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¿Cuando vendrá el Señor, si solo al fin del mundo, ó tiempo antes?

80. Todos sabemos, que nadie sabe la hora ni el dia ni los ángeles del cielo, sino solo el Padre *. No habiendo el Señor revelado ni á los ángeles del cielo el dia

y

hora de su venida, sería una temeridad de los hombres de la tierra querer penetrar los secretos reservados á sola su sabiduría. No es pues nuestro intento averiguar este dia y hora particular, sino solo el tiempo en general, de la venida del Señor. Si no se ha dignado por sus altísimos juicios revelarnos lo primero; por lo que nos ha dejado escrito en sus Escrituras podemos barruntar lo segundo. Hablando pues del tiempo en general, preguntámos: ¿cuando volverá el Señor del cielo á la tierra? Nuestro autor por lo que ve en las Escrituras, cree, que volverá, no al fin del mundo, sino mucho antes. A esta respuesta con donaire gracioso le dice V. (número 50, impug.) Soñaba el ciego que veía, y soñaba lo que quería. Y lo que halla V. de mas raro es, el sitio donde lo ve, que es en los testos que cita: una de S. Pablo, que hablando del Anticristo, dice: áquien el Señor Jesus matará con el aliento de su boca +; otro de Isaías (cap. xi,) que repite lo mismo y otro del Apocalipsis (cap. xix), donde S. Juan comienza diciendo: Y vio á la bestia &c. "En estas palabras ve nuestro Milenario, que cuando venga Cristo matará al Anticristo." Pregunto yo: ¿V. no lo ve? A mí me parecen las palabras tan claras, que basta tener ojos y saber leer para verlo. Isaías en el lugar citado dice: que cuando el Señor venga herira la tierra con la vara de su bọca, y el aliento de sus labios matará al impio. Este impio

* De die illa, et hora, nemo scit, neque angeli cœlorum, nisi solus Pater. Mat. xxiv, 36.

+ Quem Dominus Jesus interficiet spiritus oris sui. Thes. ii.

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↑ Percutiet terram virga oris sui, et spiritu labiorum suorum interficiet impium. — Isai. xi.

no es otro que el Anticristo. S. Pablo hablando del mismo impío ú hombre de pecado, repite: A quien el Señor Jesus matará con el aliento de su boca, y destruira con la claridad de su venida *. S. Juan en acto de una batalla campal, nos pone por una parte al Verbo de Dios, al Rey de reyes, y Señor de señores, que no puede ser otro que Cristo, sentado sobre un blanco bruto, coronada de muchas diademas su cabeza, con un vestido bordado de la púrpura de su sangre, centellando llamas de indignacion por sus ojos, armado de una espada de dos filos en su boca, y seguido de todos los ejércitos celestiales, vestidos de blanco lino, que apostaba candores con los caballos que montaban. Por otra parte, para hacer frente al Rey del cielo, pone á la bestia de siete cabezas, en la cual está simbolizado el Anticristo con los reyes de la tierra y sus ejércitos. El exito de la gran batalla nos lo describe el Evangelista, como testigo de vista, que lo vió en estos términos: Y fue tomada la bestia, y con ella el falso profeta... y los dos fueron puestos en un estanque de fuego que ardia con azufre; y los otros murieron á los filos de la espada que salia de la boca del que estaba sobre el caballo +. Como no era ciego el autor, no pudo menos que ver en el sitio que vió, esto es, en los tres testos referidos, lo que claramente dicen, es á saber: que cuando Cristo venga, dará muerte al Anticristo. Aora, supuesta esta verdad, contestada con el testimonio de tres testigos dignos de toda fe, verá mui poco quien no ve, que habiendo de dar Cristo muerte al Anticristo al tiempo de su venida, Cristo no vendrá al fin del mundo, sino mucho antes. La razon es clara: porque despues de la muerte del Anticristo, y antes del fin del mundo, apenas se hallará intérprete (si se halla alguno) que

Quem Dominus Jesus interficiet spiritu oris sui, et destruet illustratione adventus sui.

↑ Et apprehensa est bestia, et cum ea Pseudopropheta: vivi missi sunt hi duo in stagnum ignis ardentis sulphure. Et cæteri occisi sunt in gladio sedentis super equum, qui procedit de ore ipsius.

no admita como cierto un espacio de tiempo intermedio, mayor 6 menor, determinado ó indeterminado (cuanto haya de ser, lo examinarémos luego); y por lo mucho que para entonces está profetizado, verémos que no puede ser corto. Luego este mismo tiempo es necesario que lo admitan antes del fin del mundo, y despues de la venida de Cristo, quien, como hemos visto, dará muerte al Anticristo.

81. Este argumento, que a mí me parece de la mayor eficacia, cree V. responderlo con las preguntitas que hace en el citado número de su impugnacion." ¡Bien! (dice V. en la primera) y aunque venga Cristo al fin del mundo, ¿no podrá del mismo modo quitar del medio al Anticristo? 2. ¿Y no lo puede hacer del mismo modo antes que parta del cielo y se ponga en viaje para la tierra? ¡Ah! que el álito de Jesus, como las manos de los reyes, se estiende mui lejos. Aun cuando el álito se entienda literalmente, puede con él desde la diestra del Padre, sin moverse, herir mortalmente al Anticristo." Comencémos por esta segunda. Aquí no tratamos de lo que Dios puede hacer nadie ignora que su poder es infinito, y que puede hacer todo lo que quiere *. Se trata de lo que hará, porque así lo ha querido. Y cuando ha querido hacerlo mas bien de un modo que de otro, ; toca al hombre miserable prescribir leyes á la voluntad de Dios? "Pudo el Hijo de Dios (dice mui bien nuestro autor, part. ii, fenom. iv, parr. iv), sin hacerse hombre, y hecho hombre sin morir en una cruz, redimir al hombre del pecado; no siendo necesaria una satisfaccion tan copiosa. Pudo Cristo con una sola palabra, con un acto solo de su voluntad resucitar á Lázaro. ¿Qué necesidad habia que hallándose distante, mas allá del Jordan, donde Juan estaba bautizando, se moviese y caminase á Betánia? Haya, ó no haya necesidad, no es del hombre ciego y limitado dar á Dios reglas para enseñarle lo que debe hacer." Si el Hombre Dios ha querido por los fines que él sabe, y sin consultarnos á nosotros,

* Omnia quæcumque voluit, fecit.

venir por sí mismo y en persona á dar muerte al Anticristo, ¿querrémos nosotros oponernos é impedirle el viaje, porque no se canse? Dejémos obrar á Dios, y sin meternos en el gabinete de sus consejos humillémos nuestra mente, adorémos sus juicios, y creamos sus palabras como están escritas.

82. A la otra pregunta de V. "Y aunque venga Cristo al fin del mundo, no podrá del mismo modo quitar del medio al Anticristo?" Yo le respondo como respondió un niño á su párroco: éste habiéndole enseñado como Díos por su inmensidad estaba en toda parte y lugar, le preguntó por pillarlo, i si estaba en el traspatio inmundo de su casa? El niño le respondió francamente que no. Replicándole el párroco que tambien estaba allí; pero como el sol con sus rayos sin ensuciarse, el niño sin perderse le repitió, que no estaba, porque no habia traspatio en su casa. Del mismo modo respondo yo á la pregunta de V. No podrá Cristo al fin del mundo matar al Anticristo, porque en el fin del mundo no habrá Anticristo. ¿No ve V. que darle vida al fin del mundo para que lo maten es suponer lo mismo que debia probar? Si solo al fin del mundo diera Cristo muerte al Anticristo, no hubiera tiempo para que se cumpliesen las muchas y grandes cosas que, segun están profetizadas, deben cumplirse despues de la venida del Señor, y antes del fin del mundo. La primera de ellas será la conversion de los Judíos, tantas veces y de tantas maneras anunciada en las Escrituras. La segunda, su repatriacion á la tierra prometida á sus padres, congregándolos de todas las cuatro partes del mundo, en donde estaban dispersos, con mayores prodigios que los que obró Dios cuando los sacó de Egipto. La tercera, el descubrimiento del arca del testamento, del tabernáculo, y del altar de los Timiamas que Jeremias depositó, por mandato de Dios, en una cueva del monte Nebo, donde Moisés despues de haber visto la tierra prometida, cerró los ojos para no abrirlos mas. La cuarta, la nueva division que se hará de la tierra prometida entre las doce tribus,

mui distinta de la que se hizo en tiempo de Josué, y menudamente demarcada en el capítulo último de Ezequiel. La quinta, últimamente, la espedicion de Gog contra los hijos de Israel, ya establecidos en la tierra de sus padres, y defendidos de Dios con pérdida de aquella inmensa multitud, como se describe en los capítulos xxxviii y xxxix del mismo Ezequiel. Todas estas cosas piden tiempo, y no poco, y todas sucederán antes del fin del mundo, y despues de la venida de Cristo, y muerte del Anticristo.

83. Apunta el compendio los dos primeros sucesos de la conversion de Israél, y su vuelta á la tierra prometida: y V. luego lo ataja en el número 51 diciéndole, " que cita los capítulos xxx y xxxi de Jeremías: xx, xxiii, xxxiv y xxxvi de Ezequiel, en los cuales es verdad que se habla de la vuelta de los Israélitas á la tierra prometida á sus padres; mas no se dice que esta deba suceder en el tiempo intermedio que correrá desde la muerte del Anticristo hasta el fin del mundo, que es lo que necesitaba probar... El autor no repara en esto." Y yo le digo á V. que si el compendio no repara en eso y no lo prueba, el autor no lo pasa por alto; antes sí lo prueba, y bien. Con lo que verá V. si tuve razon en decirle, que lo que es impugnacion del compendio, no lo es, ni puede serlo de la obra. Antes de darle la prueba quisiera me sacase V. de una curiosidad, y es: ¿por qué hablando el compendio de los dos sucesos, de la conversion de Israél y de su vuelta á la tierra prometida, solo del segundo le dice, que no prueba como debia probar, qué sucederá en el tiempo intermedio entre la muerte del Anticristo y fin del mundo? ¿Es acaso porque el primero no se pueda dudar qué sucederá en ese intermedio? Yo seguramente así me lo juzgo. Vió V. que la conversion de Israél estaba reservada al profeta Elías, quien arrebatado al cielo sobre un carro de nubes*: se mantiene en vida para ser el apostol, y venir á reparar las pérdidas de la casa de Jacob, como nos lo enseña el Eclesiástico: Que

* Ascendit per turbinem in cœlum. -4 Reg. ii, 11.

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