo hallo una admirable congruencia. Queria el Señor animar la esperanza de su pueblo á la promesa que le hacia, y para esto alienta su confianza á un favor con otro mayor. Yo te volveré, le dice, á tus ciudades; ya sobrado tiempo has estado fuera y lejos de ellas: ; hasta cuando has de errar vaga y sin domicilio por el mundo? Aunque te parezca dificil, no dudes de mi promesa en volverte del lugar de tu destierro á la tierra de tus padres, cuando tí haré antes en la tierra una cosa nueva, nunca vista y nunca oida: yo bajaré del cielo y me haré hombre en el vientre de una muger: Vuélvete, vuélvete, virgen de Israel, á estas tus ciudades. ¿Hasta cuando estarás desmadejada por las delicias: hija vagabunda ? pues el Señor ha criado una cosa nueva sobre la tierra: una hembra rodeará al varon *. Abriendose de este modo la via el benignísimo Dios á que le presten la fe en una pro

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* Revértere, revértere, virgo Israel ad civitates tuas istas. ¿Us quequò deliciis dissôlveris filia vaga? quia creavit Dominus novum super terram. Femina circúmdabit virum.

mesa admirable, segun el bello pensamiento de S. Gregorio. Véase la obra. Part. ii, fenóm. v.

99. "Tambien se entienden (prosigue V.) de la primera venida del Señor los dos capítulos xxxiv y xxxvii de Ezequiel, que cita el autor por la segunda." Para que se vea quien tiene mas razon en su inteligencia, si V. por la primera venida, ó el autor por la segunda, yo pondré aquí algunas palabras de ambos capítulos. Dice así el xxxiv: esto dice el Señor Dios: He aqui yo mismo iré á buscar mis ovejas, y las visitaré. Asi como el pastor visita su rebaño, en el dia en que está en medio de sus ovejas descarriadas, del mismo modo visitaré yo mis ovejas, y las sacaré de todos los lugares, en donde habian sido descarriadas en el dia de nublado y oscuridad. Y las sacaré de los pueblos, y las recogeré de las tierras, y las conduciré á su tierra, y las apacentaré en los montes de Israel... Y levantaré sobre ellas un solo Pastor, que las apaciente, á mi siervo David; él mismo las apacentará, y él mismo será su pastor. Y yo el Señor seré su Dios; y mi siervo David principe en medio de ellos: yo el Señor he hablado. No sé como pueda esplicarse con mas claridad la promesa que hace Dios á las ovejas de su escogido pueblo, asegurándoles, que las recojerá de todas las partes en que se hallan dispersas, como aora las vemos, para volverlas á su propia tierra y apacentarlas en los montes de Israel, donde les dará por pastor y príncipe para que las apaciente y gobierne á su siervo David, esto

* Hæc dicit Dominus Deus: Ecce ego ipse requiram oves meas, et visitabo eas. Sicut visitat pastor gregem suam, in die quando fuerit in medio ovium suarum dissipatarum: sic visitabo oves meas, et liberabo eas de omnibus locis in quibus dispersæ fuerant in die nubis et caliginis. Et edducam eas de populis, et congregabo eas de terris, et inducam eas in terram suam: et pascam eas in montibus Israel... Et suscitabo super eas pastorem unum, qui pascat eas, servum meum David: ipse pascet eas, et ipse erit eis in pastorem. Ego autem Dominus ero eis in Deum; et servus meus David, princeps in medio eorum. Ego Dominus locutus sum. — Exeq. xxxiv, 11, 12, 13, 23

es, al hijo de David Cristo Jesus. Pero aunque es tan claro este capítulo, aun lo es mas el xxxvii, en el cual con la elegante metáfora de los huesos secos, dispersos por todo el campo del mundo, y de los leños áridos, les promete darles nueva vida, y juntar las dos ramas de Israel y de Judá, para que reverdezcan en un solo cetro, que empuñará el hijo de David su siervo y príncipe de ellos, que los gobernará con un nuevo pacto de paz sempiterna. Oiganse entre otras estas palabras: he aqui yo tomaré a los hijos de Israel de en medio de las naciones, á donde fueron, y los recogeré de todas partes, y los conduciré á su tierra. Y los haré una nacion sola, en la tierra, en los montes de Israel, y será solo un Rei que los mande á todos, y nunca mas seran dos pueblos, ni se dividiran en lo venidero en dos reinos.... Y mi siervo David será Rei sobre ellos, y uno solo será el pastor de todos ellos... y haré con ellos alianza de paz; alianza eterna tendran ellos*. Unas promesas tan claras que evidentemente no se han cumplido hasta ahora, ¿como prueba V. que se cumplieron en la primera venida? Es verdaderamente curiosa la prueba: dice V. en el citado numero: "concuerdan mara villosamente las profecias con lo que el Salvador nos dice en el Nuevo Testamento: salvaré á mi rebaño... levantaré sobre ellos un solo pastor, dice Ezequiel, y el Angel dice: El salvará á su pueblo de sus pecadost. Y el mismo Salvador nos quita toda ambigüedad diciendo: yo soi el buen pastor. Los limpiaré, promete Ezequiel, y esto en la primera venida se cumplió perfectamente, como se ve de lo que escribió el Apostol a los Corintios: esto fuisteis,

Ecce ego assumam filios Israël de medio nationum, ad quas abierunt, et congregabo eos undique, et adducam eos ad humum suam. Et faciam eos in gentem unam in terra, in montibus Israël, et Rex unus erit omnibus imperans, et non erunt ultra duæ gentes, nec dividentur amplius in duo regna... et servus meus David Rex super eos, et pastor unus erit omnium eorum... et percutiam illis fœdus pacis, pactum sempiternum.-Ezeq. xxxvii, 21, 22, 24, y 26. + Ipse enim salvum faciet populum suum à peccatis eorum. Mat. i, 21.

TOMO HII,

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