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comido y bebida, los deleites consiguientes á la gula*. ¿A quién sino á Cerinto le puede esto competir? En otra parte dice así: con ocasion de esta sentencia algunos introducen mil años despues de la resurreccion, &c. † Si esta palabra, despues de la resurreccion, significa la general resurreccion, solo á Cerinto y sus partidarios puede convenir, pues solo á estos se atribuye este despropósito particular. Todos los otros ponen la resurreccion general, no ántes, sino despues de los mil años. Fuera de que en el mismo lugar esplica el santo, de qué Milenarios habla, cuando dice: no advirtiendo que si en las demas cosas es mui justa la recompensa; es muy torpe quererla aplicar á las esposas, de manera que se prometan ciento, por una que hayan renunciado. Buscad algun Milenario fuera de Cerinto, que haya avanzado esta brutalidad, y ciertamente no lo hallareis. Luego es claro que S. Jerónimo habla aquí solamente de Cerinto. Finalmente, para que veais que este santo doctor de ningun modo favorece á los que á todos los Milenarios en general quieren sujetarlos á una misma sentencia, traed á la memoria lo que notamos en el artículo; esto es, lo que dice sobre el capítulo xix de Jeremias: las cuales cosas, aunque no las sigamos, con todo no podemos reprobarlas; porque muchos varones eclesiásticos y mártires las siguen §. Si el santo hablára aquí de la opinion de Cerinto, ó de las cosas particulares en que erraron tanto, así Nepos, como Apolinár, parece claro, que no solamente podia, sino

* Quibus non invideo, si tantúm amant terram, ut in regno Christi terrena desiderent, et post ciborum abundantiam, gulæque ventris ingluviem, ea quæ sub ventre sunt, quærant.—Hier. lib. iii, in Isai. xii.

+ Ex occasione hujus sententiæ quidam introducunt mille annos post resurrectionem, &c.

Non intelligentes, quod si in cæteris digna sit repromissio, in uxoribus appareat turpitudo, ut qui unam pro Domino dimisserit, centum recipiat in futuro.

§ Quæ licet non sequamur, tamen damnare non possumus quia multi ecclesiásticorum virorum, et martyres ita dixerunt.

que no siendo de fe los siete puntos sobredichos, solo asientan á ellos los fieles como á verdades probabilísimas y moralmente ciertas, el autor no tiene que probarle lo contrario, sino agradecerle la confesion de que no son de fé. Segun esto, quien consiente en ellos no es un Nestorio, un Lutero, un hereje: cuando mas, si es una verdad probabilísima y moralmente cierta, si se opone sin razou suficiente que muestre no serlo, será un temerario; pero si lo hace teniéndola, lejos de merecer esta tacha, será mas bien un pensador benemérito digno de nuestros elogios, por haber sabido darnos á luz la verdad, sin deslumbrarse de solas las apariencias. Como lo haga el autor, si con razon ó sin ella, lo habrémos de ver en el exámen de cada ponto.

Segunda prenotacion, y segundo tiro.

74. "Dejando ya aparte la doctrina aquí dada (sigue V. en el numero 46) supuesto, como el autor supone y afirmɛ, que todos los Cristianos tienen como artículos de fé todos los enunciados puntos, ellos son verdaderamente tales. Y la razon para un Católico es evidente. Todos los Cristianos son y forman la Iglesia, que en punto de fé es infalible, y no puede tener por artículo de fé lo que es falso. Luego si todos los Cristianos, esto es la Iglesia, tienen los dichos puntos como de fé, ellos verdaderamente son tales... Atacado el autor por este lado, se ve entre la espada y la pared: porque o niega la infalibilidad de la Iglesia, y se declara un hereje; ó la confiesa, y entonces reconoce por articulos de fé los mismos puntos que impugna." Perdóneme V. si le digo, que V. pelea contra toda regla de táctica. Obligue primero con sus cañones á que salga el autor de su castillejo, y entonces echará mano de las armas blancas; pero ¿á qué fin sacar la espada, y fingirlo entre ella y la pared, cuando él en su castillejo se rie seguro de sus tiros, que son sin bala, ó no dan en el blanco? V. habrá tomado la puntería contra el compendio, que supone

y afirma, que todos los Cristianos tienen, como de fé, los puntos enunciados; pero al autor que en su obra, y esto por confesion de V., no ha pensado ni soñado decir tal cosa, ¿no vé V. que echarle esta descarga sobre un supuesto falso, es hacer una puntería falsa y un tiro al aire? Mas démos que la obra lo haya dicho, como lo dice el compendio, ¿ será por esto evidente para un Cristiano la razon quc V. propone? Nada menos. Yo por la gracia de Dios soi Cristiano, y aunque tengo ojos, no veo esta evidencia. Le concedo el antecedente, y le niego la consecuencia. Le concedo, que lo que todos los Cristianos tienen por de fé, es de fé; pero le niego, que todo lo que tienen como de fé, es de fé. Lo primero dice identidad, lo segundo semejanza; y la semejanza admite diversos grados, y no siempre corre á cuatro pies. Cuantas veces oímos esto lo creo como si fuera artículo de fé? y no por eso quieren decir, que sea verdaderamente de fé, ni un artículo revelado; sino que en su género lo creen y tienen como cierto, con aquella certidumbre que es propia de lo que se habla. Apliquémoslo á la materia en que estamos. Muchos, y si V. quiere muchísimos, creen como de fé, porque lo han leido en un libro espiritual, ó porque lo han oido decir ó predicar, que el Señor vendrá á juzgar al fin del mundo: que este juicio se hará en el valle de Josafat, &c. pero aunque lo crean como de fé, ¿lo creen de fé, y lo tienen por un artículo revelado? Sr. no. Y para que V. por sí mismo se desengañe, pregúnteles ; si el tiempo y lugar del juicio lo tienen por tan de fé, y lo creen con la misma firmeza que el misterio de la Santísima Trinidad ? Y si no es un tronco, ó un zóte, oira seguramente que responde que no: porque sabe, que el misterio de la Trinidad lo ha revelado Dios, y la Iglesia se lo enseña; pero estàs circunstancias del juicio las cree, solo porque así la ha leido ú oído de otros que saben mas que él: y verá V. prácticamente, que á su modo distingue lo que es creer una cosa por de fé, ó creerla como de fé: la fé divina, de la 2 E

TOMO III,

humana: lo que enseña la Iglesia, de lo que vulgarmente se cree en ella: y lo que es una pia credulidad, de lo que es dogma y artículo de fé.

Tercera prenotacion, y tercer tiro.

75. "Otro modo segurísimo (dice V. al numero 47 de su impugnacion) de echar á tierra el castillejo del autor, y de quitar enteramente toda la fuerza á todos los testos que amontona, es recurrir á la palabra de Dios no escrita : esto es, á la apostólica tradicion que no puede negar, si es Católico, y si la niega es otra vez hereje. La tradicion, que desde los apóstoles ha llegado de mano en mano hasta nosotros nos enseña, que las palabras de la divina Escritura que el autor cita, no se deben tomar en el sentido que él las toma. Y por tanto, todos sus testos mal entendidos nada prueban de lo que él pretende." Y en el numero 48. "Cite pues nuestro Milenario cuantos testimonios escriturales quiera... que nosotros le concederémos las palabras, y le negarémos el sentido en que él los toma, acogiéndonos á la tradicion que nos determina la verdadera inteligencia." Y poco despues: "en algunos testos puede la superficie de las voces parecer favorable al Milenario, mas la palabra de Dios no escrita nos certifica, que le es ciertamente contrario el sentido." La descarga de esta batería es ciertamente estrepitosa y sonora; pero todos son truenos sin rayo, y tiros sin bala; palabras, y nada mas. Ufano el castillejo, sin perder una piedra, se mantiene intacto, oyendo tales rimbombos, mas como salva que lo saluda, que como tiros que lo ofendan. ¿Qué sirve tanto decir, y repetir con tanto boato, que todos los testos que el autor cita no deben entenderse como él los entiende, sino como la tradicion apostólica, que de mano en mano ha llegado hasta nosotros, nos enseña: que se le conceden las palabras, pero que se le niega el sentido en que él los toma, acogiéndonos á la tradicion que nos determina la verdadera inteligencia que la superficie de las voces le podrá ser

favorable, mas que la palabra de Dios no escrita nos certifica, que le es ciertamente contrario el sentido? ¿Qué sirven, digo, estas generalidades ruidosas, cuando V. no nos da un solo testo entendido segun estas fuentes, que sea contrario al sentido en que el autor lo entiende? Los testos que el autor cita en su grande obra son muchísimos, y al oirlo á V. (para todos) sin dejar uno tiene palabra de Dios no escrita, apostólica tradicion que le enseña, le determina, le certifica la verdadera inteligencia, que no es la del autor: pues cual es? V. que la sabe, díganosla por caridad: saque á luz esto tesoro escondido, que por mas que han cabado y profundizado en el campo de las Escrituras los Liras, los Abulenses, los Cayetanos, los Maldonados, Salmerones, Marianas, Alápides, Menoquios, Tirinos, y otros innumerables escriturarios, no han podido hallarlo. V. que felizmente lo ha encontrado, no defraude al orbe literario de esta obra verdaderamente grande de la verdadera inteligencia de las Escrituras; segun la tradicion que desde los apóstoles de mano en mano ha llegado hasta nosotros. Muéstrenos el legítimo y genuino sentido de todos y cada uno de los testos de la Escritura (ó si no quiere tanto, á lo menos de solos los que tiene el autor en su obra) sentido, digo, cual se requiere para la tradicion, que sea unánime, con el consentimiento de todos ó casi todos: cierto, que no admita contraste: inmemorial, y que no se le muestre principio universal, de todo el orbe Católico: constante, de todos tiempos, ó sea subiendo de siglo en siglo desde nuestros tiempos hasta los apostólicos, ó sea bajando desde los apostólicos hasta los nuestros. Dénos V. esta obra: y habrá hecho maravillas. Yo soi un pobre, no obstante cuénteme V. por uno de los asociados á ella. Pero mientras no la saque á luz y nos enseñe, determine, y certifique la verdadera inteligencia de las Escrituras, segun la palabra de Dios, no escrita, y apostólica tradicion, permítame V. que mientras tanto, acojiéndome al castillejo de nuestro autor, entienda yo los testos que cita en su obra, como él

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