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nuestra humana naturaleza.

Un libro entero hai escrito
Un S. Agustin, despues de

de los errores de los padres. ser hombre tan grande, y de los mayores que ha tenido el mundo, no se avergonzó de reconocer sus yerros, y para enmendarlos dió á luz un libro de sus retractaciones. Y si los demás padres hubieran tenido tiempo de llamar á exámen sus obras, especialmente en estos tiempos en que Dios con sábia economía, segun las necesidades de su Iglesia, le ha ido dispensando mas y mas abundancia de luces, ¿quién sabe cuanto tendrían que enmendar, y cuanto que corregir? La inerrancia en este mundo es un don privativo de la Iglesia: y quererlo hacer comun, no digo ya á los intérpretes, pero aun á los padres y mayores padres, sería un error condenado por Alejandro VIII, proposicion 3. Cuando se encuentra una doctrina fundada en S. Agustin, se puede sostener absolutamente, y enseñar, sin hacer caso de ninguna bula Pontificia*. Fueron sí, los padres, soles que con las luces de su doctrina alumbraron al mundo; pero no sin algunas sombras de ciertas máculas fueron estrellas de primera magnitud en el firmamento de la Iglesia; pero no siempre fijas en el centro de la verdad, y tal vez errantes: y para decirlo en una palabra, fueron hombres verdaderamente grandes; ¡pero al fin hombres!

37. "No puedo menos (así prosigue el autor, y V. nòtándolo) que observar en ellos (en los intérpretes) el empeño que tienen de acomodarlo todo á la primera venida del Señor, casi sin dejar nada para la segunda, no menos cierta y tan grandiosamente anunciada. ¡Qué esfuerzos no hacen! ¡ qué impropiedades no cometen! ¡qué violencias! No basta saltar versos, que no omitidos bastarían solos para destruir sus interpretaciones. (No es menester más que consultar sus obras para desengañarse con sus propios ojos, y ver si así lo hacen). Se establecen reglas, y no se observan. (Como la de buscar el sentido literal

* Ubi quis invénerit doctrinam in Augustino clarè fundátam, illam absolutè potest tenére, et docére non respiciendo ad ullam Pontificis Búllam.

que es el principal, y luego dejarlo echando, mano de otros, que son mas fáciles de hallarse). Se inventan otras que solo son buenas para oscurecer mas las Escrituras, y que nunca se entiendan. (Como este cánon general: Cuando las profecías prometen cosas grandes, nuevas y maravillosas, bien que nombradamente hablen con Israel, Judá, Jerusalén, Sion: si no se han cumplido en el antiguo pueblo de Israel, debe presumirse que allí se oculta otro misterio mayor del que manifiesta la letra: y se entenderá, no de aquella Jerusalén que mató á los Profetas, sino de la Jerusalén figurada, que es la presente Iglesia Cristiana: no de la sinagoga de los Judios, sino de la Iglesia actual de las gentes.) De aquí nacen aquellos diversos sentidos, inventados algunos de ellos (como el misto) á fin de tener algun asílo á que acojerse en los apuros y aprietos. Por claro que sea el testo, si en el sentido literal no cuadra al sistema del cual están prevenidos, se echa mano del alegórico: si este no basta, llaman en su ayuda al... Promiscuamente se valen ya de uno, ya de otro, ya de todos. Tal vez un mismo vaticinio, y un solo versículo lo esplican parte literalmente, parte alegóricamente, parte anagójicamente; componiendo de partes tan disparadas un todo ó monstruo, que no se conoce lo que es." Cuando los intérpretes no lo hagan así una y muchas veces en la materia que tratamos, tiene V. mucha razon de quejarse de la impostura y atrevimiento del autor: pero si es un hecho que V. mismo leyendo sus libros puede verlo con sus ojos, y tocarlo con las manos, ¿ será delito que uno que los impugna se valga del derecho que le da la pública verdad? Será licito á cualquiera que defiende una sentencia, decir de la contraria, que las razones con que la prueban son inconcluyentes, que los testos que alegan son mal entendidos, que las autoridades que citan no la favorecen? y porque nuestro autor defendiendo su sistema dice lo mismo del contrario, y con mas razon que será un descomedido, un insolente, un desvergonzado? Si se descargára con injurias y sarcasmos contra unos hombres tan respetables, yo sería el primero á conde

narlo; pero cuando todo lo que dice se reduce únicamente á mostrar la debilidad de sus razones, ¿por qué lo que es lícito a todos, solo en nuestro autor será un pecado? Acaba la obra su párrafo, y V. con ella en su concordancia: "Y de esto ¿qué se sigue? Se sigue que la Escritura santa, que el libro de la verdad, el mas venerable y divino, se vuelva un libro de adivinanzas, que cada uno lo descifre á capricho de su ingenio." (Y cuando cada uno que lo lea, se haga lícito el entenderlo, no como está escrito, sino como se le antoja con uno de tantos sentidos, ó con todos juntos no es verdad que será un libro cual lo dice el autor ?) "Y que como dice el autor mas abajo (así prosigue V.) se sigue que las Escrituras se hayan hecho impenetrables, y en cierta manera contentibles y despreciables, y finalmente un Proteo de tantas caras, cuantas son las cabezas que las esplican." Esto y mucho mas que allí refiere la obra, señor mio, no lo dice el autor, sino otro célebre escritor de nuestros tiempos, citado allí con toda claridad. No confunda V. al autor con otro célebre escritor; que esto sería sin quererlo V. hacerle mucho honor. Sin atribuir al autor lo que otros dicen, le sobra á V. mucho que decir contra él.

38. Acabada de este modo la introduccion, pasa V. al cuerpo de la obra, á concordar con ella las insolencias del compendio. Aquí me quita V. el trabajo de buscar los lugares para el cotejo, tomándose V. la pena de traerlos por sí mismo: de lo que le doi mil gracias por su dignacion. Trae V. diez lugares del compendio, y otros tantos de la obra. Y como por no cansarse deja muchos otros y mui notables del compendio: supongo que así tambien lo habrá hecho con la obra. Lo que no puedo menos de observar es, que siendo tan descomedidos é insolentes los lugares del compendio, no le llegan ni mui de lejos los de la obra. Será sin duda por el ánimo parcial y favorable con que V. entró á leer la obra, y ha conservado al escribir su concordancia. Para el cotejo me es indispensable poner unos y otros. Los del compendio copiados de su concordancia, dicen así (numero 9): "Este es uno de los pasos

en que se hallan confusos y atajados nuestros espositores, tirando unos por un camino, y otros por otro; pero quedándose todos siempre dentro del barranco." (Número 12.) "Del cual juicio (de vivos) no sé con qué juicio nuestros doctores y espositores se han atrevido á borrar de la mente de los Cristianos la noticia é idea." (Número 14.) "Lee todo entero este capítulo (xx del Apocalipsis) y muchas veces, porque te dará luces mui esquisitas contra las cuales tienen tanta ojeriza nuestros doctores, que donde quiera que les ocurre una de ellas, le despiden luego una maldicion, un entredicho, un anatema." (Número 18.) “La cual idea, en lugar de examinarla los doctos, despues de haberla tragado sin mascarla con el vulgo, se han ido á repelar de aquí y de allí pedacitos de testos mal entendidos y peor interpretados de la divina Escritura para confirmarla: dejando al mismo tiempo, ó enturbiando las fuentes claras de donde debian sacar las ideas verdaderas.” (Número 19.) "Sin que sea necesario finjir de nuestra cabeza, como hacen ordinariamente nuestros intérpretes, cuentos increibles, del todo repugnantes á la verdad de la Escritura, y á la recta razon." (Número 14.) "Verás claramente como ya no es mas que moda en nuestros espositores el establecer dogmas, y vender artículos de fe, tan sólidos y verdaderos como el que vamos impugnando." (Número 31.) "¿Qué te parece, amigo, de esta infidelidad de nuestros doctores? Para enseñar como de fe una falsedad de su naturaleza tan repugnante... hacen decir al Espíritu Santo lo que jamás ha pensado." (Ibidem.) “Te evidenciarás mucho mas de la mala fe con que proceden los que de esta manera violentan la palabra de Dios, haciéndole decir cosas del todo contrarias. Y para que el vulgo no advierta la falsedad de la doctrina, le quitan al testo los pies y la cabeza, y le hacen decir lo que se les antoja." (Ibidem.) "Y esa mutilacion se hace no solamente para ocultar la falsedad del alegato, sino tambien y principalmente porque no creen, y tienen por quimera esa conversion de Judá y Jerusalén. Y aunque todos los profetas y el mismo Jesucristo nos lo enseñen y repitan de

mil maneras, con todo, nuestros doctores no quieren dar el pase, llevando mal que los Judios se les hayan de poner encima." (Número 33.) Como tambien por romper mas el grueso velo que nuestros doctores se han puesto encima de sus ojos, y nos han puesto á nosotros, para que no veamos los mas grandes y magníficos misterios que contiene la segunda venida del Señor." Hasta aquí el compendio.

39. Veamos aora si los lugares que V. trae de la obra, corresponden á la insolencia y atrevimiento de estos del compendio. Los traslado fielmente como V. los pone en su concordancia: y pido á cualquiera que los lea, me diga, si puestos en una balanza con los del compendio, no superan con mucho en gravedad á los de la obra. (Part. i, cap. i, parr. i), dice así el autor: "Os parecerá increible, y como el mas solemne desproposito lo que voi a decir; os digo delante de Dios que no engaño*; a poco que he registrado los autores sobre los puntos de que hablo, siento desaparecer casi del todo cuanto habia leido y creido en las Escrituras, quedando mi entendimiento tan oscurecido, mi corazon tan frio, y toda el alma tan disgustada, que ha menester mucho tiempo y muchos esfuerzos para volver en si. Como esto me sucedia... siempre que leia los interpretes," &c. Este mismo lugar tenia V. puesto hablando de la claridad de las Escrituras; y como allí lo tocamos al número 24, no tengo aquí que añadir. Solo sí advierto, que nos lo repite otra vez: supongo que no será por pobreza de no hallar otros lugares en los tres tomos de la obra; sino porque este lugar, mas que otros, ha herido su delicada fantasía; y por esto nos lo repite otra vez aora, habiéndose dicho por algo: que el herido respira por la herida.

40. (Part. i, cap. iii, parr. i.) Hablando del sistema de los Rabinos sobre la primera venida del Señor, dice el autor así: "Sistema verdaderamente infeliz, y funestisimo que redujo al fin a todo el pueblo de Dios al estado miserable

* Sed ecce coram Deo, quia non mentior.-Ad Galat. i, 20.

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